BLOQUE 1.- LA FILOSOFÍA
TEMA 1.- La Filosofía y sus orígenes
1.-
La Filosofía. Características de la reflexión filosófica y diferencias con
otros saberes.
2.-
El origen de la filosofía occidental: de la explicación mitológica a la explicación
racional.
3.-
Características de la filosofía como saber crítico.
TEMA 2.- Los pensadores presocráticos y la pregunta
por el Arché
1.-
La
pregunta por el “principio” u “origen” (arché)
del universo
2.- Los filósofos presocráticos
TEMA 3.- El giro
antropológico de la Filosofía en el siglo V a. C. El pensamiento de Sócrates y
las diferencias con el de los sofistas
1)
Los Sofistas
2)
Sócrates
* * *
TEMA 1.- La Filosofía y sus orígenes
1)
La Filosofía. Características de la reflexión filosófica y diferencias con
otros saberes.
Para
definir la filosofía, hay que diferenciarla de otras formas de saber, como la
ciencia, el arte y la religión. Para comprender esta diferencia, tomaremos como
guía al filósofo español más importante del siglo XX: José Ortega y Gasset
(1883-1955).
En su
libro ¿Qué es filosofía? (1929), Ortega señala que el ser
humano, desde su aparición en la tierra, se siente perdido (“náufrago”) frente
al mundo que le rodea. Necesita sobrevivir,
y para lograrlo tiene que diseñar un plan
de acción que le permita orientar con éxito su conducta. Ahora bien, para
elaborar dicho plan, el hombre debe primero pensar, para comprender cómo
es mundo que le rodea, y qué puesto ocupa en él. Sólo así podrá actuar de forma
lógica y coherente.
El hombre
utiliza, por tanto, su pensamiento como instrumento para explicar la realidad
que le rodea. Ahora bien, a lo largo de su historia, el pensamiento humano ha
creado cuatro formas diferentes de explicar la realidad: el arte, la religión,
la ciencia y la filosofía.
A) El arte
y la religión suelen ir unidos a lo largo de la historia. Ambos ofrecen
una explicación sentimental del mundo
y del hombre; la diferencia entre ellos estriba en que el sentimiento
religioso, la fe, es completamente
irracional (“fe ciega”), es decir, renuncia a emplear conceptos comprensibles
para la razón humana; el artista, en cambio, para expresar sus sentimientos
sobre la realidad, utiliza, hasta cierto punto, elementos racionales (ritmo,
armonía, proporciones matemáticas…); pero lo más importante y profundo del arte
es, sin duda, también el sentimiento, es decir, un componente afectivo e
irracional. Arte y religión implican, pues, una explicación subjetiva y emocional del mundo.
B)
También las ciencias y la filosofía tratan de explicar la
realidad, pero lo hacen de un modo objetivo,
es decir, utilizando la razón, y dejando de lado el sentimiento.
La diferencia
entre las ciencias (matemáticas, física, biología, etc.) y la filosofía estriba
en que las teorías científicas se limitan a estudiar sectores concretos de la
realidad (el mundo de los números, el mundo de los objetos físicos, el mundo de
los seres vivos…); por eso son exactas, pero parciales: porque explican
únicamente partes concretas del universo, renunciando a ofrecer una explicación
global del mundo que nos rodea.
La
filosofía, igual que las ciencias, trata de explicar la realidad utilizando conceptos
racionales; pero se diferencia de ellas porque no se limita a explicar esta o
aquella parte concreta de la realidad, sino que trata de ofrecer una
explicación completa del mundo y del
hombre, y para hacerlo utiliza los datos que le ofrecen las ciencias
disponibles en una época histórica dada. Por eso, la filosofía se basa en los
datos que le ofrecen las ciencias de su época, pero supone un grado más alto,
amplio y completo de saber, porque, como afirma Ortega y Gasset “se ocupa de
todo lo que hay”, es decir, intenta ofrecer una explicación global del universo
y del hombre, de la realidad completa.
Por
otra parte, el hombre organiza su vida en función de cómo explica el mundo que
le rodea; por eso la filosofía no es sólo una teoría general sobre la estructura
de la realidad, sino que también implica un modo
especial de vivir. El filósofo no utiliza la razón solo para interpretar el
mundo, sino también, como afirmaba el filósofo griego Aristóteles (384-324
a.C.), para tratar de vivir de una manera diferente, es decir, más racional y más libre, tanto en el
plano individual, como social o político. El filósofo, en definitiva, es
alguien que se esfuerza por vivir de conformidad con lo que piensa, y llevar
una vida más completa y satisfactoria.
2) El origen de la filosofía occidental: de la
explicación mitológica a la explicación racional.
Tradicionalmente,
se suele afirmar que la filosofía surgió en el s. VII a.C. en las colonias
fundadas por Grecia en el Asia Menor en la Jonia, territorio situado en la costa
de la actual Turquía. El primer filósofo importante fue Tales de Mileto
(624-546 a.C.). Hubo otro foco filosófico, un poco más tardío, situado en las
colonias griegas de la Magna Grecia (Sur de Italia y Sicilia), en el que
destacó Pitágoras de Samos (h. 530 a.C.).
¿Por qué surgió la filosofía precisamente en Grecia, y no en otras
civilizaciones importantes y más antiguas, como Mesopotamia y Egipto?
Fundamentalmente por cinco razones:
1ª) Las
colonias griegas del Asia Menor eran ciudades eminentemente comerciales, por lo
que estaban abiertas a todo tipo de influencias culturales; por ello, los
griegos estuvieron en contacto permanente con Egipto y Babilonia, asimilando
los misterios, las iniciaciones y el saber de los magos caldeos y los
sacerdotes egipcios.
2ª)
La religión griega era diferente a la de otras culturas de su época, porque no
existía una casta de sacerdotes que monopolizase los conocimientos, ni se
basaba en dogmas inmutables. Esto hizo que, desde muy pronto, se pusieran en
cuestión las explicaciones del universo y del ser humano ofrecidas por la
religión, con sus mitos y leyendas, pasándose a buscar otro tipo de explicación
del mundo, más racional y lógica.
3º)
Otro factor importante fue la presencia en la cultura griega de los denominados
“sabios”. Los sabios eran hombres enciclopédicos, que poseían un saber general,
tanto práctico como teórico, que abarcaba todos los aspectos vitales. Los
principales fueron los denominados "siete sabios de Grecia": Tales de
Mileto, Pitaco de Mitilene, Bías de Priene, Solón de Atenas, Cleóbulo de
Lindos, Misón de Quenea y Quilón de Lacedemonia. Ellos fueron los primeros en
iniciar una reflexión abstracta en torno al cosmos y al hombre, con
independencia de la religión.
4ª)
También influyó el régimen político democrático que existía en muchas ciudades
griegas. Este peculiar régimen político, basado en la libertad, pronto planteó
importantes problemas filosóficos, como el de la legitimidad del gobierno, el
fundamento de las leyes, la relación entre las leyes de la ciudad (la “polis”)
y las leyes morales o religiosas; cuál es el mejor gobierno posible, etc., que
los primeros filósofos griegos se esforzaron por resolver.
5ª)
Por último, la existencia en Grecia del modo de producción esclavista, a pesar
de ser socialmente injusto, hizo posible la existencia de un sector de la
población: los hombres libres o ciudadanos, que disfrutaban del ocio y libertad
suficientes para dedicarse a la política y al arte, o a cultivar el pensamiento
abstracto, filosófico y científico.
Todas
estas condiciones hicieron posible el surgimiento de la filosofía, el cual se
produjo a finales del siglo VII a.C., mediante el denominado paso del mito
al logos, es decir, cuando la Humanidad abandonó por vez primera en Grecia
la utilización de mitos, símbolos y leyendas religiosas para explicar el
universo, y pasó a elaborar una explicación de la estructura del cosmos y del
hombre, basada en conceptos abstractos y leyes racionales; es decir, en la
razón (“logos”).
La
filosofía, igual que la religión, nació del asombro y admiración que sintieron
los hombres ante la naturaleza y la necesidad de explicar las grandes
cuestiones que enfrentan al hombre ante lo desconocido; pero los filósofos
griegos abandonaron el empeño de encontrar la razón de las cosas fuera de la
naturaleza, en fuerzas divinas o seres imaginarios, y buscaron las causas y
principios de los procesos de la naturaleza en leyes racionales, con
independencia de la acción de los dioses. Rechazaron, pues, todas aquellas
explicaciones que no pudieran demostrarse racionalmente, o no estuviesen
basadas en la observación de los fenómenos naturales, y sólo admitieron causas
que fuesen lógicamente comprensibles por la inteligencia humana.
5) Características de la
filosofía como saber crítico.
Desde
su aparición en Grecia, la filosofía tiene las siguientes características:
1ª) El
saber filosófico es, ante todo, crítico y antidogmático: No es
dogmático, como el saber mítico-religioso, sino crítico; es decir, mientras que
las explicaciones mítico-religiosas del universo pretenden ser absolutas y
definitivas, las explicaciones de la filosofía, como las de la ciencia, no
tienen nunca un carácter absoluto, sino que siempre son provisionales y
revisables
2ª) El
saber filosófico no es “sabiduría”, es decir, un conocimiento terminado y
completo, sino algo más modesto: simplemente “amor a la sabiduría” (“philo-sophía”), porque el filósofo,
consciente de su ignorancia, nunca cree estar en estar en posesión del saber
definitivo, sino que se esfuerza por encontrarlo. Parece que el primero en
utilizar la palabra “filosofía”, y en denominarse a sí mismo “filósofo” o
“amante del saber”, fue Pitágoras.
3ª)
La filosofía no acepta ninguna explicación de la realidad que no esté bien
fundamentada y demostrada lógicamente o empíricamente. En filosofía no valen las simples
opiniones, sino que toda afirmación ha de basarse en algún tipo de explicación
sólida y estructurada lógicamente.
* * *
TEMA 2.- Los pensadores presocráticos y la pregunta
por el Arché
1) La pregunta por el “principio” u “origen” (arché) del universo
Los primeros filósofos griegos reciben el
nombre de “filósofos presocráticos” porque trabajaron en general antes de
Sócrates. De sus obras sólo se han conservado fragmentos incompletos. Todos
ellos centraron su atención en el estudio de la naturaleza (en griego: physis).
También se les denomina los “físicos presocráticos”.
El término “naturaleza” posee en el lenguaje griego un
contenido mucho más amplio que el actual. "Naturaleza" designa: a) La
totalidad de los fenómenos que existen; b) Lo que las cosas son realmente en sí
mismas, es decir, su esencia o estructura interna, que es eterna e inmutable
(Aristóteles denominará posteriormente a esta esencia "substancia");
y c) El principio dinámico que causa el movimiento del cosmos, esto es, aquella
causa última que impulsa todas las transformaciones que tienen lugar en el
universo, especialmente los procesos generativos por los que surgen los
diversos entes que podemos contemplar.
A la hora de enfrentarse al problema de la estructura de
la naturaleza, los primeros filósofos griegos partieron del siguiente
presupuesto fundamental: ha de haber algún tipo de “principio” o ser originario
(en griego: arché) que sea causa de
los entes que componen la naturaleza, pues del no-ser, de la nada, no puede
surgir ente alguno. A partir de aquí se plantean dos problemas:
a) El problema del
origen: ¿qué principio se halla a la base de la naturaleza?; o, dicho de
otro modo: ¿cuál es el principio del que todo procede y se compone?
b) El problema del
movimiento (cambio o devenir): ¿Cómo se produce el movimiento que
contemplamos en el cosmos?; es decir: ¿cómo desde la unidad y simplicidad del
principio se genera la multiplicidad de los fenómenos, que cambian
constantemente?
Los presocráticos, para responder a estas cuestiones,
supusieron que el principio que da origen a la naturaleza debe tener las
siguientes propiedades:
a) Debe ser único
(o, en todo caso, debe haber muy pocos principios, dotados todos ellos de
propiedades comunes).
b) La mayor parte de ellos concibieron el primer
principio como material.
c) El primer principio no ha sido creado, sino que es eterno, ya que la naturaleza misma es
eterna.
d) Para muchos de estos pensadores, el primer principio
posee las propiedades de los elementos (agua,
fuego, tierra o aire).
e) El primer principio es infinito (es decir, no es ningún objeto finito concreto).
f) El primer principio es cinético, es decir, es la causa del movimiento y los cambios de la
naturaleza.
2) Los filósofos presocráticos
Los filósofos presocráticos se clasifican habitualmente
en función del número de principios que proponen para explicar la naturaleza y
sus procesos:
A)
Los monistas proponen un solo
principio: Escuela de Mileto (Tales, Anaximandro y Anaxímenes de Mileto) y
Parménides de Elea.
B)
Los dualistas proponen dos
principios: Pitágoras de Samos y Heráclito de Éfeso.
C)
Los pluralistas proponen, en
fin, múltiples principios, aunque todos ellos dotados de características
semejantes: Empédocles de Agrigento, Anaxágoras de Clazomene y los atomistas
(Leucipo de Mileto -o Elea- y Demócrito de Abdera).
A) Filósofos monistas:
A.1) Escuela de
Mileto:
Sus principales representantes son:
a) Tales de Mileto (625/24 –
547/45 a. C.):
Tales sostuvo que el principio o
arché es el agua, probablemente basándose en observaciones sobre la
presencia de humedad en la mayor parte de los seres del universo. Además,
parece que mantuvo el denominado hilozoísmo
(en griego, hylé: materia; zoé: vida), tesis según la cual todo está animado
por un impulso vital. De ahí que afirmase que "todo está lleno de
dioses".
b) Anaximandro (c. 610-547 a.
C.):
Anaximandro planteó una concepción
más abstracta del principio, afirmando que éste es lo ápeiron (del griego “a-peras”: sin límite), es decir, lo infinito,
lo indefinido, carente de cualidades o lo indeterminado, a partir del cual
surgen todas las determinaciones o contrarios del universo (ser A, ser B,
etc...). El ápeiron es divino y eterno; a partir de él se engendran todas las
cosas mediante un proceso de separación de la unidad que, según Anaximandro,
supone una especie de "injusticia" cósmica; los seres han de
"pagar la culpa" por haberse separado de la unidad del ápeiron,
regresando a él, tras subsistir un período de tiempo determinado, cumpliéndose
así un ciclo cósmico que se repite de modo eterno y necesario.
c) Anaxímenes (c. 590-524 a.
C.):
Anaxímenes volvió a plantear una
concepción material del arché, suponiendo que éste es el aire; todas las cosas surgirían del aire, y regresarían a él, en
función de procesos de rarefacción y condensación, siguiendo un ciclo cósmico
eterno. También mantuvo la hipótesis hilozoísta o animista, al considerar que
todos los entes del universo están dotados de fuerza vital.
A.2) Parménides de Elea (c. 530-450 a. C.):
En la Magna Grecia floreció en la
ciudad de Elea otra escuela filosófica, cuyo principal representante fue
Parménides de Elea.
Parménides expuso sus teorías en un
poema alegórico en el que relata la revelación que una diosa le ha hecho de un conjunto
de importantes doctrinas filosóficas: la teoría del Ser y la teoría de la
Verdad.
La diosa pone en conocimiento de
Parménides que existen dos vías o caminos
en el terreno del conocimiento: la vía
de la verdad (alétheia) y la vía de
la opinión (dóxa) o del error. La
primera es la seguida por los sabios, es decir, aquellos que utilizan el
pensamiento o razón; la segunda es la que siguen la mayor parte de los
mortales.
La primera vía, o vía de la verdad,
es la vía de la ciencia o saber fundamentado, y se basa en dos proposiciones
fundamentales: 1ª) El Ser es, es
decir, sólo el Ser es o existe realmente; 2ª) Pensar y Ser son uno y lo mismo; o dicho de otro modo: el pensar,
la razón del sujeto, es el único medio para conocer el auténtico ser de los objetos.
Los datos de los sentidos, en cambio, son engañosos y se mueven en el mundo del no-ser, es decir, el mundo de
las apariencias.
La segunda vía, o vía de la opinión,
es la vía del no-ser y del error; es
la vía escogida por aquellos que se rigen por los datos de los sentidos y las
opiniones contradictorias que a ellos se refieren. Para Parménides, este camino
es impracticable y no conduce a saber científico alguno, pues se mueve en el mundo
falso y engañoso de las apariencias fenoménicas, que cambian a cada momento.
El Ser auténtico, accesible sólo al
pensamiento, posee, según Parménides, las siguientes propiedades: es eterno, inmóvil, imperecedero, completo,
finito, continuo, único e indivisible; es, en fin, semejante a "una
esfera bien redonda", como dice Parménides.
Frente al mundo del ser, el mundo
del no ser, o mundo de los sentidos y de los fenómenos físicos, es un mundo
cambiante y en perpetuo movimiento. Parménides, basándose en el carácter
engañoso de este mundo, llegó a negar incluso la existencia del movimiento o
cambio, que para él no es sino una apariencia engañosa de los sentidos. Su
discípulo Zenón, de conformidad con esta tesis, elaboró una serie de argumentos
encaminados a demostrar las aporías (= contradicciones) en las que cae aquel
que pretende afirmar la existencia del movimiento (como el famoso argumento de
“Aquiles y la tortuga”).
B)
Filósofos dualistas:
B.1) Pitágoras de Samos (570-495
a. C.):
Pitágoras era natural de la isla de
Samos, pero se trasladó posteriormente a la región de Italia meridional
denominada "Magna Grecia", donde los griegos tenían una serie de
colonias; en una de ellas -Crotona-, fundó una escuela filosófica que perduró
durante toda la antigüedad clásica. En realidad, el pitagorismo, más que una
escuela filosófica, era una secta iniciática, y en sus doctrinas se
entremezclaban conceptos científicos, religiosos, y místicos. Los adeptos de la
secta debían pasar varias pruebas hasta ser admitidos finalmente a escuchar
directamente las enseñanzas del maestro (Pitágoras).
Los pitagóricos centraron su
reflexión en torno a los conceptos matemáticos, llegando a la conclusión de que
el arché es el número y que los números son los principios esenciales, inmutables
y eternos que constituyen todos los entes. Ahora bien, los pitagóricos
distinguieron dos aspectos en los números: por una parte, el cálculo matemático
ordinario, que constituía el núcleo de la denominada enseñanza exotérica o matemática, dirigida a los discípulos;
por otra, la doctrina mística de los números, denominada enseñanza esotérica o acusmática (acusmo: dogma), reservada a los iniciados en los misterios de los
números, en la que probablemente se especulaba sobre los números como esencias abstractas
y sobre su poder mágico y simbólico (p.ej: 1, símbolo de la unidad divina; 2,
símbolo del mal y la dispersión,... 10, símbolo de la perfección del universo,
etc...).
Con todo, parece que los pitagóricos
no llegaron a diferenciar claramente entre los números como entes ideales y su
representación espacial, confundiendo la unidad aritmética con el punto
geométrico; para ellos, por tanto, los números no serían tanto principios
separados o abstractos, como la causa material de las cosas.
Los pitagóricos eran dualistas,
puesto que, según ellos, además de los números, los principios que constituyen
los objetos del universo vienen determinados por parejas de opuestos coordinados entre sí (p.ej.: límite-ilimitado,
impar-par, uno-múltiple, derecho-izquierdo, masculino-femenino, etc...). Ahora
bien, entre estos opuestos existe una armonía
basada en el orden o equilibrio que establecen los números. Dicha armonía,
basada en proporciones aritméticas perfectas, hace del universo una totalidad
equilibrada y bellísima, semejante a una inmensa composición musical (la
denominada "música de las esferas").
Los pitagóricos sostuvieron, además,
una serie de doctrinas místicas acerca del alma y su destino tras la muerte.
Afirmaban que el alma es inmortal, puesto que es armonía y número (y el número
es eterno e imperecedero). Creyeron cierta, en consecuencia, la hipótesis de la
metempsícosis o transmigración de las
almas, según la cual las almas pasan de un cuerpo a otro a través de
sucesivas reencarnaciones, mejorando o empeorando su suerte según sus méritos,
siguiendo un ciclo cósmico eterno. Ambas doctrinas pasaron, modificadas, a las
teorías de Platón.
B.2) Heráclito de Éfeso (h.
535-484 a. C.):
Heráclito -apodado por sus
contemporáneos "el oscuro", por el carácter enigmático y misterioso
de sus textos- sostiene que el principio del que están constituidos todas las
cosas es el fuego; todos los seres
surgen a partir de él "encendiéndose" y a él retornan
"apagándose", según medidas temporales establecidas, siguiendo un
ciclo cósmico que se repite indefinidamente (eterno retorno).
Para Heráclito "todo
fluye" y "no es posible sumergirse dos veces en el mismo río",
es decir, el mundo se encuentra en perpetuo
cambio o movimiento, en un devenir permanente, por lo que nada permanece
fijo y estable mucho tiempo.
Heráclito explica el perpetuo
movimiento o devenir del cosmos en función de una teoría de los opuestos o contrarios, es decir, suponiendo que la realidad
posee una estructura dialéctica, esto
es, contradictoria. Es, por tanto, la
pugna de contrarios la que genera el movimiento que contemplamos en todo lo
existente; por eso afirma Heráclito que "la discordia (o la guerra) es el
padre y rey de todas las cosas."
Sin embargo, el movimiento, la
contradicción y la lucha son sólo el aspecto externo o aparente de la
estructura total del cosmos; más allá de las oposiciones, la razón (Logos)
descubre la armonía oculta, la
racionalidad o lógica que encierra la lucha de contrarios, ya que éstos se
implican mutuamente entre sí ("la guerra" no tiene sentido sin
"la paz"; "la enfermedad" no lo tiene sin "la
salud", "el mal no lo tiene sin "el bien"; "la vida"
no lo tiene sin "la muerte"...). El pensamiento, la razón, comprende
así que, a pesar de la tensión entre los opuestos y de la disonancia aparente,
el mundo posee, a nivel profundo, una estructura legal lógica, establecida por
el Logos o Razón universal (al que
Heráclito califica de eterno y divino), y que da lugar a la más bella armonía,
como sucede en el caso del arco o de la lira.
Claro es que tal armonía universal
del cosmos, ordenado por el Logos o razón, no es captable a simple vista, por
lo que sólo el "despierto", el que sabe "escuchar" a logos,
el sabio, en fin, es el que puede descubrirla; la mayoría de los mortales, sin
embargo, están "dormidos" aunque parecen despiertos): no escuchan a
Logos, esto es, a la razón, que les permitiría conocer la armonía cósmica e
identificarse con ella. Permanecen atrapados, pues, en el mundo de las
apariencias, donde dominan las opiniones contrarias, lo que les lleva a luchar
constantemente entre sí.
Para Heráclito, el alma está
compuesta por fuego, por lo que está sometida al devenir universal; pero es
también la parte del hombre donde reside el Logos o razón. Por eso la misión
del hombre (microcosmos) es penetrar en el interior de su alma, para conocer
allí el Logos o Razón del universo (macrocosmos), y unirse a él.
C) Filósofos pluralistas:
Los filósofos pluralistas trataron
de elaborar una serie de teorías explicativas del universo físico y el cambio
en las que se parte de la existencia de una pluralidad
de principios, que al combinarse entre sí dan lugar al universo con su
multiplicidad y movilidad.
C.1) Empédocles de Agrigento (h. 495/490-435/430 a. C.):
Empédocles (s. V a. C.) supone la
existencia de cuatro principios, que coinciden con los cuatro elementos (agua, aire, fuego, tierra), a los que denomina
"raíces" de todas las cosas; y dos fuerzas cósmicas motrices: el Amor,
Afinidad o Armonía (phylía) y el Odio o Discordia (Neikos), que actúan sobre aquéllos.
Empédocles concibe la evolución del
universo en función de un ciclo cósmico que se repite eternamente, pasando por
cuatro momentos: 1º) Al principio existe la esfera del Ser, en la que, en
virtud del Amor, se encuentran unidos los cuatro elementos; 2º) La acción de la
Discordia introduce el movimiento, haciendo que la esfera se rompa, y los
diversos elementos se separen; 3º) La acción renovada del Amor hace que se
produzca afinidad entre cosas semejantes (compuestas de los mismos elementos) y
se formen los entes que componen el universo; 4º) Nuevamente entra en juego la
Discordia, que genera luchas y oposiciones entre los entes que componen el
universo, causando así la progresiva disgregación del mismo y su retorno a la
esfera inicial.
Empédocles, con un talante
francamente pesimista, cree que nuestro mundo se encuentra actualmente en esta
última fase del ciclo cósmico, por lo que sólo puede constatarse en él la
disolución progresiva del orden armónico establecido por Amor.
C.2) Anaxágoras de Clazomenas
(500-428 a. C.):
Anaxágoras sostiene que existe un
número infinito de principios, a los que denomina "semillas". Las
semillas son infinitamente divisibles y poseen cualidades diferentes. Asimismo,
son ellas las que componen los diferentes cuerpos; al ser infinitas, en cada
cuerpo está contenido todos los tipos de semillas que existen ("todo está
en todo", dice Anaxágoras); no obstante, en cada cuerpo predominan
determinados tipos de semillas, que le confieren las propiedades que le son
características. Por esta razón Aristóteles denominó a las semillas de
Anaxágoras homeomerías(= partes
semejantes), basándose en la idea de que en cada cuerpo predominan las semillas
que son semejantes al todo. Es probable que Anaxágoras se inspirase en los
procesos metabólicos del organismo en el momento de idear esta hipótesis, al
tratar de explicar por qué los componentes de los alimentos son asimilados por
los distintos órganos y fluidos del ser vivo (en los alimentos ha de haber
elementos de los "huesos", de la "sangre", etc., para que
puedan ser incorporados a estas sustancias).
Las semillas se encuentran, en
principio, unidas entre sí, formando un conjunto indiferenciado e inmóvil. Para
explicar el movimiento de ese conjunto, Anaxágoras introduce un principio
cinético: el Nous o Mente Cósmica. El
Nous permanece separado del conjunto
de las semillas, y es descrito por Anaxágoras como infinito, autónomo y sin
mezcla; asimismo, conoce y gobierna todas las cosas y posee el máximo poder
El Nous pone en movimiento la mezcla de las semillas que, formando un
torbellino cósmico, van uniéndose, dando lugar a la formación de los diversos
entes que componen el universo.
C.3) Demócrito de Abdera
(460-370 a. C.):
Demócrito admite dos principios para
explicar la naturaleza: los átomos y el
vacío. Los átomos son materiales, sólidos, infinitos en número, poseen
formas diversas (no infinitas) y carecen de cualidades, diferenciándose sólo
por su figura, su orden y posición. Los átomos se mueven en el vacío infinito
gracias a dos movimientos: uno espontáneo o propio, en todas direcciones, y uno
derivado, producto del choque mutuo. Al chocar entre sí y unirse, dan lugar a
mundos infinitos y a los diversos objetos que éstos contienen; posteriormente
esos mundos se disuelven, como consecuencia de ulteriores choques atómicos.
Obsérvese que la física atomista -al
contrario que la de Heráclito o Anaxágoras, por ejemplo-, es mecanicista, es decir, explica los
procesos del universo en función de choques mecánicos; esos cambios son, por
consiguiente azarosos (aunque necesarios), y no obedecen a plan previo o dirección
alguna preestablecida por algún tipo de divinidad. El universo atomista es, en
definitiva, un universo regido por el azar, que carece, en su conjunto, de
finalidad o teleología (en griego “télos”: fin o meta).
*
* *
TEMA 3.- EL GIRO ANTROPOLÓGICO
DE LA FILOSOFÍA EN EL S. V a. C. EL PENSAMIENTO DE SÓCRATES Y LAS DIFERENCIAS
CON EL DE LOS SOFISTAS
3) Los Sofistas
4) Sócrates
1) Los Sofistas
Hacia el s. V a. C. el pensamiento griego, centrado hasta
ese momento en torno al problema de la naturaleza, pasó a ocuparse de problemas
relativos al hombre y a la sociedad (es decir, problemas antropológicos, éticos
y políticos). La cuestión que ahora se plantean los filósofos griegos no es:
¿cuál es la estructura del universo físico?, sino: ¿cuál es la naturaleza del
hombre?, ¿qué puesto ocupa en el cosmos?, ¿qué leyes deben regular su
comportamiento?
Este cambio se produjo porque la sociedad griega, por
basarse en un sistema político democrático, planteó muy pronto el problema de
qué sentido poseen conceptos como los de "igualdad",
"libertad" o "ley". Además, todo ciudadano griego libre
participaba activamente en la vida política y ello exigía dominar la palabra
para convencer a los asistentes a las asambleas del pueblo, defenderse de acusaciones,
escalar puestos o medrar; saber hablar bien era sinónimo de poder.
Pero
la cuestión era: ¿hasta qué punto es lícito alcanzar el éxito social a
cualquier precio?, ¿existen barreras morales que pongan coto a la manipulación
de la opinión pública?
Otro problema que se planteó era el que hace referencia
al fundamento de las leyes éticas y políticas: la crítica a la religión y al
mito llevada a cabo por los filósofos había destruido el fundamento religioso
de las leyes de la polis. Ahora bien, si el fundamento de las leyes no se
encuentra en el ámbito divino, sino en el hombre, cabe preguntarse si las leyes
o normas morales o políticas son universalmente
válidas en sí mismas, o si son arbitrarias.
Si las leyes políticas, y sobre todo éticas, son válidas sólo por convención,
esto es, en función de un pacto entre los hombres, pueden ser alteradas cuando
se considere conveniente.
En este contexto surgió la Sofística. Con este nombre se
designa a un movimiento filosófico aparecido en el s. V a. C, formado por una
serie de pensadores que recibieron el calificativo de "sophistés" (algo así como "profesor"). Los
sofistas recorrían Grecia de un lado a otro impartiendo clase a jóvenes griegos
ricos, que buscaban hacerse un puesto en el mundo de la política, recibiendo
por sus enseñanzas grandes sumas de dinero (fueron los primeros en
"vender" sus conocimientos, hecho que fue muy mal visto por el resto
de los pensadores de la época, que veían en ello una especie de
"prostitución" de la sabiduría).
Los sofistas más importantes fueron Protágoras de Abdera
y Gorgias de Leontini.
A pesar de la disparidad de sus doctrinas, todos los
sofistas coinciden en adoptar un
escepticismo y un relativismo gnoseológico (es decir, en relación con el
problema del conocimiento).
·
Escepticismo: Protágoras sostiene que no tenemos conocimiento alguno de
los dioses: no podemos saber si existen o no, ni cómo son, ni podemos conocer
verdad alguna firmemente establecida por sus enseñanzas (pues los dioses son
distintos en cada cultura). El único conocimiento de la verdad que podemos
alcanzar es relativo al hombre, es decir, se refiere al ser humano individual.
Por eso afirma que "el hombre es la medida de todas las cosas; de las que
son, en tanto que son y de las que no son, en tanto que no son."
Ahora bien, para Protágoras, el conocimiento que posee el hombre
individual se basa en una pura relación subjetiva con las cosas y se apoya en
la sensación, por lo que no podemos saber cómo son los objetos en sí mismos;
sólo conocemos su apariencia sensible o fenoménica. Y dado que el mundo
sensible se encuentra en constante devenir (como había indicado Heráclito), y
todo se encuentra en un cambio continuo, Protágoras y Gorgias concluyen que no
existe ningún ser absoluto, como suponía Parménides, y que si existe, no
podemos ni conocerlo, ni expresarlo lingüísticamente.
·
Relativismo: Si no hay ningún ser fijo ni estable, el principio de
contradicción no tiene validez, ni hay criterio que permita distinguir la
verdad de la falsedad. Por esta razón, los sofistas sostienen que no hay nada verdadero o falso, bueno o malo,
bello o feo en sí mismo o de modo absoluto, sino que la verdad o falsedad
dependen de cada hombre particular; lo que es verdadero para mí no tiene por
qué serlo para tí, y viceversa. Las cosas son tal y como aparecen a cada cual,
de lo que se deduce que existen tantas verdades como individuos y opiniones
distintas hay. Y ninguna de ellas es más verdadera que otra; o dicho de otro
modo: todas tienen la misma pretensión de validez, puesto que son equivalentes
entre sí.
Los sofistas sostienen también un relativismo
ético y político. Para ellos, la única ley inmutable eternamente válida es
la ley de la naturaleza (physis); en
cambio, las leyes religiosas, éticas y políticas son convencionales, fruto de
pacto entre los seres humanos, por lo que no poseen validez absoluta. Cada
comunidad posee unas leyes particulares, y éstas pueden ser sustituidas por
otras distintas en cualquier momento.
¿Qué
repercusiones tiene esta postura relativista en el ámbito de la ética y la
política?
Antes de verlo, debemos decir que el término
"virtud" (areté) en la
época griega antigua -antes de Sócrates y Platón- designa no tanto una cualidad
interna valiosa del hombre como la "excelencia" de una persona, es
decir, la reunión en ella de una serie de cualidades que la hacen destacar
sobre las demás y tener éxito en sus empresas (p.ej.: Aquiles o Ulises
"poseen areté": son hombres excelentes en valor o inteligencia, lo
que les hace salir siempre airosos en las acciones que acometen).
Pues bien: los sofistas se jactaban de ser "maestros
de virtud", es decir de enseñar a sus discípulos la virtud; y no cualquier
virtud, sino sobre todo la "virtud política" (aretépolitiké). Decían
que con sus enseñanzas podían formar "ciudadanos excelentes", es
decir, hombres capaces de triunfar
personalmente, o de alcanzar el éxito en el mundo de los negocios públicos.
Ya hemos dicho, asimismo, que, según los sofistas, no hay
leyes éticas o políticas que indiquen qué está bien o mal hecho. La única ley
absoluta es, como vimos, la de la naturaleza; por consiguiente, nada impide que
aquel individuo que por naturaleza sea más fuerte, inteligente, astuto o audaz,
valiéndose de la manipulación del lenguaje y de la transgresión de las normas
morales o éticas, aproveche cualquier ocasión propicia (kairós) para imponer su
opinión o verdad a los demás, seduciéndoles para que la adopten, y logre así
alcanzar el éxito. Lo grave es que, al no haber leyes éticas absolutas, los
afectados no estarán nunca legitimados para criticar el poder o el dominio que
el más hábil o poderoso ejerce sobre ellos.
Es necesario, en consecuencia, que el político sea un
experto en retórica, para que sepa manejar convenientemente ese instrumento de
dominio y de ejercicio de la violencia que es el lenguaje, así como las
técnicas que le permiten persuadir y convencer en las discusiones públicas. Así
podrá "hacer fuerte la opinión débil" (Gorgias), es decir, convencer
a la multitud de que su opinión particular es la verdadera o la
más conveniente, haciendo que la acepten (aunque en principio estuviesen en
contra de ella, o no convenga en absoluto a sus intereses).
Todo ello exige que el político estudie la psicología de
las masas (Gorgias), y sepa ser un buen actor teatral. También exige que sepa
elaborar "bellos discursos", para seducir el ánimo de la multitud,
atrayéndola hacia su opinión. Pues en política, según los sofistas, no importa
qué debe o no debe ser hecho, ni si los discursos son verdaderos o falsos
-plantear así la cuestión hemos visto que no tiene para ellos el menor
sentido-; en definitiva, no importa la razón. El mundo político está regido por
factores irracionales o fuerzas aleatorias, dependientes de las pasiones de los
hombres, y el político, convenientemente educado en las doctrinas sofísticas,
debe aprender a conocer y manejar esas fuerzas adecuadamente si quiere alcanzar
la riqueza, el poder y el respeto del pueblo.
2)
Sócrates (470 a. C - 399 a. C)
Sócrates es la figura filosófica que mayor relieve cobró
en la antigüedad clásica, no tanto por sus doctrinas -no escribió nada- como
por su personalidad, atrayente y seductora. Es difícil saber cómo fue el
Sócrates histórico realmente, pues de él sólo han quedado los testimonios de
sus discípulos: Platón (Diálogos de juventud), Jenofonte (Recuerdos
de Sócrates) y el cómico Aristófanes (que ridiculizó a Sócrates en su obra Las
nubes). Actualmente se tiende a considerar el Sócrates de Platón como el
más cercano al real.
Sócrates
es un pensador lleno de contrastes: aparece como religioso y librepensador,
terrenal e idealista, educador y corruptor de la juventud. No cobra por sus
enseñanzas, como los sofistas -de quienes es contemporáneo-; y, al contrario
que ellos, que se jactan de saber qué es la virtud y de poder enseñarla,
confiesa humildemente su ignorancia en todos los temas. Sobre todo, se confiesa
ignorante en relación con qué sea la virtud, qué lo bueno o lo justo y cómo
pueden adquirirse estas cualidades.
Su ansia por adquirir la sabiduría que dice faltarle en
el terreno ético y político le llevó a dialogar sin descanso con sus
conciudadanos, a los que planteaba difíciles cuestiones sobre estos temas,
invitándoles a buscar una respuesta a las mismas. En esas conversaciones se
mostró extremadamente crítico con las ideas religiosas, morales y políticas
imperantes en la Atenas de su tiempo, con los políticos corruptos y con las
doctrinas de los sofistas, que consideraba completamente erróneas.
Especialmente a éstos últimos les ponía intencionadamente en ridículo ante sus
auditorios haciéndoles preguntas irónicas que demostraban su ignorancia en
relación con aquellos temas que pretendían conocer perfectamente (la virtud, lo
justo, en qué consiste el buen gobierno...).
Todo ello le atrajo el odio de muchos ciudadanos
atenienses que terminaron por acusarle de "no creer en los dioses del
estado, de introducir nuevas divinidades y corromper a la juventud",
condenándole por todo ello a morir envenenado por cicuta en el año 399. Su
muerte, según el profesor Aranguren, fue un modelo ejemplar de "muerte
ética", ya que Sócrates aceptó serenamente su destino, y pasó las últimas
horas de su vida charlando con sus discípulos sobre el problema filosófico de
la inmortalidad del alma.
Sócrates considera que el relativismo defendido por los
sofistas resulta inaceptable, ya que, si no hay nada bueno o malo en sí mismo,
como ellos afirman, no hay ninguna ley moral válida a la que deban ajustarse
los actos de los ciudadanos y de los hombres públicos; en ese caso, la política
no se rige por la razón ética ni por la virtud y los pueblos están expuestos a
quedar sometidos a los caprichos de los poderosos. De aquí a la tiranía o a la
peor de las demagogias no hay más que un paso.
Para Sócrates, si los estados se encuentran en constantes
revoluciones y luchas internas que hacen que los ciudadanos sean infelices,
ello se debe a que habitualmente se considera la política como un instrumento
de engaño y dominio, y no como un instrumento que debe servir para gobernar
rectamente los asuntos públicos y lograr así el bienestar del ciudadano.
Sócrates no considera la política como el terreno donde
puede alcanzarse fácilmente el triunfo personal, sino un método para gobernar
de modo justo los estados. Y ello sólo podrá lograrse si las leyes de los
estados son justas, es decir, si se basan en leyes éticas dictadas por la razón y si esos estados están formados
por ciudadanos excelentes;
excelentes, no en el sentido de que busquen y obtengan el éxito, sino en cuanto
ajusten su comportamiento a leyes morales que indiquen qué debe o qué no debe hacerse.
Para
ello es necesario que los ciudadanos, y sobre todo los gobernantes están educados en la virtud, y que conozcan qué es bueno o malo, justo o
injusto, para practicarlo luego en su conducta cotidiana. Así el estado en
su conjunto estará regido racionalmente, sus leyes serán justas, y se logrará
la felicidad del conjunto de la sociedad.
Ahora bien, Sócrates piensa que, para educar a los
ciudadanos en la virtud y en la práctica de los valores morales (lo justo, lo
bueno, etc...), es necesario primero saber qué
es la virtud y qué son, en
general, los valores morales. En este sentido Sócrates sostiene un intelectualismo ético. Según esta
teoría, saber y virtud se identifican,
de manera que el que actúa mal lo hace por ignorancia, es decir, porque
desconoce qué es lo bueno o lo malo, lo justo o lo injusto, y lo confunde con
lo que le dictan sus pasiones irracionales; si lo conociese, no podría dejar de
practicarlo, ya que "la voluntad de los que conocen -dice Sócrates-
siempre elige convenientemente, mientras que la voluntad de los que ignoran,
siempre elige erróneamente". Por este motivo, Sócrates mantiene que sólo el sabio puede ser virtuoso.
Hay que saber primero, por tanto, qué es lo bueno o lo
justo para poder practicarlos y, obrando bien, alcanzar la felicidad. Esto
quiere decir que sólo el sabio es feliz,
ya que sabe cómo debe obrar, mientras que el que lo ignora, hace el mal, y es
siempre desgraciado.
Aplicando ahora estas tesis a la política tenemos lo
siguiente: sólo cuando el político sea sabio y conozca qué es lo bueno y lo
justo estará educado en la virtud; entonces obrará correctamente, dictará leyes
justas para la polis, y logrará así que los ciudadanos alcancen el bienestar y
la felicidad.
Por esta razón, Sócrates se muestra siempre en todos los
diálogos obsesivamente preocupado por determinar
el significado de los conceptos éticos fundamentales (por averiguar qué es
lo justo, lo bueno o la virtud...), es decir, por encontrar una definición universalmente válida de los
mismos. Esa definición permitirá conocer qué tipo de ser poseen esos valores, es decir, cuál es su esencia universal.
Una vez conocida esa esencia universal y definidos los
conceptos éticos fundamentales, habremos hallado un fundamento seguro para las
leyes morales y políticas que deben regular la conducta privada y pública de
los hombres.
Ahora bien: 1) ¿cómo encontrar definiciones
universalmente válidas de los valores éticos?; 2) ¿cómo podemos conocer tales
valores, es decir, cómo puede determinarse su esencia?; 3) ¿en qué consiste el
ser de los mismos?
Sócrates considera que para contestar a estas cuestiones
no sirve de nada acudir al conocimiento que proporcionan la experiencia y los
sentidos corporales. Éstos son incapaces de ofrecernos un conocimiento
verdadero de los valores éticos y de las leyes morales, ya que tanto los unos
como las otras nos permiten conocer cómo
deben ser las cosas, mientras que la experiencia sensible, por referirse al
mundo externo, sólo nos indica qué son
los objetos. Por tanto, el único lugar donde puede lograrse un conocimiento
de los conceptos éticos es en el interior
del sujeto, es decir, en su alma,
y más concretamente, en la razón,
donde según Sócrates, habita un "daimon" (en gr.: un
"semidios"), que nos dice qué debemos o no hacer (la voz de la conciencia).
Sócrates cree que todos los hombres, utilizando la razón
adecuadamente pueden alcanzar un conocimiento seguro y verdadero de la esencia
universal de los conceptos éticos; lo que ocurre es que las pasiones y los
negocios cotidianos "ciegan" los ojos del alma e impiden a ésta
alcanzar dicho conocimiento.
De ahí que Sócrates haga suyo el mandato del dios Apolo
en Delfos: "Conócete a ti mismo"; es decir: el hombre debe darse
cuenta de que está compuesto de alma (razón) y cuerpo, y que sólo en el
interior de su alma, en la razón -que
es inmutable y no cambiante como los sentidos-, es donde habita la verdad,
puesto que es allí donde puede conocer intuitivamente, a priori (es decir, con independencia de la experiencia) el mundo
superior, eterno y divino de los valores éticos, que luego deberá tomar como
brújula que guíe su conducta.
Sócrates emplea un método de investigación especial, que
permite al sujeto penetrar en el interior de su alma o razón, para intuir ahí
los valores éticos y dar una definición universal de ellos. Ese método
(empleado posteriormente por Platón en sus Diálogos)
es la mayéutica, y se basa en el
diálogo. A través de él, mediante un juego de preguntas y respuestas, el
maestro invita al discípulo a introducirse en el interior de su espíritu, de su
razón, para que, tras un largo proceso, alcance a conocer intuitivamente la
esencia de los valores éticos y pueda dar más tarde una definición de los
mismos.
* * *
BLOQUE 2- IDENTIDAD PERSONAL
Tema 1.- La Motivación
1) Definición de motivación.
2) División de los motivos.
3) Vida afectiva: emociones y sentimientos.
4) Teorías de la motivación:
a) Teoría homeostática.
b) Teoría del incentivo.
c) Teoría cognitiva.
d) Teoría humanística: La motivación según Maslow. El
hombre autorrealizado.
5) Kurt Lewin y
el estudio de los conflictos.
6) Frustración, agresividad y mecanismos de defensa.
* * *
Tema 2.- La Personalidad
1) Temperamento, carácter y personalidad.
2) Teorías de la personalidad
a) Teorías psicodinámicas: Freud y sus continuadores:
Jung, Adler, K. Horney, E. Fromm, E. Erikson.
b) Teorías del rasgo y del tipo: Galeno, Allport,
Eysenck, Sheldon y Kretschmer.
c) Teorías conductistas y cognitivas: Dollard, Miller
y G. A. Kelly.
d) Teorías humanísticas: C. R. Rogers.
* * *
Tema 3.- La condición humana desde la filosofía
1) La reflexión sobre el ser humano en el origen de la
Filosofía: la teoría del alma en Platón y en Aristóteles.
2) La importancia de la introspección para el autoconocimiento.
Agustín de Hipona.
3) La importancia del yo. René Descartes.
4)La interpretación materialista y mecanicista del ser
humano desde el s. XVIII.
5) La voluntad como rasgo específico del ser humano:
Immanuel Kant y la voluntad racional.
6) José Ortega y Gasset y el hombre como proyecto.
* * *
BLOQUE 2.- LA IDENTIDAD PERSONAL
Tema 1.- LA MOTIVACIÓN
1)
Definición
de motivación
En psicología se define como motivación aquellos factores
que nos incitan o impulsan desde dentro a actuar. Es el factor dinámico de
nuestras acciones.
La motivación es un factor energético y direccional:
da energía y dirección a nuestras accones.
La motivación tiene las siguientes características:
a)
En nuestros actos suelen intervenir varios motivos, no solo
uno.
b)
Muchos de esos motivos pueden ser inconscientes.
c)
La motivación afecta a todo el individuo y no solo a una
parte del mismo.´
d)
Que actúen unos motivos en vez de otros depende de la
fuerza de los mismos y de los estímulos que actúen sobre el sujeto.
e)
Cuanto más motivado está el sujeto, más rinde, aunque una
excesiva motivación puede dar lugar a la aparición de estrés.
f)
Unos motivos suelen abrir camino a otros diferentes.
2)
División
de los motivos
El psicólogo H. A. Murray divide los motivos o
necesidades, básicamente, en:
a)
Necesidades primarias: Tienen un
fundamento exclusivamente biológico y son comunes a los animales y a los seres
humanos.
b)
Necesidades secundarias o psicógenas: no son
fisiológicas, se aprenden socialmente (“necesidades sociales”) y son
exclusivamente humanas.
Murray considera que las
necesidades primarias son las bases de las secundarias, pero G. W. Allport
piensa que esas necesidades tienen autonomía funcional y pueden
convertirse en un fin por sí mismas.
3)
Vida
afectiva: emociones y sentimientos
a) La vida afectiva
se relaciona con la motivación. El mundo de los sentimientos se refiere a las
diversas formas de experimentar la subjetividad.
b) La psicología
actual señala que la vida afectiva tiene las siguientes características:
- Subjetividad.
- Difusividad (se
difunde por todo el interior del sujeto).
- Polaridad (los
sentimientos y emociones tienen dos polos, o son bipolares).
- Los sentimientos y
emociones “tiñen” nuestra percepción del mundo.
c)
Sobre la relación entre las emociones y la fisiología hay
dos teorías: W. Wundt señala que la secuencia es esta: hecho percibido
excitante – emoción- alteración fisiológica. William James sostiene, por el
contrario, la secuencia siguiente: percepción del hecho excitante – alteración
somática- emoción. Para James, por tanto, lo primero es en la emoción una
alteración del organismo, luego le sigue
un estado afectivo interno.
4)
Teorías
de la motivación
a) Teoría
homeostática: Fue desarrollada por W. B. Cannon entre 1915 y 1932. El
término “homeóstasis” significa “equilibrio interno”. La motivación surge
cuando el cuerpo busca restablecer el equilibrio interior, que se ve
perturbado por alguna carencia. La motivación es un proceso de “reequilibrio”.
La teoría de Cannon fue completada por otro psicólogo, Hull; según Hull el
desequilibrio interno crea un estado de necesidad (deprivación), que da
un impulso al organismo para satisfacer esa necesidad, lo que conduce a reducir
el impulso. La teoría de Hull recibe el nombre de teoría de la reducción del
impulso (p. ej: hambre, deseo sexual…).
Deprivación (carencia de equilibrio
interno) – Necesidad – Impulso – Conducta consumatoria (obtención del
incentivo) – Reequilibrio – Gratificación – Deprivación…
En el animal, este ciclo es
cerrado; en cambio, el los seres humanos está abierto, ampliándose con
incentivos cada vez mayores y más elevados; por eso, más que un círculo, en el
ser humano se da una espiral ascendente.
b) Teoría del
incentivo: Formulada por P. T. Young y H. F. Harlow. En esta teoría la morivación
depende del valor de incentivo del objeto, que buscamos por sí mismo,
por el placer que nos causa, y no solo para restablecer el equilibrio interior.
Rechaza la teoría homeostática, por considerarla demasiado mecanicista.
Además, sostiene que los incentivos
pueden ser sociales, no solo naturales, y por tanto pueden ser aprendidos.
c) Teoría cognitiva: Es la teoría
propuesta por Festinger, Tolman y Hunt (1965). Esta teoría destaca el
conocimiento como elemento motivador. Lo que determina e impulsa nuestra
conducta son nuestras expectativas: es el conocimiento lo que motiva al hombre
y son las dimensiones cognitivas (la discrepancia entre lo que pensamos y lo
que percibimos) lo que nos impulsa a actuar.
d) Teoría
humanística: Es la teoría de G. W. Allport y A Maslow (1908-1970),
quien la expone en su libro El hombre autorrealizado (1968).
Maslow sostiene que el hombre no
tiene solo necesidades semejantes a las de los animales, sino que también tiene
necesidades específicamente humanas. Si el hombre llega a satisfacer esas
necesidades que le son específicas, se autorrealiza y es feliz; si no lo hace,
queda frustrado y es infeliz.
En base a esta idea, Maslow establece
su famosa “pirámide de necesidades”: a la base se sitúan las necesidades
fisiológicas (respiración, alimentación, descanso, sexo, homeóstasis); a
continuación, las necesidades de seguridad (seguridad física, de empleo,
de recursos, moral, familiar, de salud, de propiedad privada; luego, las necesidades
de afiliación (amistad, afecto, intimidad sexual); a continuación, las necesidades
de reconocimiento (autoconocimiento, confianza, respeto, éxito) y,
finalmente, las necesidades de autorrealización (moralidad, creatividad,
espontaneidad, falta de prejuicios, aceptación de hechos, resolución de
problemas).
El hombre “autorrealizado” posee
las siguientes características: está satisfecho, se acepta a sí mismo, vive en
la realidad y está abierto a nuevas experiencias, es espontáneo y expresivo,
ama la soledad y pide que se respete su vida privada, es autónomo e
independiente, le gusta gozar de la vida, mantiene relaciones interpersonales
profundas, posee u código moral propio y un talante democrático y tolerante;
tiene sentido del humor, es creativo y original y posee gran capacidad para el
amor.
Un aspecto fundamental del hombre
autorrealizado es su sociabilidad. Quien ha estudiado las necesidades
interpersonales del ser humano ha sido W. Schutz. Para Schutz, hay tres
necesidades relacionales básicas:
a) Necesidades de
inclusión, es decir, de comunicación y contacto, consideración y estima. Esta necesidad
puede desviarse por exceso (tipo hipersocial, que no soporta la soledad) o por
defecto (un sujeto asocial).
b) Necesidades de
control sobre los demás y sobre uno mismo. Esta necesidade puede desviarse por
exceso (tipo dominante) o por defecto (tipo dependiente).
c) Necesidades de
afecto, por las cuales el sujeto trata de establecer vínculos afectivos con
los otros y exige reciprocidad. Esta necesidad puede desviarse por exceso tipo
hiperafectivo) o por defecto (tipo indiferente).
5)
Kurt
Lewin y el estudio de los conflictos
Kurt Lewin, uno de los psicólogos más importantes de
nuestra época (+1947), elaboró la teoría del campo. Según Lewin, cada
ser humano vive en un determinado ambiente psicológico. Cada persona, junto con
su ambiente psicológico, ocupa un determinado espacio vital.
Cuando surge una necesidad en una persona, ciertas
regiones del ambiente psicológico adquieren valor positivo y otras negativo. El
sujeto experimenta fuerzas que le impulsan hacia los ámbitos dotados de
valor positivo, que le motivas, y se aparta de los ámbitos dotados de valor
negativo. Estas fuerzas son vectores psicológicos. Según como funcionen
esas fuerzas, el sujeto experimenta satisfacción o frustración, y pueden
surgirle diversos conflictos psicológicos:
a)
Frustración por obstáculo: Algo se
interpone ante lo que nos motiva.
c)
Conflicto por evitación-evitación: Dos objetos
tienen valencia negativa y el sujeto trata de evitarlo, buscando una salida en
la huida y postergando la decisión.
d)
Conflicto por atracción-evitación: el mismo objeto
atrae y repele a la vez, y el sujeto no sabe cómo actuar.
e) Conflicto por doble atracción-evitación: Dos objetos atraen y repelen simultáneamente y el sujeto se debate en la duda.
6)
Frustración,
agresividad y mecanismos psicológicos de defensa.
Si la necesidad se ve satisfecha, el sujeto queda
“gratificado”, pero si no se ve satisfecha, queda “frustrado”, experimentando
una sensación de decepción y de fracaso. Experimenta una vivencia emocional
desagradable (ira, tristeza…) y su comportamiento se desorganiza: o no sabe qué
hacer, o se comporta de forma errática, violenta o anormal.
Hay diversas causas de la
frustración:
- Defectos del propio sujeto, que
le incapacitan para satisfacer sus necesidades.
- Obstáculos físicos, que le
impiden satisfacerlas.
- Decepciones: el sujeto no
encuentra o logra lo que esperaba.
- Demora o retraso: no llega
aquello que se necesita o se espera.
- Interrupción de una conducta ya
emprendida.
- Conflictos entre motivos no
compatibles entre sí.
Normalmente, la frustración se
traduce en agresividad, bien hacia el objeto frustrante, bien hacia un
objeto sustitutorio, bien hacia el mismo sujeto.
Para soportar la frustración, existe
una serie de mecanismos psicológicos de defensa, que estudiaron Freud y su
hija, Anna Freud, en su libro El yo y sus mecanismos de defensa:
a)
Represión: se reprimen los contenidos psicológicos
que resultan inaceptables para el sujeto y que este no quiere admitir, porque
le generan tensión.
b)
Racionalización: el sujeto trata de justificar y dar
sentido racional a lo que le ha frustrado, como si fuese algo lógico.
c)
Negación de la realidad: se niega aquello
que nos frustra.
d)
Proyección en una fantasía compensadora.
e)
Introyección o
identificación con personajes modélicos, capaces de superar la
frustración.
f)
Proyección en los demás: se les hace
responsables a los otros de la frustración.
g)
Reacción: Se acentúa la conducta contraria a la
frustrante.
h)
Compensación: Se trata de compensar el fracaso en una
actividad con el triunfo en otra.
i)
Supercompensación: se intenta triunfar y destacar en
aquello ue nos ha hecho fracasar.
j)
Sublimación: Se desvía la atención desde el objeto
frustrante a otro más sublime o superior, para olvidarnos de él.
TEMA 3.- LA PERSONALIDAD
1)
Temperamento,
carácter y personalidad
El temperamento es el conjunto de reacciones
afectivas que suelen caracterizar las reacciones habituales de un individuo; es
heredado, y por tener una base biológica, apenas puede modificarse.
El carácter se adquiere a lo largo de la vida del
sujeto, y depende de los hábitos que este vaya adquiriendo a lo largo de su
vida. Cada uno es responsable de su propio carácter, y este tiene un matiz
moral (alguien tiene “buen o mal carácter”).
Finalmente, se llama “personalidad” a la unión en un
sujeto de un determinado temperamento y un determinado carácter.
Personalidad = Temperamento + carácter
G. W. Allport señala que la personalidad es un
sistema psicofísico, dinámico e interno, es decir, incorpora elementos
psicológicos y biológicos, se desarrolla y cambia con el tiempo, y se encentra
“detrás” de la conducta del individuo.
Se debate si la personalidad es innata o
adquirida. Las teorías psicológicas conductistas creen que la personalidad
se adquiere íntegramente por aprendizaje, y por tanto, se puede cambiar; en
cambio, las otras teorías consideran que a personalidad es en parte innata
(hereditaria) en parte aprendida,
dependiendo del desarrollo de factores ambientales que rodean al sujeto.
2)
Teorías
de la personalidad
a)
Teorías psicodinámicas: han sido las
elaboradas por el creador del psicoanálisis, Sigmund Freud (1856-1939),
y sus seguidores, los psicoanalistas.
Para Freud, existen en la mente
humana procesos inconscientes, que determinan nuestra personalidad
consciente. Según Freud, la parte consciente de la mente, o el yo, está
influido por la parte inconsciente de la mente o Ello. El primero se
regula por el principio de realidad; el segundo, por el principio del placer.
En el inconsciente se encuentran los contenidos psíquicos reprimidos
(inaceptables o peligrosos para el sujeto, así como los instntos de agresividad
y muerte (Thanatos) y sexual (Libido o Eros). Esos contenidos psíquicos
inconscientes tratan de salir al exterior, y satisfacerse, buscando el placer,
pero se ven reprimidos por la censura psíquica o por el Super-Yo, una
estructura moral de la mente. No obstante, tales contenidos no desaparecen:
siguen activos en el fondo del inconsciente, y desde allí retornan (retorno de
lo reprimido), tratando de satisfacerse mediante lo que Freud llama “formaciones
sustitutivas”, es decir, fantasías, imágenes, símbolos y sueños, que dan
una salida camuflada o desviada a esos contenidos peligrosos o sexualmente
inadmisibles. El papel fundamental de los sueños para entender el fondo de la
personalidad humana, lo expuso Freud en su libro más importante: La
interpretación de los sueños (1900)..
Por otra parte, para Freud, la
personalidad del individuo se va desarrollando en función de la evolución que
experimenta su sexualidad, y pasa por cuatro fases: oral (la sexualidad
y el placer se fijan en la boca y la succión; fase anal: la sexualidad y
el placer quedan fijados en la regulación de los esfínteres; fase fálica (la
sexualidad y el placer quedan fiados en el propio cuerpo); fase genital
(la sexualidad y el placer se proyectan en los vínculos heterosexuales y las
relaciones interpersonales).
Cada una de estas etapas otorga
ciertos rasgos de personalidad al sujeto, y si se produce lo que Freud llama
una “fijación” de la sexualidad, la personalidad adquiere los rasgos propios de
esa etapa.
Las teorías de Freud han sido
criticadas, corregidas y desarrolladas por muchos de sus discípulos:
-
C. G. Jung (1875-1961) señaló que, además de
inconsciente personal de cada individuo, hay un inconsciente colectivo,
común a todos los seres humanos, que es la parte más profunda de la mente, y en
él se hallan los “arquetipos” o símbolos más originales de la humanidad,
que aparecen en todas las culturas. También distinguió dos tipos de
personalidades: la del extrovertido y la del introvertido.
-
Alfred Adler (1870-1937) señaló que es importante en
la evolución de la personalidad el complejo de inferioridad, que puede
compensarse con una voluntad de superioridad o no compensarse, dejando al
sujeto en inferioridad de condiciones, a la hora de enfrentarse a los retos que
le marca la sociedad.
-
Karen Horney (1885-1952) se fijó en la necesidad de
seguridad que siente el niño para desarrollar su personalidad. Esto depende de
su relación con los padres, dando lugar a tres tipos de personalidad: el sumiso,
el agresivo y el desprendido (no establece relaciones).
-
Erich Fromm (190-1982) sintetizó la teoría
psicológica de Freud con la teoría socioeconómica de Marx, y señaló que la
personalidad no es solo un proceso psicológico, sino también social: el ser
humano tiene miedo a la libertad, y por tanto tiende a dominar a los otros o a
someterse a ellos. Las formas de relación social dan lugar a diversos tipos
humanos: receptivos, explotadores, acumulativos, mercantiles o productivos, que
buscan amar y crear. Esta última es la forma de personalidad más sana y
aceptable.
-
Erik Erikson (1902-1994): señala que la
personalidad va cambiando y desarrollándose a lo largo de toda la vida del
sujeto. En cada etapa de su vida el individuo se enfrenta con divrsas tareas,
siendo su resultado un logro o un fracaso, y esto condiciona el ulterior
desarrollo de su personalidad. Tanto los logros como los fracasos marcan la
identidad personal del sujeto.
b)
Teorías del rasgo y del tipo:
Se denomina “rasgo de
personalidad” a un modo específico de comportamiento o una disposición de
un determinado sujeto a responder de cierta manera. Un conjunto de rasgos de
personalidad constituyen un “tipo” humano (es decir, una clase de
individuos caracterizados por rasgos comunes). Son modelos de comportamiento,
con los que los individuos concretos coinciden más o menos.
G. Allport distingue en su teoría de los
rasgos entre: rasgos comunes (compartidos por mucha gente), rasgos
individuales (propios de una sola persona), rasgos cardinales
(determinan toda la conducta de una persona), rasgos centrales (aquellos
que bastan para definir a una persona), rasgos secundarios (aparecen
esporádicamente, e incluso pueden discrepar de los rasgos generales).
Los médicos de la Antigüedad
elaboraron una teoría de los tipos humanos muy famosa. Galeno (s. II
d.C) distinguía cuatro temperamentos, es decir, cuatro tipos humanos,
dependiendo del humor (o fluido) que predominase en el sujeto: sanguíneo (predomina
la sangre), flemático (predomina la flema o linfa), colérico
(predomina la bilis amarilla) y melancólico (predomina la bilis negra).
Partiendo de esta clasificación, H.
J. Eysenck ha establecido una tipología de la personalidad basada en la
estabilidad-inestablidad // extroversión-introversión: estables
extrovertidos, estables introvertidos, inestables extrovertidos e inestables
introvertidos.
W. Sheldon y E. Kretschmer elaboraron la llamada teoría de
los biotipos: según ellos, la personalidad tiene un fuerte componente
genético y fisiológico, de manera que la estructura del cuerpo determina
directamente la personalidad básica del sujeto
Sheldon distingue tres biotipos: endomorfo
(grueso), Mesomorfo (constitución fuerte) y ectomorfo (delgado), mientras
que Kretschmer distingue tres biotipos, que son equivalentes a los anteriores: pícnico
(ciclotímico), atlético (explosivo) y leptosomático (estable e introvertido).
c)
Teorías conductista de la personalidad:
Los psicólogos conductistas, como J.
Dollard y N. Miller, reducen los
ragos de la personalidad a hábitos de conducta, que se aprenden ante ciertos
estímulos, y que, si enraízan en el sujeto, terminan matizando toda su
personalidad.
Estos rasgos de comportamiento se
convierten en hábitos, dependiendo de los refuerzos o castigos que
recibimos de los demás en el entorno social. Por tanto, para los conductistas,
la personalidad se puede cambiar, dependiendo del aprendizaje al que se someta
al individuo.
d)
Teorías cognitivas de la personalidad:
Es la teoría elaborada por G. A.
Kelly. Según Kelly, el ser humano estructura el mundo y anticipa los sucesos
que van a acontecer en él; estas estructuraciones son los programas que
utiliza el individuo para actuar y constituyen su personalidad. Cada sujeto
posee una estructura personal diferente, porque estructura el mundo de manera
diferente a los demás, pareciéndose la personalidad de aquellos sujetos que
estructuran el mundo de forma parecida (por ejemplo: “optimistas” y
“pesimistas”).
e)
Teorías humanísticas de la personalidad:
Son las teorías de Allport, Maslow,
y sobre todo Carl R. Rogers. Sostienen que el y del sujeto, su auténtica
personalidad debe autodesarrollarse, pero los eberes sociales someten alyo, y
le impiden desarrollarse plenamente.
Rogers utilizo la técnica
psicológica del “counseling” (asesoramiento), en la que invitaba al paciente a
verbalizar lbremente sus sentimientos, hasta que termina por aceptarse a sí
mismo y cmienza a desarrollar su propia personalidad (es decir, deja de
ocultarse tras una máscara, deja de someterse a las exigencias que le imponen
los demás, deja de esforzarse por agradarles, empieza abrise a nuevas experiencias y terminan por
confiar en sí mismos):
Así, los psicólogos humanistas pretenden recuperar el yo original del sujeto, que debe ser conducido a su plena autorrealización.
Tema 3.- La condición humana desde la filosofía
Aunque la psicología se ocupa actualmente de estudiar la personalidad
humana, los filósofos se han ocupado a lo largo de siglos de estudiar al ser
humano.
1) La reflexión sobre el ser humano en el origen de
la Filosofía: la teoría del alma en Platón y en Aristóteles.
a) La teoría del alma en Platón:
Para
Platón, existen dos mundos: el mundo
sensible, formado por las cosas materiales, y el mundo de las ideas, que son
seres eternos y perfectos, inmutables, correspondientes a los conceptos
universales de la matemática y a los valores éticos y estéticos. Los objetos
del mundo sensible son imitaciones imperfectas de las ideas eternas.
Igual que
existen dos realidades o mundos distintos: el sensible y el inteligible,
también el ser humano se divide en dos partes: cuerpo y alma. El cuerpo
es parecido al mundo sensible, porque es visible y cambiante, como él; en
cambio, el alma es afín al mundo de las ideas, al que sólo puede acceder
la razón o la inteligencia. Y del mismo modo que el mundo ideal es inmortal,
perfecto y superior al mundo sensible, también el alma es inmortal y más
perfecta que el cuerpo.
En el
diálogo Fedón, en el que Platón narra
los últimos momentos de Sócrates antes de morir, demuestra que el alma es inmortal,
utilizando dos argumentos:
1) El argumento de los contrarios: Todas las
cosas se originan a partir de su contrario (lo mayor de lo menor, lo débil de
lo fuerte, etc.); en consecuencia, también la vida ha de surgir de la muerte,
de manera que el alma, por su naturaleza simple, no puede morir, sino que ha de
ser inmortal.
2) El
segundo argumento corresponde a la famosa teoría
platónica del conocimiento como reminiscencia o recuerdo de las ideas (“anámnesis”): Debe existir en
nosotros un conocimiento previo de las ideas, como “igualdad”, “bien”,
“justicia”, belleza”…, porque, si no fuese así, no podríamos reconocer que unos
objetos son más o menos iguales, bellos, justos o buenos que otros; únicamente
podemos juzgarlos si tales ideas están ya de algún modo previamente en nuestra
mente.
Según
Platón, el alma, antes de nacer, pertenecía al mundo inteligible, y habitaba en
él; allí contemplaba, junto con los dioses, todas las ideas; pero al encarnarse
y caer prisionera en la “cárcel” del cuerpo, “olvidó” dicho conocimiento, por
lo que debe tratar de recuperarlo.
Mediante el contacto con los objetos del mundo
sensible, especialmente los objetos bellos, se suscita en el alma el amor al conocimiento, y empieza a
recordar las ideas, haciéndose de nuevo consciente de ellas. A ese proceso de
paulatino recuerdo de las ideas es a lo que habitualmente denominamos aprendizaje. Por consiguiente, concluye
Platón, aprender no es otra cosa que
recordar ideas que el alma ya sabía, pero olvidó al ingresar en el cuerpo,
cuando nació el individuo.
Para aclarar de un modo intuitivo el
proceso del conocimiento como paulatina recuperación de las ideas olvidadas por
parte del alma, Platón utiliza en el Libro VII de La República una narración simbólica ya famosa: el “mito de la
caverna”.
En este
mito, Platón expone la diferencia existente entre las tinieblas en las que se
halla el ser humano en su estado de ignorancia de las Ideas, y la “iluminación
espiritual” que experimenta al alcanzar un conocimiento de las mismas, tras
atravesar los distintos grados del conocimiento.
Platón
asemeja el estado habitual de los seres humanos (es decir, el estado de
ignorancia de las Ideas) con el de unos prisioneros que se hallan encadenados
desde su nacimiento en el fondo de una oscura caverna, de cara a la pared.
Entre los prisioneros y la parte de atrás de la caverna, se sitúa una pared, y
más allá de dicha pared, una hoguera; entre la pared y la hoguera, circulan
otros hombres llevando objetos, cuyas sombras se reflejan en el fondo de la
caverna, siendo contempladas por los prisioneros, que las toman por la
auténtica realidad.
Sin
embargo, uno de los prisioneros es liberado de sus cadenas y, tras un penoso de
ascenso, sale al mundo exterior, donde queda deslumbrado por luz del día, a la
que se acostumbra poco a poco, contemplando primero el cielo estrellado, y, más
tarde, la luz del Sol. Deseoso de comunicar su conocimiento a sus compañeros de
prisión, retorna a la caverna, para liberarles; sin embargo, fracasa en su
propósito, ya que, acostumbrados a las tinieblas, ninguno de sus compañeros
cree en sus palabras, de manera que le ridiculizan y, cansados de su
insistencia, amenazan con matarle, reduciéndole al silencio.
Platón
distingue en el ser humano tres tipos de almas: el alma racional, capaz de conocer el mundo de las ideas; el alma irascible, correspondiente al ánimo
o voluntad, y el alma apetitiva o
concupiscible, que corresponde a los apetitos y pasiones inferiores del
cuerpo.
El alma
racional, habiendo adquirido el conocimiento de las ideas, ha de controlar a
las otras dos almas, es decir, la razón ha de controlar la voluntad y las
pasiones inferiores. Así, el alma alcanza el equilibrio, pues cada una de sus
partes desempeña la función que le corresponde: el alma racional posee entonces
la virtud de la prudencia; el alma
irascible, la virtud de la valentía y
el alma apetitiva la virtud de la templanza
o moderación.
Cuando
ese equilibro se consigue, el alma alcanza la virtud de la justicia, que implica la armonía entre todas las partes del alma, y
es la virtud más noble y elevada.
En el
diálogo Fedón, para explicar el
destino del alma tras la muerte, Platón expone la teoría de la metempsicosis
o reencarnación, que adopta de la religión órfica y del pitagorismo: Señala
que, al morir el hombre, el alma racional se separa del cuerpo, yéndose al
mundo de las ideas, donde convive con lo divino e inmortal; pero esto sólo lo
logran aquellas almas que se han dedicado a la filosofía, preparando su mente
para la muerte y la posterior separación entre cuerpo y alma, alcanzando el
conocimiento de las ideas y purificándose de las pasiones del cuerpo; en
cambio, aquellas otras almas que se han dejado arrastrar por los placeres sensibles,
o por la injusticia, sin recuperar el conocimiento de las ideas, vagarán
durante un tiempo como almas atormentadas, hasta reencarnarse en nuevos seres
humanos, o en seres inferiores, como animales.
b) La teoría del alma en Aristóteles:
Aristóteles sostiene, igual que Platón, que el hombre
se compone de forma (alma) y materia
(cuerpo), pero su concepto de ambos principios constitutivos del hombre es muy
diferente al de su maestro. El alma el principio vital que organiza y anima al
cuerpo. Aunque el alma es única, puede estar dotada de distintas funciones, que
dan lugar a tres tipos de almas: el alma
vegetativa, propia de los animales, dotada de funciones nutritivas; el alma sensitiva, propia de los animales,
dotada de funciones nutricionales y sensitivas, y el alma racional, naturaleza específica del ser humano, dotada de
funciones intelectivas, o pensamiento.
Como forma y materia van siempre unidas,
alma y cuerpo son inseparables: por eso, Aristóteles sostiene que el alma
humana es mortal, aunque en su tratado Sobre el alma afirma que existe
una parte del alma racional: el intelecto agente, que conoce las formas
abstractas, y por eso parece ser eterno, inmortal y separado del cuerpo.
El alma humana conoce la realidad mediante
un proceso de abstracción, que consta de tres fases:
1ª) La sensación:
es el nivel más bajo del conocimiento, en el que se captan las formas del
objeto singular conocido, pero sin su materia.
2ª) La imaginación
supone un grado superior de abstracción, intermedio entre la simple sensación y
el pensamiento puro, pues hace referencia a las imágenes de los objetos que
extrae el alma por inducción, a partir de una acumulación de
experiencias concretas. Dichas imágenes, que se almacenan en la memoria,
no son ya objetos particulares, pero tampoco corresponden a las formas puras
universales.
3ª) El pensamiento
abstracto, en el que se conocen las formas universales, consideradas en sí
mismas, y separadas por completo de su base material.
2) La importancia de la introspección para el
autoconocimiento. Agustín de Hipona.
San Agustín, como filósofo cristiano, llevó a cabo una síntesis entre la teoría del alma de Platón y el cristianismo. Para San Agustín, el ser humano anhela alcanzar la felicidad y el goce del bien supremo, que este filósofo identifica con Dios. Ahora bien, el disfrute de la felicidad requiere, ante todo, conocer la verdad, porque una vida falsa no puede ser buena, ni feliz. Y la verdad, que es única, puede conocerse por dos caminos: por la razón (filosofía) y por la fe (religión). El primero, es el camino de la razón; el segundo, el del sentimiento (corazón).
Igual que para Platón, para San Agustín el
conocimiento de la verdad implica una ardua búsqueda, en la que colaboran el
amor y la razón, porque para San Agustín el conocimiento es un proceso a la vez
afectivo e intelectual.
Nuestra búsqueda de la verdad se encuentra
impulsada por el amor, pero no por el amor egoísta, fruto del deseo
desordenado (delectatio, o placer corporal), que se pierde en las
vanidades del mundo, sino por el amor espiritual u ordenado, que se manifiesta
como amor al conocimiento, o como amor al prójimo (caridad):
ambos buscan elevarse hasta la verdad única inmutable y eterna.
El proceso del conocimiento,
orientado por el amor, consta de dos fases:
1ª) Del mundo exterior al interior del alma:
Nuestro conocimiento parte del conocimiento sensible, que por su variabilidad
es falso, y no garantiza ninguna certeza, desembocando en el escepticismo,
a no ser que se logre encontrar alguna verdad indubitable. Anticipándose a
Descartes, San Agustín considera que esa verdad radica en la certeza interior,
que proporciona el autoconocimiento: si el sujeto se engaña al razonar, es evidente que piensa; y
si piensa, sin duda existe (si enimfallor, sum). Por consiguiente, es en
el interior del hombre donde habita la verdad (in interiore homine habitat
veritas).
2ª) Seguidamente, una vez situado en el interior del
alma, el hombre ha de emprender un camino de ascensión espiritual, que
recorre dos grados del conocimiento: el conocimiento discursivo o ciencia
(la razón inferior), y el conocimiento intuitivo de las verdades eternas
(ideas platónicas), o razón superior, que el hombre no puede alcanzar por
sí solo, sin apoyarse en una acción ejercida directamente por Dios (la razón
eterna) sobre su mente: la iluminación intelectual. Igual que el ojo
necesita de la luz para ver, la mente humana requiere de la luz divina para
conocer la verdad. Mediante dicha iluminación, la razón infinita de Dios
potencia y dirige la razón finita del hombre, para que conozca las verdades
eternas, situándose así en el umbral del conocimiento de la divinidad, sin
permitirle, no obstante, penetrar por completo en el misterio divino.
3) La importancia del yo.
René Descartes.
El problema más importante que se planteó el
filósofo francés René Descartes en su obra Discurso del método (1637)
fue el siguiente: ¿es posible llegar a conocer algo absolutamente verdadero,
que no pueda ser puesto jamás en duda?
Descartes cree que, si se quiere encontrar alguna
verdad completamente segura e indudable, hay que aplicar un método riguroso,
que consta de cuatro reglas, inspiradas en el método que utilizan las
matemáticas
1ª) Regla de la evidencia, que exige rechazar
cualquier idea que no sea clara (es decir, indudable) y distinta (imposible de
confundir con ninguna otra
2ª) Regla del análisis, que consiste en
reducir lo complejo a sus componentes más simples.
3ª) Regla de la síntesis, por la cual,
partiendo de los elementos simples, se construyen argumentos o deducciones más
complejas.
4ª) Regla de las enumeraciones sucesivas: se
revisan todos los pasos dados, para comprobar que no se han cometido errores en
el razonamiento.
Seguidamente, para averiguar si existe una primera
verdad absolutamente cierta, sobre la que elevar el edificio del conocimiento,
Descartes aplica lo que él llama la duda metódica, que consiste en
cuestionar todos nuestros conocimientos, a fin de hallar alguno que sea seguro
e indubitable. La duda metódica tiene cuatro niveles:
1) Primer nivel de la duda: Desconfianza del
conocimiento aportado por los sentidos: Como estos nos engañan muchas
veces, suscitando ideas oscuras y confusas, podrían quizás engañarnos siempre
(ejemplos del tamaño del Sol, o del palo aparentemente quebrado en el agua).
2) Segundo nivel de la duda: Confusión entre el
sueño y la vigilia: Los sueños no se distinguen a veces de la realidad, de
manera que toda la realidad muy bien pudiera ser ilusoria (La existencia del
mundo exterior es, por consiguiente, dudosa, y hay que demostrarla).
3) Tercer nivel de la duda: Hipótesis del “Dios
engañador”: Los razonamientos matemáticos siguen teniendo validez, incluso
en sueños, pero quizás Dios nos ha creado de tal manera que nos engañemos
siempre, incluso en los razonamientos más evidentes.
4) Cuarto nivel de la duda: Hipótesis del “genio
maligno”: Aun suponiendo que Dios no puede engañarnos, porque es bondadoso,
podría existir un espíritu malvado que se divirtiese haciéndonos errar cada vez
que razonamos.
Sin embargo, aunque la duda parece haber eliminado
todos nuestros conocimientos, incluidos los matemáticos, en el acto mismo de
dudar aparece algo que resiste cualquier duda: si el sujeto duda, es que
piensa, y si piensa, es que existe. “Pienso, luego existo” (“Cogito, ergo
sum”) es la primera verdad absolutamente indubitable, que podemos conocer
con absoluta claridad y distinción, cumpliendo así las reglas fundamentales del
método.
Descartes examina el yo, y lo define
como una sustancia pensante (res cogitans). Esto hace que la idea de yo pensante (el alma) se diferencie
completamente de la idea que tenemos del cuerpo. Por eso, la
antropología que propone Descartes es dualista, ya que distingue en el
hombre entre el alma (inmortal,
porque siendo pensante es simple, indivisible, y no puede cambiar, ni perecer)
y el cuerpo (una máquina compleja,
construida por Dios, que se caracteriza por su extensión). Ambas partes del
hombre son independientes, y no necesitan la una de la otra para existir.
La separación que establece
Descartes entre estos dos aspectos del ser humano plantea el problema de la comunicación entre las
sustancias: el alma y el cuerpo,
la mente y la materia, que este filósofo resuelve a través de la glándula
pineal, situada a la base del cerebro, la cual pone en contacto ambas
sustancias a través de los denominados “espíritus animales” (unos corpúsculos
materiales ínfimos que, circulando por el interior de los nervios y el cerebro,
comunican éste con los músculos).
4) La interpretación materialista y mecanicista del
ser humano desde el s. XVIII.
En la época moderna, el filósofo J. O. de La Mettrie (1709-1751), en su
famoso libro El hombre máquina (1748), negó la separación que Descartes había establecido entre alma y
cuerpo y redujo el pensamiento a un producto del cerebro. La Mettrie negó,
pues, la existencia del alma, y redujo el cuerpo a una simple máquina
muy compleja, capaz de pensar.
5) La voluntad como rasgo específico del ser humano: Immanuel Kant y la voluntad racional.
En su libro Crítica
de la razón práctica (1788), el filósofo alemán Immanuel Kant se opuso al
materialismo mecanicista de La Mettrie, y sostuvo que la voluntad raciona es un
rasgo específicamente humano, que no se puede reducir al funcionamiento del
cerebro, porque la libertad no es un principio material.
Kant
inicia su reflexión sobre la libertad humana desde la ética: constata que el patrón
de medida para la valoración de una acción es únicamente la buena voluntad:
nada puede considerarse bueno sin restricciones, a no ser una buena voluntad,
pues el valor de una acción no se mide por el logro de la finalidad perseguida,
ya que las acciones están sometidas a contingencias empíricas.
Una buena voluntad es aquella que actúa por deber, y no sólo
conforme al deber. Kant denomina legalidad a ese mero actuar
"conforme al deber", que conduce a una acción carente de valor moral;
la moralidad, por el contrario, presupone actuar "por" deber, ya que
el deber constriñe los deseos e intereses del ser humano, obligándole a
respetar las leyes morales que surgen de la razón.
Ahora bien, ¿cuáles son las condiciones que hacen posible el deber?
Según Kant, nuestra idea del deber se inspira en una ley moral que, por
proceder de la razón, es a priori y posee validez absoluta. Esa ley es
el denominado imperativo categórico, que se formula así:
"Obra sólo según una máxima de conducta
tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne ley universal.”
El imperativo categórico posee una validez incondicionada, ya que no
procede de la experiencia, sino de la razón del sujeto, y le indica qué debe
hacer, con total independencia de cuáles puedan ser las circunstancias
empíricas en las que se encuentre, o cuáles sean sus sentimientos e intereses
personales. Por eso, la idea del deber y el imperativo categórico de la razón
prueban la autonomía y la libertad del hombre: Si el hombre, mediante su
razón, se da una ley de comportamiento, esto significa que el sujeto es libre y
que no depende sólo del cuerpo. Dicho de otra manera, la existencia de la
ley moral postula o exige la libertad del sujeto.
5)
José Ortega y Gasset y el hombre como proyecto.
El filósofo español
José Ortega y Gasset sostiene que el hombre no es sólo alma, ni cuerpo, ni una
unión de ambas cosas, sino que la realidad radical –es decir, la
realidad que se encuentra la raíz de todas las demás- es la vida humana, la vida
concreta de cada hombre particular, que siempre se desenvuelve en una circunstancia
concreta, con la que el sujeto ha de enfrentarse.
La vida humana,
además siempre se da como “perspectiva". La perspectiva
de cada individuo es siempre única e intransferible (es "mi" perspectiva),
y por eso no puede nunca considerarse absoluta, ya que no representa sino un
punto de vista más, entre otros muchos posibles.
Como la realidad se
descompone en infinidad de facetas diferentes, conocer la verdad requiere
reunir el mayor número de perspectivas sobre la realidad, completándolas
mutuamente. El conocimiento “más verdadero”, según Ortega, será aquel que logre
aunar el mayor y mejor número de perspectivas sobre la realidad que nos rodea.
Esto implica que nunca podemos dar por concluido, ni considerar irrevocable, un
conocimiento, pues siempre quedarán nuevas perspectivas y nuevos puntos de
vista que sumar a los disponibles.
En
¿Qué es filosofia? (curso impartido entre 1928-29), Ortega utiliza una
serie de conceptos nuevos: las "categorías de la vida", para
describir con mayor precisión la vida humana en su exclusiva peculiaridad:
1)
Vivir es, ante todo, encontrarse en el mundo, viviendo sin justificación
previa. El hombre aparece de repente situado ante la vida, y se ve obligado a
enfrentase a ella. Es lo que describe Ortega diciendo que la vida es
“naufragio”.
2)
Pero nos encontramos en el mundo no de una forma vaga, sino concreta, pues
siempre estamos ocupados en algo, "Yo consisto en ocuparme con lo que hay
en el mundo, y el mundo consiste en todo aquello de que me ocupo y en nada
más." Vivir es convivir con una circunstancia y afanarse en ella. La vida
es, por tanto, quehacer, una tarea que se nos impone.
3)
La vida, en tanto quehacer, nunca está prefijada, sino que es imprevista. Es,
por tanto, posibilidad y problema. Y por ello, también, la vida es dramática,
algo que el hombre ha de resolver a cada momento, quiéralo o no.
4)
La vida es, asimismo, anticipación y proyecto: el hombre ha de proyectar
en su imaginación qué va a hacer con su vida y cómo va a vivirla; porque la
vida no es algo que le venga dado, sino algo que él ha de definir, eligiendo
cómo actuar en cada momento, a fin de otorgarse un ser determinado.
5) La vida supone, por tanto, libertad de
elegir, dentro de la circunstancia que nos ha sido dada. Así, lo que el hombre
vaya siendo depende, en primer lugar sólo de él. No puede permitir que nadie
elija o escoja por él: tiene que empeñarse personalmente en la construcción de
sí mismo, sin poder encomendarle a nadie que le substituya. Es lo que Ortega
llama vocación, que como tal es intransferible.
6)
La última categoría vital es su temporalidad: La vida y la perspectiva
que la caracterizan no son estáticas, sino que se despliegan en el tiempo, de
manera que toda vida tiene un carácter histórico, es historia. “El
hombre –dice Ortega- no tiene naturaleza, sino que tiene historia”. Dentro de
la historia, van cambiando tanto el yo como la circunstancia que le rodea, así
como las perspectivas que el yo va adoptando frente a ella.
* * *
BLOQUE
3.- SOCIALIZACIÓN
Tema 1.- Cultura y
civilización
1)
El hombre, "animal cultural".
2)
Cultura y civilización.
3)
Teorías antropológicas sobre la diversidad cultural.
4)
El multiculturalismo.
5)
Actitudes ante la diversidad cultural.
Tema 2.- La dimensión
social del ser humano
1)
Relaciones sociales y relaciones interpersonales. El sistema social.
2) Individuo
y sociedad. Rol y status
3)
El proceso de socialización.
4)
Orden y cambio social.
5)
Agentes del cambio social.
6)
Principales teorías sobre el origen de la sociedad y del Estado.
a)
Teoría del pacto social de Hobbes.
b)
Teoría del pacto social de Locke.
c)
Teoría del pacto social de Rousseau.
* *
*
TEMA
1.- Cultura y civilización
1.- El hombre, "animal cultural"
Aunque en el hombre se dan comportamientos instintivos (por ejemplo, el
comportamiento parental, o sexual), éstos carecen de la rigidez animal, al
estar muy moldeados por la cultura y el aprendizaje. El comportamiento humano
es corregible, mejorable y puede ser reorientado hacia finalidades no
biológicas, sino culturales o sociales. “Comer” es un instinto; pero “comer un
alimento preparado de cierta manera” es un acto cultural o social. La cultura,
más que la naturaleza, es, por tanto, lo que constituye primariamente al
hombre, al que puede definirse como el “animal cultural” por excelencia.
2.- Cultura y civilización
La definición tradicional de "cultura" la dio el antropólogo
británico Edward B. Tylor (1832-1917) en su libro La cultura primitiva
(1871): "Cultura es el complejo de conocimientos, creencias, arte, moral,
derecho, costumbres y cualesquiera otras aptitudes y hábitos que el hombre
adquiere como miembro de un grupo humano."
La antropología cultural es la ciencia cuyo objeto de estudio es
la cultura. Los antropólogos distinguen entre la cultura material, que
está constituida por productos materiales y artefactos creados por un grupo
humano, y la cultura mental, de la que forman parte las creencias
sociales, valores y normas que rigen la vida de dicho grupo
La cultura es un modo supraorgánico de
adaptación, pues le permite al ser humano adaptarse de
forma más versátil y eficaz al medio que la mera adaptación biológica, al
tiempo que satisface sus necesidades, tanto psicológicas como materiales. En
este sentido, la cultura moldea a los seres humanos, siendo el principal factor
de “humanización”.
Hay que diferenciar entre “cultura” y “civilización”. Se
entiende por "civilización" un conjunto de rasgos generales, que
caracterizan a un conjunto de culturas que guardan una relación entre sí.
”Cultura” tiene un sentido más parcial y civilización más global. Una civilización
es la agrupación cultural más abarcadora, el nivel de identidad cultural más
amplio que puede distinguir a un ser humano de otro (por ejemplo: la
civilización occidental, la civilización islámica…).
3.- Teorías antropológicas sobre la diversidad
cultural
La antropología cultural estudia las diferencias entre las culturas, procurando no hacer valoraciones, porque su objetivo es describir fielmente los diversos modos de vida. Entre las teorías antropológicas que pretenden explicar la diversidad cultural destacan las dos siguientes:
a) El funcionalismo.Sus representante más destacado es B. Malinowski (1884-1942), con su obra Una teoría científica de la cultura (póstuma, 1944). Cada cultura supone un “círculo de funciones”. Los objetos de dicha cultura tienen significado para el grupo, por cumplir funciones diferentes, de manera que, para comprender una cultura, hay que conocer la función que desempeñan los objetos que ha creado dentro de ella. Para esta corriente, la cultura se construye en función de las necesidades biológicas y psicológicas de un grupo humano; por ello, explica la diversidad cultural como diferentes formas de respuesta a dichas necesidades.
b) El materialismo cultural. Defendido con fuerza por Marvin
Harris (Vacas, cerdos, guerras y brujas, 1974; Caníbales y reyes,
1977; El materialismo cultural, 1979), considera que los factores
demográficos, tecnológicos, económicos y ambientales explican la diversidad
cultural. La evolución de cada cultura está totalmente determinada por esos
elementos materiales.
4.- El multiculturalismo
Se
denomina multiculturalismo al hecho
de que en un determinado espacio social hayan de convivir personas
identificadas con diversas culturas. Este es el ejemplo claro de ciudades como
Nueva York, Londres, París o Hong Kong, pero también de países enteros como
EE.UU o Alemania.
El
multiculturalismo es un fenómeno antiguo. Se dio en el Helenismo (Alejandría) o
en Roma. También en España durante la Edad Media convivieron en ciudades como
Toledo las culturas cristiana judía y árabe. En el siglo XVI, con el descubrimiento
de América y los choques culturales que ocasionó, algunos intelectuales
españoles, como Fray Bartolomé de las Casas (1474-1566), trataron de valorar y
comprender las culturas indígenas.
Hay
dos modelos de multiculturalismo, según el filósofo Will Kymlicka: el multinacionalismo: modelo propio de
estados en los que conviven distintas nacionalidades, como, p. ej. la antigua
Yugoslavia (las minoritarias puede exigir bien que les reconozcan derechos de
autonomía, o bien constituirse en un Estado distinto); y la polietnicidad: estados que son resultado
de la inmigración, lo que da lugar a la formación de distintos grupos étnicos
(p. ej. EE.UU). Aquí se exigen leyes que integren a los grupos y respeten las
diferencias culturales.
5.- Actitudes
ante la diversidad cultural.
Ante
culturas distintas de la propia cabe adoptar diferentes actitudes: el
etnocentrismo, el relativismo cultural y el interculturalismo.
1) El etnocentrismo analiza otras culturas
desde la propia, convirtiéndola en la medida para valorar y jerarquizar las
restantes. Del etnocentrismo se siguen dos consecuencias: en primer lugar la
falta de comprensión hacia otras culturas; en segundo lugar la radicalización
del sentimiento de cohesión con el propio grupo, que hace a sus miembros
sentirse superiores a los demás, con lo cual adoptan con respecto a ellos o
bien una actitud paternalista o bien una actitud impositiva.
El
etnocentrista puede adoptar distintas actitudes cuando trata de preservar
intactos los rasgos de su cultura: la xenofobia u odio hacia los extranjeros;
el racismo, que consiste en el rechazo violento de ciertos grupos étnicos; o el
chauvinismo (del fr. chauvin
patriotero), o patriotismo fanático.
2) El relativismo cultural propone analizar
las diferentes culturas desde sus propios valores y no desde los de una cultura
ajena, y recomienda mostrarse tolerante con las diferentes expresiones
culturales.
Esta
actitud, que tiene una dimensión positiva, cuenta con grandes limitaciones: no
promociona el diálogo entre las culturas, sino que aboga por que cada una quede
encerrada en sus valores; fomenta además, el racismo, porque aunque propone
respetar todas las culturas, algunos opinan que la mejor manera de preservarlas
es no mezclarlas, es decir, que cada cual se quede en su país y viva según su
cultura. Aboga por la separación entre culturas, que se toleran, pero no tienen
interés en establecer contactos. Por último cae en la parálisis cultural,
provocada por la defensa de una visión estática de las culturas.
3) El interculturalismo parte del respeto a
otras culturas, pero supera las carencias del relativismo cultural, al
propugnar el encuentro y el diálogo entre las diferentes culturas en pie de
igualdad. Propone aprender a convivir en un mundo pluralista y defender a la
humanidad en su conjunto.
* * *
TEMA
2.- La dimensión social del ser humano
1.- Relaciones
sociales y relaciones interpersonales: El sistema social
Pasaremos ahora a estudiar la acción social del ser humano. Este
concepto fue introducido por el sociólogo alemán Max Weber (1864-1920). Según
Max Weber, la acción social es aquella acción humana que realizamos en común
con otros seres humanos. En realidad, no existe nunca una acción social aislada,
sino que nuestro mundo cotidiano está constituido por una red de acciones
sociales. Esa red o sistema de de acciones sociales es lo que
denominamos “sociedad”. Sin ella, resulta imposible entender al ser humano,
pues, como señala K. Marx (1818-1883), la esencia humana no es sino el conjunto
de relaciones sociales que el ser humano mantiene con los restantes seres
humanos a lo largo de la historia.
La sociedad es, pues, un sistema de relaciones. Ahora bien, ¿qué tipo de sistema?
A) En el siglo XVII, al dominar el mecanicismo en Física, el filósofo
británico Thomas Hobbes (1588-1679), en su libro Leviatán (1651),
mantuvo el mecanicismo social, es decir, concibió la sociedad como una máquina, cuyas piezas serían los
individuos particulares que la componen. Es lo que se denomina desde entonces
la “máquina del Estado”.
B) Más tarde, Auguste Comte (1798-1857) -fundador de la Sociología como
ciencia- y Herbert Spencer (1820-1903) mantuvieron el organicismo social,
es decir, interpretaron la sociedad como si fuese un organismo vivo,
cuyas partes (individuos, instituciones, etc.) cooperan para el equilibrio y
mantenimiento del todo.
Spencer era evolucionista, y consideraba que, al igual que los organismos
evolucionan desde los más simples a los más complejos, también las sociedades
evolucionan desde las más simples a las más complejas. Sus teorías dieron lugar
al denominado darwinismo social (W. G. Summer, + 1910; L. F. Ward, +
1913), quienes consideraron que la evolución de las sociedades se produce por
medio de la lucha por la vida entre los individuos y las sociedades, lucha que
determina la supervivencia de los más aptos.
C) Hoy en día, ambos modelos, el mecanicista y el orgánico, no se aceptan
como válidos, porque reducen al individuo a ser una parte del todo social que
lo anula, y se adopta para interpretar la estructura de la sociedad otro
modelo: el modelo cibernético, ofrecido por la Teoría General de
Sistemas. Este modelo fue formulado por Norbert Wiener en Cibernética y
sociedad (1954) y W. Buckley en La sociología y la teoría moderna de
sistemas (1967). Según esta teoría, la sociedad es un sistema abierto,
complejo, alterable, en el que las interrelaciones entre los miembros
individuales del sistema son, sobre todo, de transmisión fluida y libre de
energía e información. La sociedad es un sistema autorregulado e
interactivo, es decir, un sistema que posee retroalimentación (feed-back),
puesto que es capaz de recibir información del medio entorno y responder adaptativamente
al mismo.
2.- Individuo
y sociedad: rol y status
El elemento fundamental de la
sociedad es, evidentemente el individuo concreto. En Sociología se le denomina "Homo
sociologicus", porque se considera que el individuo humano se define,
no tanto por su aspecto físico o psicológico, como por su aspecto sociológico.
Para la Sociología, cada individuo es un actor social, y la posición que
ocupa cada actor social en el “espacio social” viene determinada por dos
parámetros: su rol, es decir, por el papel (o papeles) que desempeña en
la sociedad; y por su status (es decir, por la categoría social que
corresponde al/los papel/es que desempeña). Así, todos podemos ser definidos
por nuestro rol y status sociales, que indican qué posición social
tenemos dentro del complejo entramado de la sociedad.
Unas posiciones sociales son simplemente adscritas, es decir,
adjudicadas o asumidas sin esfuerzo alguno (por ejemplo: hombre o mujer; niño,
joven...); otras son adquiridas por medio de elección, esfuerzo y, en
ocasiones, competencia con otros (por ejemplo: un puesto de funcionario,
adquirido por oposición).
Los roles sociales están, normalmente, institucionalizados: los papeles
están fijados y estereotipados, y tenemos que interpretar bien el/los papel/es
que nos corresponde ejecutar. Si alguien no cumple su rol, se verá marginado o
sancionado por la sociedad. A veces surgen, también conflictos interrólicos,
cuando un sujeto se ve obligado a realizar roles sociales incompatibles entre
sí.
Los roles no nos determinan por completo; podemos distanciarnos del rol,
pues éste nos deja siempre cierto margen de elección, y cada cual puede
imprimirle su propio estilo personal. En cualquier caso, la
institucionalización de los roles tiene sus ventajas porque no necesitamos
inventar a cada paso nuestra conducta, sino que nos permiten saber a qué
atenernos respecto a nosotros mismos y respecto a los demás, de manera que las
responsabilidades sociales están suficientemente definidas. En efecto, cuando entramos
en una tienda, visitamos al médico, asistimos a clase, sabemos con bastante
exactitud cómo se van a comportar los demás y cómo debemos actuar nosotros
mismos. Esto nos da seguridad y tranquilidad, pero también nos da derecho a
reclamar cuando los otros no se comportan de acuerdo con el rol que están
encargados de interpretar.
3.- El
proceso de socialización
Se denomina "socialización" al proceso por el que los
individuos aprenden e interiorizan los roles, valores y normas de la sociedad
en que viven.
Mediante la socialización se produce la adaptación del individuo a la
sociedad. Esta adaptación afecta incluso al nivel biológico y psicomotor del
sujeto: las necesidades fisiológicas, los gustos, los gestos, las actitudes
corporales… están socializadas.
En realidad, la socialización es un proceso que dura toda la vida. Sin
embargo, la socialización fundamental se realiza durante la niñez (socialización
primaria); el resto de las etapas de la socialización se denominan socialización
secundaria. Los “agentes de socialización” activos durante la
socialización primaria son la familia, los grupos de amigos, mediante el juego,
y la escuela. La socialización secundaria dura el resto de la vida, incluyendo
todo tipo de aprendizajes (Instituto, Universidad, grupos de amigos,
sindicatos...), siendo en ella muy importante actualmente los medios de
comunicación de masas.
Gracias al proceso de socialización, se produce lo que P. Berger y Th.
Luckmann denominaron en 1967 la construcción social de la realidad: La
sociedad es un producto, una creación del hombre; pero, al mismo tiempo, todo
el mundo social es "internalizado" por cada ser humano a través de la
socialización, por lo que la sociedad "hace" al ser humano; el yo de
cada sujeto es, en definitiva, un "producto social".
4.- Orden
y cambio social
La sociedad es un sistema; ahora bien, para que funcione, un sistema
necesita cierto orden interno. ¿Cómo se mantiene el orden dentro del sistema
social? El sociólogo Talcott Parsons (+1979) ha tratado de responder a esta
pregunta con su teoría del funcionalismo estructural. Según Parsons, el
orden social se mantiene porque la sociedad es un sistema en equilibrio
estable. La estabilidad de la sociedad se debe al carácter funcional de las
estructuras sociales: A cada necesidad de la sociedad le corresponde una
estructura que la satisface, y estas estructuras bastan para producir el orden.
Parsons distingue, básicamente, cuatro estructuras en el sistema social:
la estructura económica, que tiene la función de satisfacer las
necesidades de los individuos; la estructura política, que tiene la
función de fijar los objetivos comunitarios; la estructura jurídica, que
cumple la función de fijar las normas de comportamiento social; y, finalmente,
las estructuras educativas, que cumplen la función de transmitir a las
nuevas generaciones los valores de la sociedad.
El funcionalismo estructural de Parsons ha sido muy criticado, porque es
incapaz de analizar los procesos de cambio social, o los conflictos sociales.
Ofrece una visión demasiado estática de la sociedad; sin embargo, parece claro
que el sistema social es un sistema dinámico, un sistema que cambia
constantemente.
¿Cómo cambia el sistema social? Una de las teorías más difundidas del
cambio social es la formulada por K. Marx (1818-1883) y F. Engels (1820-1895).
Señalan que la sociedad es un sistema dialéctico, es decir, un sistema
en el que las transformaciones se producen a través de conflictos.
La sociología marxista acentúa la importancia de la base económica del
sistema social. Ello es debido a que Marx no separa la sociedad de la
naturaleza: el trabajo por transformar y humanizar la naturaleza es la
dimensión social fundamental. Asimismo, la sociología marxista es una sociología
del conflicto, puesto que, como hemos dicho, en ella el conflicto es el
aspecto esencial de la sociedad y lo que explica el cambio social.
El sistema social se compone de dos subsistemas que Marx llama
"infraestructura" (o "base" económica) y
"superestructura" ("ideología"). Entre ambas existe una relación
dialéctica, es decir, una relación de mutua influencia, o de determinación
recíproca en la que, no obstante, el factor económico es, en última instancia,
el más importante.
La infraestructura básica de la sociedad es económica, y está
constituida por: 1) Las fuerzas productivas (medios de producción y
fuerza de trabajo), y 2) las relaciones de producción, determinadas por
la posesión de las fuerzas productivas (por ejemplo, bajo el capitalismo, la
relación burguesía-proletariado depende de que aquélla posee los medios de
producción y éste únicamente la fuerza productiva). La infraestructura
económica implica la división de la sociedad en diferentes clases sociales,
unas dominantes y otras dominadas
La superestructura está integrada por las "formas de
conciencia", o ideología, vigente en una sociedad, es decir, el conjunto
de imágenes, ideas, símbolos, valores, etc., mediante el cual la sociedad toma
conciencia y legitima la realidad social. Marx y Engels sostienen que la
ideología predominante en cada momento corresponde a la ideología de la clase
que domina económica y socialmente a las otras.
El cambio social se explica por el desarrollo de las "fuerzas
productivas" (desarrollo de la maquinaria, cambios en los procesos de
trabajo, nuevas fuentes de energía, formación profesional, etc.). Este
desarrollo determina la necesidad de un cambio en las relaciones de producción,
el cual suele desembocar en conflictos sociales que, si se acentúan, pueden
conducir a una revolución. Ésta determina un cambio en las clases
dominantes en la sociedad, y, por consiguiente, un cambio en la ideología
social.
Otras teorías del cambio social son las siguientes:
a) La teoría geográfica, formulada por el geógrafo alemán F.
Ratzel (1844-1904), según la cual los cambios sociales vienen determinados por
los cambios en las condiciones naturales del hábitat de esa sociedad;
b) La teoría belicista, formulada por el historiador y político
alemán H. Delbrück (1848-1929), según la cual son las acciones bélicas las que
constituyen el motor de los cambios sociales; y, finalmente,
c) La teoría tecnológica, formulada por el sociólogo americano W.
F. Ogburn (1886-1959), que mantiene que las innovaciones tecnológicas
constituyen el factor principal de los cambios sociales.
5.- Agentes del cambio social
Por último, ¿cuáles son los principales agentes del cambio social?;
dicho de otro modo ¿quiénes son los responsables de que la sociedad cambie?
Para los sociólogos marxistas, los cambios sociales se deben a las masas,
que, según ellos, son las “protagonistas de la historia”; otros sociólogos
consideran que en el cambio social son decisivos también otros agentes, como:
1. Las elites, es decir, aquellas personas de mayor prestigio que
dirigen los asuntos sociales, políticos, económicos, culturales, etc. Habría
elites tradicionales (monarquías, aristocracias...); elites tecnocráticas
(ejecutivos, alta dirección de empresas), elites políticas (líderes de los
grandes partidos), elites sindicales, deportivas, artísticas, religiosas,
científicas, etc.
2. Los grupos de presión, cuyo objetivo es influir sobre las
personas y los órganos directivos de la sociedad en un sentido favorable a sus
intereses, sin pretender conquistar directamente el poder; habría, así, grupos
destinados a defender intereses materiales de diversos sectores: lobbies,
sindicatos, grupos periodísticos, grupos de intereses espirituales o morales
(organizaciones religiosas, iglesias…); organizaciones con intereses políticos
y financieros (organizaciones pacifistas, el Club Biderberg…)
3. Finalmente, hay que citar a los partidos políticos, que son
organizaciones establecidas con miras a conquistar y controlar el poder del
Estado, con el objetivo de llevar a cabo un determinado programa organizativo
de la sociedad, elaborando propuestas económicas, políticas y sociales.
6.- Las principales
teorías sobre el origen de la sociedad y el Estado (Hobbes, Locke y Rousseau)
En la Edad Moderna,
junto con el tema de la racionalidad -de Descartes a Hegel- se plantearon
también las cuestiones de la legitimidad
política y del origen del Estado. Estas cuestiones dieron lugar al surgimiento
de las teorías filosóficas del pacto social y a una reflexión en torno a las
relaciones entre libertad y autoridad.
Las
principales teorías del origen del Estado mediante un contrato social
formuladas durante la Edad Moderna son las de Hobbes, Locke y Rousseau.
a) La teoría del pacto social en
Thomas Hobbes (1588-1679).
El filósofo británico
Th. Hobbes, mantuvo contactos con Descartes y Galileo, exponiendo su teoría del
pacto social en su obra más conocida: Leviátan (1651); en ella se aborda
seriamente por vez primera el tema de la sociedad y del origen del Estado.
Llevado por el paradigma mecanicista propio del siglo XVII, Hobbes considera
que el Estado es algo artificial, una gran máquina social construida por el
hombre. Y, como toda máquina, en el Estado hay que considerar diversas partes:
la materia de la que está hecho: los seres humanos; la forma: el pacto social;
y, finalmente el resorte que pone en movimiento el Estado: el poder.
Hobbes
considera que, antes de la constitución del Estado, los hombres viven en un
hipotético "estado de
naturaleza". Hobbes rechaza la idea tradicional de que el hombre sea
por naturaleza un ser sociable; más bien, en el estado de naturaleza los
hombres son iguales y muestran una clara insociabilidad; al gozar del mismo
derecho natural, es decir, de la libertad de usar su propio poder como quieran
para preservar la propia naturaleza, sin limitación alguna, cada uno actúa de
manera egoísta, buscando tenerlo todo y persiguiendo su propio provecho en
perjuicio del otro. Así, movidos por el afán de competición y la gloria, en el
estado de naturaleza el hombre es un lobo para el hombre (homo homini lupus) y se vive en permanente situación de guerra de
todos contra todos (bellumomnium contra
omnes). En consecuencia, no hay ni seguridad, ni industria, ni justicia, ya
que no hay ley.
Esta
guerra podría durar eternamente. En ella la vida es solitaria, miserable y
corta, porque nadie puede esperar mantenerse vivo durante mucho tiempo. Por eso
el ser humano, conducido por su razón, comprende que debe salir de dicha
situación y seguir la ley de la naturaleza que le inducen a buscar la paz, si
quiere sobrevivir. Pero Hobbes señala que esa ley de la naturaleza no basta
para garantizar la paz, por lo que los hombres deciden renunciar a sus derechos
particulares y conferir todo el poder y la fuerza a un hombre o a una asamblea
de hombres que pueda reducir todas las voluntades a una sola voluntad. Se
establece así el contrato social que da origen al Estado; éste, a partir de su
surgimiento, monopoliza el derecho a la violencia. El titular del mismo puede
ser una persona (monarca) o una asamblea, pero, en cualquier caso, Hobbes
considera que su poder es ilimitado, inalienable e indivisible. Hobbes compara
el Estado con el monstruo “Leviatán” de la Biblia,
en tanto que simboliza un gran e insuperable poder, al que deben los hombres la
paz y la protección.
Con
esta teoría, Hobbes substituye la doctrina medieval del origen divino del poder
por una fundamentación racional; pero la teoría de Hobbes constituye una
justificación de la política absolutista,
propia de las monarquías del siglo XVII: niega la división de los poderes
(legislativo, ejecutivo y judicial, que deben reunirse bajo una misma persona),
y, además, la cesión de derechos por parte del pueblo en el soberano es
irrevocable. Por ello, en ningún caso se le podrá retirar el poder que se le ha
conferido, si no se quiere caer de nuevo en el caos del estado de naturaleza.
b) La teoría del pacto social en
John Locke (1632-1704)
John
Locke formuló su teoría política en los dos tratados titulados Sobre el gobierno
civil, publicados en 1690. Si Hobbes fue el gran teórico del absolutismo
monárquico, Locke será el gran teórico del liberalismo político.
En
el primer tratado se ocupa de refutar la obra De Patriarca de Robert
Filmer (1604-1647), en la que éste defendía la idea de que la libertad es
ilimitada. Frente a Filmer, Locke defiende que la libertad tiene límites
prescritos por la razón humana: la libertad de la naturaleza debe estar
limitada por la ley natural, si no se quiere caer en el libertinaje. Asimismo,
el derecho del ser humano está limitado a su persona: implica el derecho a la
vida, a la integridad corporal, a la libertad y a la propiedad de las cosas que
produzca con su trabajo.
Para
contestar a la cuestión del origen del Estado, Locke utiliza, igual que Hobbes,
la suposición de un estado de naturaleza y la realización de un contrato
social. Según Locke, el estado de naturaleza no se caracteriza por la
violencia, ni por la "guerra de todos contra todos". Es cierto que
existe libertad e igualdad de todos los seres humanos y que cada individuo
tiene un poder ilimitado para disponer sobre sí mismo y su propiedad; pero
también es cierto que los seres humanos, gracias a la razón, están sometidos a
la ley natural, cuya norma suprema es la conservación de la naturaleza y el
respeto al derecho natural de los otros hombres. El derecho natural prohíbe
dañar o aniquilar la vida, la libertad y las posesiones de los otros. Por
tanto, el estado de naturaleza es, por lo general, un estado pacífico.
Sin
embargo, siempre hay individuos que ignoran la ley natural. Dado que en el
estado de naturaleza existe igualdad entre todos, cada uno tiene el derecho de
ser juez y de juzgar y castigar por sí mismo a quien ha roto el estado de paz.
Pero como cada uno sería juez de sus propios asuntos, esto conduciría a un
estado de guerra perpetuo, si no hubiera una instancia superior en cuyas manos
se pusiera na administración de justicia. Así pues, los hombres se agrupan
formando una comunidad, en base a un contrato social, con el fin de obtener la
paz y la autoconservación. Mediante dicho contrato, los miembros de la sociedad
entregan el poder legislativo, el poder judicial y el poder ejecutivo a una
instancia superior. Así surge el Estado, cuya misión es defender el bien común,
establecer y hacer guardar las leyes y garantizar la libertad y los derechos
naturales de los individuos. Su surgimiento se debe a que, como hemos visto,
los hombres aislados no podrían defender la ley natural y por ello delegan ese
poder en el Estado, que está encargado de preservarla.
El
poder del Estado, con todo, no es absoluto, ni arbitrario, ni ilimitado sino
que debe estar sujeto a la ley natural, según la cual hay que respetar los
derechos del individuo: su vida, su libertad y su propiedad, procurando el bien
de todos. Por ello, Locke propone la división
de poderes dentro del Estado, es decir, el poder legislativo debe ser
independiente del ejecutivo y del judicial: sólo así se podrá evitar el peligro
de un poder absoluto, al sancionar la dualidad monarca-Paramento, con la que se
limita el poder del monarca y se protegen los derechos y libertades de los
individuos. Además, Locke señala que si el gobernante viola las leyes, el
pueblo tiene derecho a deponerlo por la fuerza mediante una revolución.
Locke,
por otra parte, defiende un Estado laico,
no confesional, manteniendo una estricta separación de la religión y del
Estado. El Estado deberá garantizar a los ciudadanos el ejercicio de su derecho
a la libre organización del culto religioso, pero deberá cuidar de que ninguna
religión se transforme en poder, capaz de suscitar discordias civiles por
disputas sectarias de carácter religioso. De ahí el ideal de tolerancia religiosa que Locke formuló
en su Carta sobre la tolerancia (1689), de la cual sólo se excluye a los
intolerantes mismos, es decir, a quienes no reconozcan la libertad religiosa a
los demás; en particular a católicos y musulmanes, que al someterse a un poder
ajeno al Estado, constituyen una amenaza para éste. También excluye a los
ateos, de quienes piensa que, al negar a Dios, disuelven los principios que
subyacen a la sociedad civil.
c) La teoría del pacto social en
J. J. Rousseau (1712-1778)
Aunque
colaboró en la Enciclopedia, Rousseau fue el gran disidente de la
Ilustración. Nacido en Ginebra, hizo amistad, al llegar en 1741 a París, con
Diderot y los ilustrados, pero sus ideas chocaron pronto con las de estos:
Rousseau en su Discurso sobre las ciencias y las artes (1750),
consideraba que las ciencias y las artes, es decir, la cultura, la razón y la
sociedad, lejos de hacer progresar al ser humano, como creían los ilustrados,
corrompen su estado natural y sus sentimientos.
A
partir de aquí, el pensamiento social de Rousseau se construye sobre un esquema
lineal: del estado de naturaleza (simplicidad y felicidad) el ser humano pasa
al estado de sociedad (corrupción e injusticias), por lo que se plantea el
proyecto utópico de regresar al primero sin abandonar el segundo (cosa ya
imposible).
En
el estado de naturaleza, el hombre primitivo vivía en aislamiento; no poseía ni
sociabilidad natural ni, como creía Hobbes, vivía en guerra contra los otros.
Es lo que Rousseau denomina "el
buen salvaje", individuo en estado de inocencia natural, ausencia de
moral, bondad innata, igualdad, etc. Al pasar al estado de sociedad, el hombre
alcanza un estado menos feliz, libre y bueno. Las primeras sociedades son más
felices, por su sencillez y simplicidad, que las sociedades desarrolladas. En
estas se pierde la libertad y surgen las desigualdades en el momento en que se
establece el derecho de propiedad y la autoridad para salvaguardarlo. La
sociedad es un engaño: en ella, los débiles son sometidos a los intereses de
los más ricos, surgiendo las diferencias entre ricos y pobres, poderosos y
débiles, amos y esclavos.
Para
Rousseau, es necesario regresar a una sociedad que responda a la naturaleza
perdida. El primer paso es la transformación
del individuo mediante una educación natural y no represiva, como propone
en su novela Emilio (1762); el
segundo paso es la transformación de la
sociedad mediante la idea de un pacto social, que restaure la igualdad
perdida. Esta idea la expone Rousseau en El contrato social (1762),
donde mantiene que es necesario organizar la sociedad de manera que cada
individuo, al asociarse con los demás, se una a todos, pero no obedezca más que
a sí mismo, quedando tan libre como antes. Para lograr este objetivo, Rousseau
propone una nueva forma de contrato social, que no es ni un contrato entre
individuos (Hobbes), ni de los individuos con un gobernante (Locke), sino que es
un pacto de la comunidad con el
individuo, y a la inversa, del individuo con la comunidad. Así cada
asociado se une a todos y no se une a nadie en particular.
Mediante
el contrato social se crea lo que Rousseau denomina la "voluntad general", voluntad que es colectiva,
soberana e inalienable. El gobierno no es sino un ejecutor de la ley que emana
de la voluntad general y puede ser siempre substituido. De este modo, Rousseau
establece la soberanía popular y la libertad individual, ya que, al hacer el
contrato con la comunidad, cada individuo, por así decirlo, contrata consigo
mismo, y al obedecer a las leyes que emanan de la voluntad general, no obedece
más que a sí mismo.
El contrato social inspirará a los revolucionarios franceses de 1789, y a los comunistas del siglo XIX; también inspiró a Thomas Jefferson (+1826), autor de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América.
BLOQUE 4.- PENSAMIENTO
Tema 1.- La Razón y la
racionalidad
1) Diferencia entre opinión
y saber.
2) Razón y sentidos.
3) Razón teórica y razón
práctica.
4) La capacidad de
abstracción y la formación de conceptos.
5) Deducción e inducción.
6) Posibilidades y límites
del conocimiento:
a) Empirismo.
b) Racionalismo.
c) Idealismo crítico
kantiano.
Tema 2.- La Inteligencia
1)
Teorías clásicas sobre la inteligencia.
2)
Teorías actuales sobre la inteligencia:
a)
Teoría del procesamiento de la información.
b)
Teoría de la inteligencia emocional.
c)
Teoría de las inteligencias múltiples.
Tema 3.- Teorías de la
verdad
1) La verdad como
correspondencia.
2) El punto de vista
pragmático.
3) La verdad como
perspectiva.
4) La verdad como consenso.
* * *
Tema 1.- La Razón y la racionalidad
1)
Diferencia entre opinión y saber
La
filosofía no acepta ninguna explicación de la realidad que no esté bien
fundamentada y demostrada lógicamente. En este sentido, los primeros
filósofos griegos distinguieron claramente entre la “simple opinión” (“dóxa”), basada en falsas apariencias, y el “saber” (“epistéme”), que es aquel
conocimiento que no se queda en la simple superficie de los fenómenos, sino que
trata de más allá de las simples “apariencias”, para investigar sus leyes y
causas.
2)
Razón y sentidos
Tenemos
“saber” cuando conocemos el “verdadero ser”, es
decir, la “verdadera realidad” de las cosas. Sin embargo, el proceso del
conocimiento es complejo, porque los seres humanos conocemos el mundo a través
de dos instrumentos: los sentidos y la razón. Sin embargo, cada uno de ellos
nos habla de la realidad de manera diferente: 1) Los sentidos nos hablan de individualidades, de cosas concretas, con
cualidades distintas que cambian continuamente; 2) la razón, por el contrario, abstrae, prescinde del cambio y conoce
conceptos generales abstractos. Pues bien, tanto los sentidos como la razón
plantean diversos problemas, que la filosofía se esfuerza por resolver.
3) Razón teórica y
razón práctica
El
primer problema es el de cuántos tipos de razón hay. Actualmente se acepta la
distinción planteada por el filósofo alemán I. Kant (1724-1804) entre el uso teórico y el uso práctico de la razón
humana. La razón teórica tiene que ver con el conocimiento
científico de la realidad, mientras que la razón práctica es la que
tiene que ver con la acción del hombre, es decir, con la sociedad, la ética y
la política.
3)
Capacidad de abstracción y formación de conceptos
El
segundo problema es el de cómo forma la razón los conceptos abstractos. La teoría de la abstracción intelectual
fueformulada por Aristóteles (384-322 a.C.) y Tomás de Aquino (1225-1274).
Según esta teoría, nuestra mente construye los conceptos abstrayéndolos de la
experiencia, es decir, a partir de la percepción sensible de varios objetos
concretos, la mente conoce el concepto abstracto, prescindiendo de lo que les
diferencia, y extrayendo sus rasgos comunes (por ejemplo: observando varias
figuras geométricas parecidas, abstraemos el concepto "triángulo"; y
al comparar triángulos, círculos, etc. abstraemos el concepto
"figura").
5) Deducción e inducción
El tercer
problema que se plantea es de qué tipos de razonamientos existen. Básicamente
son dos: la deducción y la inducción.
A) La deducción fue investigada por
Aristóteles, quien también la denominó inferencia, argumento deductivo o
silogismo. La deducción es un razonamiento que, partiendo de unos
enunciados, o proposiciones que expresan datos conocidos, llamados premisas,
deriva de ellos una conclusión, es decir, un enunciado o proposición
final, que expresa la nueva información obtenida a partir de las premisas. La
deducción es un razonamiento que procede siempre de algo general a algo menos
general, o particular. Si la deducción es correcta, la conclusión se sigue
necesariamente de las premisas; de manera que es imposible que siendo las
premisas verdaderas la conclusión sea falsa.
Razonamiento
deductivo:
1)
Proposición o enunciado A
2)
Proposición o enunciado B… Premisas
3)
Proposición o enunciado N
//
Proposición o enunciado X Conclusión
Ejemplos:
“Todos
los seres vivos evolucionan de especies anteriores.” 2) “Los hombres son seres
vivos.” // “Por tanto los hombres han evolucionado de especies anteriores.”
“En
todo triángulo, la suma de sus tres ángulos es siempre 180º” (π radianes).” 2)
“La figura ABC es un triángulo.” // “Por tanto, la suma de sus ángulos será
180º (π radianes).”
B) La inducción la empleó por vez primera
Sócrates (+ 399 a.C.), y luego fue ampliada por Aristóteles. Ha sido muy
valorado por los filósofos anglosajones, como Francis Bacon (1561-1626), en su
libro NovumOrganum [Nueva lógica]
(1612) y John Stuart Mill (1806-1873) en su libro A systemofLogic(1843): ambos lo consideraron el método lógico
fundamental, y el método por excelencia de las ciencias naturales. En general,
responde a lo que se suele creer que hacen los científicos: observar hechos, y
a partir de ellos “extraer” leyes universalmente válidas. La inducción es un
método opuesto a la deducción: procede de los casos particulares a lo universal
y de lo conocido a lo desconocido, y consiste básicamente en una generalización
a partir de la experiencia. Tiene las siguientes etapas:
1ª)
Observamos una serie de hechos, o fenómenos particulares, y experimentamos que
todos ellos tienen una determinada propiedad:
1) “El
objeto o individuo A pertenece a la clase X y tiene la propiedad p.”
2) “El
objeto o individuo B pertenece a la clase X y tiene la propiedad p.”
3) “El
objeto o individuo C pertenece a la clase X y tiene la propiedad p.”
4) “Los
objetos o individuos n…, n+1, etc. pertenecen a la clase X y tienen la
propiedad p…”
2ª) A
partir de los casos observados, llevamos a cabo la inducción o generalización
inductiva, y concluimos “Posiblemente, todos los individuos que pertenecen a la
clase X tienen la propiedad p.”
En
la inducción se considera que un hecho constantemente observado, no se puede
explicar por la casualidad, sino por la naturaleza de la cosa observada, o por
una ley física; de manera que se considera que ese fenómeno se repetirá en
todos los seres que posean dicha naturaleza, o en todos los seres en los que
actúa dicha ley física.
6) Posibilidades y límites del conocimiento
En relación con las
posibilidades y límites de nuestro conocimiento, se han formulado las
siguientes teorías:
a) El empirismo fue propuesto por una serie de
filósofos británicos, activos entre los siglos XVII y XVIII, y entre los que
destacan F. Bacon (1561-1626), J. Locke (1632-1704) y D. Hume (1711-1776). Para
los empiristas británicos, la mente humana es una especie de “papel en blanco” (whitepaper),
en la que no hay nada escrito. Así pues, el origen de todo conocimiento y de
nuestros conceptos es la experiencia sensible. Para ellos, además, la
experiencia es también el límite de todo conocimiento. Es decir,
estrictamente sólo podemos conocer aquello que podemos experimentar. Realidades
no empíricas -como el yo o el alma- nos son absolutamente desconocidas. En
definitiva, para el empirismo todo nuestro conocimiento se reduce a
conocimiento empírico: procede de la experiencia y no puede ir más allá de
ella.
c) El racionalismo es la filosofía representada por R. Descartes
(1596-1650), B. Spinoza (1632-1677) y G. W. Leibniz (1646-1716).
d)
c) El idealismo crítico es la teoría propuesta
por Kant (1724-1804) en su famoso libro Crítica de la razón pura (1781).
Su postura trata de conciliar empirismo y racionalismo: Según Kant, todo
nuestro conocimiento comienza con la experiencia, que aporta la
"materia" del conocimiento: las impresiones sensoriales. Hasta aquí,
total acuerdo con el empirismo. Pero la mente aporta, según Kant, la
"forma" del conocimiento, a través de una serie de conceptos
abstractos, las categorías del entendimiento. De modo que Kant concibe
el conocimiento como la unión de una materia, dada por la experiencia, y una
forma conceptual, puesta por la mente. En términos kantianos: la materia del
conocimiento es a posteriori y la forma del conocimiento es a priori.
El apriorismo
kantiano significa, pues, que en nuestro conocimiento del mundo hay algo que no
procede de la experiencia, sino que es "puesto" a priori por
nuestra mente: las estructuras espacio-temporales y ciertos conceptos como
"causa", "efecto", "posibilidad",
"realidad", etc.
Para entender la
teoría del conocimiento kantiana, puede valer la metáfora del ordenador. Para
un empirista, en la pantalla sólo podrían aparecer los "datos" que se
introducen mediante el teclado (el ordenador carecería de programas internos de
procesamiento). Para los racionalistas, todo sería una elaboración de los
programas a partir de ciertas informaciones que el mismo ordenador sería capaz
de producir. Para Kant, los datos mecanografiados son absolutamente necesarios:
son ellos los que aparecerán en la pantalla; pero los programas también son
necesarios para procesar la información. Lo que aparecerá en pantalla será el
resultado del procesamiento de esos datos por los programas.
Por otra parte, según
Kant, el conocimiento humano jamás puede ir más allá de la experiencia, pues
sólo conocemos lo que podemos experimentar. Los conceptos de la mente son
formas vacías, cuya única función es estructurar la experiencia. Por supuesto,
podemos pensar en las grandes cuestiones metafísicas: Dios, el alma, el
mundo,...; pero nada podemos conocer acerca de ellas. Lo más que cabe aquí es
la creencia, no el conocimiento, que sólo se refiere a los fenómenos de la naturaleza.
* * *
Tema 2.- La Inteligencia
1)
Teorías clásicas
sobre la inteligencia.
2) Teorías actuales sobre la inteligencia:
a) Teoría del procesamiento de la información.
b) Teoría de la inteligencia emocional.
c) Teoría de las inteligencias múltiples.
* * *
Tema 2.- LA INTELIGENCIA
1) Teorías clásicas sobre la inteligencia
a)
Se
entiende por “inteligencia” la capacidad para resolver problemas.
b)
En
Grecia, los filósofos Parménides de Elea y Heráclito de Éfeso distinguían ya
entre dos tipos de inteligencia: Nous y Mêtis. El Nous era el intelecto
o mente, la inteligencia abstracta y lógica, mientras que mêtis hacía
referencia a la inteligencia interpersonal, basada en las relaciones con otras
personas.
c)
El
problema de la inteligencia fue retomado a finales del sigo XIX por los
psicólogos. F. Galton (1822-1911) consideraba que la inteligencia es heredada y
que las diferencias de inteligencia no se deben a diferencias ambientales que
pueden actuar sobre el sujeto
d)
Posteriormente,
hubo un debate entre Ch. Spearman (1863-1941) y L. Thurstone (1887-1955). Para
Spearman, existen dos factores de inteligencia: un factor general g, o
inteligencia general, que implica capacidad de relación entre contenidos
abstractos) luego una serie de factores
S, es decir, capacidades intelectuales específicas, aplicadas a diferentes
tareas. En cambio, Thurstone consideraba que la inteligencia no es algo único,
sino que hay siete habilidades intelectuales fundamentales: 1. Comprensión
verbal, 2. Habilidad numérica, 3.Fluidez verbal, 4. Memoria, 5. Rapidez
perceptiva, 6. Visualización espacial, 7. Razonamiento inductivo.
e)
La
teoría de la inteligencia de J. P. Guilford (1958) es más compleja, pues en
ella distingue 120 factores diferentes de inteligencia, que se clasifican en
función de tres parámetros diferentes: operaciones, contenidos y productos.
Guilford también distinguió entre el pensamiento convergente, que
obedece a la combinación de los conceptos mediante leyes establecidas (talento)
y el pensamiento divergente, que es capaz de dar nuevas respuestas o
plantear nuevas soluciones e ideas (genio).
2) Teorías actuales sobre la inteligencia
A)
Teoría del procesamiento de la
información de R. Sternberg (1949):
1)
Según Sternberg, la
inteligencia no solo sirve para conocer el mundo, sino también para orientarnos
en nuestra vida, decidiendo qué comportamiento es el más adecuado, en función
de lo que sabemos del entorno.
2)
Sternberg distingue tres tipos
de inteligencia, interconectados entre sí:
a)
La inteligencia analítica
(componencial), que analiza la información de la que disponemos y nos
permite saber a que atenernos para tomar decisiones.
b)
La inteligencia creativa
(experiencial), que es la capacidad para afrontar tareas nuevas, formular
ideas nuevas y combinar experiencias.
c)
La inteligencia práctica
(contextual), que implica la capacidad del sujeto para adaptarse al
ambiente que e rodea, en función de las dos inteligencias anteriores.
B)
Teoría de la inteligencia
emocional:
Ha sido desarrollada por Daniel Goleman en su libro Inteligencia
emocional (1995). Según Goleman, en el cerebro humano hay dos partes: una,
el neocórtex, que es la sede de la inteligencia abstracta, y el sistema
límbico, que rige las emociones. Ambas funciones son complementarias y
forman parte de la inteligencia del individuo. Los sentimientos y emociones,
así como nuestra capacidad para controlarlos, son también parte de la
inteligencia.
La inteligencia emocional está formada por cinco factores:
1) conciencia de uno mismo (conocerse a uno mismo); 2) Autocontrol emocional
(control del estrés y la ansiedad); 3) Automotivación (saber controlar los
impulsos y demorar la gratificación (superar la ansiedad provocada por las
dificultades vitales); 4) Reconocimiento de las emociones ajenas (empatía); 5)
Control de las relaciones (saber
relacionarlas con habilidades sociales en nuestro trato con los demás).
C)
Teoría de las inteligencias
múltiples de Howard Gardner:
Según Gardner, en su
libro Frames of Mind (1983), en toda persona existen ocho inteligencias
diferentes, pero están más o menos potenciadas, o se han desarrollado más o
menos en una persona, dependiendo de su dotación biológica, su interacción con
el entorno y qué cultura domina en período histórico. Cada inteligencia puede
desarrollarse y fomentarse, o quedarse estacada, si no se cultiva: Son las
siguientes: 1) Inteligencia lingüística; 2) Inteligencia lógico-matemática; 3)
Inteligencia espacial; 4) Inteligencia musical; 5) Inteligencia kinestésica; 6)
Inteligencia intrapersonal; 7) Inteligencia interpersonal; 8) Inteligencia
naturalista.
El CI de una persona
puede mediar una gran capacidad intelectual en algunas inteligencias, pero no
en otras. Y no puede decirse que una persona, por no tener desarrollado un tipo
de inteligencia “no es inteligente”.
Tema 3.- Teorías de la
verdad
Lo
fundamental del conocimiento que deseamos adquirir es que sea verdadero. Pero, ¿qué es la verdad?
Sobre este problema existen en filosofía las siguientes teorías:
1) Teoría de la verdad de la verdad como
correspondencia o adecuación
Es, por
así decirlo, la teoría clásica sobre la verdad, que estuvo vigente en la
Antigüedad y la Edad Media. La mantuvieron Aristóteles (384-322 a. C.) y Tomás
de Aquino (1225-1274). Según esta teoría, hay verdad cuando existe concordancia
entre lo que se dice de algo y lo que ese algo es. La relación entre los
elementos que permiten el acceso a la verdad se interpreta como correspondencia
o adecuación entre lo conocido por el sujeto y el objeto. Pero esa
correspondencia no puede ser material, porque los objetos no entran en nosotros
cuando son conocidos, sino que ha de tratarse de una correspondencia formal
entre la representación o concepto que tenemos del objeto y el objeto mismo.
Durante varios siglos esta teoría estuvo un tanto postergada, hasta que la recuperó, a comienzos del siglo XX, el filósofo austriaco L. Wittgenstein (1889-1951), exponiéndola en su libro Tractatuslogico-philosohicus(1918). Para Wittgenstein, la realidad no está formada por objetos, sino por “hechos”, es decir, una serie de objetos relacionados lógicamente entre sí. Esta concepción de la realidad se conecta con lo que Wittgenstein llama la “teoría pictórica del significado”, según la cual las proposiciones o enunciados lingüísticos tienen sentido, o significado, porque llevan a cabo una pintura o imagen (“Bild”) de la realidad a la que se refieren. Nuestro lenguaje puede describir la realidad porque pensamiento, lenguaje y realidad comparten, según Wittgenstein, la misma forma lógica.
Así, una
proposición será verdadera si las palabras que la componen se corresponden con
los objetos reales a los que se refieren, compartiendo la misma forma lógica,
mientras que una proposición será falsa, si los objetos a los que se refieren
no existen en la realidad, o dicha proposición carece de una estructura lógica
coherente (como dice Wittgenstein: “Nosotros nos hacemos figuras de los hechos
a través del lenguaje. La proposición lingüística es una figura de la realidad.
Para conocer si la figura es verdadera o falsa, debemos compararla con la
realidad.”)
Esto
quiere decir que una proposición científica puede ser verdadera o falsa,
porque, además de tener sentido lógico, alude a un hecho de la realidad con el
que se corresponde.
2) El punto de vista pragmático
El
pragmatismo introduce en su teoría de la verdad la dimensión práctica, al
considerar la utilidad de los enunciados para resolver los problemas vitales.
Su representante más destacado es el filósofo norteamericano William James
(1842-1910), con su libro Pragmatismo (1907). Según James, un enunciado
es verdadero, si funciona como un instrumento útil y eficaz para resolver
problemas y satisfacer necesidades. Una idea se “verifica”, esto es, se hace
verdadera, si la acción va mostrando su utilidad o eficacia. Así, afirma James:
“Se puede decir de ella que es útil porque es verdadera, o que es verdadera
porque es útil. Ambas frases significan exactamente lo mismo”.
3)
La verdad como perspectiva
Esta
teoría de la verdad fue propuesta por G. W. Leibniz (1646-1716), quien mantenía
que cada ser conoce la realidad siempre desde un determinado punto de vista
particular, es decir, desde una determinada perspectiva. Existen, por
tanto, infinidad de perspectivas, o puntos de vista distintos, sobre la
realidad. Ahora bien, Leibniz sostenía que Dios, como ser infinito, conoce la
verdad completa o integral, es decir, conoce la realidad desde todas las
perspectivas posibles.
Para
explicar su teoría de la verdad, Leibniz utiliza varios ejemplos: Así, compara
la relación entre el conocimiento de la verdad que tienen Dios y las criaturas
con la de un sujeto que conoce una ciudad -conocida por sus habitantes desde la
calle donde viven- a través de un plano que le ofrece una visión de conjunto
sobre ella; o la que tiene un compositor, o director de orquesta, de la
totalidad de la pieza musical que ha compuesto o dirige, mientras que cada
músico la conoce solo parcialmente, a través de su “particella”.
En el
siglo XIX, la teoría perspectivista de la verdad fue recuperada por F.
Nietzsche (1844-1900), aunque en el marco del ateísmo. Nietzsche mantiene una
filosofía vitalista, unida a una concepción “extra-moral” de la verdad.
Según Nietzsche, Dios no existe y la única realidad es la vida, con su
multiplicidad de formas. En consecuencia, no hay ninguna verdad absoluta, ni
tampoco existe ninguna perspectiva privilegiada sobre la realidad, sino que la
vida se le ofrece al hombre a través de una infinidad de perspectivas, o puntos
de vista subjetivos, sin que ninguno sea, en principio, mejor que los demás.
¿Cómo distinguir, entonces, las perspectivas verdaderas de las que no lo son?
Como Dios no existe, y el criterio de valor fundamental es la vida, deberán
considerarse “verdaderas” aquellas perspectivas que contribuyan a elevar o
potenciar la vida, y “falsas” aquellas otras que rebajen, depriman o disminuyan
el poder de la vida. Así, una obra de arte, o literaria, aunque aparentemente
sea “falsa” “errónea” o “ilusoria”, puede ser más “verdadera” que una teoría
científica, si aquélla contribuye a elevar el poder de la vida y ésta a
disminuirlo. En este sentido, para Nietzsche el error, la ilusión y la mentira
son necesarias para la vida, mientras que la verdad puede ir en detrimento
suyo.
Finalmente,
la teoría perspectivista de la verdad ha sido sostenida José Ortega y Gasset
(1883-1955). Su versión del perspectivismo intenta mediar entre Leibniz y
Nietzsche. Para Ortega, la verdad se le ofrece al hombre desde multitud de
perspectivas distintas: científicas, artísticas, literarias, religiosas…,
correspondientes cada una de ellas al punto de vista objetivo desde el cual
cada persona conoce la realidad, de manera que, si se quiere “recomponer el
torrente de lo real”, es necesario sumar y tener en cuenta todas esas
perspectivas. Ahora bien, dado que no existe una perspectiva divina superior,
que las integre a todas, el número de perspectivas en las que se nos ofrece la
realidad es infinito, porque la realidad es inagotable. Por eso, para Ortega,
la verdad tiene siempre una dimensión temporal o histórica, porque cada
generación va descubriendo, a lo largo de la historia, nuevos enfoques,
literarios, científicos, artísticos, religiosos… sobre el mundo.
4)
Teoría de la verdad como consenso
Esta
teoría, defendida en Alemania por Jürgen Habermas en su libro Teoría de la
acción comunicativa (1981), y en España por Adela Cortina (1947), en su Ética
mínima (1986), destaca la necesidad del diálogo como marco para ir
descubriendo cooperativamente la verdad de las proposiciones. En el diálogo,
cada sujeto expone las razones por las que cree que su postura es la verdadera,
hasta llegar a un consenso en torno a lo que todos acuerdan aceptar por
verdadero. De hecho, así funcionan las comunidades científicas cuando buscan
conjuntamente la verdad. Y como el consenso no es un criterio de verdad, porque
los interlocutores pueden equivocarse o carecer de información relevante, las
verdades no son nunca absolutas, sino siempre revisables.
* * *
BLOQUE 5.- Realidad y
metafísica
Tema 1.- La Metafísica
1)
Definición de metafísica.
2)
La pregunta metafísica por el origen y la finalidad del universo.
Tema 2.- Teorías filosóficas sobre la vida
1)
Teoría vitalista de Dilthey.
2)
Teoría vitalista de Bergson
3)
Teoría vitalista de Nietzsche
* * *
Tema 1.- La Metafísica
1)
Definición de metafísica.
2)
La pregunta metafísica por el origen y la finalidad del universo
* * *
1) Definición de metafísica
La
filosofía se propone ir a la raíz de las cosas, y descubrir el principio de
la realidad. Por este motivo, los filósofos griegos distinguieron entre las
“ciencias” (matemáticas, física, química…), que investigan diferentes sectores
del universo, tratando de encontrar las causas inmediatas que producen los
fenómenos propios de cada campo investigado, y, por otra parte, un saber más
profundo y difícil, al que Aristóteles (384-322 a. C.) llamó “metafísica”,
cuyo objetivo no es investigar partes aisladas del universo, sino la Realidad,
el Ser mismo que se encuentra a su base (“el Ser en cuanto a Ser”,
dice Aristóteles). El objetivo de la metafísica es, por tanto, conocer la
esencia de las cosas, la estructura profunda de la realidad, natural y humana.
2) La pregunta metafísica por el origen y finalidad
del universo
La
pregunta metafísica más importante es la de cuál es el origen y la finalidad
del universo. ¿Tuvo el universo un inicio? ¿Hubo algo antes de ese inicio? ¿De
dónde viene el universo? ¿Cómo y por qué empezó? ¿Cómo será su final? ¿Qué
estalló en el Big Bang? ¿Por qué se produjo? A estas preguntas metafísicas
caben tres respuestas: el MATERIALISMO ATEO, el TEÍSMO O DEÍSMO y el PANTEÍSMO.
1)
El MATERIALISMO ATEO sostiene que el universo es
exclusivamente material, y ha surgido por el choque y asociación casual de las
partículas materiales atómicas. Niega la existencia de Dios y de cualquier
principio sobrenatural: no hay nada más allá de la materia, coyas combinaciones
bastan para explicar todos los seres que existen. En suma, sostiene que el
origen y fin de todos los seres es la materia. Por lo que respecta al origen
del universo, sostiene que el universo no tiene origen, sino que es eterno,
porque la materia es increada.
En la
Antigüedad, los materialistas más importantes fueron los filósofos atomistas,
como Demócrito de Abdera (460-370 a.C.), quien afirmaba que todos los seres de
componen de átomos y vacío. En la época contemporánea, los filósofos
materialistas más destacados han sido K. Marx (1818-1883), Friedrich Engels
(1820-1895) y V. I. Lenin (1870-1924).
2)
El TEÍSMO y el DEÍSMO sostienen que el mundo no es
eterno, sino que tiene un comienzo, y ha sido creado por un ser inteligente,
Dios, quien ha creado la materia y, sobre todo, las leyes matemáticas que la
rigen, el orden racional que muestran los seres de la naturaleza. La diferencia
estriba en que el TEÍSMO afirma la existencia de un Dios personal, sobrenatural
y trascendente, que además de haber creado el mundo lo gobierna mediante su
Providencia, pudiendo intervenir, además, en el orden de la naturaleza,
alterándolo si lo considera necesario (“milagros”), mientras que el DEÍSMO
sostiene la existencia de un Dios como principio y causa del universo, pero
niega que la razón humana pueda ir más allá de esta noción general. No se trata
de un dios personal, sino más bien de un principio metafísico (el Gran
Arquitecto del Universo), que se limita a crear la materia y a ordenarla
mediante leyes matemáticas racionales, sin intervenir ya más en la naturaleza
(el deísmo niega los milagros y la Providencia divina).
El teísmo
es la posición representada por los filósofos medievales (San Agustín, 354-430
y Santo Tomás de Aquino, 1225-1274), mientras que el teísmo fue una postura
mantenida por la mayoría de los filósofos del siglo XVIII, como Voltaire
(1694-1778), muchos de ellos vinculados a la Orden de la Masonería.
3)
Finalmente, el PANTEÍSMO identifica a Dios con la naturaleza. El mundo es Dios
o, por lo menos, divino y eterno. No hay distinción entre el mundo (la
naturaleza) y Dios porque son lo mismo. Consecuentemente, niega el carácter
trascendente de Dios. Los panteístas más famosos fueron los filósofos B. Spinoza
(1632-1677) y F. W. J: Schelling (1755-1854) y el científico A. Einstein
(1879-1955).
* * *
2.-Teorías filosóficas sobre la vida
1) Teoría vitalista de Dilthey
El
filósofo alemán W. Dilthey (1833-1911), en su libro Introducción a las ciencias del espíritu (1883), distinguió entre
las “ciencias de la naturaleza” y las “ciencias del espíritu”. Las primeras,
como hemos visto, tiene como misión explicar
los fenómenos de la naturaleza a partir de leyes universales; las segundas
tratan de comprender la vida
humana, con sus acciones y creaciones (literarias, artísticas, etc.), tanto en
el plano individual (psicología) como general (historia).
La
teoría de Dilthey es un vitalismo historicista: la vida humana no puede
explicarse partiendo de leyes abstractas, porque es única e irrepetible, es
“biografía”; sólo puede “comprenderse”; y para comprenderla, es necesario
penetrar en ellos mismos, captarlos en su singularidad, y descubrir el sentido
que tuvieron dentro del contexto histórico en el que se desarrolló dicha
vida humana.
Las
ciencias humanas, por consiguiente, no ofrecen “verdades” o “falsedades”, ni su
conocimiento es estrictamente “objetivo”, sino que trata de comprender el valor
que tuvieron esos actos, obras, etc. en el contexto histórico en el que
surgieron.
2) Teoría vitalista de H. Bergson
El
filósofo francés Henri Bergson (1859-1941) expuso su teoría de la evolución en
el libro La evolución creadora (1902). En él, Bergson sostenía que
existe una corriente o “impulso vital”, que recorre toda la materia,
creando en ella formas diversas. Para captar el impulso de la vida desde su
interior, es necesario emplear la intuición, que nos sumerge en la corriente
del tiempo, en el cual fluye la vida.
Esta corriente ha seguido dos
caminos en la naturaleza: el camino del animal y el camino de la planta; dentro
del primero, a su vez, se ha bifurcado en instinto (cuyo máximo
exponente es el mundo de los insectos), y el camino de la inteligencia
(cuyo máximo exponente es el ser humano). Dentro de este último, la creatividad
de formas ha alcanzado sus cotas más altas en el ámbito de la creación
científica y artística. Para Bergson, por tanto, la vida no se desarrolla de un
modo mecánico, ni puramente adaptativo, como sostenía Ch. Darwin, sino de
manera creadora, actuando la naturaleza a través suyo, como si fuese un inmenso
“artista”.
3) Teoría vitalista de
F. Nietzsche
La
filosofía de Nietzsche es un vitalismo, es decir, hace la vida la fuerza
primigenia o energía fundamental, que se encuentra en constante devenir y
transformación; es algo cruel y destructor, pero también un potente impulso
creador. No se asimila a la vida entendida como simple mecanismo biológico,
sino que incluye todas las manifestaciones de la realidad: arte, Estado,
religión…
La vida, es asimismo, el criterio
de valor supremo, por lo que Nietzsche distingue entre “vida ascendente”
–potente y elevada- y “vida decadente”, caracterizada por la reactividad, la
pérdida de fuerza y de vigor
Para Nietzsche, no hay ninguna
verdad absoluta ni definitiva: la única teoría de la verdad posible es un perspectivismo.
Existen multitud de perspectivas o interpretaciones de la vida, y han de
considerarse “verdaderas” aquellas perspectivas o interpretaciones de la
realidad que permiten potenciar o aumentar el valor de la vida, y falsas las
que restan poder a la vida. Por tanto, la no-verdad, el error y la ilusión son
indispensables para la vida, mientras que la ilusión, la apariencia, no son
“erróneas”, si favorecen, intensifican y estimulan la vida.
Nietzsche considera que con el avance de
la ciencia moderna se ha producido un acontecimiento decisivo: la "muerte
de Dios", que implica la pérdida del fundamento religioso sobre el que
se sustentaba el sistema de valores de nuestra cultura. Con ello, aparece el nihilismo
(del latín nihil: nada): fenómeno por el cual, al desaparecer Dios,
todos los valores que se sustentaban en Él pierden su validez; el hombre deja
de creer en ellos y su existencia se hunde en el vacío. Por eso nuestra época
es un tiempo de “máxima oscuridad”, en el que la vida parece haber perdido su
sentido, y los hombres caen en la debilidad, el pesimismo, la desesperación y
el hastío.
Pero la “muerte de Dios” también
tiene un aspecto positivo: cuando nadie cree en Dios, cuando nadie cree en
nada, es necesario creer en la vida. En su libro Así habló Zaratustra (1883-1885),
Nietzsche afirma expone el pensamiento del “eterno retorno”: la vida se repite
infinitas veces, por tanto, cada instante de la vida debe ser vivido al máximo,
porque posee un valor eterno, infinito. Es necesario decir "sí" a la
vida en todas sus formas, llevando a cabo lo que Nietzsche llama la transvaloración
de todos los valores vigentes, sustituyéndolos por otros capaces de
potenciar la vida, viviéndola con la máxima intensidad posible.
* * *
BLOQUE 6.- TRANSFORMACIÓN
Tema 1.- Libertad y determinismo
1) Definición de "libertad" y
de "determinismo".
2) Tipos de determinismo: físico,
metafísico, genético y sociológico.
3) Críticas al determinismo y defensa de
la libertad humana:
a) Kant, Popper, Camus y Ortega.
b) El existencialismo
Tema 2.- La Estética y el estudio de la
belleza
1) La experiencia estética.
2) La imaginación, funciones y
características.
3) La creatividad como capacidad del ser
humano: estrategias de solución de problemas y el pensamiento lateral
4) Fases del proceso creativo (Poincaré y
Wallas).
5) Psicología de la persona creativa.
* * *
TEMA 1.- Libertad y
determinismo
1) Definición de "libertad" y
de "determinismo"
La
característica fundamental del ser humano, que hace posible su acción moral es
la libertad, que, como dice H. Bergson, es un dato inmediato de nuestra
conciencia, algo de lo que tenemos experiencia inmediata.
Se
distinguen dos sentidos del término "libertad": la libertad
externa y libertad interior. La primera es la libertad de acción, es
decir, la ausencia de constricciones exteriores para realizar nuestros actos;
se traduce, sobre todo, en la libertad política. La segunda es la libertad
de la voluntad, es decir, nuestra capacidad para querer o no querer hacer
algo; también se la llama "libre albedrío" o "libre
arbitrio".
A
pesar de que no parece lógico negar que somos libres, muchos científicos y
filósofos han sostenido el determinismo, es decir, la idea de que el ser
humano no es libre, sino que sus actos están absolutamente determinados por
causas exteriores.
2) Tipos de determinismo:
físico, metafísico, genético y sociológico
Se
distinguen los siguientes tipos de determinismos:
a)
El determinismo físico:
El
determinismo se basa en la validez general del principio de causalidad.
Ciencia y Filosofía han estado en general de acuerdo en considerar la
Naturaleza como un encadenamiento necesario de causas y efectos. Todo
acontecimiento es un efecto necesario de una causa; por consiguiente, todo
cuanto sucede está ya predeterminado y es previsible. La formulación más fuerte
de esta consecuencia se debe al matemático y astrónomo francés Pierre-Simon de
Laplace (1749-1827). Así pues, si todo en la Naturaleza -y el ser humano forma
también parte de ella- sucede necesariamente (según causas que actúen conforme
a leyes), ¿dónde está la libertad del ser humano?
b)
El determinismo metafísico:
El
filósofo holandés B. Spinoza (1632-1677) sostuvo que la libertad es una mera
ilusión: nos creemos libres porque muchas veces ignoramos las causas que nos
llevan a actuar: "No hay en el alma ninguna voluntad absoluta o libre,
sino que el alma es determinada a querer esto o aquello por una causa, que
también es determinada por otra, y ésta a su vez por otra, y así hasta el
infinito."
c)
El determinismo genético:
Desde una posición extrema, algunos etólogos, como el discípulo de K.
Lorenz, Richard Dawkins -en su libro El gen egoísta (1976)- han tratado
de explicar toda la conducta humana exclusivamente en términos de biología (reduccionismo
biológico).
Según este biólogo, el código genético, presente en los cromosomas del
ADN celular, determina todo nuestro comportamiento, por lo que no cabe pensar
en la posibilidad de acción alguna que escape a las pautas fijas de carácter
instintivo prefijadas en dicho código. La consecuencia extrema sería que los
seres humanos actuarían siempre y necesariamente con arreglo a las
instrucciones inscritas en sus genes. Con esto se eliminaría la libertad
humana, pues, si el hombre está completamente pre-programado, no sería otra
cosa que un autómata biológico (determinismo genético). Pero no es así.
La gran paradoja es que el ser humano también está programado para aprender
nuevas conductas, incluso para aprender a autocontrolar sus propias
programaciones. De manera que, mientras el aprendizaje animal es un
“aprendizaje cerrado”, el aprendizaje humano es “abierto”, ya que está
determinado, sobre todo, por factores culturales.
d) El determinismo sociológico:
Según
este tipo de determinismo, la sociedad es considerada como una conciencia
colectiva que cada individuo interioriza de un modo particular, por lo que las
reglas de conducta social ejercen una presión irresistible sobre los
individuos. En otras palabras el ambiente social que nos rodea
nos fuerza a obrar de determinada forma. Esta tesis estuvo
representada especialmente por la " Escuela Sociológica
Francesa" cuyos integrantes fueron E. Durkheim (1858-1917) y
Levy-Bruhl (1857-1939).
3) Críticas al determinismo y
defensa de la libertad humana
a)
Kant, Popper, Camus y Ortega
El
determinismo ha sido combatido por pensadores que afirman que la existencia de
la libertad humana es indudable. K. Popper (nac. 1902), por ejemplo, ha
señalado que nuestro universo es en parte causal, en parte probabilista, por lo
que está abierto a nuevas posibilidades: los actos humanos abrirían nuevos
caminos, imprevistos en el universo. Kant (1724-1804), por su parte, afirma que
la libertad consiste en la capacidad del ser humano para autodeterminarse a
sí mismo, es decir, para ser él mismo causa de sus propios actos. Por último,
el filósofo francés Albert Camus (1913-1960), en su libro El hombre rebelde,
ha señalado que existe un fenómeno que prueba de modo absoluto la libertad
humana: la capacidad para decir no, la capacidad de rebelión ante una
situación injusta, lo que implica que el hombre sabe que otras situaciones más
justas son posibles y deseables.
Quizá la posición más coherente sea la
de J. Ortega y Gasset (1883-1955) y J. P. Sartre (1905-1980): la libertad del
individuo está siempre "condicionada", es decir, determinada por
la circunstancia que le rodea. Es una libertad que depende de una situación
dada, y está sometida a unas condiciones que la hacen posible y la limitan. La
situación ofrece al sujeto una serie limitada de posibilidades entre las que
debe elegir a la hora de actuar.
b) El existencialismo
La
filosofía existencialista, representada por el francés Jean-Paul Sartre
(1905-1980), con su novela La náusea (1938) y el ensayo El
existencialismo es un humanismo (1945), afirma que la característica
central del hombre es su libertad. El ser humano (ser-para-sí) se
diferencia de los objetos (seres-en-sí) porque está “condenado a ser libre”, es
decir, no posee un ser definitivamente constituido, y tiene que otorgárselo a
sí mismo a lo largo de su existencia, actuando libremente.
El
existencialismo es ateo: mantiene que Dios no existe, y por tanto no
puede ayudar al hombre a la hora de decidir qué hacer con su existencia: La
existencia del hombre se reduce a la nada y al absurdo: el hombre, sin Dios,
está solo, sin excusas, y únicamente él ha de responder de sus acciones, dando
sentido a una existencia que por sí misma carece de él. En suma: cada uno es
responsable de sí mismo y de sus acciones; pensar lo contrario es actuar, como
dice Sartre, de “mala fe”.
Albert
Camus (1913-1960), en sus libros El mito de Sísifo (1942) y El hombre
rebelde (1951) define al hombre también como un ser absurdo: la existencia
humana carece de sentido y de finalidad, y, por consiguiente, es el hombre
mismo quien debe dar sentido a su vida a través de su libertad y su
capacidad de rebelión ante cualquier intento de suprimir o coartar ese
atributo, que le distingue de cualquier otro ser del universo.
* * *
TEMA 2.- La Estética y el estudio de la
belleza
1.- La experiencia estética
La experiencia
estética es aquella por la cual el ser humano es capaz de sentir la
belleza de los objetos de la Naturaleza y del arte, así como el sentimiento
de placer y displacer que produce su contemplación.
Dentro de la
experiencia estética es fundamental la imaginación.
2.-
La imaginación, funciones y características
Es el proceso mental que consiste
en reproducir mentalmente un acontecimiento, o un objeto que antes se ha
percibido; o crear nuevas imágenes y circunstancias.
La imaginación (del latín
imaginatio, -onis) es el ejercicio de abstracción de la realidad actual,
supuesto en el cual se da solución a necesidades, deseos o preferencias. Las
soluciones pueden ser más o menos realistas, en función de lo razonable que sea lo imaginado.
a)
Funciones de la imaginación
La imaginación cumple
principalmente el papel de representación de experiencias. En la imaginación es
donde se representan, visual, auditiva, y en ocasiones, táctil y olfativamente,
los hechos vividos, los hechos que se están viviendo y, con un grandísimo
potencial, los posibles hechos futuros que sucederán. Allí aparecen
representados escenarios, personajes, objetos, e incluso emociones.
b)
Tipos de imaginación
La imaginación trabaja con dos tipos de imágenes:
reproductoras y creadas:
- 1. Imaginación
reproductora
Se refieren a objetos sensibles anteriormente percibidos.
Se la vive en estrecha relación con la memoria. Son tipos de la memoria
reproductora:
- a) Visual:
imagina mejor lo que ve.
- b) Auditivo:
imagina más fácilmente lo que oye.
- c) Motora:
reproduce mejor lo que ha hecho o practicado.
- 2. Imaginación
creadora
Son objetos sensibles no
percibidos, que pueden existir o no, ser reales o ficticios, posibles o
imposibles. La Imaginación creadora es la que elabora en la conciencia productos nuevos y originales (Ej: me imagino un paseo por
los campos Elíseos).
Tipos de la imaginación creadora
- Según
las imágenes empleadas:
- Imaginación
plástica: Es la crea imágenes precisas, netas, claras,
que tienden a la extensión y a la corporeidad. Esta imaginación es propia
de los arquitectos, pintores, escultores, técnicos, y científicos.
- Imaginación
difluente: Es aquella que emplea imágenes vagas,
imprecisas, tendentes al tiempo y a la subjetividad. Se expresa en la música y en la poesía lírica.
- Por
la dirección del trabajo creador:
- Imaginación
artística: dirigida a la realización de la belleza. Es
la más libre y en ella tienen gran importancia los sentimientos y la
inspiración.
- Imaginación
científica: se halla al servicio de la utilidad para cuyo logro concibe los medios más rápidos y adecuados. Es la que impulsa a
los inventores, hombres de negocios, militares, etc.
c)
Factores de la imaginación
La imaginación, como cualquier
otra actividad humana depende de distintos factores que influyen en ella:
- 1. FACTORES
DE TIPO INTERNO
Son las tendencias individuales,
el tipo de asociación, el estado de humor, las experiencias anteriores, etc.; por
ejemplo, las distintas formas de la sensibilidad dan como resultado los
distintos tipos de fantasía: fantasía visual, como la del pintor; auditiva,
como la del músico; cinestésica, como la de los acróbatas.
- 2. FACTORES
DE TIPO EXTERNO
Entre estos hay que enumerar los
estímulos, situaciones, elementos, y circunstancias exteriores que potencian,
provocan y afectan de alguna manera a la fantasía. Tomemos como ejemplo el arte. La imaginación artística se ve influida por la
civilización y la cultura de la época.
- 3. IMAGINACIÓN
SUBJETIVA Y OBJETIVA
Son aquellas formas de actividad
imaginativa en las que predomina, o bien lo subjetivo cuando el artista expresa
lo que siente en su intimidad, o bien lo objetivo, cuando el artista expresa lo que todos ven, porque
se da en la realidad exterior, y a él le impresiona de una manera más profunda.
d)
Clases de imágenes
Las imágenes pueden clasificarse en relación con
nuestro sentido, y existen por tanto imágenes visuales, auditivas, gustativas,
olfativas táctiles, etc. También se clasifican las imágenes en:
- 1. ICÓNICAS:
o imágenes normales.
- 2. EIDÉTICAS:
son imágenes que persisten inmediatamente después de una percepción. Por ejemplo,
cuando miramos un coche, al desaparecer éste detrás de un obstáculo,
durante unos breves segundos permanece en nosotros la imagen del coche.
- 3. HIPNAGÓGICAS:
son las imágenes que surgen antes de dormirnos profundamente.
- 4. ONÍRICAS:
son las imágenes elaboradas durante el sueño.
- 5. ALUCINATORIAS:
son las que provienen de las alucinaciones.
Otra posible clasificación tiene
su origen en la relación asociativa de las imágenes y así podemos considerar
que existe una imagen inductora, y junto a ella un grupo de imágenes inducidas. Por ejemplo, la imagen de un
estadio de futbol lleva asociada las imágenes de los jugadores,
espectadores, árbitro, pelota, entrenador, etc.
e)
Modalidades de la actividad imaginativa
Entre las modalidades de la
actividad imaginativa encontramos:
- 1. FANTASÍA
DIURNA
Viene a ser el “soñar despierto”.
Son formas de actividades en las que el sujeto crea un propio mundo distinto de
los demás, para refugiarse en él y dar imaginación a sus frustraciones. En ella
suele sublimar la propia vía de los deseos íntimos. Suele anticipar el futuro o
suele buscar refugio huyendo de las incomprensiones del mundo real y objetivo.
El protagonista es siempre el propio sujeto. En esta fantasía diurna se
distinguen dos aspectos principales:
- a.
Fantasía desiderativa: Mediante ella satisfacemos de manera recompensada
nuestros propios deseos. Se percibe claramente que lo deseado es diferente
del mundo exterior; es un refugio frente a la realidad.
- b.
Fantasía del temor: cuando el mundo real nos mete miedo, o tenemos miedo
de enfrentarnos a él, surge la fantasía del temor. El miedo puede ser muy
variado: miedo al fracaso, al destino, a la derrota, a la lucha por la
vida, al ridículo, etc.
- 3. FANTASÍA
LÚDICA
Los juegos son formas de manifestar de un modo activo y
exteriorizado los impulsos de la fantasía. La actividad lúdica y la actividad
imaginativa van muy ligadas. El juego es un fenómeno de la naturaleza psicológica
lúdica de múltiples aspectos y que ha constituido siempre uno de los ejes de la
vida de las comunidades humanas ¿por qué se juega? Sabemos que existe una gran
diferencia entre los juegos de los niños y el de los mayores. El niño se
identifica con sus propios juegos creando los objetos y los personajes. El
juego de los mayores es más competitivo e interesante. El juego es un núcleo
fundamental en el transcurso de la vida y en la evolución psicológica de la persona, una forma de salvar la
distancia y el abismo que existe entre el aislamiento personal y la necesidad de relacionarse.
- 4. ACTIVIDAD
ONÍRICA
El problema del sueño y del soñar
es un problema no resuelto todavía ¿Por qué soñamos mientras dormimos? Freud es
uno de los autores que más ha estudiado los sueños y que más importancia le ha
dado. Intenta mediante la interpretación de los sueños explicar la constitución íntima de la personalidad inconsciente, que se manifestaría según él a través
de los sueños. Para Freud los sueños son siempre la satisfacción de los deseos
reprimidos. Los impulsos alojados en el inconsciente surgen mientras dormimos, porque
la censura no ejerce su estricta vigilancia sobre el mismo.
- 5. LA
FANTASÍA CREADORA
Llamamos fantasía creadora a
aquella capacidad de poder crear en forma de representaciones un tipo de
realidad que no ha sido percibida sensorialmente con antelación. Tiene un carácter cognoscitivo del mundo que no es posible sin la
experiencia pero que trasciende la experiencia. Es una manera de transformar la
realidad. ¿Cómo es posible¿ Aunque haya intentos de hacerlos es muy difícil dar
una explicación de la fantasía creadora sin admitir una capacidad trascendente
en el ser humano, que necesariamente ha de ir más allá de la mera inmediatez de
sus datos reales de la experiencia.
f)
Evolución de la actividad imaginante
- a) Infancia:
La imaginación es desbordante en la infancia, por eso el niño se apasiona por los juegos y
los relatos fantásticos.
- b) Niñez:
(7 a 12 años) la actividad imaginante resulta progresivamente controlada
por la actividad pensante
- c) Adolescencia:
Vuelve a cobrar inmenso vigor la actividad imaginante, adaptando la forma
de fantasearla referida al mundo del yo.
- d) Juventud: El pensamiento abstracto
ha controlado apreciablemente los excesos de la imaginación.
4.- La creatividad como capacidad del ser humano:
estrategias de solución de problemas y el pensamiento lateral
Se denominada creatividad a la capacidad que tiene el ser humano
para contemplar las cosas o situaciones desde una perspectiva nueva, ver nuevos
problemas y dar con soluciones inéditas a ellos.
La creatividad se da, más o menos, en todo ser humano, pero puede verse obstaculizada por todo tipo de inhibiciones,
individuales, grupales o culturales, que dan lugar a obstáculos que debilitan o
paralizan la imaginación y la creatividad de las persona.
La persona creativa tiene las siguientes características psicológicas:
o Capacidad y
sensibilidad para detectar problemas y enfrentase a nuevas situaciones.
o Actitud vierta
y fluidez de ideas.
o Independencia
de juicio y de no dejarse llevar por los prejuicios ni por opiniones
preestablecidas.
o Capacidad de
análisis y síntesis, es decir, para reconocer los elementos de una situación y
luego recuperarla a partir de ellos.
o Redefinición:
capacidad para reorganizar los materiales analizados de un modo inédito, para
descubrir nuevas soluciones.
5.- Fases del proceso creativo (Poincaré
y Wallas).
El proceso creativo atraviesa diferentes etapas, que han sido analizadas
por el científico y matemático Henri Poincaré (1854-1912) y el sociólogo
Graham Wallas (1858-1932).
Según Poincaré, las ideas originales se producen tras un período de incubación,
en el pensamiento inconsciente, pues la conciencia solamente combina un
número limitado de datos a la hora de resolver los problemas. El inconsciente,
en cambio, combina multitud de datos que no aparecen inmediatamente a la luz de
la conciencia.
Lo importante, según Poincaré, es que la solución que termina creando a
mente del sujeto a partir de esta combinación de factores conscientes e
inconscientes, es la más bella, aquella que nos aparece estéticamente
más elegante, desde el punto de vista estético.
G. Wallas, en su libro El arte del pensamiento (1926), analiza un
modelo del proceso creativo que tiene lugar en la mente humana, y que consta de
cinco etapas:
1ª) Preparación: La mente
recopila información, mediante observaciones, lecturas, viajes, experimentos y
se prepara el estudio del problema.
2ª) Incubación: que tiene lugar en el plano inconsciente, y en
ella se analizan y maduran las ideas recopiladas en el momento anterior.
3ª) Iluminación o insight: La
idea descubierta o solución del problema pasa bruscamente al plano consciente.
Lo hace en forma de inspiraión o intuición súbita e intuitiva. Aquí es
donde se encuentra el acto creativo propiamente dicho.
4ª) Verificación: La idea o solución encontrada se comprobar si
funciona; se la verifica y aplica, para probar su acierto o desacierto. Se
trata de demostrar la validez de la idea hallada.
Para Wallas, la creatividad humana es el resultado de la evolución. El
ser humano desarrollo una alta capacidad creativa al verse obligado a adaptarse
a entorno ambientales hostiles y que cambiaban rápidamente, en los que hallar
nuevas soluciones a problemas nuevos e inéditos era fundamenta para alcanzar la
supervivencia de nuestra especie.
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