Alfred Russel Wallace (1823 – 1913) fue un naturalista, explorador, geógrafo, antropólogo y biólogo británico, conocido por haber propuesto independientemente una teoría de evolución por medio de selección natural que motivó a Charles Darwin a publicar su propia teoría. Injustamente postergado, Wallace fue uno de los pensadores evolucionistas más destacados de su época, y realizó varios aportes al desarrollo de la teoría de la evolución, además de haber desarrollado el concepto de selección natural.
Pero lo que ya es menos conocido es que Wallace, a pesar de su innegable rango como científico, tuvo también, como muchos otros intelectuales de su época, un marcado interés por el espiritismo. Su creencia en el origen inmaterial de las facultades mentales creó controversia entre los científicos, especialmente con otros pensadores evolucionistas.
En su juventud, Wallace experimentó con la hipnosis, entonces conocida como mesmerismo. Más tarde, estableció una conexión entre el mesmerismo y sus posteriores investigaciones sobre el espiritismo. Consideraba que la ciencia oficial podía ser tan intolerante respecto de estos fenómenos, como la religión lo había sido en el pasado con la propia ciencia, y que el verdadero científico ha de tener la mente abierta a todo tipo de posibilidades, incluso las más extravagantes. En 1883 afirmaba:
"Así aprendí mi primera gran lección en la investigación de esos oscuros campos del conocimiento: nunca aceptar el descreimiento de grandes hombres o sus acusaciones de impostura o imbecilidad como si fueran un peso cuando son opuestas a las repetidas observaciones de hechos indudablemente, sanas y honestas, realizadas por otros hombres. Toda la historia de la ciencia nos enseña que siempre que hombres sabios y educados de cualquier edad han negado los hechos de otros investigadores basados en argumentos a priori de absurdo o imposibilidad, los que negaban siempre han estado equivocados."
Wallace comenzó a estudiar el espiritismo en 1865, posiblemente incitado por su hermana mayor Fanny Sims, quien había estado involucrada en ello durante algún tiempo. Después de revisar la literatura existente sobre el asunto y de repetir los fenómenos que presenció en varias sesiones de espiritismo, llegó a aceptar que el espiritismo estaba conectado con una realidad natural. Durante el resto de su vida quedó convencido de que alguna de las sesiones era genuina, sin importarle cuantas acusaciones de fraude hicieran sus detractores.
El espiritismo llamó la atención de muchas personas cultas de la época, que ya no encontraban aceptable la doctrina religiosa tradicional, y estaban, por otra parte, estaban insatisfechos con el punto de vista materialista y mecanicista, característico del pensamiento decimonónico. En cualquier caso, aquellos autores que han investigado los puntos de vista de Wallace en profundidad, ponen mucho énfasis en que para él el espiritismo era más una ciencia y una filosofía que una creencia religiosa.
La defensa pública de Wallace del espiritismo y de "médiums" espiritistas perjudicó, sin duda su reputación como científico, y le restó apoyos. Perjudicó sus relaciones de amistad con los evolucionistas "oficiales", como Thomas Huxley y el propio Darwin, quien le acusó de ser fantasioso y demasiado crédulo.
Wallace y otros científicos que defendían el espiritismo, como el físico William Crookes, fueron ridiculizados por la prensa especializada, e incluso se llegó a negar por cierto tiempo la concesión de una pensión a Wallace por su adhesión a estas fantásticas teorías, a pesar de que Darwin apoyó desde el principio la concesión de esta remuneración. Quizás también la defensa de la que siempre hizo gala Wallace de la causa del socialismo influyó en su aislamiento y progresivo olvido. Desde este modesto blog reivindicamos su memoria.