jueves, 13 de diciembre de 2012

1º de Bachillerato: Falacias lógicas 2

    

http://www.lukesurl.com/comics/2009-11-13-argument.png

   Dado el interés suscitado entre el alumnado por las falacias, he decidido ampliar la información disponible en el blog con nuevos enlaces:





   Y, a continuación, un documental sobre el tema, a cargo de José Mª Mateos, Ingeniero de Telecomunicaciones, interesante (aunque la toma no es demasiado buena):



martes, 11 de diciembre de 2012

1º y 2º de Bachillerato: Martin Heidegger: Pensando lo impensable



   Capítulo de la serie "Humano, demasiado humano", producida por la BBC, en el que se aborda el pensamiento de Martin Heidegger. Aunque hace demasiado hincapié, para mi gusto, en los aspectos políticos del pensamiento del autor, constituye una introducción aceptable a su difícil y enrevesada filosofía. Divierte un poco ver al viejo Heidegger exponer con voz "de bóveda", como decía Cervantes, las principales tesis de su obra. Solo por eso ya merece la pena verlo.
   Con todo, el documental es muy simplista. No puedo estar de acuerdo con la tesis expuesta, según la cual Heidegger no dijo "nada" después del desastre que supuso el nazismo y la S. G. M. A mi entender, su crítica furibunda al mundo del Gestell y la técnica, así como su análisis del pensamiento de Nietzsche como consumación de la metafísica occidental y del ocultamiento del ser, tratan de ofrecer las claves para entender el fracaso de toda nuestra trayectoria cultural, que culminó en la destrucción bélica de Europa. Aunque, claro está, se trata de una respuesta demasiado elaborada y profunda como para que pueda verse recogida en un documental tan escueto y divulgativo como este.


lunes, 10 de diciembre de 2012

1º de Bachillerato: Lógica: La estructura del razonamiento

   Como complemento a las clases de Lógica de 1º de Bachillerato, resulta sumamente útil consultar el siguiente video, en que aparecen los principales contenidos impartidos, expuestos de una manera clara, sencilla y amena:



lunes, 26 de noviembre de 2012

1º y 2º de Bachillerato: Wittgenstein y Russell: Encuentros y desencuentros entre dos genios

   Así describe Bertrand Russell en su Autobiografia a Wittgenstein, calificándolo de genio:

   "Wittgenstein era austríaco, y su padre inmensamente rico; quería ser ingeniero y por eso se había marchado a Manchester. Allí, a raíz de sus estudios, se interesó en los principios de las matemáticas y averiguó quién se dedicaba a dicho tema. Alguien mencionó mi nombre y Wittgenstein se instaló en el Trinity. Tal vez él haya sido el ejemplo más perfecto que jamás he conocido del genio tal como uno se lo imagina tradicionalmente: apasionado, profundo, intenso y dominante. Tenía una especie de pureza que no he encontrado en nadie más, salvo en G. E. Moore. Recuerdo que una vez lo llevé a una reunón de la Sociedad Aristotélica; allí había algunas personas un tanto necias y yo las traté con cortesía. Al salir, Wittgenstein me recriminó con furia mi degradación moral por no haberle dicho a esa gente lo idiota que era. Su vida era tumultuosa, turbulenta, y su fuerza personal extraordinaria. (...) Solía visitarme cada día a medianoche y quedarse caminando de un extremo al otro de la habitación durante tres horas en agitado silencio, como una bestia enjaulada. Una vez le pregunté: "¿Estás pensado en la lógica o en tu pecados?"; "En ambos", me contestó y siguió andando. Yo no me atrevía a sugerirle que ya era hora de acostarse, pues a ambos nos parecía probable que se suicidara al salir de casa. Al terminar su primer curso en Trinity vino a verme y me preguntó: "¿Cree usted que soy un perfecto idiota?". Yo le dije: "¿Para qué quieres saberlo?". Y él me respondió: "Porque si lo soy me haré ingeniero aeronáutico, pero si no lo soy me convertiré en filósofo". Yo le dije: "Mi querido amigo, no sé si eres o no un idiota, pero si durante las vacacionesme escribes un ensayo sobre el tema filosófico que más te interese, yo lo leeré y te lo diré". Así lo hizo, y a comienzos del curso siguiente me presentó su trabajo. Nada más leer la primera frase quedé convencido de que Wittgenstein era un hombre de genio y le aseguré que bajo ningún concepto debía hacerse ingeniero aeronáutico. A principios de 1914 vino a verme, presa de una gran agitación: "Me voy a Cambridge, me marcho inmediatamente". "¿Por qué?", le pregunté. "Porque mi cñado se ha instalado en Londres y yo no soporto estar cerca suyo." De esta forma pasó el resto del invierno en el extremo norte de Noruega. En los primeros tiempos le pregunté una vez a G. E. Moore qué opinaba de Wittgenstein. "Tengo un gran concepto de él", me dijo. Le pregunté por qué y me respondió: "Porque en mis clases es el único que se muestra perplejo".
   Cuando llegó la guerra, Wittgenstein, que era muy patriota, se alistó como ofiial en el ejército austríaco. Los primeros meses aún fue posible escribirle y tener noticias suyas, pero en poco tiempo se se cortó la comunicación. Ya no supe de él hasta pasado un mes después del armisticio, cuando recibí una carta suya desde Monte Cassino contándome que algunos días después del fin de la guerra había caido prisionero de los italianos, aunque por suerte había logrado conservar el manuscrito de un libro  que por lo visto había escrito en las trincheras, y que quería que yo leyera. Wittgenstein era de la clase de hombres que cuando pensaba sobre lógica era capaz de no darse cuenta de minucias tales como bombas explotando a su alrededor. (...) Se trataba de la obra que más tarde se publicaría  con el título de Tractatus Logico-Philosophicus. Lógicamente era muy importante encontrarse con Wittgenstein para hablar personalmente de su libro, y como era mejor que el encuentro tuviera lugar en un país neutral, decidimos vernos en La Haya. Entonces surgió un problema inesperado. Antes de estallar la guerra, el padre de Wittgenstein había transferido toda su fortuna a Holanda, así que al final seguía siendo tan rico como al comienzo de la contienda. Justo en la época del armisticio, el señor Wittgenstein murió legando a su hijo el grueso de su fortuna. Éste, sin embargo, llegó a la conclusión de que el dinero es un obstáculo para el filósofo y entregó hasta el último céntimo de su fortuna a su hermano y hermanas. A raíz de esto no podía pagarse el pasaje de Viena a La Haya, y como era muy orgulloso no quiso aceptar mi dinero. Por fin se encontró una solución al problema. En Cambridge se encontraban guardados sus muebles y sus libros, y él me expresó su deseo de vendérmelos. En la tienda de muebles que los guardaba me asesoraron respecto a su valor y yo los compré al precio que me indicaron. En realidad, eran mucho más valiosos de lo que él creía, y para mí fue el mejor negocio de mi vida. Gracias a esta venta Wittgenstein pudo viajar a La Haya, y allí nos pasamos una semana discutiendo su libro línea por línea (...) (pp. 470-472)




    






























El contenido del Tractatus era tan "genial" que Wittgenstein temía no ser comprendido, ni siquiera por individuos tan talentudos como Russell o Frege. Así lo expresa en sendas cartas a Russell, fechadas el 12-06 y el 18-09, respectivamente, escritas desde el campo de concentración de Cassino, donde se encontraba prisionero:

   "(...) Me temo que nos será muy difícil llegar a entendernos. Y la leve esperanza eu me quedaba de que mi manuscrito le aportara algo, se ha desvanecido por completo. Como se imaginará, es imposible que le escriba un comentario de mi libro. Sólo podría hacerlo oralmente. Si la comprensión del libro tiene alguna importancia para usted, y si puede arreglárselas para encontrarse conmigo, por favor hágalo. Si esto fuera imposible, tenga a bien enviarme el manuscrito a Viena por un conducto seguro tan pronto como lo haya leído. Es el único ejemplar corregido que poseo, ¡y es la obra de toda mi vida! No veo el momento de verla impresa, ahora más que nunca. Es muy amargo tener que arrastrar conmigo en cautiverio la obra terminada y observar cómo la insensatez reina por doquier. Y más amargo aún es pensar que nadie la entenderá, aunque llegue a publicarse. (...) Muchos saludos, y no suponga que todo lo que no es capaz de entender es una soberana estupidez. Afectuosamente. L. Wittgenstein."

   "Estimado Russell: (...) Ya sabe usted qué difícil me resulta escribir sobre lógica. Esa es otra de las razones por las que mi libro es tan corto, y por lo tanto tan difícil. Pero nada puedo hacer.
   Ahora bien, me temo que usted no haya captado mi postulado principal, del que todo el asunto de los soportes lógicos es sólo el corolario. El punto central es la teoría de lo que puede expresarse (gesagt) -y lo que es lo mismo, de lo que puede pensarse- mediante soportes (por ejemplo, por medio del lenguaje), y lo que no puede expresarse mediante soportes, sino únicamente mostrarse (gezeigt); lo cual, a mi entender, es el problema cardinal de la filosofía.
   También he enviado mi manuscrito a Frege, quien me ha escrito hace una semana y deduzco que no ha entendido una sola palabra. Así que mi única esperanza es verlo pronto a usted y explicárselo todo, pues es muy duro no tener un alma que te comprenda."

   Cabe preguntarse: si cerebros privilegiados como los de Russell y Frege no entendieron el Tractatus, ¿puede jactarse alguien de entenderlo? Bueno, yo creo que hoy en día el contenido del libro resulta mínimente asequible para un buen número de personas, al menos parcialmente. No hay que olvidar que la manera de pensar de Wittgenstein era novedosa para su época, y en muchos aspectos trascendía el horizonte de autores como Russell y Frege, más mayores que él. Actualmente, incluso muchos alumnos de bachillerato pueden atreverse a bordear los aforismos de Wittgenstein sin sentirse tan perplejos como él ante las lecciones de Moore. De manera que no debemos perder la esperanza de llegar a comprenderlo, aunque él ya no esté vivo para alegrarse de ello.
  

domingo, 25 de noviembre de 2012

1º de Bachillerato: No todo es lógica: Bertrand Russell y la redacción de los Principia Mathematica


  

Así relata Bertrand Russell en su Autobiografía sus inicios en la lógica matemática y las circunstancias que rodearon la redacción de los Principia Mathematica:

"En julio de 1900 se celebró en París un Congreso Internacional de Filosofía, coincidiendo con la Exposición de aquel mismo año. Whitehead y yo decidimos asistir a dicho congreso, y yo acepté una invitación para leer un ensayo allí. (...) El congreso supuso un punto crucial en mi vida intelectual, porque allí me encontré con Peano. Le conocía ya de nombre y había visto algo de su obra, pero no me había tomado la molestia de dominar su notación. En las discusiones del congreso, observé que siempre era más preciso que cualquier otro y que invariablemente se llevaba el gato al agua en cualquier discusión en que tomara parte. Al pasar los días, me dije que aquello debía obedecer a su lógica matemática. Por lo tanto, resolví pedirle todas sus obras. Me las entregó y, tan pronto como concluyó el congreso, me retiré a Fernhurst para estudiar sosegadamente cada una de las palabras escritas por él y sus discípulos. Fue claro para mí que su notación proporcionaba un instrumento de análisis lógico como el que yo buscara durante años, y que estudiándole estaba adquiriendo una nueva y poderosa técnica para la obra que deseaba realizar desde hacía mucho tiempo. (...) Fue una época de embriaguez intelectual. Mis sensaciones se asemejaban a las que se experimentan tras escalar una montaña en medio de la niebla cuando, al llegar a la cima, la niebla se desipa súbitamente y el panorama se hace visible en cuarenta millas a la redonda. Durante años me había esforzado por analizar las nociones fundamentales de las matemáticas, como los números ordinales y cardinales. De pronto, en el curso de una semanas, descubrí las que parecían ser respuestas definitivas a los problemas que habían burlado mis esfuerzos durante años. Y mientras descubría estas respuestas, iba introduciendo una nueva técnica matemática, mediante la cual esferas anteriormente abandonadas a las vaguedades de los filósofos fueron conquistadas por la precisión de fórmulas exactas. Intelectualmente, el mes de septiembre de 1900 fue el punto más elevado de mi existencia. (...) Envié a Peano un ensayo para su revista, dando cuerpo a mis nuevas ideas. A principios de octubre me puse a escribir The Principles of Mathematics, sobre los cuales ya había hecho cierto número de intentos fallidos. Las partes III, IV, V y VI del libro, tal como se publicaron fueron escritas aquel otoño. También escribí entonces las partes I, II y VII, pero tuve que rehacerlas más tarde, de modo que el libro no quedó terminado en forma definitiva hasta mayo de 1902. (...)
   "De manera bastante extraña, el final del siglo señaló el final de esta sensación de triunfo, y, a partir de aquel momento, empecé a ser asaltado simultáneamente por problemas intelectuales y emocionales que me hundieron en la más negra desesperacion que jamás he sufrido. (...) La esposa de Whitehead se estaba convirtiendo en una inválida y solía padecer intensos dolores a causa de una dolencia cardíaca. Parecía aislada de todo y de todos por muros de dolorosa agonía; el sentido de la soledad de cada alma humana me abrumó repentinamente. (...) [Entregado a la lógica] había olvidado todos los problemas más profundos y me había contentado con una inteligencia ligera y petulante. De pronto, la tierra parecía hundirse bajo mis pies, y me hallé en una esfera completamente distinta. En el curso de cinco minutos cruzaron por mi cerebro reflexiones como las siguientes: la soledad del alma humana es insoportable; nada puede penetrarla, excepto esa excelsa intensidad de la suerte de amor que han predicado los maestros religiosos; todo lo que no brote de este motivo es pernicioso o, por lo menos, inútil; se concluye de ello que la guerra es un error, que la educación de un internado es abominable, que el uso de la fuerza debe ser desaprobado y que en las relaciones humanas debe penetrarse hasta el meollo de la soledad de cada persona y dirigirse a él. (...)
   Al término de aquellos cinco minutos me había convertido en una persona completamente diferente. Durante algún tiempo me poseyó una especie de iluminación mística. Tenía la impresión de conocer los pernsamientos mas íntimos de todo aquel con quien me encontraba en la calle, y, aunque sin duda se trataba de una ilusión, me sentía realmente en más estrecho contacto que antes con todos mis amigos y muchos de mis conocidos. Habiendo sido imperialista, en aquellos cinco minutos me convertí en (...) pacifista. Habíendome preocupado durante años exclusivamente la exactitud y el análisis, me sentí rebosante de sentimientos semimísticos respecto de la belleza, profundamente interesado por los niños y con un deseo casi tan hondo como el de Buda por hallar alguna filosofía que hiiese soportable la vida humana. Me poseía una extraña agitación, que contenía un agudo dolor, pero también cierto elemento de triunfo, en virtud del hecho de que podía dominar el dolor y hacer de ello, según pensaba, una puerta de acceso a la sabiduría. La penetración mística que me imaginaba poseer se ha desvaído grandemente, y el hábito de análisis se ha reafirmado. Pero algo de lo que creí ver en aquel momento ha permanecido siempre conmigo, determinando mi actitud durante la primera guerra mundial, mi interés por los niños, mi indiferencia por las desdichas de menos monta y cierto tono emocional en todas mis relaciones humanas.
   "[Entonces] me puse a escribir la deducción lógica de las matemáticas, que posteriormente se convertiría en los Principia Mathematica. Creía que la obra estaba casi terminada cuando, en el mes de mayo, sufrí un revés intelectual casi tan severo como el revés emocional que padeciera en febrero. Cantor tenía una prueba de que no existe el número mayor, y a mí se me antojaba que el número de todas la cosas del universo debía ser el mayor posible. De acuerdo con ello, examine su prueba con alguna minuciosidad y me esforcé por aplicarla a la clase de todas las cosas que existen. Ello me llevó a considerar aquellas clases que no son miembro de sí mismas y a inquirir si la clase de tales clases es o no un miembro de sí misma. Descubrí que cada una de las respuestas lleva implícita su réplica contradictoria. Al principio supuse que podría superar fácilmente la contradicción y que probablemente habría algún error trivial en el razonamiento. Gradualmente, sin embargo, fue estando claro que no era ése el caso. (...) Resultó sobre un análisis lógico que había una afinidad con la antigua contradicción griega sobre Epiménides de Creta, quien dijo que todos los cretenses eran unos embusteros. Puede crearse una contradicción esencialmente similar a la de Epiménides, entregando a una persona una hoja de papel en la que se haya escrito: "La afirmación de la otra cara de esta hoja es falsa". La persona en cuestión da vuelta a la hoja y halla en el reverso: "La afirmación de la otra cara de esta hoja es falsa". Parecía indigno de un hombre hecho y derecho perder el tiempo en tales trivialidades, pero ¿qué hacer? Había algo erróneo, puesto que tales contradicciones eran ineluctables sobre premisas ordinarias. Trivial o no, la cuestión era un desafío. Durante la segunda mitad de 1901 supuse que la solución sería fácil, pero, al término de este tiempo, había llegado a la conclusión de que se trataba de una obra enorme. Por tanto, decidi terminar The Principles of Mathematics, dejando en suspenso la solución." (B. RUSSELL, Autobiografía, Edhasa, Barcelona, 2010, pp. 215-220)

jueves, 15 de noviembre de 2012

1º de Bachillerato: Principia mathematica

Principia mathematica (Principios de la matemática) es un conjunto de tres libros con las bases de la matemática, escritos por Bertrand Russell y Alfred North Whitehead y publicados entre 1910 y 1913. En él se lleva a cabo el llamado "programa logicista", consistente en derivar la mayor parte de los conocimientos matemáticos de la época a partir de un un conjunto de principios o axiomas. Los Principia  contenían teoría de conjuntos, números cardinales, ordinales y reales. Aunque no estaban incluidos algunos teoremas del análisis del número reales, parecía que, efectivamente, todas las matemáticas podían ser derivadas adoptando el mismo formalismo. Quedaba todavía por saber si se podían encontrar contradicciones derivadas de los axiomas en los que se basaban los Principia, y si, por tanto, existían afirmaciones matemáticas que no podían ser probadas o demostradas falsas en este sistema. Esta cuestión fue resuelta por Kurt Gödel en 1931, mediante su teorema de incompletitud, que establece que incluso la aritmética básica no puede demostrar la consistencia de ningún sistema matemático más complejo.




miércoles, 24 de octubre de 2012

1º y 2º de Bachillerato: El supuesto hallazgo de la Atlántida de Platón


  ¿Es la Atlántida?: Confirman la existencia de una ciudad en el Triángulo de las Bermudas

   Desde la antigüedad clásica se ha especulado sobre la existencia, real o supuesta, del supuesto continente de la Atlántida, descrito por Platón en su diálogo Critias. Y la especulación continúa hoy en día. En estas dos entradas: Supuesto hallazgo de la Atlántida sumergida en el Triángulo de las Bermudas y  La Atlántida, descrita por Platón, se describen los trabajos de dos científicos canadienses, que afirman haber encontrado los restos de esta civilización desaparecida, cerca de Cuba. Quedamos a la espera de nuevas noticias (si es que las hay, porque, según parece, este descubrimiento es ya antiguo, aunque habría estado silenciado).

jueves, 18 de octubre de 2012

2º de Bachillerato: Categorías de Aristóteles





"Cada una de las palabras o expresiones independientes o sin 
combinar con otras significan de suyo una de las siguientes cosas: 
el qué (la sustancia), la magnitud (cantidad), qué clase de cosa es 
(cualidad), con qué se relaciona (relación), dónde está (lugar), 
cuándo (tiempo), en qué actitud esta (posición, hábito), cuáles son 
sus circunstancias (estado, hábito, condición), su actividad (acción), 
su pasividad (pasión). En breves líneas, son ejemplos de sustancia 
«hombre» y «caballo»; de cantidad, «de dos codos de largo», «tres 
codos de longitud», y otras cosas análogas; de cualidad, «blanco», 
«gramatical». Los términos como « mitad», « doble», «mayor», 
denotan una relación. «En el mercado», «en el Liceo», y otras frases 
similares, significan lugar, mientras que el tiempo viene expresado 
por locuciones como «ayer», «el último año» y otras por el estilo. 
«Está echado» o «sentado» significa posición, y «está calzado», 
«está armado», significan estado o hábito. Finalmente, «corta» o 
«quema» significan una acción, y «es cortado» o «se quema» 
significan una pasión." (Aristóteles, Categorías, Cap. 4)

Texto del Libro de las Categorías de Aristóteles. 

1º de Bachillerato: Julien Offray de La Mettrie y El hombre máquina


   

Julien Offray de La Mettrie (1709 - 1751) fue un médico y filósofo francés, defensor del materialismo en el período de la Ilustración.En 1733 fue a Leiden, donde cursó estudios bajo la tutela de Boerhaave, y en 1742 regresó a París, donde obtuvo el empleo de cirujano militar.
   Durante una fiebre hizo observaciones sobre sí mismo sobre la acción del pulso acelerado en el pensamiento, lo que le llevó a concluir que los fenómenos físicos eran los mismos cambios orgánicos en el cerebro y en el sistema nervioso. Esta conclusión la trabajó en uno de sus primeros escritos filosóficos, la “Historia natural del alma” (1745). Tal impacto tuvo su publicación que La Mettrie tuvo que refugiarse en Leiden, donde desarrolló sus teorías materialistas en otros dos libros:  “El Hombre Máquina”  y “El Hombre Planta”.
   La ética de estos principios fue trabajada en el “Discurso sobre la felicidad” y “El arte de Gozar o La escuela de la Voluptuosidad”, donde propone que el final de la vida se encuentra en los placeres de los sentidos, y que la virtud puede reducirse a amor propio. El ateísmo es la única manera de asegurar la felicidad del mundo, que ha sido hecha imposible por las guerras de los teólogos, bajo la excusa de un "alma" inexistente. Cuando la muerte llega, la “farsa se acaba” (la farce est jouée), así que tomemos el placer mientras podamos.
   Tan fuerte fue la reacción contra La Mettrie y su pensamiento, que éste se vio obligado a huir de los Países Bajos, para radicarse en Berlín, donde Federico el Grande no sólo le permitió continuar su práctica médica, sino que lo tituló lector de la corte. Allí La Mettrie escribió su libro principal “Discurso sobre la felicidad” (1748), que le valió el rechazo de los líderes de la ilustración como Voltaire, Diderot y D'Holbach.
   Se dijo que la exaltación que le otorgó La Mettrie al placer de los sentidos resultó en su muerte temprana. Aquellos que no estaban de acuerdo con la filosofía de La Mettrie usaron su muerte para afirmar que el sensualismo ateo termina de esa manera.
El embajador francés Tirconnel estaba muy agradecido a La Mettrie por haberlo curado de una enfermedad. Un banquete fue dado para celebrar su recuperación. Aparentemente La Mettrie quiso hacer gala de su resistencia devorando una gran cantidad de paté de trufas. Como resultado, desarrolló una fiebre que intentó curar con una sangría prescrita por el mismo, que terminó con su vida. Al momento de su muerte, lo sobrevivieron su hija de 5 años y su esposa.
Texto de  El hombre máquina

martes, 16 de octubre de 2012

2º de Bachillerato: Aristóteles: La metafísica



   Os ofrezco, a continuación, el índice de la Metafísica de Aristóteles, con el texto completo de esta obra (en la edición, un poco antigua ya, de P. de Azcárate). De obligada consulta, para aquellos que se interesen por el Estagirita.

Aristóteles· Metafísica

Libro I· II· III· IV· V· VI· VII· VIII· IX· X· XI· XII· XIII· XIV

Biblioteca Filosófica. Aristóteles. Metafísica. Obras filosóficas de Aristóteles. Obras de Aristóteles, puestas en lengua castellana por D. Patricio de Azcárate, socio correspondiente de la Academia de Ciencias Morales y Políticas y de la Academia de la Historia. Madrid [1875], Medina y Navarro, Editores. Calle del Rubio, núm. 25. (Imprenta de Medina y Navarro, Rubio 25, Madrid.) 407 páginas.
Índice y sumario
Introducción [por Patricio de Azcárate]. Observaciones preliminares. – Objeto de la Metafísica. – Método de Aristóteles. – La Filosofía primera, según Aristóteles, es la ciencia de los primeros principios. – Historia de la filosofía primera antes de Aristóteles. – Límites de la ciencia del ser. – Valor y autoridad del principio de contradicción. – Ontología. – Teología, 7

Metafísica

Libro primero [ Α · 980a-993a ]

I. Naturaleza de la ciencia; diferencia entre la ciencia y la experiencia, 51
II. La Filosofía se ocupa sobre todo de la indagación de las causas y de los principios, 55
III. Doctrina de los antiguos tocante a las causas primeras y a los principios de las cosas. Tales, Anaxímenes, &c. Principio descubierto por Anaxágoras, la Inteligencia, 58
IV. Del Amor, principio de Parménides y de Hesiodo. De la Amistad y de la Discordia, de Empedocles. Empedocles es el primero que reconoció cuatro elementos. De Leucipo y de Demócrito que han afirmado lo lleno y lo vacío como las causas del ser y del no-ser, 63
V. De los Pitagóricos. Doctrina de los números. Parménides, Jenófanes, Meliso, 66
VI. Platón. Lo que tomó de los Pitagóricos; en qué difiere su sistema del de estos filósofos. Recapitulación, 70
VII. Refutación de las opiniones de los antiguos tocante a los principios, 74

Libro segundo [ α · 993b-995a ]

I. El estudio de la verdad es en parte fácil, y en parte difícil. Diferencia entre la Filosofía y las ciencias prácticas. La Filosofía tiene por objeto las causas, 89
II. Hay un principio simple, y no una serie de causas que se prolongan hasta el infinito, 91
III. Método. No debe emplearse el mismo método en todas las ciencias. La Física no consiente el método matemático. Condiciones preliminares del estudio de la naturaleza, 93

Libro tercero [ Β · 995a-1003a ]

I. Antes de emprender el estudio de una ciencia es preciso determinar las cuestiones y dificultades que se van a resolver. Utilidad de este reconocimiento, 95
II. Solución de la primera cuestión que se presenta a examen: el estudio de todos los géneros de causas, ¿depende de una ciencia única?, 98
III. Los géneros, ¿pueden considerarse como elementos y como principios? Respuesta negativa, 104
IV. ¿Cómo la ciencia puede abrazar el estudio de todos los seres particulares? Otras dificultades que se enlazan con ésta, 107
V. Los números y los seres matemáticos, a saber: los sólidos, las superficies, las líneas y los puntos, ¿pueden ser elementos?, 114
VI. ¿Por qué el filósofo debe estudiar otros seres además de los seres sensibles? Los elementos, ¿existen en potencia o en acto? Los principios, ¿son universales o particulares?, 116

Libro cuarto [ Γ · 1003a-1012b ]

I. Del ser en tanto que ser, 119
II. El estudio del ser en tanto que ser y el de sus propiedades son objeto de una ciencia única, 120
III. A la Filosofía toca tratar de los axiomas matemáticos y de la esencia, 125
IV. No hay medio entre la afirmación y la negación. La misma cosa no puede ser y no ser, 127
V. La apariencia no es la verdad, 135
VI. Refutación de los que pretenden que todo lo que parece es verdadero, 142
VII. Desenvolvimiento de este principio, según el que no hay medio entre la afirmación y la negación, 144
VIII. Del sistema de los que pretenden que todo es verdadero, que todo es falso. Refutación, 145

Libro quinto [ Δ · 1013b-1025a ]

I. De las diversas acepciones de los términos filosóficos. Principio, 149
II. Causa, 151
III. Elemento, 154
IV. Naturaleza, 155
V. Necesario, 157
VI. Unidad, 158
VII. Ser, 162
VIII. Sustancia, 164
IX. Identidad, heterogeneidad, diferencia, semejanza, 165
X. Opuesto y contrario, 166
XI. Anterioridad y posterioridad, 167
XII. Potencia, 169
XIII. Cantidad, 172
XIV. Cualidad, 173
XV. Relación, 174
XVI. Perfecto, 176
XVII. Término, 177
XVIII. En qué y por qué, 178
XIX. Disposición, 179
XX. Estado, 179
XXI. Pasión, 179
XXII. Privación, 180
XXIII. Posesión, 181
XXIV. Ser o provenir de, 182
XXV. Parte, 183
XXVI. Todo, 183
XXVII. Truncado, 184
XXVIII. Género, 185
XXIX. Falso, 186
XXX. Accidente, 188

Libro sexto [ Ε · 1025b-1028a ]

I. La ciencia teórica es la que trata del ser. Hay tres ciencias teóricas: la Física, la Ciencia matemática, la Teología, 189
II. Del accidente. No hay ciencia del accidente, 193
III. Los principios y las causas del accidente son de otra naturaleza que los demás principios y las demás causas, 195

Libro séptimo [ Ζ · 1028a-1041b ]

I. Del ser primero, 199
II. Dificultades relativas a la sustancia, 201
III. De la sustancia, 202
IV. De la forma sustancial, 203
V. Continuación, 207
VI. Continuación, 208
VII. De la producción, 211
VIII. La forma y la esencia del objeto no se producen, 214
IX. Por qué ciertas cosas provienen del arte o del azar, 217
X. La definición de las partes ¿debe entrar en la del todo? ¿Las partes son anteriores al todo o el todo lo es a las partes?, 219
XI. De las partes de la especie, 223
XII. Condiciones de la definición, 226
XIII. Nada de lo que es universal es sustancia, 229
XIV. Refutación de los que admiten las ideas como sustancias y les atribuyen una existencia independiente, 231
XV. No puede haber definición ni demostración de la sustancia de los seres sensibles particulares, 232
XVI. No hay sustancia compuesta de sustancias, 235
XVII. Algunas observaciones sobre la sustancia y la forma sustancial, 236

Libro octavo [ Η · 1042a-1045b ]

I. Recapitulación de las observaciones relativas a la sustancia. De las sustancias sensibles, 239
II. De la sustancia en acto de los seres sensibles, 241
III. El nombre del objeto ¿designa el conjunto de la materia y de la forma, o solamente el acto y la forma? Consideraciones sobre la producción y la destrucción de las sustancias. Solución de las dificultades suscitadas por la escuela de Antístenes, 243
IV. De la sustancia material. De las causas, 246
V. De los contrarios. Cuestiones diversas, 247
VI. Causas de la forma sustancial, 248

Libro noveno [ Θ · 1045b-1052a ]

I. De la potencia y de la privación, 251
II. Potencias irracionales; potencias racionales, 253
III. Refutación de los principios de la escuela de Megara, en virtud de los cuales no hay potencia sino cuando hay acto, y sólo entonces, 254
IV. Una cosa posible ¿es susceptible de no existir jamás, ni en lo presente, ni lo porvenir?, 256
V. Condiciones de la acción de la potencia, 257
VI. Naturaleza y cualidad de la potencia, 258
VII. En qué caso hay y en qué caso no hay potencia, 260
VIII. El acto es anterior a la potencia y a todo principio de cambio, 262
IX. La actualidad del bien es superior a la potencia del bien; lo contrario sucede respecto del mal. Mediante la reducción al acto se ponen en claro las propiedades de los seres, 267
X. De lo verdadero y de lo falso, 268

Libro décimo [ Ι · 1052a-1059a ]

I. De la unidad, de su esencia, 271
II. La unidad tiene en cada género una naturaleza particular; la unidad no constituye por sí sola la naturaleza de ningún ser, 276
III. De los diversos modos de oposición entre la unidad y la multitud. Heterogeneidad, diferencia, 278
IV. De la contrariedad, 280
V. Oposición de lo igual con lo grande y lo pequeño, 283
VI. Dificultad relativa a la oposición de la unidad con la multitud, 285
VII. Es preciso que los intermedios entre los contrarios sean de la misma naturaleza que los contrarios, 287
VIII. Los seres diferentes de especie pertenecen al mismo género, 289
IX. En qué consiste la diferencia de especie, 290
X. Diferencia entre lo perecedero y lo imperecedero, 292

Libro undécimo [ Κ · 1059a-1069a ]

I. Dificultades relativas a la Filosofía, 295
II. Otras dificultades, 298
III. Una ciencia única puede abrazar un gran número de objetos y de especies diferentes, 300
IV. La indagación de los principios de los seres matemáticos corresponde a la Filosofía, 303
V. Es imposible que una misma cosa sea y no sea al mismo tiempo, 303
VI. De la opinión de Protágoras, según la que el hombre es la medida de todas las cosas. De los contrarios y de los opuestos, 305
VII. La Física es una ciencia teórica, así como la Ciencia matemática y la Teología, 308
VIII. Del ser accidental, 310
IX. El movimiento es la actualidad de lo posible en tanto que posible, 313
X. Un cuerpo no puede ser infinito, 315
XI. Del cambio, 319
XII. Del movimiento, 321

Libro duodécimo [ Λ · 1069a-1076a ]

I. De la esencia, 325
II. De la esencia susceptible de cambio y del cambio, 326
III. Ni la materia ni la forma devienen, 328
IV. De las causas de los principios y de los elementos, 329
V. De los principios de los seres sensibles, 331
VI. Es preciso que exista una esencia eterna, causa primera de todas las cosas, 333
VII. Del primer motor. De Dios, 336
VIII. De los astros y de los movimientos del cielo. Tradiciones de la más remota antigüedad tocante a los dioses, 339
IX. De la inteligencia suprema, 344
X. Cómo el Universo encierra el soberano bien, 346

Libro décimotercio [ Μ · 1076a-1087a ]

I. ¿Hay o no seres matemáticos?, 349
II. ¿Son idénticos a los seres sensibles, o están separados de ellos?, 350
III. Su modo de existencia, 354
IV. No hay ideas en el sentido en que lo entiende Platón, 357
V. Las ideas son inútiles, 360
VI. Doctrina de los números, 361
VII. ¿Las unidades son o no compatibles entre sí? Y si son compatibles, ¿cómo?, 364
VIII. Diferencia entre el número y la unidad, 368
IX. El número y las magnitudes no pueden tener una existencia independiente, 374
X. Dificultades tocante a las ideas, 378

Libro décimocuarto [ Ν · 1087a-1093b ]

I. Ningún contrario puede ser el principio de las cosas, 381
II. Los seres eternos no se componen de elementos, 384
III. Refutación de la doctrina de los números, 389
IV. Continuación del mismo asunto, 392
V. El número no es la causa de las cosas, 394
VI. Diversas objeciones contra la doctrina de los números y la de las ideas, 396





miércoles, 10 de octubre de 2012

1º y 2º de Bachillerato: Philographics: Historia de la filosofía occidental en afiches


   

El joven diseñador  gráfico Genis Carreras (1987), afincado en Londres, estudió Comunicación Gráfica y Diseño Multimedia en España. Actualmente, trabaja para la agencia de diseño Web Mint Digital, y entre sus proyectos, destaca el denominado "Philographics", en el que traza una historia de la filosofía en afiches, que representan a las principales escuelas filosóficas de Occidente. Están concebidos como recursos mnemotécnicos, para recordar algún aspecto o pecularidad de las corrientes filosóficas que estemos estudiando, o nos puedan interesar. Podéis consultarlos en: Philographics: Historia de la filosofía occidental en afiches, Philographics, indistintamente.
   

lunes, 1 de octubre de 2012

1º de Bachillerato: Cultos mistéricos y Religión órfica



Fuente de Orfeo, erigida en
la Plaza de la Provincia
(Madrid). Es réplica, realizada
en 1998, de la fuente original, creada
en 1629 por Juan Gómez de Mora y
Gaspar Ordóñez.

ORFISMO

   Conjunto de creencias, de ritos y prácticas religiosas propias de la religión órfica cuya revelación se atribuye al poeta Orfeo, una figura mítica, detrás de la cual probablemente exista un verdadero fundador religioso.
      De la doctrina de la secta, pese a la gran cantidad de escritos órficos de época posterior, es poco lo que se sabe con certeza. Numerosos indicios inducen a creer que estaba contenida en unos hieroi logoi (discursos sagrados), cuyo núcleo procedía de los s. VII-VI a. C., que circulaban en un lamentable estado de transmisión textual en los s. V y IV. Parte de ellos se atribuían a Museo, autor de una teogonía y de cantos de iniciación (Platón, Protágoras, 316 D; República 363 c), himnos (Pausanias, 1,22,7), y oráculos (Heródoto, IX,43,VII1,96; Aristófanes, Las ranas, 1033), que refundió Onomácrito en época de los Pisistrátidas (Heródoto, VII,6). Los principales testimonios del s. V, en el que la secta había caido en descrédito, son Píndaro, Aristófanes y Platón.
     
      Teogonía y antropogonía: Característica del orfismo era una teogonía (es decir, una cosmogonía mítica) en la que se incluía una antropogonía que deparaba la necesaria base para sus creencias y prácticas ascéticas. De esta teogonía se poseen diversas paráfrasis de época tardía, que difieren en el detalle. Según Jenócrates (en Olimpiodoro, Comentario al Fedón, 11,21-29) habría una sucesión de cuatro generaciones de reyes de los dioses, Urano, Cronos, Zeus y Dioniso, que asumieron el poder por la violencia. Probablemente las generaciones de los dioses serían seis (cfr. Platón, Cratilo, 40213; Filebo, 66C), y las coincidencias con Hesíodo bastante grandes, aunque las poesías órficas acentuasen, dentro del gusto popular, las crueldades de los dioses (Isócrates, XI,38). Hera lanzaba contra Dioniso, hijo de Zeus, a los titanes, que le despedazaron y devoraron. Zeus aniquila con el rayo a los titanes, de cuyos cadáveres se levanta un vapor que, al condensarse, da origen a los actuales hombres. En el hombre, hay, pues, un elemento divino, dionisiaco, y un elemento de violencia, titánico. Esta parte de la teogonía órfica puede darse por seguro gracias a la alusión de Platón (Las leyes, 1V,70113) a «la llamada antigua naturaleza titánica» del hombre, y concuerda plenamente con el despedazamiento y ulterior ingestión de la víctima ritual en el culto dionisiaco, así como con la leyenda del despedazamiento de Orfeo por las mujeres tracias.
     
      Damascio (De los principios, 1,316,18-319,11R) habla de tres versiones de la teogonía órfica que contienen elementos indiscutiblemente antiguos. Según la primera de ellas, en principio existía el Tiempo (Chronos), viniendo después el Éter, el Caos y el Huevo primigenio que, fecundándose a sí mismo, dio origen a Phanes, el dios creador del mundo, que devora después a Zeus, de la misma manera que en la Teogonía hesiódica devoraba a Metis (la Inteligencia). Damascio se refiere de pasada a la Teogonía de Eudemo de Rodas, limitándose a decir que ponía.a la Noche en el principio de todas las cosas, y es más explícito en lo que respecta a la de Helánico de Lesbos: El Agua y la Tierra darían lugar al «Tiempo que no envejece» (Chronos ageraos), una serpiente alada con cabeza de toro y de león, Ananke (la Necesidad) y Adrasteia; de Chronos procederían el Éter, el Caos, el Erebo, el Huevo primigenio, y el Protogonos, de forma monstruosa. El poner al Tiempo al principio de todas las cosas procede de Persia, y la creencia en el Huevo cósmico es bastante frecuente entre los pueblos primitivos; su antigüedad en el orfismo la comprueba el testimonio de Aristófanes (Las aves, 690 ss.).
     
      Psicología y moral: La concepción órfica del alma como elemento divino del hombre se desprende ya del mito antropogónico antedicho. El testimonio de Platón y de Píndaro vienen a sumarse para dejar en claro la tajante dicotomía establecida entre el espíritu puro y su receptáculo corpóreo. Platón atribuye a Orfeo la doctrina del soma/sema, la del cuerpo-sepulcro, en un pasaje muy citado (Cratilo, 4000) que concuerda perfectamente con la del aionos eidolon, «imagen de la vida» pindárica (cfr. 131 Bergk.). En la muerte el cuerpo desaparece, pero perdura ese elemento que duerme mientras el cuerpo está activo y se despierta cuando reposa. La vida más auténtica se alcanza, pues, cuanto mayor es la desvinculación entre los miembros de la dicotomía -estados extáticos, el sueño- y la plenitud, en la total separación de la muerte. Pero el alma no es sólo inmortal, sino eterna, preexiste al cuerpo, y puede entrar indefinidamente en el ciclo de la generación. Como los pitagóricos, los órficos creen en la transmigración (metempsicosis) de las almas, según se desprende también de los testimonios concordes de Píndaro (Olímpicas, 11,62 ss., cfr. 129,130, 133 Bergk) y de Platón, que suele atribuir la revelación de la misma a sacerdotes, sacerdotisas y poetas inspirados (Fedón, 70C; Menón, 81A; Las leyes, IX,870D).
     
      Con la creencia en la transmigración de las almas se combina la de los premios y castigos post mortem, que viene, paralelamente a la emancipación gradual del individuo frente al genos, a sustituir el primitivo punto de vista (el de un Solón, p. ej.), de que los hijos expían las culpas de los padres. Los iniciados viven en un continuo banquete en la otra vida, en un estado de embriaguez feliz (República 11,363 Css.), en tanto que los malvados yacerán en el Hades, en el fango (Felón, 69C; cfr. Aristófanes, Las ranas, 145 ss.), para reencarnar sucesivamente, hasta la completa expiación de sus culpas. Para evitar, pues, el castigo merecido, el hombre debe vivir con arreglo a los preceptos de la moral y practicar una ascética que le libere de las ataduras del cuerpo. Todo ello se traduce en la observancia de ciertos tabúes (p. ej., el de no llevar vestidos de lana, según Heródoto, 11,81) y en el cumplimiento de ritos purificatorios, de cuyos detalles no estamos bien informados, que administraban los orpheotelestai, tan despreciados por Platón (Las leyes, X,908D) y Teofrasto (Los caracteres, XVI,ll).



Fuente: L. Gil Fernández, Gran Enciclopedia Rialp, 1991
 
Otras referencias sobre el tema, en los siguientes enlaces:

* Orfismo



Y un par de libros clásicos sobre la materia:

* Burkert, Walter, Cultos mistéricos antiguos. Traducción de María Tabuyo y Agustín López, Trotta, Madrid, 2005.

* Dodds, E. R., Los griegos y lo irracional, Alianza Universidad, Madrid, 1960.

lunes, 24 de septiembre de 2012

2º de Bachillerato: Los antecedentes del Superhombre de Nietzsche en la novela popular


   

   En la colección de ensayos  titulada El superhombre de masas Umberto Eco traza una magnífica genealogía de la noción nietzscheana del "superhombre", a partir de la tesis expuesta por el filósofo marxista italiano A. Gramsci en su escrito "Letteratura popolare" (Letteratura e vita nazionale, III). Según Gramsci," puede afirmarse que buena parte de la autodenominada "superhumanidad" nietzscheana tiene su origen o modelo doctrinal no ya en Zaratustra, sino simplemente en El conde de Montecristo de A. Dumas". 
   Eco retoma esta idea, y rastrea el origen del concepto del superhombre en los protagonistas de las novelas por entregas y folletines del XIX, como Los misterios de París, de Eugène Sue, Los miserables de V. Hugo, Ilusiones perdidas de Balzac, o Los tres mosqueteros, Memorias de un médico y El conde de Montecristo, de Dumas, padre. En estas novelas, aparecen personajes herederos directos del héroe satánico romántico -como Rodolphe de Gerolstein, J. Valjéan, el criminal Vautrin, Athos, G. Balsamo o el propio Montecristo-, que se posicionan al margen de la ley, y que, para solventar los problemas a los que se enfrentan, practican un código ético  situado más allá de lo que la sociedad considera "bueno" o "malo", centrado en el ejercicio despótico de su voluntad de poder. Tales personajes, además, suelen encontrarse amparados por alguna sociedad secreta, que, como dice Eco, supone  la "encarnación colectiva del superhombre", y que es la que se encarga de dominar a las masas. El Übermensch nietzscheano, en resumen, "nace en el crisol de la novela por entregas y solo posteriormente llegará a la filosofía." En palabras del célebre semiótico italiano:

   "[El mito fundamental de la novela popular es] la figura del héroe en cuanto Superhombre. Un superhombre que, como bien notara Gramsci, antes que en la páginas de Nietzsche -o de sus falsificadores ideológicos nazis- aparece en las páginas de la novela popular, populista y democrática, como portavoz de una solución autoritaria -paternalista, garantizda y fundada en sí misma- de las contradiciones de la socidad, por encima de las cabezas de sus miembros pasivos. (...)
   Ideología del superhombre y de la sociedad secreta.- (...) La novela popular se ve obligada a enseñar que, por muchas contradicciones sociales que existan, existen también fuerzas capaces de subsanarlas. Ahora bien, esas fuerzas no pueden ser la populares, pues el pueblo no tiene poder y, si lo alcanza, surge la revolución y por ende la crisis. Los encargados de subsanar tales contradicciones deben pertenecer, pues, a la clase dominante. Y como en cuanto integrantes de la clase dirigente no tendrían el menor interés en llevar a cabo este cometido, habrá de pertenecer por fuerza a una estirpe de justicieros que vislumbran en lontananza una justicia más amplia y más amónica. Y como la sociedad no reconoce esa necesidad de justicia y nunca comprendería sus propósitos, habrán de perseguirlos e intentar realizarlos en contra de la sociedad y de las leyes. Para poder hacerlo deberń estar dotados de cualidades excepcionales y poseer una fuerza carismática que legitime su decisión aparentemente subversiva. Así nace el Superhombre.

   "Los tres mosqueteros actúan como superhombres, poniendo su capaciad para discernir entre el bien y el mal por encima de las consideraciones legalistas y miopes de las autoridades oficiales. (...) Otros, como Joseph Balsamo [el protagonista de las Memorias de un médico de Dumas], dotado de cualidades sobrenaturales -pues no olvidemos que es el inmortal Cagliostro-, se vale además de una sociedad secreta, la secta de los Iluminados de Baviera (...). La sociedad secreta que decide sobre el bien y el mal es íntimamente reaccionaria y actúa conforme a un principio místico propio, sin buscar la relación con las masas. (...) Montecristo es un superhombre que decide el castigo de todos los malvados sin abrigar la menor sombra de duda sobre la legitimidad de su gesto -garantizado por su enorme poder económico (...). El Rodolphe de Gerolstein de Los misterios de París es un superhombre que, desde lo alto de su carisma de rey, juzga y manda lo mismo que oprime, y así, por obra y gracia de su decisión, (...) causa la destrucción final de todos los prevaricadores, [y] el premio de los buenos (...) a los que] les concede paternalmete la dicha y la seguridad (siempre y cuando no se rebelen ante sus decisiones). (...)
  "Rasgo característico de todos ellos consiste en decidir por su cuenta qué es lo que constituye el bien para la plebe oprimida y cómo debe ser vengada. Al superhombre no se le pasa en ningún momento por la cabeza que el populacho pueda y deba decidir por su cuenta, y por lo tanto nunca lo vemos iluminarlo ni consultarle. En medio del frenesí de su virtud, vuelve a situar una y otra vez a la plebe en su papel de subaltera, y actúa con una violencia represiva tanto más mistificada por cuanto adopta los ropajes de Salvación.
   "Así, pues, su rebelión se convierte fatalmente en un ajuste de cuentas entre dos poderes rivales que, en el fondo, son dos facetas de una misma realidad. Para nada cuentan las razones morales o de necesidad histórica por las cuales surge la sociedad secreta; lo que cuenta es su negativa a manifestarse y a provocar la toma de conciencia popular. De ese modo, la sociedad secreta, encarnación colectiva del superhombre, fracasa en su ilusorio proyecto de resistencia y liberación, y se convierte en una forma más de dominio. Aunque nacida contra el Poder y contra el Estado, actúa como un Estado dentro del Estado, y se convierte irremisiblemente en un Estado oculto.
   "Quien es víctima de su fascinación, vive su experiencia onírica como el lector de la novela popular, que pide a las páginas fantásticas que lo consuelen con imágenes de justicia impartidas por otros, que le hagan olvidar que en la realidad esa justicia le ha sido arrebatada." (Umberto Eco, El superhombre de masas. Retórica e ideología en la novela popular, De Bolsillo, Barcelona, 2012, pp. 101-106)

   ¡Cuántas veces habremos visto repetido este esquema, popularizado aún más, si cabe, en el ámbito del cine: vaqueros, detectives, superhéroes y justicieros de todo tipo constituyen la versión vulgarizada del superhombre nietzscheano, que a su vez recoge, si Gramsci y Eco tienen razón, el arquetipo elaborado en la novelística folletinesca de la primera mitad del siglo XIX! Actúan como exutorio de una sociedad fracasada que, incapaz de combatir el mal y la injusticia por sí misma, se consuela de su impotencia proyectando sus ansias de libertad y justicia en personajes imaginarios con los que ha podido identificarse el "hombrecito" (W. Reich) del menguado siglo XX, y con los que se identifica, sin duda, su tocayo del siglo XXI.