miércoles, 20 de febrero de 2013

2º de Bachillerato: La Ciudad de Dios de San Agustín y el Reino de los Cielos: Repúbica de Dios vs. el Reino de los Ladrones

   San Agustín nos describe las dos Ciudades simbólicas que recorren la historia: la República de Cristo, o Reino de los Cielos, que ha de ser un reino de conciencia y justicia, y la Ciudad terrenal o Estado, un Reino de Ladrones, que solo por accidente busca la paz social:

   
   "Todo hombre, instruido en la santa Iglesia, debe saber de dónde somos ciudadanos, y a dónde peregrinamos, y que la causa de nuestra peregrinación es el pecado, y el retorno, la remisión de los pecados y la justificación por la gracia de Dios. Habéis oído y sabéis también que mientras tanto dos ciudades, corporalmente mezcladas y espiritualmente separadas entre sí, recorren estas órbitas de los siglos hasta el fin: una, cuyo ideal es la paz eterna y se llama Jerusalén; otra, cuyo ideal es la paz temporal y se llama Babilonia." (SAN AGUSTÍN, Enarrationes in Psalmos, 136, 1.)

   "Estas y otras semejantes respuestas, y posiblemente con más elocuencia y soltura, podrán responder a sus enemigos los miembros de la familia de Cristo, el Señor, y de la peregrina ciudad de Cristo Rey. Y no deben perder de vista que entre esos mismos enemigos se ocultan futuros compatriotas, no vayan a creer infructuoso el soportar como ofensores a los mismos que quizás un día los encuentren proclamadores de su fe. Del mismo modo sucede que la ciudad de Dios tiene, entre los miembros que la integran mientras dura su peregrinación en el mundo, algunos que están ligados a ella por la participación en sus misterios, y, sin embargo, no participarán con ella la herencia eterna de los santos. Unos están ocultos, otros manifiestos... Entrelazadas, de hecho, y mezcladas mutuamente están estas dos ciudades, hasta que sean separadas en el último juicio." (SAN AGUSTÍN, De Civitate Dei, I, 36.)

   "La verdadera justicia no existe más que en aquella república cuyo fundador y gobernador es Cristo, si es que a tal Patria nos parece bien llamarla así, república, puesto que nadie podrá decir que no es una empresa del pueblo." (SAN AGUSTÍN, De Civitate Dei, II, 22.)

   "Si de los gobiernos quitamos la justicia, ¿en qué se convierten sino en bandas de ladrones a gran escala? Y estas bandas, ¿qué son sino reinos en pequeño? Son un grupo de hombres, se rigen por un jefe, se comprometen en pacto mutuo, reparten el botín según la ley por ellos aceptada. Supongamos que a esta cuadrilla se le van sumando nuevos grupos de bandidos y llega a crecer hasta ocupar posiciones, establecer cuarteles, tomar ciudades y someter pueblos: abiertamente se autodenomina reino, título que a todas luces le confiere no la ambición depuesta, sino la impunidad lograda. Con toda finura y profundidad le respondió al célebre Alejandro Magno un pirata caído prisionero. El rey en persona le preguntó: ¿Qué te parece tener el mar sometido al pillaje? Lo mismo que a ti -respondió- el tener el mundo entero. Sólo que a mí, como trabajo con una ruín galera, me llaman bandido, y a ti, por hacerlo con toda una flota, te llaman emperador." (SAN AGUSTÍN, De Civitate Dei, IV, 5)

   La lucha entre las dos ciudades será uno de los principales leitmotive de la Edad Media. Como ejemplo, sirva la maravillosa película de Ridley Scott El Reino de los Cielos, especialmente su imprescindible banda sonora:


  

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