2.- LÍNEAS PRINCIPALES DEL PENSAMIENTO DE L. WITTGENSTEIN (1889-1951) I
El filósofo austríaco de L. Wittgenstein, hombre de vida atormentada y apasionante -participó en la P. G. M.; rico, cedió toda su fortuna; trabajó como jardinero, en un circo, como maestro de escuela, dio clases en la universidad, fue homosexual activo y atormentado...- es uno de los pensadores más importantes del siglo XX. Su filosofía atravesó dos etapas claramente definidas. La primera está expuesta en su obra aforística, sumamente breve y enigmática, el Tractatus Logico-Philosophicus (1919); la segunda se expone en las Investigaciones filosóficas (post. 1953). De hecho, en la vida del filósofo existe una "ruptura" alrededor de 1919-1926, que permite dividirla en dos etapas: una primera se vincula a la filosofía analítica anglosajona (Russell), y la segunda a la filosofía del lenguaje ordinario (ordinary language philosophy).
a) El primer Wittgenstein: Tractatus Logico-Philosophicus
El Tratatus es una de las obras de más difícil interpretación que ha dado la filosofía de nuestro siglo por la austeridad de su estilo aforístico. El propósito de la obra es fijar los límites del lenguaje con sentido o, más exactamente, fijar los límites del pensamiento en su expresión perceptible que es el lenguaje. Es una tarea semejante a la de Kant: el viejo problema kantiano sobre las condiciones de posibilidad del conocimiento y, en consecuencia, sobre sus límites, se transforma en la obra de Wittgenstein en la pregunta sobre las condiciones de posibilidad y límites del lenguaje. En el libro se analiza la estructura lógica del lenguaje, a fin de deslindar aquello que en él se puede expresar y aquello otro sobre lo que no se puede hablar.
El Tractatus se ocupa de estudiar las relaciones entre lenguaje, pensamiento y realidad a través de la teoría pctórica de la proposición y el principio de isomorfía, partiendo de los presupuestos del atomismo lógico. La aportación más original de Wittgenstein es su teoría figurativa o pictórica de la proposición. Para Wittgenstein, el lenguaje (conjunto de proposiciones) es una representación del mundo (conjunto de los hechos). Las proposicones reproducen en su interior la estructura del hecho que describen, del mismo modo que una pintura que reproduce un paisaje o un plano reconstruie la situación de las calles de una ciudad. La proposición es la expresión perceptible de un pensamiento y el pensamiento es una figura o pintura de la realidad pensada. El hecho está pintado en la proposición como lo estaría en una fotografía o en un dibujo.
Para que la proposición pueda representar un hecho, se requiere que los elemento del hecho (objetos) queden convenientemente representados por los elementos que intervienen en la proposición (nombres). A cada objeto debe corresponder un nombre y sólo uno, en la proposición. Hecho y proposición deben tener idéntica complejidad lógica. Esta coordinación entre elementos de la proposición y elementos del hecho es lo que Wittgenstein llama relación figurativa o relación pictórica.
Los objetos en la situación real mantienen ciertas relaciones entre sí (estructura del hecho), que deben quedar reproducidas por las relaciones que mantienen los nombres en la proposición (estructura de la proposición). Debe existir una relación de correspondencia entre la estructura de la proposición y la estructura del hecho. Esa relación de correspondencia se basa en la forma de representación que es común a la figura y a lo figurado, y que garantiza la posibilidad de que se dé en el mundo lo que la figura representa. El lenguaje es expresión del pensamiento, y pensar es reconstruir situaciones reales mediante estructuras lógicas. Si la lógica es la forma del pensamiento, también debe ser la forma del mundo, ya que de otro modo no será posible pensar el mundo.
El principio de isomorfía es la base de la teoría figurativa del significado: existe una identidad de forma lógica entre el lenguaje y el pensamiento y la realidad, de suerte que la realidad es representable a través del lenguaje, en la medida en que tiene una estructura o forma lógica, justamente la estructura o forma que posee toda representación lingüística. Por ello Wittgenstein dice que la lógica es trascendental, puesto que es la condición de posiblidad del lenguaje y del mundo. Fuera de los límites del espacio lógico nada puede ser pensado ni expresado lingüísticamente: "Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo".
La estructura del lenguaje os permite deducir la estructura del mundo: el mundo es el conjunto de los hechos, compuestos por estados de cosas o situaciones que, a su vez, se componen de objetos simples o atómicos. Las proposiciones se componen de unos elementos que son los nombres y los hechos, o estados de cosas, son combinaciones de objetos, de manera que en la proposición los nombres se encuentran relacionados entre sí de la misma manera que en los hechos los objetos se encuentran relacionados entre sí.
A continuación, Wittgenstein realiza una distinción entre "decir" y "mostrar". El análisis lógico que Wittgenstein lleva a cabo en el Tractatus conduce a identificar el "lenguaje significativo" con el lenguaje científico. La función del lenguaje es decir cómo es el mundo; sus proposiciones tienen significado en la medida en que describen estados de cosas, y esto es lo que hacen las proposicones de la ciencia. Todo aquello que no sea un hecho será inexpresable a través del lenguaje y no se podrá decir, sólo "mostrar".
Esto sucede, en primer lugar, con la forma lógica del lenguaje del pensamiento y del mundo. Para poder describir esa forma lógica deberíamos poder situarnos fuera del lenguaje, del pensamiento y del mundo, lo que es imposible. No obstante, aunque el lenguaje no puede hablar (decir) su forma, la muestra. Las proposiciones lógicas, por tanto, carecen de sentido, puesto que no dicen nada, pero no quiere decir que sean absurdas, su función no es representar hechos, sino mostrar la estructura lógica que comparten pensamiento lenguaje y mundo, y que hace posible la relación figurativa.
Asimismo, los problemas éticos, estéticos o religiosos: el sentido de la vida, la inmortalidad, la belleza, Dios...; a pesar de su importancia, quedan fuera de los límites de la lógica y del lenguaje con el que representamos el mundo. Más allá de estos límites se abre la esfera de lo inexpresable, de lo que no se puede decir : la esfera de lo místico. Se trata de cuestiones que no se refieren al mundo: los valores no son hechos, Dios no forma parte del mundo... Todo ello hace referencia a algo que queda fuera del mundo, y por tanto escapa al conocimiento y al lenguaje.
Las proposiciones lingüísticas sólo pueden representar hechos, y esto es lo que hacen las proposicones de la ciencia natural: describir cómo es el mundo. Las proposicones éticas, religiosas, estéticas... pretenden expresar el sentido del mundo, su "deber ser", algo que, por no constituir un hecho del mundo, no es representable. Por eso se trata de proposiciones que carecen de significado. El Tractatus cierra la posiblidad de todo discurso sobre lo que está más alto; sobre lo ético, lo estético y lo religioso no es posible decir nada; son lo inexpresable, lo que se muestra a sí mismo, lo místico: sobre estas cuestiones sólo tiene sentido el silencio.
Lo que se puede decir, se limita ala ciencia; pero lamentablemente ésta o llega siquiera a rozar los problemas esenciales de la vida. Con ello, Wittgenstein muestra los estrechos límites de la razón y del lenguaje humano, que terminan allí donde lo hacen las ciencias naturales. Detrás del límite se abre el ámbito del sentimiento y de la intuición, ámbito de silencio reverencial ante "lo que está más alto": "De lo que no se puede hablar -dice Wittgenstein- hay que callar".
Wittgenstein concibe, desde estos presupuestos la filosofía como simple actividad de aclaración de los problemas lógicos que plantea el lenguaje. Las proposiciones filosóficas pretenden hablar sobre cuestiones que quedan fuera del mundo, traspasando los límites del lenguaje significativo, por lo que, en consecuencia, carecen de sentido, son pseudoprosiciones. La actitud correcta ante los problemas filosóficos es disolverlos, ya que no se los puede resolver, mostrando cómo su planteamiento se debe a un uso ilícito del lenguaje. La función de la filosofía queda reducida en el Tractatus a una actividad de análisis lógico, dirigido al esclarecimiento del pensamiento y del lenguaje.
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