Desde la antigüedad clásica se ha especulado sobre la existencia, real o supuesta, del supuesto continente de la Atlántida, descrito por Platón en su diálogo Critias. Y la especulación continúa hoy en día. En estas dos entradas: Supuesto hallazgo de la Atlántida sumergida en el Triángulo de las Bermudas y La Atlántida, descrita por Platón, se describen los trabajos de dos científicos canadienses, que afirman haber encontrado los restos de esta civilización desaparecida, cerca de Cuba. Quedamos a la espera de nuevas noticias (si es que las hay, porque, según parece, este descubrimiento es ya antiguo, aunque habría estado silenciado).
miércoles, 24 de octubre de 2012
jueves, 18 de octubre de 2012
2º de Bachillerato: Categorías de Aristóteles
"Cada una de las palabras o expresiones independientes o sin
combinar con otras significan de suyo una de las siguientes cosas:
el qué (la sustancia), la magnitud (cantidad), qué clase de cosa es
(cualidad), con qué se relaciona (relación), dónde está (lugar),
cuándo (tiempo), en qué actitud esta (posición, hábito), cuáles son
sus circunstancias (estado, hábito, condición), su actividad (acción),
su pasividad (pasión). En breves líneas, son ejemplos de sustancia
«hombre» y «caballo»; de cantidad, «de dos codos de largo», «tres
codos de longitud», y otras cosas análogas; de cualidad, «blanco»,
«gramatical». Los términos como « mitad», « doble», «mayor»,
denotan una relación. «En el mercado», «en el Liceo», y otras frases
similares, significan lugar, mientras que el tiempo viene expresado
por locuciones como «ayer», «el último año» y otras por el estilo.
«Está echado» o «sentado» significa posición, y «está calzado»,
«está armado», significan estado o hábito. Finalmente, «corta» o
«quema» significan una acción, y «es cortado» o «se quema»
significan una pasión." (Aristóteles, Categorías, Cap. 4)
Texto del Libro de las Categorías de Aristóteles.
1º de Bachillerato: Julien Offray de La Mettrie y El hombre máquina
Julien Offray de La Mettrie (1709 - 1751) fue un médico y filósofo francés, defensor del materialismo en el período de la Ilustración.En 1733 fue a Leiden, donde cursó estudios bajo la tutela de Boerhaave, y en 1742 regresó a París, donde obtuvo el empleo de cirujano militar.
Durante una fiebre hizo observaciones sobre sí mismo sobre la acción del pulso acelerado en el pensamiento, lo que le llevó a concluir que los fenómenos físicos eran los mismos cambios orgánicos en el cerebro y en el sistema nervioso. Esta conclusión la trabajó en uno de sus primeros escritos filosóficos, la “Historia natural del alma” (1745). Tal impacto tuvo su publicación que La Mettrie tuvo que refugiarse en Leiden, donde desarrolló sus teorías materialistas en otros dos libros: “El Hombre Máquina” y “El Hombre Planta”.
La ética de estos principios fue trabajada en el “Discurso sobre la felicidad” y “El arte de Gozar o La escuela de la Voluptuosidad”, donde propone que el final de la vida se encuentra en los placeres de los sentidos, y que la virtud puede reducirse a amor propio. El ateísmo es la única manera de asegurar la felicidad del mundo, que ha sido hecha imposible por las guerras de los teólogos, bajo la excusa de un "alma" inexistente. Cuando la muerte llega, la “farsa se acaba” (la farce est jouée), así que tomemos el placer mientras podamos.
Tan fuerte fue la reacción contra La Mettrie y su pensamiento, que éste se vio obligado a huir de los Países Bajos, para radicarse en Berlín, donde Federico el Grande no sólo le permitió continuar su práctica médica, sino que lo tituló lector de la corte. Allí La Mettrie escribió su libro principal “Discurso sobre la felicidad” (1748), que le valió el rechazo de los líderes de la ilustración como Voltaire, Diderot y D'Holbach.
Tan fuerte fue la reacción contra La Mettrie y su pensamiento, que éste se vio obligado a huir de los Países Bajos, para radicarse en Berlín, donde Federico el Grande no sólo le permitió continuar su práctica médica, sino que lo tituló lector de la corte. Allí La Mettrie escribió su libro principal “Discurso sobre la felicidad” (1748), que le valió el rechazo de los líderes de la ilustración como Voltaire, Diderot y D'Holbach.
Se dijo que la exaltación que le otorgó La Mettrie al placer de los sentidos resultó en su muerte temprana. Aquellos que no estaban de acuerdo con la filosofía de La Mettrie usaron su muerte para afirmar que el sensualismo ateo termina de esa manera.
El embajador francés Tirconnel estaba muy agradecido a La Mettrie por haberlo curado de una enfermedad. Un banquete fue dado para celebrar su recuperación. Aparentemente La Mettrie quiso hacer gala de su resistencia devorando una gran cantidad de paté de trufas. Como resultado, desarrolló una fiebre que intentó curar con una sangría prescrita por el mismo, que terminó con su vida. Al momento de su muerte, lo sobrevivieron su hija de 5 años y su esposa.
Texto de El hombre máquina
martes, 16 de octubre de 2012
2º de Bachillerato: Aristóteles: La metafísica
Os ofrezco, a continuación, el índice de la Metafísica de Aristóteles, con el texto completo de esta obra (en la edición, un poco antigua ya, de P. de Azcárate). De obligada consulta, para aquellos que se interesen por el Estagirita.
Aristóteles· MetafísicaLibro I· II· III· IV· V· VI· VII· VIII· IX· X· XI· XII· XIII· XIV
Biblioteca Filosófica. Aristóteles. Metafísica. Obras filosóficas de Aristóteles. Obras de Aristóteles, puestas en lengua castellana por D. Patricio de Azcárate, socio correspondiente de la Academia de Ciencias Morales y Políticas y de la Academia de la Historia. Madrid [1875], Medina y Navarro, Editores. Calle del Rubio, núm. 25. (Imprenta de Medina y Navarro, Rubio 25, Madrid.) 407 páginas.
Índice y sumario
Introducción [por Patricio de Azcárate]. Observaciones preliminares. – Objeto de la Metafísica. – Método de Aristóteles. – La Filosofía primera, según Aristóteles, es la ciencia de los primeros principios. – Historia de la filosofía primera antes de Aristóteles. – Límites de la ciencia del ser. – Valor y autoridad del principio de contradicción. – Ontología. – Teología, 7
MetafísicaLibro primero [ Α · 980a-993a ]
I. Naturaleza de la ciencia; diferencia entre la ciencia y la experiencia, 51
II. La Filosofía se ocupa sobre todo de la indagación de las causas y de los principios, 55
III. Doctrina de los antiguos tocante a las causas primeras y a los principios de las cosas. Tales, Anaxímenes, &c. Principio descubierto por Anaxágoras, la Inteligencia, 58
IV. Del Amor, principio de Parménides y de Hesiodo. De la Amistad y de la Discordia, de Empedocles. Empedocles es el primero que reconoció cuatro elementos. De Leucipo y de Demócrito que han afirmado lo lleno y lo vacío como las causas del ser y del no-ser, 63
V. De los Pitagóricos. Doctrina de los números. Parménides, Jenófanes, Meliso, 66
VI. Platón. Lo que tomó de los Pitagóricos; en qué difiere su sistema del de estos filósofos. Recapitulación, 70
VII. Refutación de las opiniones de los antiguos tocante a los principios, 74
Libro segundo [ α · 993b-995a ]
I. El estudio de la verdad es en parte fácil, y en parte difícil. Diferencia entre la Filosofía y las ciencias prácticas. La Filosofía tiene por objeto las causas, 89
II. Hay un principio simple, y no una serie de causas que se prolongan hasta el infinito, 91
III. Método. No debe emplearse el mismo método en todas las ciencias. La Física no consiente el método matemático. Condiciones preliminares del estudio de la naturaleza, 93
Libro tercero [ Β · 995a-1003a ]
I. Antes de emprender el estudio de una ciencia es preciso determinar las cuestiones y dificultades que se van a resolver. Utilidad de este reconocimiento, 95
II. Solución de la primera cuestión que se presenta a examen: el estudio de todos los géneros de causas, ¿depende de una ciencia única?, 98
III. Los géneros, ¿pueden considerarse como elementos y como principios? Respuesta negativa, 104
IV. ¿Cómo la ciencia puede abrazar el estudio de todos los seres particulares? Otras dificultades que se enlazan con ésta, 107
V. Los números y los seres matemáticos, a saber: los sólidos, las superficies, las líneas y los puntos, ¿pueden ser elementos?, 114
VI. ¿Por qué el filósofo debe estudiar otros seres además de los seres sensibles? Los elementos, ¿existen en potencia o en acto? Los principios, ¿son universales o particulares?, 116
Libro cuarto [ Γ · 1003a-1012b ]
I. Del ser en tanto que ser, 119
II. El estudio del ser en tanto que ser y el de sus propiedades son objeto de una ciencia única, 120
III. A la Filosofía toca tratar de los axiomas matemáticos y de la esencia, 125
IV. No hay medio entre la afirmación y la negación. La misma cosa no puede ser y no ser, 127
V. La apariencia no es la verdad, 135
VI. Refutación de los que pretenden que todo lo que parece es verdadero, 142
VII. Desenvolvimiento de este principio, según el que no hay medio entre la afirmación y la negación, 144
VIII. Del sistema de los que pretenden que todo es verdadero, que todo es falso. Refutación, 145
Libro quinto [ Δ · 1013b-1025a ]
I. De las diversas acepciones de los términos filosóficos. Principio, 149
II. Causa, 151
III. Elemento, 154
IV. Naturaleza, 155
V. Necesario, 157
VI. Unidad, 158
VII. Ser, 162
VIII. Sustancia, 164
IX. Identidad, heterogeneidad, diferencia, semejanza, 165
X. Opuesto y contrario, 166
XI. Anterioridad y posterioridad, 167
XII. Potencia, 169
XIII. Cantidad, 172
XIV. Cualidad, 173
XV. Relación, 174
XVI. Perfecto, 176
XVII. Término, 177
XVIII. En qué y por qué, 178
XIX. Disposición, 179
XX. Estado, 179
XXI. Pasión, 179
XXII. Privación, 180
XXIII. Posesión, 181
XXIV. Ser o provenir de, 182
XXV. Parte, 183
XXVI. Todo, 183
XXVII. Truncado, 184
XXVIII. Género, 185
XXIX. Falso, 186
XXX. Accidente, 188
Libro sexto [ Ε · 1025b-1028a ]
I. La ciencia teórica es la que trata del ser. Hay tres ciencias teóricas: la Física, la Ciencia matemática, la Teología, 189
II. Del accidente. No hay ciencia del accidente, 193
III. Los principios y las causas del accidente son de otra naturaleza que los demás principios y las demás causas, 195
Libro séptimo [ Ζ · 1028a-1041b ]
I. Del ser primero, 199
II. Dificultades relativas a la sustancia, 201
III. De la sustancia, 202
IV. De la forma sustancial, 203
V. Continuación, 207
VI. Continuación, 208
VII. De la producción, 211
VIII. La forma y la esencia del objeto no se producen, 214
IX. Por qué ciertas cosas provienen del arte o del azar, 217
X. La definición de las partes ¿debe entrar en la del todo? ¿Las partes son anteriores al todo o el todo lo es a las partes?, 219
XI. De las partes de la especie, 223
XII. Condiciones de la definición, 226
XIII. Nada de lo que es universal es sustancia, 229
XIV. Refutación de los que admiten las ideas como sustancias y les atribuyen una existencia independiente, 231
XV. No puede haber definición ni demostración de la sustancia de los seres sensibles particulares, 232
XVI. No hay sustancia compuesta de sustancias, 235
XVII. Algunas observaciones sobre la sustancia y la forma sustancial, 236
Libro octavo [ Η · 1042a-1045b ]
I. Recapitulación de las observaciones relativas a la sustancia. De las sustancias sensibles, 239
II. De la sustancia en acto de los seres sensibles, 241
III. El nombre del objeto ¿designa el conjunto de la materia y de la forma, o solamente el acto y la forma? Consideraciones sobre la producción y la destrucción de las sustancias. Solución de las dificultades suscitadas por la escuela de Antístenes, 243
IV. De la sustancia material. De las causas, 246
V. De los contrarios. Cuestiones diversas, 247
VI. Causas de la forma sustancial, 248
Libro noveno [ Θ · 1045b-1052a ]
I. De la potencia y de la privación, 251
II. Potencias irracionales; potencias racionales, 253
III. Refutación de los principios de la escuela de Megara, en virtud de los cuales no hay potencia sino cuando hay acto, y sólo entonces, 254
IV. Una cosa posible ¿es susceptible de no existir jamás, ni en lo presente, ni lo porvenir?, 256
V. Condiciones de la acción de la potencia, 257
VI. Naturaleza y cualidad de la potencia, 258
VII. En qué caso hay y en qué caso no hay potencia, 260
VIII. El acto es anterior a la potencia y a todo principio de cambio, 262
IX. La actualidad del bien es superior a la potencia del bien; lo contrario sucede respecto del mal. Mediante la reducción al acto se ponen en claro las propiedades de los seres, 267
X. De lo verdadero y de lo falso, 268
Libro décimo [ Ι · 1052a-1059a ]
I. De la unidad, de su esencia, 271
II. La unidad tiene en cada género una naturaleza particular; la unidad no constituye por sí sola la naturaleza de ningún ser, 276
III. De los diversos modos de oposición entre la unidad y la multitud. Heterogeneidad, diferencia, 278
IV. De la contrariedad, 280
V. Oposición de lo igual con lo grande y lo pequeño, 283
VI. Dificultad relativa a la oposición de la unidad con la multitud, 285
VII. Es preciso que los intermedios entre los contrarios sean de la misma naturaleza que los contrarios, 287
VIII. Los seres diferentes de especie pertenecen al mismo género, 289
IX. En qué consiste la diferencia de especie, 290
X. Diferencia entre lo perecedero y lo imperecedero, 292
Libro undécimo [ Κ · 1059a-1069a ]
I. Dificultades relativas a la Filosofía, 295
II. Otras dificultades, 298
III. Una ciencia única puede abrazar un gran número de objetos y de especies diferentes, 300
IV. La indagación de los principios de los seres matemáticos corresponde a la Filosofía, 303
V. Es imposible que una misma cosa sea y no sea al mismo tiempo, 303
VI. De la opinión de Protágoras, según la que el hombre es la medida de todas las cosas. De los contrarios y de los opuestos, 305
VII. La Física es una ciencia teórica, así como la Ciencia matemática y la Teología, 308
VIII. Del ser accidental, 310
IX. El movimiento es la actualidad de lo posible en tanto que posible, 313
X. Un cuerpo no puede ser infinito, 315
XI. Del cambio, 319
XII. Del movimiento, 321
Libro duodécimo [ Λ · 1069a-1076a ]
I. De la esencia, 325
II. De la esencia susceptible de cambio y del cambio, 326
III. Ni la materia ni la forma devienen, 328
IV. De las causas de los principios y de los elementos, 329
V. De los principios de los seres sensibles, 331
VI. Es preciso que exista una esencia eterna, causa primera de todas las cosas, 333
VII. Del primer motor. De Dios, 336
VIII. De los astros y de los movimientos del cielo. Tradiciones de la más remota antigüedad tocante a los dioses, 339
IX. De la inteligencia suprema, 344
X. Cómo el Universo encierra el soberano bien, 346
Libro décimotercio [ Μ · 1076a-1087a ]
I. ¿Hay o no seres matemáticos?, 349
II. ¿Son idénticos a los seres sensibles, o están separados de ellos?, 350
III. Su modo de existencia, 354
IV. No hay ideas en el sentido en que lo entiende Platón, 357
V. Las ideas son inútiles, 360
VI. Doctrina de los números, 361
VII. ¿Las unidades son o no compatibles entre sí? Y si son compatibles, ¿cómo?, 364
VIII. Diferencia entre el número y la unidad, 368
IX. El número y las magnitudes no pueden tener una existencia independiente, 374
X. Dificultades tocante a las ideas, 378
Libro décimocuarto [ Ν · 1087a-1093b ]
I. Ningún contrario puede ser el principio de las cosas, 381
II. Los seres eternos no se componen de elementos, 384
III. Refutación de la doctrina de los números, 389
IV. Continuación del mismo asunto, 392
V. El número no es la causa de las cosas, 394
VI. Diversas objeciones contra la doctrina de los números y la de las ideas, 396
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miércoles, 10 de octubre de 2012
1º y 2º de Bachillerato: Philographics: Historia de la filosofía occidental en afiches
El joven diseñador gráfico Genis Carreras (1987), afincado en Londres, estudió Comunicación Gráfica y Diseño Multimedia en España. Actualmente, trabaja para la agencia de diseño Web Mint Digital, y entre sus proyectos, destaca el denominado "Philographics", en el que traza una historia de la filosofía en afiches, que representan a las principales escuelas filosóficas de Occidente. Están concebidos como recursos mnemotécnicos, para recordar algún aspecto o pecularidad de las corrientes filosóficas que estemos estudiando, o nos puedan interesar. Podéis consultarlos en: Philographics: Historia de la filosofía occidental en afiches, o Philographics, indistintamente.
lunes, 1 de octubre de 2012
1º de Bachillerato: Cultos mistéricos y Religión órfica
Fuente de Orfeo, erigida en la Plaza de la Provincia (Madrid). Es réplica, realizada en 1998, de la fuente original, creada en 1629 por Juan Gómez de Mora y Gaspar Ordóñez. |
ORFISMO
Conjunto de creencias, de ritos y prácticas religiosas propias de la religión órfica cuya revelación se atribuye al poeta Orfeo, una figura mítica, detrás de la cual probablemente exista un verdadero fundador religioso.
De la doctrina de la secta, pese a la gran cantidad de escritos órficos de época posterior, es poco lo que se sabe con certeza. Numerosos indicios inducen a creer que estaba contenida en unos hieroi logoi (discursos sagrados), cuyo núcleo procedía de los s. VII-VI a. C., que circulaban en un lamentable estado de transmisión textual en los s. V y IV. Parte de ellos se atribuían a Museo, autor de una teogonía y de cantos de iniciación (Platón, Protágoras, 316 D; República 363 c), himnos (Pausanias, 1,22,7), y oráculos (Heródoto, IX,43,VII1,96; Aristófanes, Las ranas, 1033), que refundió Onomácrito en época de los Pisistrátidas (Heródoto, VII,6). Los principales testimonios del s. V, en el que la secta había caido en descrédito, son Píndaro, Aristófanes y Platón.
Teogonía y antropogonía: Característica del orfismo era una teogonía (es decir, una cosmogonía mítica) en la que se incluía una antropogonía que deparaba la necesaria base para sus creencias y prácticas ascéticas. De esta teogonía se poseen diversas paráfrasis de época tardía, que difieren en el detalle. Según Jenócrates (en Olimpiodoro, Comentario al Fedón, 11,21-29) habría una sucesión de cuatro generaciones de reyes de los dioses, Urano, Cronos, Zeus y Dioniso, que asumieron el poder por la violencia. Probablemente las generaciones de los dioses serían seis (cfr. Platón, Cratilo, 40213; Filebo, 66C), y las coincidencias con Hesíodo bastante grandes, aunque las poesías órficas acentuasen, dentro del gusto popular, las crueldades de los dioses (Isócrates, XI,38). Hera lanzaba contra Dioniso, hijo de Zeus, a los titanes, que le despedazaron y devoraron. Zeus aniquila con el rayo a los titanes, de cuyos cadáveres se levanta un vapor que, al condensarse, da origen a los actuales hombres. En el hombre, hay, pues, un elemento divino, dionisiaco, y un elemento de violencia, titánico. Esta parte de la teogonía órfica puede darse por seguro gracias a la alusión de Platón (Las leyes, 1V,70113) a «la llamada antigua naturaleza titánica» del hombre, y concuerda plenamente con el despedazamiento y ulterior ingestión de la víctima ritual en el culto dionisiaco, así como con la leyenda del despedazamiento de Orfeo por las mujeres tracias.
Damascio (De los principios, 1,316,18-319,11R) habla de tres versiones de la teogonía órfica que contienen elementos indiscutiblemente antiguos. Según la primera de ellas, en principio existía el Tiempo (Chronos), viniendo después el Éter, el Caos y el Huevo primigenio que, fecundándose a sí mismo, dio origen a Phanes, el dios creador del mundo, que devora después a Zeus, de la misma manera que en la Teogonía hesiódica devoraba a Metis (la Inteligencia). Damascio se refiere de pasada a la Teogonía de Eudemo de Rodas, limitándose a decir que ponía.a la Noche en el principio de todas las cosas, y es más explícito en lo que respecta a la de Helánico de Lesbos: El Agua y la Tierra darían lugar al «Tiempo que no envejece» (Chronos ageraos), una serpiente alada con cabeza de toro y de león, Ananke (la Necesidad) y Adrasteia; de Chronos procederían el Éter, el Caos, el Erebo, el Huevo primigenio, y el Protogonos, de forma monstruosa. El poner al Tiempo al principio de todas las cosas procede de Persia, y la creencia en el Huevo cósmico es bastante frecuente entre los pueblos primitivos; su antigüedad en el orfismo la comprueba el testimonio de Aristófanes (Las aves, 690 ss.).
Psicología y moral: La concepción órfica del alma como elemento divino del hombre se desprende ya del mito antropogónico antedicho. El testimonio de Platón y de Píndaro vienen a sumarse para dejar en claro la tajante dicotomía establecida entre el espíritu puro y su receptáculo corpóreo. Platón atribuye a Orfeo la doctrina del soma/sema, la del cuerpo-sepulcro, en un pasaje muy citado (Cratilo, 4000) que concuerda perfectamente con la del aionos eidolon, «imagen de la vida» pindárica (cfr. 131 Bergk.). En la muerte el cuerpo desaparece, pero perdura ese elemento que duerme mientras el cuerpo está activo y se despierta cuando reposa. La vida más auténtica se alcanza, pues, cuanto mayor es la desvinculación entre los miembros de la dicotomía -estados extáticos, el sueño- y la plenitud, en la total separación de la muerte. Pero el alma no es sólo inmortal, sino eterna, preexiste al cuerpo, y puede entrar indefinidamente en el ciclo de la generación. Como los pitagóricos, los órficos creen en la transmigración (metempsicosis) de las almas, según se desprende también de los testimonios concordes de Píndaro (Olímpicas, 11,62 ss., cfr. 129,130, 133 Bergk) y de Platón, que suele atribuir la revelación de la misma a sacerdotes, sacerdotisas y poetas inspirados (Fedón, 70C; Menón, 81A; Las leyes, IX,870D).
Con la creencia en la transmigración de las almas se combina la de los premios y castigos post mortem, que viene, paralelamente a la emancipación gradual del individuo frente al genos, a sustituir el primitivo punto de vista (el de un Solón, p. ej.), de que los hijos expían las culpas de los padres. Los iniciados viven en un continuo banquete en la otra vida, en un estado de embriaguez feliz (República 11,363 Css.), en tanto que los malvados yacerán en el Hades, en el fango (Felón, 69C; cfr. Aristófanes, Las ranas, 145 ss.), para reencarnar sucesivamente, hasta la completa expiación de sus culpas. Para evitar, pues, el castigo merecido, el hombre debe vivir con arreglo a los preceptos de la moral y practicar una ascética que le libere de las ataduras del cuerpo. Todo ello se traduce en la observancia de ciertos tabúes (p. ej., el de no llevar vestidos de lana, según Heródoto, 11,81) y en el cumplimiento de ritos purificatorios, de cuyos detalles no estamos bien informados, que administraban los orpheotelestai, tan despreciados por Platón (Las leyes, X,908D) y Teofrasto (Los caracteres, XVI,ll).
Otras referencias sobre el tema, en los siguientes enlaces:
* Orfismo
Y un par de libros clásicos sobre la materia:
* Burkert, Walter, Cultos mistéricos antiguos. Traducción de María Tabuyo y Agustín López, Trotta, Madrid, 2005.
* Dodds, E. R., Los griegos y lo irracional, Alianza Universidad, Madrid, 1960.
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