domingo, 17 de octubre de 2010

1º Bachillerato: Introducción al saber filosófico

1º BACHILLERATO - BLOQUE TEMÁTICO I:
INTRODUCCIÓN AL SABER FILOSÓFICO. FILOSOFÍA, CIENCIA Y OTROS MODOS DE SABER

NIVEL PREPARATORIO (1º DE BACHILLERATO)

TEXTO 1:

   "Empecemos por situar la Filosofía en el conjunto del saber humano. ¿Es una ciencia? ¿Es una ciencia más entre las otras? ¿O es algo totalmente distinto?

1. LOS GRADOS DEL SABER

   Todos los hombres ansían saber: conocer lo que aún no conocen, dar una explicación de lo que ya se conoce. Y el hombre progresa en su saber de dos modos diversos: en profundidad (saber mejor, más perfectamente) y en extensión (saber más, más ampliamente). De aquí resultan los diversos "grados del saber" humano.
   * Todos saben que el sol "sale" por la mañana y "se pone" por la tarde, y que el calor dilata los cuerpos y hace hervir el agua... Este es el saber vulgar: se basa en la comprobación de hechos que se repiten y no llega a dar una explicación total del hecho (se sabe que una cosa es "asi", pero no se sabe por qué).
   * En cambio el científico llega a dar una explicación: en este caso, las leyes que rigen el movimiento de los astros y el aumento de energía cinética de los átomos.
   De este modo el saber científico nos da un conocimiento cierto de las cosas al darnos a conocer sus causas, sus condiciones necesarias de existencia. Además, la ciencia es siempre un conocimiento realizado según métodos rigurosos y que integra sus adquisiciones dentro de un sistema coherente. Todo esto, evidentemente, supera las posibilidades del saber vulgar.
   * Nos queda el saber filosófico. Con él el saber humano llega a sus últimas posibilidades de profundidad y generalidad. Sobre los dos ejemplos citados más arriba el fiósofo puede plantearse problemas como los siguientes: ¿qué es el movimiento, qué es el espacio y el tiempo?, ¿en qué consiste y cómo es posible la acción causal de un cuerpo sobre otro? Estas preguntas buscan la esencia misma de las cosas y su explicación última. Su planteamiento rebasa los problemas particulares (¿por qué sale el sol?, etc.) y más bien se dirige a dar una explicación de la totalidad de la realidad. [...]

2. LA FILOSOFÍA Y LOS OTROS GRADOS DEL SABER

   La filosofía se diferencia de las ciencias particulares en que éstas últimas estudian únicamente un determinado campo de la realidad, a veces muy reducido, y sólo dan la explicación más inmediata (por ejemplo, las condiciones en que un fenómeno se produce ordinariamente).
   Sin embargo, aunque sean diversos niveles del saber humano, deben prestarse mutuo auxilio: la Filosofía ha de partir de los datos científicos; y, a su vez, la Ciencia ha de tener en cuenta, gracias a la Filosofía, el contexto general en que se encuentran situados los problemas que ella trata.
   Por ejemplo, una filosofía del hombre ha de tener en cuenta los datos de la sociología; e inversamente, el sociólogo no ha de olvidar que su punto de vista sobre el hombre no es el único, que él no da la visión total y última de lo que es el hombre." (BENLLOCK IBARRA, E / TEJEDOR CAMPOMANES, C., Filosofía, SM, Madrid, 1975, pp. 10-11)

TEXTO 2:




Aristóteles

   "Todos los hombres tienden por naturaleza a saber.
   Señal de ello es su gusto por las sensaciones, pues éstas, aparte de su provecho, gustan por sí mismas, y más que las otras, las de la vista, porque nos hace conocer mejor las cosas.
   Pero el conocimiento de los sentidos no da la Sabiduría. No nos dicen el "por qué" de nada; por ejemplo, por qué es caliente el fuego; sólo dicen que es caliente.
   La Sabiduría consiste en conocer las primeras causas y principios de las cosas.
  Pudiera parecer que su posesión es superior al poder humano; porque la naturaleza humana está limitada de muchas maneras; tanto que, según Simónides, "solamente Dios puede gozar de este privilegio".
   Es justo llamar a la Filosofía "ciencia de la verdad". Pero la especulación acerca de la verdad es difícil. La causa de la dificultad no está en las cosas, sino en nosotros. En efecto, la inteligencia de nuestra alma se conduce respecto a las cosas más evidentes, como los ojos del murciélago respecto de la luz del día. [...]
   Debido a su admitación, comenzaron y comienzan los hombres a filosofar; admirándose al principio de las cosas extrañas que tenían más a mano, haciéndose cuestión de las cosas más graves, tales como los movimientos de la Luna, del Sol y de los astros, y la generación de todo.
   Pero el que encuentra dificultades y se asombra cae en la cuenta de que ignora. Por eso, como los hombres filosofaron por huir de la ignorancia, es claro que perseguían el saber por sí mismo, y no por utilidad alguna." (ARISTÓTELES, Metafísica, Libro I).

TEXTO 3:

José Ortega y Gasset


   "Donde acaba la física no acaba el problema; el hombre que hay detrás del científico necesita una verdad integral y, quiera o no, por la constitución misma de su vida, se forma una concepción enteriza del Universo. Vemos aquí en clara contraposición dos tipos de verdad: la científica y la filosófica. Aquélla es exacta, pero insuficiente; ésta es suficiente, pero inexacta. [...]
   "Filosofía es conocimiento del Universo o de todo cuanto hay. Ya vimos que esto implicaba para el filósofo la obligación de plantearse un problema absoluto, es decir, de no partir tranquilamente de creencias previas, de no dar nada por sabido anticipadamente. Lo sabido es lo que ya no es problema. Ahora bien, lo sabido fuera, aparte o antes de la filosofía, es sabido desde un punto de vista parcial y no universal, es un saber de nivel inferior que no puede aprovecharse en la altitud donde se mueve [desde el comienzo] el saber filosófico." (ORTEGA Y GASSET, J., ¿Qué es filosofía?, Revista de Occidente, Madrid, 1958, pp. 82-110)

TEXTO 4:

   "El filósofo profesional [...] no sólo piensa con mayor rigor de lógica, con superior coherencia, con más alto sentido de las reglas que los demás hombres, sino que conoce toda la historia del pensamiento, se da cuenta de la evolución alcanzada por el mismo hasta el momento, y está en condiciones de abordar los problemas en el punto en que se encuentran, luego que sufrieron las máximas tentativas de solución. Tiene, en el terreno del pensamiento, la misma función que, en los múltiples campos científicos, se asignan los especialistas." (GRAMSCI, A., La formación de los intelectuales, Grijalbo, Barcelona, 1974).


TEXTO 5:


   "Durante la clase de matemáticas, Törless concibió un súbito pensamiento. [...] Al terminar se juntó con Beineberg, porque era el único con quien podía hablar de semejante cosa.
   -Dime, ¿entendiste bien todo esto?
   -¿Qué?
   -Ese asunto de las cantidades imaginarias.
   -Sí, no es tan difícil. Lo único que hay que tener presente es que la raíz cuadrada de menos uno es la unidad de cálculo.
   -De eso precisamente se trata. Tal cosa no existe. Todo número, ya sea positivo, ya sea negativo, da como resultado, si se lo eleva al cuadrado, algo positivo. Por eso no puede haber ningún número real que sea la raíz cuadrada de algo negativo. [...]
   -Pero ¿qué otra cosa ocurre, a fin de cuentas, con las cantidades irracionales? Una división que nunca termina, una fracción cuyo valor nunca puedes agotar, aun cuando te pases la vida haciendo la operación... ¿Y qué piensas de las líneas paralelas que se cortan en el infinito? Creo que no habría matemáticas si pretendiéramos saberlo todo tan a conciencia y exactamente.
   -En eso tienes razón. Cuando uno considera las cosas así, todo parece bastante correcto; pero lo curioso está precisamente en que se puedan hacer cálculos reales [...] con semejantes valores imaginarios, que de alguna manera son imposibles. [...] Operaciones de esa naturaleza me dan vértigo. Son como un trozo de camino que va Dios sabe dónde. Pero lo que me parece inquietante es la fuerza que hay en esas operaciones, y el hecho de que uno pueda llegar con seguridad al otro lado. [...]

(Törless, entonces, acuce a consultar a su profesor de matemáticas)

  -Me complace mucho lo que me dice. [...] Pero no es tan sencillo darle la explicación que usted desea. [...] No sé cómo se imagina usted estas cosas; lo que está más allá de los límites del entendimiento es algo muy especial. A decir verdad, no son cosas que me conciernan a mí mismo; mi especialidad es otra. [...] Me doy cuenta de que estos valores numéricos imaginarios, que realmente no existen, son un hueso duro de pelar para cualquier estudiante joven. Debería contentarse usted con saber que tales conceptos matemáticos son precisamente necesidades puras del pensamiento matemático. [...] Afortunadamente sólo muy pocos sienten verdadera curiosidad por estas cosas; pero cuando viene uno como usted hoy a plantear estas cuestiones, entonces lo único que puede decírsele es: Querido amigo, aquí no cabe otra cosa que creer. Cuando sepas diez veces más matemáticas de lo que ahora sabes, lo comprenderás; pero, por el momento, ¡creer! [...]
   Sobre una mesilla estaba un célebre libro de KANT. El profesor lo tomó y se lo mostró a Törless.
   -Vea este libro. Es de filosofía. Contiene un análisis del tema de nuestra conversación. Si usted pudiera llegar a la médula del libro, se encontraría con esas necesidades del pensar que precisamente lo determinan todo. [...] Ahí tiene usted la prueba de lo importante que son estas cosas; pero -sonrió vuando vio que Törless abría el libro y se ponía a hojearlo-, pero no va usted a ponerse a leerlo ahora. Únicamente quería darle un ejemplo, que usted pudiera recordad alguna vez en el momento oportuno. Por ahora, seguramente es todavía demasiado difícil para usted."

   Este texto de la novela de ROBERT MUSIL Las tribulaciones del estudiante Törless (Barcelona, Seix Barral, 1985, pp. 108 y ss) expresa muy bien cómo -de pronto, y por primera vez- puede alguien plantearse un problema verdaderamente filosófico. Y cómo surge, así, la necesidad de filosofar. En este caso, es la ciencia (las matemáticas), la que sugiere los problemas, conduciendo más allá de si misma, hacia la filosofía. (...) Lo malo es que los libros de los filósofos (se cita a Kant) son todavía demasiado técnicos y difíciles para (...) Törless; pero éste ya no puede abandonar el camino recién descubierto. (...) Así pues, la ciencia y la vida inducen a filosofar." (TEJEDOR, C., Introducción a la filosofía, SM, Madrid, 1990, pp. 44-46).

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