Para comprender el concepto nietzscheano de "decadencia" no hay nada mejor que ver la película El Inocente del gran Luchino Visconti. Inspirada en una novela (magnífica) de Gabriele D'Annunzio, el film cuenta la historia de Tullio Hermil, típico representante de la alta aristocracia italiana de finales del siglo XIX, refinada y decadente. Tullio es un ateo radical, que reivindica una total libertad, en contra de las convenciones sociales. Aunque está casado, se expone públicamente con su amante, la bella condesa Raffo, y su audacia llega incluso a pedirle a su mujer consejo cuando tiene problemas con su querida. Pero un día su esposa le engaña con el poeta y escritor Fabrizio d'Arborio, con el que llega a tener un hijo. Esto hará que Tullio caiga presa de los celos, y muestre hacia su mujer una pasión delirante, que le consumirá en vano, porque ella permanece fiel a D'Arborio. Al final, Tullio, vacío y desencantado, se suicida, tras asesinar fríamente al desgraciado niño (el "inocente" que da título a la película).
Como le dice la condesa Raffo, Tullio es un monstruo, pues pretende que su ideal de libertad se aplique a todos, pero luego se muestra como un tirano, que no encuentra límites para el ejercicio de su voluntad de poder. Trata a las personas como objetos, que sólo parecen existir para satisfacer sus caprichos y su inextinguible ansia de placer. Un décadent , en definitiva, en estado puro. Lamentablemente -¿o afortunadamente?- sólo he encontrado la versón original italiana, subtitulada en francés.
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