Apuleyo de Madaura |
"(...) Todo este razonamiento, que se compone de premisas aceptadas y de conclusión (...) se denomina silogismo o inferencia, [y] siguiendo a Aristóteles puede definirse muy acertadamente así: Un discurso, en el que se admite algunas cosas, produce necesariamente alguna otra, más allá de las que han sido admitidas, pero a través de esas mismas cosas que han sido admitidas. En esta definición hay que entender que el tipo de discurso no es otro que el declarativo, el cual (...) sólo es o verdadero o falso, y se dice admitidas algunas cosas en plural, puesto que de una premisa aceptada no resulta un silogismo, aunque a Antípatro el Estoico le parece, frente a la opinión de todos, que es una conclusión completa: Ves, por lo tanto vives, cuando sería completa de este otro modo: Si ves, vives, pues bien, tu ves; por lo tanto vives." (...) Asimismo, el hecho de que en la propia definición quede recogida la necesidad, hace que se distinga la fuerza de la conclusión de todo lo que se parezca a una inducción. Pues en una inducción también se conceden algunas cosas, como por ejemplo: El hombre mueve su mandíbula inferior, el caballo mueve su mandíbula inferior, igualmente el buey y el perro. De estas premisas aceptadas se infiere alguna otra cosa en la conclusión: Por consiguiente, todo animal mueve su mandíbula inferior. Pero como esto es falso en el cocodrilo, aunque se han concedido las premisas anteriores, se puede no aceptar la propia conclusión, que no se habría podido rechazar en un silogismo, pues su conclusión se contiene en las propias premisas aceptadas. Y por eso se añadió en la definición produce necesariamente. Ni siquiera la última parte de la definición carece de importancia., sino que demuestra que la conclusión debe derivar de las mismas cosas que se han aceptado, de lo contrario no sería válido. (APULEYO, La Interpretación, en: Obra filosófica, Gredos, Madrid, 2011, pp. 265-66)
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