Temas de Filosofía (Optativa 4º de ESO)

 

BLOQUE 1.- LA FILOSOFÍA

 


 

TEMA 1.- La Filosofía y sus orígenes

 

1.- La Filosofía. Características de la reflexión filosófica y diferencias con otros saberes.

 

2.- El origen de la filosofía occidental: de la explicación mitológica a la explicación racional.

 

3.- Características de la filosofía como saber crítico.

 

TEMA 2.- Los pensadores presocráticos y la pregunta por el Arché

 

1.- La pregunta por el “principio” u “origen” (arché) del universo

 

2.- Los filósofos presocráticos

 

TEMA 3.- El giro antropológico de la Filosofía en el siglo V a. C. El pensamiento de Sócrates y las diferencias con el de los sofistas

 

1)    Los Sofistas

2)    Sócrates

 

 

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TEMA 1.- La Filosofía y sus orígenes

 

1) La Filosofía. Características de la reflexión filosófica y diferencias con otros saberes.

 

Para definir la filosofía, hay que diferenciarla de otras formas de saber, como la ciencia, el arte y la religión. Para comprender esta diferencia, tomaremos como guía al filósofo español más importante del siglo XX: José Ortega y Gasset (1883-1955).

 


En su libro ¿Qué es filosofía? (1929), Ortega señala que el ser humano, desde su aparición en la tierra, se siente perdido (“náufrago”) frente al mundo que le rodea. Necesita sobrevivir, y para lograrlo tiene que diseñar un plan de acción que le permita orientar con éxito su conducta. Ahora bien, para elaborar dicho plan, el hombre debe primero pensar, para comprender cómo es mundo que le rodea, y qué puesto ocupa en él. Sólo así podrá actuar de forma lógica y coherente.

El hombre utiliza, por tanto, su pensamiento como instrumento para explicar la realidad que le rodea. Ahora bien, a lo largo de su historia, el pensamiento humano ha creado cuatro formas diferentes de explicar la realidad: el arte, la religión, la ciencia y la filosofía.

A) El arte y la religión suelen ir unidos a lo largo de la historia. Ambos ofrecen una explicación sentimental del mundo y del hombre; la diferencia entre ellos estriba en que el sentimiento religioso, la fe, es completamente irracional (“fe ciega”), es decir, renuncia a emplear conceptos comprensibles para la razón humana; el artista, en cambio, para expresar sus sentimientos sobre la realidad, utiliza, hasta cierto punto, elementos racionales (ritmo, armonía, proporciones matemáticas…); pero lo más importante y profundo del arte es, sin duda, también el sentimiento, es decir, un componente afectivo e irracional. Arte y religión implican, pues, una explicación subjetiva y emocional del mundo.

B) También las ciencias y la filosofía tratan de explicar la realidad, pero lo hacen de un modo objetivo, es decir, utilizando la razón, y dejando de lado el sentimiento.

La diferencia entre las ciencias (matemáticas, física, biología, etc.) y la filosofía estriba en que las teorías científicas se limitan a estudiar sectores concretos de la realidad (el mundo de los números, el mundo de los objetos físicos, el mundo de los seres vivos…); por eso son exactas, pero parciales: porque explican únicamente partes concretas del universo, renunciando a ofrecer una explicación global del mundo que nos rodea.

La filosofía, igual que las ciencias, trata de explicar la realidad utilizando conceptos racionales; pero se diferencia de ellas porque no se limita a explicar esta o aquella parte concreta de la realidad, sino que trata de ofrecer una explicación completa del mundo y del hombre, y para hacerlo utiliza los datos que le ofrecen las ciencias disponibles en una época histórica dada. Por eso, la filosofía se basa en los datos que le ofrecen las ciencias de su época, pero supone un grado más alto, amplio y completo de saber, porque, como afirma Ortega y Gasset “se ocupa de todo lo que hay”, es decir, intenta ofrecer una explicación global del universo y del hombre, de la realidad completa.

            Por otra parte, el hombre organiza su vida en función de cómo explica el mundo que le rodea; por eso la filosofía no es sólo una teoría general sobre la estructura de la realidad, sino que también implica un modo especial de vivir. El filósofo no utiliza la razón solo para interpretar el mundo, sino también, como afirmaba el filósofo griego Aristóteles (384-324 a.C.), para tratar de vivir de una manera diferente, es decir, más racional y más libre, tanto en el plano individual, como social o político. El filósofo, en definitiva, es alguien que se esfuerza por vivir de conformidad con lo que piensa, y llevar una vida más completa y satisfactoria.

 

2) El origen de la filosofía occidental: de la explicación mitológica a la explicación racional.

 

            Tradicionalmente, se suele afirmar que la filosofía surgió en el s. VII a.C. en las colonias fundadas por Grecia en el Asia Menor en la Jonia, territorio situado en la costa de la actual Turquía. El primer filósofo importante fue Tales de Mileto (624-546 a.C.). Hubo otro foco filosófico, un poco más tardío, situado en las colonias griegas de la Magna Grecia (Sur de Italia y Sicilia), en el que destacó Pitágoras de Samos (h. 530 a.C.).

                       

   ¿Por qué surgió la filosofía precisamente en Grecia, y no en otras civilizaciones importantes y más antiguas, como Mesopotamia y Egipto? Fundamentalmente por cinco razones:

1ª) Las colonias griegas del Asia Menor eran ciudades eminentemente comerciales, por lo que estaban abiertas a todo tipo de influencias culturales; por ello, los griegos estuvieron en contacto permanente con Egipto y Babilonia, asimilando los misterios, las iniciaciones y el saber de los magos caldeos y los sacerdotes egipcios.

            2ª) La religión griega era diferente a la de otras culturas de su época, porque no existía una casta de sacerdotes que monopolizase los conocimientos, ni se basaba en dogmas inmutables. Esto hizo que, desde muy pronto, se pusieran en cuestión las explicaciones del universo y del ser humano ofrecidas por la religión, con sus mitos y leyendas, pasándose a buscar otro tipo de explicación del mundo, más racional y lógica.

            3º) Otro factor importante fue la presencia en la cultura griega de los denominados “sabios”. Los sabios eran hombres enciclopédicos, que poseían un saber general, tanto práctico como teórico, que abarcaba todos los aspectos vitales. Los principales fueron los denominados "siete sabios de Grecia": Tales de Mileto, Pitaco de Mitilene, Bías de Priene, Solón de Atenas, Cleóbulo de Lindos, Misón de Quenea y Quilón de Lacedemonia. Ellos fueron los primeros en iniciar una reflexión abstracta en torno al cosmos y al hombre, con independencia de la religión.

            4ª) También influyó el régimen político democrático que existía en muchas ciudades griegas. Este peculiar régimen político, basado en la libertad, pronto planteó importantes problemas filosóficos, como el de la legitimidad del gobierno, el fundamento de las leyes, la relación entre las leyes de la ciudad (la “polis”) y las leyes morales o religiosas; cuál es el mejor gobierno posible, etc., que los primeros filósofos griegos se esforzaron por resolver.

            5ª) Por último, la existencia en Grecia del modo de producción esclavista, a pesar de ser socialmente injusto, hizo posible la existencia de un sector de la población: los hombres libres o ciudadanos, que disfrutaban del ocio y libertad suficientes para dedicarse a la política y al arte, o a cultivar el pensamiento abstracto, filosófico y científico.

 

            Todas estas condiciones hicieron posible el surgimiento de la filosofía, el cual se produjo a finales del siglo VII a.C., mediante el denominado paso del mito al logos, es decir, cuando la Humanidad abandonó por vez primera en Grecia la utilización de mitos, símbolos y leyendas religiosas para explicar el universo, y pasó a elaborar una explicación de la estructura del cosmos y del hombre, basada en conceptos abstractos y leyes racionales; es decir, en la razón (“logos”).

            La filosofía, igual que la religión, nació del asombro y admiración que sintieron los hombres ante la naturaleza y la necesidad de explicar las grandes cuestiones que enfrentan al hombre ante lo desconocido; pero los filósofos griegos abandonaron el empeño de encontrar la razón de las cosas fuera de la naturaleza, en fuerzas divinas o seres imaginarios, y buscaron las causas y principios de los procesos de la naturaleza en leyes racionales, con independencia de la acción de los dioses. Rechazaron, pues, todas aquellas explicaciones que no pudieran demostrarse racionalmente, o no estuviesen basadas en la observación de los fenómenos naturales, y sólo admitieron causas que fuesen lógicamente comprensibles por la inteligencia humana.

 

5) Características de la filosofía como saber crítico.

 

            Desde su aparición en Grecia, la filosofía tiene las siguientes características:

1ª) El saber filosófico es, ante todo, crítico y antidogmático: No es dogmático, como el saber mítico-religioso, sino crítico; es decir, mientras que las explicaciones mítico-religiosas del universo pretenden ser absolutas y definitivas, las explicaciones de la filosofía, como las de la ciencia, no tienen nunca un carácter absoluto, sino que siempre son provisionales y revisables

2ª) El saber filosófico no es “sabiduría”, es decir, un conocimiento terminado y completo, sino algo más modesto: simplemente “amor a la sabiduría” (“philo-sophía”), porque el filósofo, consciente de su ignorancia, nunca cree estar en estar en posesión del saber definitivo, sino que se esfuerza por encontrarlo. Parece que el primero en utilizar la palabra “filosofía”, y en denominarse a sí mismo “filósofo” o “amante del saber”, fue Pitágoras.

            3ª) La filosofía no acepta ninguna explicación de la realidad que no esté bien fundamentada y demostrada lógicamente o empíricamente. En filosofía no valen las simples opiniones, sino que toda afirmación ha de basarse en algún tipo de explicación sólida y estructurada lógicamente.

 

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TEMA 2.- Los pensadores presocráticos y la pregunta por el Arché

 

1)    La pregunta por el “principio” u “origen” (arché) del universo  

 

   Los primeros filósofos griegos reciben el nombre de “filósofos presocráticos” porque trabajaron en general antes de Sócrates. De sus obras sólo se han conservado fragmentos incompletos. Todos ellos centraron su atención en el estudio de la naturaleza (en griego: physis). También se les denomina los “físicos presocráticos”.

            El término “naturaleza” posee en el lenguaje griego un contenido mucho más amplio que el actual. "Naturaleza" designa: a) La totalidad de los fenómenos que existen; b) Lo que las cosas son realmente en sí mismas, es decir, su esencia o estructura interna, que es eterna e inmutable (Aristóteles denominará posteriormente a esta esencia "substancia"); y c) El principio dinámico que causa el movimiento del cosmos, esto es, aquella causa última que impulsa todas las transformaciones que tienen lugar en el universo, especialmente los procesos generativos por los que surgen los diversos entes que podemos contemplar.

            A la hora de enfrentarse al problema de la estructura de la naturaleza, los primeros filósofos griegos partieron del siguiente presupuesto fundamental: ha de haber algún tipo de “principio” o ser originario (en griego: arché) que sea causa de los entes que componen la naturaleza, pues del no-ser, de la nada, no puede surgir ente alguno. A partir de aquí se plantean dos problemas:

            a) El problema del origen: ¿qué principio se halla a la base de la naturaleza?; o, dicho de otro modo: ¿cuál es el principio del que todo procede y se compone?

            b) El problema del movimiento (cambio o devenir): ¿Cómo se produce el movimiento que contemplamos en el cosmos?; es decir: ¿cómo desde la unidad y simplicidad del principio se genera la multiplicidad de los fenómenos, que cambian constantemente?

            Los presocráticos, para responder a estas cuestiones, supusieron que el principio que da origen a la naturaleza debe tener las siguientes propiedades:

 

            a) Debe ser único (o, en todo caso, debe haber muy pocos principios, dotados todos ellos de propiedades comunes).

            b) La mayor parte de ellos concibieron el primer principio como material.

            c) El primer principio no ha sido creado, sino que es eterno, ya que la naturaleza misma es eterna.

            d) Para muchos de estos pensadores, el primer principio posee las propiedades de los elementos (agua, fuego, tierra o aire).

            e) El primer principio es infinito (es decir, no es ningún objeto finito concreto).

            f) El primer principio es cinético, es decir, es la causa del movimiento y los cambios de la naturaleza.

 

2)    Los filósofos presocráticos

 

            Los filósofos presocráticos se clasifican habitualmente en función del número de principios que proponen para explicar la naturaleza y sus procesos:

A)   Los monistas proponen un solo principio: Escuela de Mileto (Tales, Anaximandro y Anaxímenes de Mileto) y Parménides de Elea.

B)   Los dualistas proponen dos principios: Pitágoras de Samos y Heráclito de Éfeso.

C)   Los pluralistas proponen, en fin, múltiples principios, aunque todos ellos dotados de características semejantes: Empédocles de Agrigento, Anaxágoras de Clazomene y los atomistas (Leucipo de Mileto -o Elea- y Demócrito de Abdera).

 

A)   Filósofos monistas:

 

            A.1) Escuela de Mileto:

 

            Sus principales representantes son:

 

            a) Tales de Mileto (625/24 – 547/45 a. C.):

 

            Tales sostuvo que el principio o arché es el agua, probablemente basándose en observaciones sobre la presencia de humedad en la mayor parte de los seres del universo. Además, parece que mantuvo el denominado hilozoísmo (en griego, hylé: materia; zoé: vida), tesis según la cual todo está animado por un impulso vital. De ahí que afirmase que "todo está lleno de dioses".

 

            b) Anaximandro (c. 610-547 a. C.):

           

            Anaximandro planteó una concepción más abstracta del principio, afirmando que éste es lo ápeiron (del griego “a-peras”: sin límite), es decir, lo infinito, lo indefinido, carente de cualidades o lo indeterminado, a partir del cual surgen todas las determinaciones o contrarios del universo (ser A, ser B, etc...). El ápeiron es divino y eterno; a partir de él se engendran todas las cosas mediante un proceso de separación de la unidad que, según Anaximandro, supone una especie de "injusticia" cósmica; los seres han de "pagar la culpa" por haberse separado de la unidad del ápeiron, regresando a él, tras subsistir un período de tiempo determinado, cumpliéndose así un ciclo cósmico que se repite de modo eterno y necesario.

 

            c) Anaxímenes (c. 590-524 a. C.):

 

            Anaxímenes volvió a plantear una concepción material del arché, suponiendo que éste es el aire; todas las cosas surgirían del aire, y regresarían a él, en función de procesos de rarefacción y condensación, siguiendo un ciclo cósmico eterno. También mantuvo la hipótesis hilozoísta o animista, al considerar que todos los entes del universo están dotados de fuerza vital.

 

 

                  

            A.2) Parménides de Elea (c. 530-450 a. C.):

 

            En la Magna Grecia floreció en la ciudad de Elea otra escuela filosófica, cuyo principal representante fue Parménides de Elea.

  

            Parménides expuso sus teorías en un poema alegórico en el que relata la revelación que una diosa le ha hecho de un conjunto de importantes doctrinas filosóficas: la teoría del Ser y la teoría de la Verdad.

            La diosa pone en conocimiento de Parménides que existen dos vías o caminos en el terreno del conocimiento: la vía de la verdad (alétheia) y la vía de la opinión (dóxa) o del error. La primera es la seguida por los sabios, es decir, aquellos que utilizan el pensamiento o razón; la segunda es la que siguen la mayor parte de los mortales.

            La primera vía, o vía de la verdad, es la vía de la ciencia o saber fundamentado, y se basa en dos proposiciones fundamentales: 1ª) El Ser es, es decir, sólo el Ser es o existe realmente; 2ª) Pensar y Ser son uno y lo mismo; o dicho de otro modo: el pensar, la razón del sujeto, es el único medio para conocer el auténtico ser de los objetos. Los datos de los sentidos, en cambio, son engañosos y se mueven en el mundo del no-ser, es decir, el mundo de las apariencias.

            La segunda vía, o vía de la opinión, es la vía del no-ser y del error; es la vía escogida por aquellos que se rigen por los datos de los sentidos y las opiniones contradictorias que a ellos se refieren. Para Parménides, este camino es impracticable y no conduce a saber científico alguno, pues se mueve en el mundo falso y engañoso de las apariencias fenoménicas, que cambian a cada momento.

            El Ser auténtico, accesible sólo al pensamiento, posee, según Parménides, las siguientes propiedades: es eterno, inmóvil, imperecedero, completo, finito, continuo, único e indivisible; es, en fin, semejante a "una esfera bien redonda", como dice Parménides.

            Frente al mundo del ser, el mundo del no ser, o mundo de los sentidos y de los fenómenos físicos, es un mundo cambiante y en perpetuo movimiento. Parménides, basándose en el carácter engañoso de este mundo, llegó a negar incluso la existencia del movimiento o cambio, que para él no es sino una apariencia engañosa de los sentidos. Su discípulo Zenón, de conformidad con esta tesis, elaboró una serie de argumentos encaminados a demostrar las aporías (= contradicciones) en las que cae aquel que pretende afirmar la existencia del movimiento (como el famoso argumento de “Aquiles y la tortuga”).

 

            B) Filósofos dualistas:

 

            B.1) Pitágoras de Samos (570-495 a. C.):

 

            Pitágoras era natural de la isla de Samos, pero se trasladó posteriormente a la región de Italia meridional denominada "Magna Grecia", donde los griegos tenían una serie de colonias; en una de ellas -Crotona-, fundó una escuela filosófica que perduró durante toda la antigüedad clásica. En realidad, el pitagorismo, más que una escuela filosófica, era una secta iniciática, y en sus doctrinas se entremezclaban conceptos científicos, religiosos, y místicos. Los adeptos de la secta debían pasar varias pruebas hasta ser admitidos finalmente a escuchar directamente las enseñanzas del maestro (Pitágoras).

            Los pitagóricos centraron su reflexión en torno a los conceptos matemáticos, llegando a la conclusión de que el arché es el número y que los números son los principios esenciales, inmutables y eternos que constituyen todos los entes. Ahora bien, los pitagóricos distinguieron dos aspectos en los números: por una parte, el cálculo matemático ordinario, que constituía el núcleo de la denominada enseñanza exotérica o matemática, dirigida a los discípulos; por otra, la doctrina mística de los números, denominada enseñanza esotérica o acusmática (acusmo: dogma), reservada a los iniciados en los misterios de los números, en la que probablemente se especulaba sobre los números como esencias abstractas y sobre su poder mágico y simbólico (p.ej: 1, símbolo de la unidad divina; 2, símbolo del mal y la dispersión,... 10, símbolo de la perfección del universo, etc...).

            Con todo, parece que los pitagóricos no llegaron a diferenciar claramente entre los números como entes ideales y su representación espacial, confundiendo la unidad aritmética con el punto geométrico; para ellos, por tanto, los números no serían tanto principios separados o abstractos, como la causa material de las cosas.

            Los pitagóricos eran dualistas, puesto que, según ellos, además de los números, los principios que constituyen los objetos del universo vienen determinados por parejas de opuestos coordinados entre sí (p.ej.: límite-ilimitado, impar-par, uno-múltiple, derecho-izquierdo, masculino-femenino, etc...). Ahora bien, entre estos opuestos existe una armonía basada en el orden o equilibrio que establecen los números. Dicha armonía, basada en proporciones aritméticas perfectas, hace del universo una totalidad equilibrada y bellísima, semejante a una inmensa composición musical (la denominada "música de las esferas").

            Los pitagóricos sostuvieron, además, una serie de doctrinas místicas acerca del alma y su destino tras la muerte. Afirmaban que el alma es inmortal, puesto que es armonía y número (y el número es eterno e imperecedero). Creyeron cierta, en consecuencia, la hipótesis de la metempsícosis o transmigración de las almas, según la cual las almas pasan de un cuerpo a otro a través de sucesivas reencarnaciones, mejorando o empeorando su suerte según sus méritos, siguiendo un ciclo cósmico eterno. Ambas doctrinas pasaron, modificadas, a las teorías de Platón.

 

            B.2) Heráclito de Éfeso (h. 535-484 a. C.):

 

            Heráclito -apodado por sus contemporáneos "el oscuro", por el carácter enigmático y misterioso de sus textos- sostiene que el principio del que están constituidos todas las cosas es el fuego; todos los seres surgen a partir de él "encendiéndose" y a él retornan "apagándose", según medidas temporales establecidas, siguiendo un ciclo cósmico que se repite indefinidamente (eterno retorno).

            Para Heráclito "todo fluye" y "no es posible sumergirse dos veces en el mismo río", es decir, el mundo se encuentra en perpetuo cambio o movimiento, en un devenir permanente, por lo que nada permanece fijo y estable mucho tiempo.

            Heráclito explica el perpetuo movimiento o devenir del cosmos en función de una teoría de los opuestos o contrarios, es decir, suponiendo que la realidad posee una estructura dialéctica, esto es, contradictoria. Es, por tanto, la pugna de contrarios la que genera el movimiento que contemplamos en todo lo existente; por eso afirma Heráclito que "la discordia (o la guerra) es el padre y rey de todas las cosas."

            Sin embargo, el movimiento, la contradicción y la lucha son sólo el aspecto externo o aparente de la estructura total del cosmos; más allá de las oposiciones, la razón (Logos) descubre la armonía oculta, la racionalidad o lógica que encierra la lucha de contrarios, ya que éstos se implican mutuamente entre sí ("la guerra" no tiene sentido sin "la paz"; "la enfermedad" no lo tiene sin "la salud", "el mal no lo tiene sin "el bien"; "la vida" no lo tiene sin "la muerte"...). El pensamiento, la razón, comprende así que, a pesar de la tensión entre los opuestos y de la disonancia aparente, el mundo posee, a nivel profundo, una estructura legal lógica, establecida por el Logos o Razón universal (al que Heráclito califica de eterno y divino), y que da lugar a la más bella armonía, como sucede en el caso del arco o de la lira.

            Claro es que tal armonía universal del cosmos, ordenado por el Logos o razón, no es captable a simple vista, por lo que sólo el "despierto", el que sabe "escuchar" a logos, el sabio, en fin, es el que puede descubrirla; la mayoría de los mortales, sin embargo, están "dormidos" aunque parecen despiertos): no escuchan a Logos, esto es, a la razón, que les permitiría conocer la armonía cósmica e identificarse con ella. Permanecen atrapados, pues, en el mundo de las apariencias, donde dominan las opiniones contrarias, lo que les lleva a luchar constantemente entre sí.

            Para Heráclito, el alma está compuesta por fuego, por lo que está sometida al devenir universal; pero es también la parte del hombre donde reside el Logos o razón. Por eso la misión del hombre (microcosmos) es penetrar en el interior de su alma, para conocer allí el Logos o Razón del universo (macrocosmos), y unirse a él.

 

C) Filósofos pluralistas:

 

            Los filósofos pluralistas trataron de elaborar una serie de teorías explicativas del universo físico y el cambio en las que se parte de la existencia de una pluralidad de principios, que al combinarse entre sí dan lugar al universo con su multiplicidad y movilidad.

 

                         C.1) Empédocles de Agrigento (h. 495/490-435/430 a. C.):

 

            Empédocles (s. V a. C.) supone la existencia de cuatro principios, que coinciden con los cuatro elementos (agua, aire, fuego, tierra), a los que denomina "raíces" de todas las cosas; y dos fuerzas cósmicas motrices: el Amor, Afinidad o Armonía (phylía) y el Odio o Discordia (Neikos), que actúan sobre aquéllos.

            Empédocles concibe la evolución del universo en función de un ciclo cósmico que se repite eternamente, pasando por cuatro momentos: 1º) Al principio existe la esfera del Ser, en la que, en virtud del Amor, se encuentran unidos los cuatro elementos; 2º) La acción de la Discordia introduce el movimiento, haciendo que la esfera se rompa, y los diversos elementos se separen; 3º) La acción renovada del Amor hace que se produzca afinidad entre cosas semejantes (compuestas de los mismos elementos) y se formen los entes que componen el universo; 4º) Nuevamente entra en juego la Discordia, que genera luchas y oposiciones entre los entes que componen el universo, causando así la progresiva disgregación del mismo y su retorno a la esfera inicial.

            Empédocles, con un talante francamente pesimista, cree que nuestro mundo se encuentra actualmente en esta última fase del ciclo cósmico, por lo que sólo puede constatarse en él la disolución progresiva del orden armónico establecido por Amor.

 

            C.2) Anaxágoras de Clazomenas (500-428 a. C.):

 

            Anaxágoras sostiene que existe un número infinito de principios, a los que denomina "semillas". Las semillas son infinitamente divisibles y poseen cualidades diferentes. Asimismo, son ellas las que componen los diferentes cuerpos; al ser infinitas, en cada cuerpo está contenido todos los tipos de semillas que existen ("todo está en todo", dice Anaxágoras); no obstante, en cada cuerpo predominan determinados tipos de semillas, que le confieren las propiedades que le son características. Por esta razón Aristóteles denominó a las semillas de Anaxágoras homeomerías(= partes semejantes), basándose en la idea de que en cada cuerpo predominan las semillas que son semejantes al todo. Es probable que Anaxágoras se inspirase en los procesos metabólicos del organismo en el momento de idear esta hipótesis, al tratar de explicar por qué los componentes de los alimentos son asimilados por los distintos órganos y fluidos del ser vivo (en los alimentos ha de haber elementos de los "huesos", de la "sangre", etc., para que puedan ser incorporados a estas sustancias).

            Las semillas se encuentran, en principio, unidas entre sí, formando un conjunto indiferenciado e inmóvil. Para explicar el movimiento de ese conjunto, Anaxágoras introduce un principio cinético: el Nous o Mente Cósmica. El Nous permanece separado del conjunto de las semillas, y es descrito por Anaxágoras como infinito, autónomo y sin mezcla; asimismo, conoce y gobierna todas las cosas y posee el máximo poder

            El Nous pone en movimiento la mezcla de las semillas que, formando un torbellino cósmico, van uniéndose, dando lugar a la formación de los diversos entes que componen el universo.

 

   C.3) Demócrito de Abdera (460-370 a. C.):

 

            Demócrito admite dos principios para explicar la naturaleza: los átomos y el vacío. Los átomos son materiales, sólidos, infinitos en número, poseen formas diversas (no infinitas) y carecen de cualidades, diferenciándose sólo por su figura, su orden y posición. Los átomos se mueven en el vacío infinito gracias a dos movimientos: uno espontáneo o propio, en todas direcciones, y uno derivado, producto del choque mutuo. Al chocar entre sí y unirse, dan lugar a mundos infinitos y a los diversos objetos que éstos contienen; posteriormente esos mundos se disuelven, como consecuencia de ulteriores choques atómicos.

            Obsérvese que la física atomista -al contrario que la de Heráclito o Anaxágoras, por ejemplo-, es mecanicista, es decir, explica los procesos del universo en función de choques mecánicos; esos cambios son, por consiguiente azarosos (aunque necesarios), y no obedecen a plan previo o dirección alguna preestablecida por algún tipo de divinidad. El universo atomista es, en definitiva, un universo regido por el azar, que carece, en su conjunto, de finalidad o teleología (en griego “télos”: fin o meta).

 

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TEMA 3.- EL GIRO ANTROPOLÓGICO DE LA FILOSOFÍA EN EL S. V a. C. EL PENSAMIENTO DE SÓCRATES Y LAS DIFERENCIAS CON EL DE LOS SOFISTAS

 

 

 

3)    Los Sofistas

4)    Sócrates

 

1)    Los Sofistas

 

            Hacia el s. V a. C. el pensamiento griego, centrado hasta ese momento en torno al problema de la naturaleza, pasó a ocuparse de problemas relativos al hombre y a la sociedad (es decir, problemas antropológicos, éticos y políticos). La cuestión que ahora se plantean los filósofos griegos no es: ¿cuál es la estructura del universo físico?, sino: ¿cuál es la naturaleza del hombre?, ¿qué puesto ocupa en el cosmos?, ¿qué leyes deben regular su comportamiento?

            Este cambio se produjo porque la sociedad griega, por basarse en un sistema político democrático, planteó muy pronto el problema de qué sentido poseen conceptos como los de "igualdad", "libertad" o "ley". Además, todo ciudadano griego libre participaba activamente en la vida política y ello exigía dominar la palabra para convencer a los asistentes a las asambleas del pueblo, defenderse de acusaciones, escalar puestos o medrar; saber hablar bien era sinónimo de poder.

Pero la cuestión era: ¿hasta qué punto es lícito alcanzar el éxito social a cualquier precio?, ¿existen barreras morales que pongan coto a la manipulación de la opinión pública?

            Otro problema que se planteó era el que hace referencia al fundamento de las leyes éticas y políticas: la crítica a la religión y al mito llevada a cabo por los filósofos había destruido el fundamento religioso de las leyes de la polis. Ahora bien, si el fundamento de las leyes no se encuentra en el ámbito divino, sino en el hombre, cabe preguntarse si las leyes o normas morales o políticas son universalmente válidas en sí mismas, o si son arbitrarias. Si las leyes políticas, y sobre todo éticas, son válidas sólo por convención, esto es, en función de un pacto entre los hombres, pueden ser alteradas cuando se considere conveniente.

 

            En este contexto surgió la Sofística. Con este nombre se designa a un movimiento filosófico aparecido en el s. V a. C, formado por una serie de pensadores que recibieron el calificativo de "sophistés" (algo así como "profesor"). Los sofistas recorrían Grecia de un lado a otro impartiendo clase a jóvenes griegos ricos, que buscaban hacerse un puesto en el mundo de la política, recibiendo por sus enseñanzas grandes sumas de dinero (fueron los primeros en "vender" sus conocimientos, hecho que fue muy mal visto por el resto de los pensadores de la época, que veían en ello una especie de "prostitución" de la sabiduría).

            Los sofistas más importantes fueron Protágoras de Abdera y Gorgias de Leontini.

 

            Los sofistas no eran pensadores sistemáticos, ni poseían teorías fijas, sino que afirmaban poseer más bien un "saber enciclopédico". No obstante, sus reflexiones giran en torno al hombre, la ética, la sociedad, el derecho, la política, la religión o la cultura. Las disciplinas que imparten son fundamentalmente la retórica (oratoria) y la erística (arte de disputar y vencer en las disputas, utilizando argumentos irrefutables). Su método de enseñanza se basaba en la pronunciación de largos y bellos discursos en público, en los cuales discutían el pro y el contra de una determinada cuestión.

            A pesar de la disparidad de sus doctrinas, todos los sofistas coinciden en adoptar un escepticismo y un relativismo gnoseológico (es decir, en relación con el problema del conocimiento).

·         Escepticismo: Protágoras sostiene que no tenemos conocimiento alguno de los dioses: no podemos saber si existen o no, ni cómo son, ni podemos conocer verdad alguna firmemente establecida por sus enseñanzas (pues los dioses son distintos en cada cultura). El único conocimiento de la verdad que podemos alcanzar es relativo al hombre, es decir, se refiere al ser humano individual. Por eso afirma que "el hombre es la medida de todas las cosas; de las que son, en tanto que son y de las que no son, en tanto que no son."

Ahora bien, para Protágoras, el conocimiento que posee el hombre individual se basa en una pura relación subjetiva con las cosas y se apoya en la sensación, por lo que no podemos saber cómo son los objetos en sí mismos; sólo conocemos su apariencia sensible o fenoménica. Y dado que el mundo sensible se encuentra en constante devenir (como había indicado Heráclito), y todo se encuentra en un cambio continuo, Protágoras y Gorgias concluyen que no existe ningún ser absoluto, como suponía Parménides, y que si existe, no podemos ni conocerlo, ni expresarlo lingüísticamente.

·         Relativismo: Si no hay ningún ser fijo ni estable, el principio de contradicción no tiene validez, ni hay criterio que permita distinguir la verdad de la falsedad. Por esta razón, los sofistas sostienen que no hay nada verdadero o falso, bueno o malo, bello o feo en sí mismo o de modo absoluto, sino que la verdad o falsedad dependen de cada hombre particular; lo que es verdadero para mí no tiene por qué serlo para tí, y viceversa. Las cosas son tal y como aparecen a cada cual, de lo que se deduce que existen tantas verdades como individuos y opiniones distintas hay. Y ninguna de ellas es más verdadera que otra; o dicho de otro modo: todas tienen la misma pretensión de validez, puesto que son equivalentes entre sí.

Los sofistas sostienen también un relativismo ético y político. Para ellos, la única ley inmutable eternamente válida es la ley de la naturaleza (physis); en cambio, las leyes religiosas, éticas y políticas son convencionales, fruto de pacto entre los seres humanos, por lo que no poseen validez absoluta. Cada comunidad posee unas leyes particulares, y éstas pueden ser sustituidas por otras distintas en cualquier momento.

           

¿Qué repercusiones tiene esta postura relativista en el ámbito de la ética y la política?

            Antes de verlo, debemos decir que el término "virtud" (areté) en la época griega antigua -antes de Sócrates y Platón- designa no tanto una cualidad interna valiosa del hombre como la "excelencia" de una persona, es decir, la reunión en ella de una serie de cualidades que la hacen destacar sobre las demás y tener éxito en sus empresas (p.ej.: Aquiles o Ulises "poseen areté": son hombres excelentes en valor o inteligencia, lo que les hace salir siempre airosos en las acciones que acometen).

            Pues bien: los sofistas se jactaban de ser "maestros de virtud", es decir de enseñar a sus discípulos la virtud; y no cualquier virtud, sino sobre todo la "virtud política" (aretépolitiké). Decían que con sus enseñanzas podían formar "ciudadanos excelentes", es decir, hombres capaces de triunfar personalmente, o de alcanzar el éxito en el mundo de los negocios públicos.

            Ya hemos dicho, asimismo, que, según los sofistas, no hay leyes éticas o políticas que indiquen qué está bien o mal hecho. La única ley absoluta es, como vimos, la de la naturaleza; por consiguiente, nada impide que aquel individuo que por naturaleza sea más fuerte, inteligente, astuto o audaz, valiéndose de la manipulación del lenguaje y de la transgresión de las normas morales o éticas, aproveche cualquier ocasión propicia (kairós) para imponer su opinión o verdad a los demás, seduciéndoles para que la adopten, y logre así alcanzar el éxito. Lo grave es que, al no haber leyes éticas absolutas, los afectados no estarán nunca legitimados para criticar el poder o el dominio que el más hábil o poderoso ejerce sobre ellos.

            Es necesario, en consecuencia, que el político sea un experto en retórica, para que sepa manejar convenientemente ese instrumento de dominio y de ejercicio de la violencia que es el lenguaje, así como las técnicas que le permiten persuadir y convencer en las discusiones públicas. Así podrá "hacer fuerte la opinión débil" (Gorgias), es decir, convencer a la multitud de que su opinión particular es la verdadera o la más conveniente, haciendo que la acepten (aunque en principio estuviesen en contra de ella, o no convenga en absoluto a sus intereses).

            Todo ello exige que el político estudie la psicología de las masas (Gorgias), y sepa ser un buen actor teatral. También exige que sepa elaborar "bellos discursos", para seducir el ánimo de la multitud, atrayéndola hacia su opinión. Pues en política, según los sofistas, no importa qué debe o no debe ser hecho, ni si los discursos son verdaderos o falsos -plantear así la cuestión hemos visto que no tiene para ellos el menor sentido-; en definitiva, no importa la razón. El mundo político está regido por factores irracionales o fuerzas aleatorias, dependientes de las pasiones de los hombres, y el político, convenientemente educado en las doctrinas sofísticas, debe aprender a conocer y manejar esas fuerzas adecuadamente si quiere alcanzar la riqueza, el poder y el respeto del pueblo.

 

2) Sócrates (470 a. C - 399 a. C)

 


            Sócrates es la figura filosófica que mayor relieve cobró en la antigüedad clásica, no tanto por sus doctrinas -no escribió nada- como por su personalidad, atrayente y seductora. Es difícil saber cómo fue el Sócrates histórico realmente, pues de él sólo han quedado los testimonios de sus discípulos: Platón (Diálogos de juventud), Jenofonte (Recuerdos de Sócrates) y el cómico Aristófanes (que ridiculizó a Sócrates en su obra Las nubes). Actualmente se tiende a considerar el Sócrates de Platón como el más cercano al real.

Sócrates es un pensador lleno de contrastes: aparece como religioso y librepensador, terrenal e idealista, educador y corruptor de la juventud. No cobra por sus enseñanzas, como los sofistas -de quienes es contemporáneo-; y, al contrario que ellos, que se jactan de saber qué es la virtud y de poder enseñarla, confiesa humildemente su ignorancia en todos los temas. Sobre todo, se confiesa ignorante en relación con qué sea la virtud, qué lo bueno o lo justo y cómo pueden adquirirse estas cualidades.

            Su ansia por adquirir la sabiduría que dice faltarle en el terreno ético y político le llevó a dialogar sin descanso con sus conciudadanos, a los que planteaba difíciles cuestiones sobre estos temas, invitándoles a buscar una respuesta a las mismas. En esas conversaciones se mostró extremadamente crítico con las ideas religiosas, morales y políticas imperantes en la Atenas de su tiempo, con los políticos corruptos y con las doctrinas de los sofistas, que consideraba completamente erróneas. Especialmente a éstos últimos les ponía intencionadamente en ridículo ante sus auditorios haciéndoles preguntas irónicas que demostraban su ignorancia en relación con aquellos temas que pretendían conocer perfectamente (la virtud, lo justo, en qué consiste el buen gobierno...).

            Todo ello le atrajo el odio de muchos ciudadanos atenienses que terminaron por acusarle de "no creer en los dioses del estado, de introducir nuevas divinidades y corromper a la juventud", condenándole por todo ello a morir envenenado por cicuta en el año 399. Su muerte, según el profesor Aranguren, fue un modelo ejemplar de "muerte ética", ya que Sócrates aceptó serenamente su destino, y pasó las últimas horas de su vida charlando con sus discípulos sobre el problema filosófico de la inmortalidad del alma.

            Sócrates considera que el relativismo defendido por los sofistas resulta inaceptable, ya que, si no hay nada bueno o malo en sí mismo, como ellos afirman, no hay ninguna ley moral válida a la que deban ajustarse los actos de los ciudadanos y de los hombres públicos; en ese caso, la política no se rige por la razón ética ni por la virtud y los pueblos están expuestos a quedar sometidos a los caprichos de los poderosos. De aquí a la tiranía o a la peor de las demagogias no hay más que un paso.

            Para Sócrates, si los estados se encuentran en constantes revoluciones y luchas internas que hacen que los ciudadanos sean infelices, ello se debe a que habitualmente se considera la política como un instrumento de engaño y dominio, y no como un instrumento que debe servir para gobernar rectamente los asuntos públicos y lograr así el bienestar del ciudadano.

            Sócrates no considera la política como el terreno donde puede alcanzarse fácilmente el triunfo personal, sino un método para gobernar de modo justo los estados. Y ello sólo podrá lograrse si las leyes de los estados son justas, es decir, si se basan en leyes éticas dictadas por la razón y si esos estados están formados por ciudadanos excelentes; excelentes, no en el sentido de que busquen y obtengan el éxito, sino en cuanto ajusten su comportamiento a leyes morales que indiquen qué debe o qué no debe hacerse.

Para ello es necesario que los ciudadanos, y sobre todo los gobernantes están educados en la virtud, y que conozcan qué es bueno o malo, justo o injusto, para practicarlo luego en su conducta cotidiana. Así el estado en su conjunto estará regido racionalmente, sus leyes serán justas, y se logrará la felicidad del conjunto de la sociedad.

            Ahora bien, Sócrates piensa que, para educar a los ciudadanos en la virtud y en la práctica de los valores morales (lo justo, lo bueno, etc...), es necesario primero saber qué es la virtud y qué son, en general, los valores morales. En este sentido Sócrates sostiene un intelectualismo ético. Según esta teoría, saber y virtud se identifican, de manera que el que actúa mal lo hace por ignorancia, es decir, porque desconoce qué es lo bueno o lo malo, lo justo o lo injusto, y lo confunde con lo que le dictan sus pasiones irracionales; si lo conociese, no podría dejar de practicarlo, ya que "la voluntad de los que conocen -dice Sócrates- siempre elige convenientemente, mientras que la voluntad de los que ignoran, siempre elige erróneamente". Por este motivo, Sócrates mantiene que sólo el sabio puede ser virtuoso.

            Hay que saber primero, por tanto, qué es lo bueno o lo justo para poder practicarlos y, obrando bien, alcanzar la felicidad. Esto quiere decir que sólo el sabio es feliz, ya que sabe cómo debe obrar, mientras que el que lo ignora, hace el mal, y es siempre desgraciado.

            Aplicando ahora estas tesis a la política tenemos lo siguiente: sólo cuando el político sea sabio y conozca qué es lo bueno y lo justo estará educado en la virtud; entonces obrará correctamente, dictará leyes justas para la polis, y logrará así que los ciudadanos alcancen el bienestar y la felicidad.

            Por esta razón, Sócrates se muestra siempre en todos los diálogos obsesivamente preocupado por determinar el significado de los conceptos éticos fundamentales (por averiguar qué es lo justo, lo bueno o la virtud...), es decir, por encontrar una definición universalmente válida de los mismos. Esa definición permitirá conocer qué tipo de ser poseen esos valores, es decir, cuál es su esencia universal.

            Una vez conocida esa esencia universal y definidos los conceptos éticos fundamentales, habremos hallado un fundamento seguro para las leyes morales y políticas que deben regular la conducta privada y pública de los hombres.

            Ahora bien: 1) ¿cómo encontrar definiciones universalmente válidas de los valores éticos?; 2) ¿cómo podemos conocer tales valores, es decir, cómo puede determinarse su esencia?; 3) ¿en qué consiste el ser de los mismos?

            Sócrates considera que para contestar a estas cuestiones no sirve de nada acudir al conocimiento que proporcionan la experiencia y los sentidos corporales. Éstos son incapaces de ofrecernos un conocimiento verdadero de los valores éticos y de las leyes morales, ya que tanto los unos como las otras nos permiten conocer cómo deben ser las cosas, mientras que la experiencia sensible, por referirse al mundo externo, sólo nos indica qué son los objetos. Por tanto, el único lugar donde puede lograrse un conocimiento de los conceptos éticos es en el interior del sujeto, es decir, en su alma, y más concretamente, en la razón, donde según Sócrates, habita un "daimon" (en gr.: un "semidios"), que nos dice qué debemos o no hacer (la voz de la conciencia).

            Sócrates cree que todos los hombres, utilizando la razón adecuadamente pueden alcanzar un conocimiento seguro y verdadero de la esencia universal de los conceptos éticos; lo que ocurre es que las pasiones y los negocios cotidianos "ciegan" los ojos del alma e impiden a ésta alcanzar dicho conocimiento.

            De ahí que Sócrates haga suyo el mandato del dios Apolo en Delfos: "Conócete a ti mismo"; es decir: el hombre debe darse cuenta de que está compuesto de alma (razón) y cuerpo, y que sólo en el interior de su alma, en la razón -que es inmutable y no cambiante como los sentidos-, es donde habita la verdad, puesto que es allí donde puede conocer intuitivamente, a priori (es decir, con independencia de la experiencia) el mundo superior, eterno y divino de los valores éticos, que luego deberá tomar como brújula que guíe su conducta.

            Sócrates emplea un método de investigación especial, que permite al sujeto penetrar en el interior de su alma o razón, para intuir ahí los valores éticos y dar una definición universal de ellos. Ese método (empleado posteriormente por Platón en sus Diálogos) es la mayéutica, y se basa en el diálogo. A través de él, mediante un juego de preguntas y respuestas, el maestro invita al discípulo a introducirse en el interior de su espíritu, de su razón, para que, tras un largo proceso, alcance a conocer intuitivamente la esencia de los valores éticos y pueda dar más tarde una definición de los mismos.

 

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BLOQUE 2- IDENTIDAD PERSONAL

 

Tema 1.- La Motivación

 

1) Definición de motivación.

2) División de los motivos.

3) Vida afectiva: emociones y sentimientos.

4) Teorías de la motivación:

a) Teoría homeostática.

b) Teoría del incentivo.

c) Teoría cognitiva.

d) Teoría humanística: La motivación según Maslow. El hombre autorrealizado.

5)  Kurt Lewin y el estudio de los conflictos.

6) Frustración, agresividad y mecanismos de defensa.

 

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Tema 2.- La Personalidad

 

1) Temperamento, carácter y personalidad.

2) Teorías de la personalidad

a) Teorías psicodinámicas: Freud y sus continuadores: Jung, Adler, K. Horney, E. Fromm, E. Erikson.

b) Teorías del rasgo y del tipo: Galeno, Allport, Eysenck, Sheldon y Kretschmer.

c) Teorías conductistas y cognitivas: Dollard, Miller y G. A. Kelly.

d) Teorías humanísticas: C. R. Rogers.

 

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Tema 3.- La condición humana desde la filosofía

 

1) La reflexión sobre el ser humano en el origen de la Filosofía: la teoría del alma en Platón y en Aristóteles.

2) La importancia de la introspección para el autoconocimiento. Agustín de Hipona.

3) La importancia del yo. René Descartes.

4)La interpretación materialista y mecanicista del ser humano desde el s. XVIII.

5) La voluntad como rasgo específico del ser humano: Immanuel Kant y la voluntad racional.

6) José Ortega y Gasset y el hombre como proyecto.

 

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BLOQUE 2.- LA IDENTIDAD PERSONAL

 

Tema 1.- LA MOTIVACIÓN

 

1)    Definición de motivación

 

En psicología se define como motivación aquellos factores que nos incitan o impulsan desde dentro a actuar. Es el factor dinámico de nuestras acciones.

La motivación es un factor energético y direccional: da energía y dirección a nuestras accones.

La motivación tiene las siguientes características:

a)    En nuestros actos suelen intervenir varios motivos, no solo uno.

b)    Muchos de esos motivos pueden ser inconscientes.

c)    La motivación afecta a todo el individuo y no solo a una parte del mismo.´

d)    Que actúen unos motivos en vez de otros depende de la fuerza de los mismos y de los estímulos que actúen sobre el sujeto.

e)    Cuanto más motivado está el sujeto, más rinde, aunque una excesiva motivación puede dar lugar a la aparición de estrés.

f)     Unos motivos suelen abrir camino a otros diferentes.

 

2)   División de los motivos

 

El psicólogo H. A. Murray divide los motivos o necesidades, básicamente, en:

a)    Necesidades primarias: Tienen un fundamento exclusivamente biológico y son comunes a los animales y a los seres humanos.

b)    Necesidades secundarias o psicógenas: no son fisiológicas, se aprenden socialmente (“necesidades sociales”) y son exclusivamente humanas.

Murray considera que las necesidades primarias son las bases de las secundarias, pero G. W. Allport piensa que esas necesidades tienen autonomía funcional y pueden convertirse en un fin por sí mismas.

 

 

3)   Vida afectiva: emociones y sentimientos

 

a)    La vida afectiva se relaciona con la motivación. El mundo de los sentimientos se refiere a las diversas formas de experimentar la subjetividad.

b)    La psicología actual señala que la vida afectiva tiene las siguientes características:

-       Subjetividad.

-       Difusividad (se difunde por todo el interior del sujeto).

-       Polaridad (los sentimientos y emociones tienen dos polos, o son bipolares).

-       Los sentimientos y emociones “tiñen” nuestra percepción del mundo.

c)    Sobre la relación entre las emociones y la fisiología hay dos teorías: W. Wundt señala que la secuencia es esta: hecho percibido excitante – emoción- alteración fisiológica. William James sostiene, por el contrario, la secuencia siguiente: percepción del hecho excitante – alteración somática- emoción. Para James, por tanto, lo primero es en la emoción una alteración del organismo,  luego le sigue un estado afectivo interno.

 

4)   Teorías de la motivación

 

a)    Teoría homeostática: Fue desarrollada por W. B. Cannon entre 1915 y 1932. El término “homeóstasis” significa “equilibrio interno”. La motivación surge cuando el cuerpo busca restablecer el equilibrio interior, que se ve perturbado por alguna carencia. La motivación es un proceso de “reequilibrio”. La teoría de Cannon fue completada por otro psicólogo, Hull; según Hull el desequilibrio interno crea un estado de necesidad (deprivación), que da un impulso al organismo para satisfacer esa necesidad, lo que conduce a reducir el impulso. La teoría de Hull recibe el nombre de teoría de la reducción del impulso (p. ej: hambre, deseo sexual…).

 

Deprivación (carencia de equilibrio interno) – Necesidad – Impulso – Conducta consumatoria (obtención del incentivo) – Reequilibrio – Gratificación – Deprivación…

 

En el animal, este ciclo es cerrado; en cambio, el los seres humanos está abierto, ampliándose con incentivos cada vez mayores y más elevados; por eso, más que un círculo, en el ser humano se da una espiral ascendente.

 

b)    Teoría del incentivo: Formulada por P. T. Young y H. F. Harlow. En esta teoría la morivación depende del valor de incentivo del objeto, que buscamos por sí mismo, por el placer que nos causa, y no solo para restablecer el equilibrio interior. Rechaza la teoría homeostática, por considerarla demasiado mecanicista.

Además, sostiene que los incentivos pueden ser sociales, no solo naturales, y por tanto pueden ser aprendidos.

c)    Teoría cognitiva: Es la teoría propuesta por Festinger, Tolman y Hunt (1965). Esta teoría destaca el conocimiento como elemento motivador. Lo que determina e impulsa nuestra conducta son nuestras expectativas: es el conocimiento lo que motiva al hombre y son las dimensiones cognitivas (la discrepancia entre lo que pensamos y lo que percibimos) lo que nos impulsa a actuar.

d)    Teoría humanística: Es la teoría de G. W. Allport y A Maslow (1908-1970), quien la expone en su libro El hombre autorrealizado (1968).

Maslow sostiene que el hombre no tiene solo necesidades semejantes a las de los animales, sino que también tiene necesidades específicamente humanas. Si el hombre llega a satisfacer esas necesidades que le son específicas, se autorrealiza y es feliz; si no lo hace, queda frustrado y es infeliz.

En base a esta idea, Maslow establece su famosa “pirámide de necesidades”: a la base se sitúan las necesidades fisiológicas (respiración, alimentación, descanso, sexo, homeóstasis); a continuación, las necesidades de seguridad (seguridad física, de empleo, de recursos, moral, familiar, de salud, de propiedad privada; luego, las necesidades de afiliación (amistad, afecto, intimidad sexual); a continuación, las necesidades de reconocimiento (autoconocimiento, confianza, respeto, éxito) y, finalmente, las necesidades de autorrealización (moralidad, creatividad, espontaneidad, falta de prejuicios, aceptación de hechos, resolución de problemas).


 

 Maslow distingue, sobre todo, entre necesidades deficitarias (o de carencia): fisiológicas, seguridad, pertenencia y afecto, estima (autoestia y prestigio) y las necesidades de crecimiento, que propician una plena autorrealización del ser humano y se manifiestan en las “experiencias cumbre”, en las que captamos los valores más elevados de la existencia: amor, verdad, bondad, belleza, justicia, perfección. etc.

El hombre “autorrealizado” posee las siguientes características: está satisfecho, se acepta a sí mismo, vive en la realidad y está abierto a nuevas experiencias, es espontáneo y expresivo, ama la soledad y pide que se respete su vida privada, es autónomo e independiente, le gusta gozar de la vida, mantiene relaciones interpersonales profundas, posee u código moral propio y un talante democrático y tolerante; tiene sentido del humor, es creativo y original y posee gran capacidad para el amor.

Un aspecto fundamental del hombre autorrealizado es su sociabilidad. Quien ha estudiado las necesidades interpersonales del ser humano ha sido W. Schutz. Para Schutz, hay tres necesidades relacionales básicas:

a)    Necesidades de inclusión, es decir, de comunicación y contacto, consideración y estima. Esta necesidad puede desviarse por exceso (tipo hipersocial, que no soporta la soledad) o por defecto (un sujeto asocial).

b)    Necesidades de control sobre los demás y sobre uno mismo. Esta necesidade puede desviarse por exceso (tipo dominante) o por defecto (tipo dependiente).

c)    Necesidades de afecto, por las cuales el sujeto trata de establecer vínculos afectivos con los otros y exige reciprocidad. Esta necesidad puede desviarse por exceso tipo hiperafectivo) o por defecto (tipo indiferente).

 

5)   Kurt Lewin y el estudio de los conflictos

 

Kurt Lewin, uno de los psicólogos más importantes de nuestra época (+1947), elaboró la teoría del campo. Según Lewin, cada ser humano vive en un determinado ambiente psicológico. Cada persona, junto con su ambiente psicológico, ocupa un determinado espacio vital.


Cuando surge una necesidad en una persona, ciertas regiones del ambiente psicológico adquieren valor positivo y otras negativo. El sujeto experimenta fuerzas que le impulsan hacia los ámbitos dotados de valor positivo, que le motivas, y se aparta de los ámbitos dotados de valor negativo. Estas fuerzas son vectores psicológicos. Según como funcionen esas fuerzas, el sujeto experimenta satisfacción o frustración, y pueden surgirle diversos conflictos psicológicos:

a)    Frustración por obstáculo: Algo se interpone ante lo que nos motiva.


b)    Conflicto por atracción-atracción: dos regiones del campo psicológico tienen valencia positiva y el sujeto no sabe por cuál debe optar (ambos objetos le motivan).

 



c)    Conflicto por evitación-evitación: Dos objetos tienen valencia negativa y el sujeto trata de evitarlo, buscando una salida en la huida y postergando la decisión.

 


d)    Conflicto por atracción-evitación: el mismo objeto atrae y repele a la vez, y el sujeto no sabe cómo actuar.

 

 


e)    Conflicto por doble atracción-evitación: Dos objetos atraen y repelen simultáneamente y el sujeto se debate en la duda.




6)   Frustración, agresividad y mecanismos psicológicos de defensa.

Si la necesidad se ve satisfecha, el sujeto queda “gratificado”, pero si no se ve satisfecha, queda “frustrado”, experimentando una sensación de decepción y de fracaso. Experimenta una vivencia emocional desagradable (ira, tristeza…) y su comportamiento se desorganiza: o no sabe qué hacer, o se comporta de forma errática, violenta o anormal.

Hay diversas causas de la frustración:

- Defectos del propio sujeto, que le incapacitan para satisfacer sus necesidades.

- Obstáculos físicos, que le impiden satisfacerlas.

- Decepciones: el sujeto no encuentra o logra lo que esperaba.

- Demora o retraso: no llega aquello que se necesita o se espera.

- Interrupción de una conducta ya emprendida.

- Conflictos entre motivos no compatibles entre sí.

Normalmente, la frustración se traduce en agresividad, bien hacia el objeto frustrante, bien hacia un objeto sustitutorio, bien hacia el mismo sujeto.

Para soportar la frustración, existe una serie de mecanismos psicológicos de defensa, que estudiaron Freud y su hija, Anna Freud, en su libro El yo y sus mecanismos de defensa:

a)    Represión: se reprimen los contenidos psicológicos que resultan inaceptables para el sujeto y que este no quiere admitir, porque le generan tensión.

b)    Racionalización: el sujeto trata de justificar y dar sentido racional a lo que le ha frustrado, como si fuese algo lógico.

c)    Negación de la realidad: se niega aquello que nos frustra.

d)    Proyección en una fantasía compensadora.

e)    Introyección  o identificación con personajes modélicos, capaces de superar la frustración.

f)     Proyección en los demás: se les hace responsables a los otros de la frustración.

g)    Reacción: Se acentúa la conducta contraria a la frustrante.

h)    Compensación: Se trata de compensar el fracaso en una actividad con el triunfo en otra.

i)     Supercompensación: se intenta triunfar y destacar en aquello ue nos ha hecho fracasar.

j)     Sublimación: Se desvía la atención desde el objeto frustrante a otro más sublime o superior, para olvidarnos de él.


 

TEMA 3.- LA PERSONALIDAD

 

1)    Temperamento, carácter y personalidad

 

El temperamento es el conjunto de reacciones afectivas que suelen caracterizar las reacciones habituales de un individuo; es heredado, y por tener una base biológica, apenas puede modificarse.

El carácter se adquiere a lo largo de la vida del sujeto, y depende de los hábitos que este vaya adquiriendo a lo largo de su vida. Cada uno es responsable de su propio carácter, y este tiene un matiz moral (alguien tiene “buen o mal carácter”).

Finalmente, se llama “personalidad” a la unión en un sujeto de un determinado temperamento y un determinado carácter.

Personalidad = Temperamento + carácter

G. W. Allport señala que la personalidad es un sistema psicofísico, dinámico e interno, es decir, incorpora elementos psicológicos y biológicos, se desarrolla y cambia con el tiempo, y se encentra “detrás” de la conducta del individuo.

Se debate si la personalidad es innata o adquirida. Las teorías psicológicas conductistas creen que la personalidad se adquiere íntegramente por aprendizaje, y por tanto, se puede cambiar; en cambio, las otras teorías consideran que a personalidad es en parte innata (hereditaria)  en parte aprendida, dependiendo del desarrollo de factores ambientales que rodean al sujeto.

 

2)    Teorías de la personalidad

 

a)    Teorías psicodinámicas: han sido las elaboradas por el creador del psicoanálisis, Sigmund Freud (1856-1939), y sus seguidores, los psicoanalistas.

Para Freud, existen en la mente humana procesos inconscientes, que determinan nuestra personalidad consciente. Según Freud, la parte consciente de la mente, o el yo, está influido por la parte inconsciente de la mente o Ello. El primero se regula por el principio de realidad; el segundo, por el principio del placer. En el inconsciente se encuentran los contenidos psíquicos reprimidos (inaceptables o peligrosos para el sujeto, así como los instntos de agresividad y muerte (Thanatos) y sexual (Libido o Eros). Esos contenidos psíquicos inconscientes tratan de salir al exterior, y satisfacerse, buscando el placer, pero se ven reprimidos por la censura psíquica o por el Super-Yo, una estructura moral de la mente. No obstante, tales contenidos no desaparecen: siguen activos en el fondo del inconsciente, y desde allí retornan (retorno de lo reprimido), tratando de satisfacerse mediante lo que Freud llama “formaciones sustitutivas”, es decir, fantasías, imágenes, símbolos y sueños, que dan una salida camuflada o desviada a esos contenidos peligrosos o sexualmente inadmisibles. El papel fundamental de los sueños para entender el fondo de la personalidad humana, lo expuso Freud en su libro más importante: La interpretación de los sueños (1900)..

Por otra parte, para Freud, la personalidad del individuo se va desarrollando en función de la evolución que experimenta su sexualidad, y pasa por cuatro fases: oral (la sexualidad y el placer se fijan en la boca y la succión; fase anal: la sexualidad y el placer quedan fijados en la regulación de los esfínteres; fase fálica (la sexualidad y el placer quedan fiados en el propio cuerpo); fase genital (la sexualidad y el placer se proyectan en los vínculos heterosexuales y las relaciones interpersonales).

Cada una de estas etapas otorga ciertos rasgos de personalidad al sujeto, y si se produce lo que Freud llama una “fijación” de la sexualidad, la personalidad adquiere los rasgos propios de esa etapa.

Las teorías de Freud han sido criticadas, corregidas y desarrolladas por muchos de sus discípulos:

-       C. G. Jung (1875-1961) señaló que, además de inconsciente personal de cada individuo, hay un inconsciente colectivo, común a todos los seres humanos, que es la parte más profunda de la mente, y en él se hallan los “arquetipos”  o símbolos más originales de la humanidad, que aparecen en todas las culturas. También distinguió dos tipos de personalidades: la del extrovertido y la del introvertido.

-       Alfred Adler (1870-1937) señaló que es importante en la evolución de la personalidad el complejo de inferioridad, que puede compensarse con una voluntad de superioridad o no compensarse, dejando al sujeto en inferioridad de condiciones, a la hora de enfrentarse a los retos que le marca la sociedad.

-       Karen Horney (1885-1952) se fijó en la necesidad de seguridad que siente el niño para desarrollar su personalidad. Esto depende de su relación con los padres, dando lugar a tres tipos de personalidad: el sumiso, el agresivo y el desprendido (no establece relaciones).

-       Erich Fromm (190-1982) sintetizó la teoría psicológica de Freud con la teoría socioeconómica de Marx, y señaló que la personalidad no es solo un proceso psicológico, sino también social: el ser humano tiene miedo a la libertad, y por tanto tiende a dominar a los otros o a someterse a ellos. Las formas de relación social dan lugar a diversos tipos humanos: receptivos, explotadores, acumulativos, mercantiles o productivos, que buscan amar y crear. Esta última es la forma de personalidad más sana y aceptable.

-       Erik Erikson (1902-1994): señala que la personalidad va cambiando y desarrollándose a lo largo de toda la vida del sujeto. En cada etapa de su vida el individuo se enfrenta con divrsas tareas, siendo su resultado un logro o un fracaso, y esto condiciona el ulterior desarrollo de su personalidad. Tanto los logros como los fracasos marcan la identidad personal del sujeto.

b)    Teorías del rasgo y del tipo:

Se denomina “rasgo de personalidad” a un modo específico de comportamiento o una disposición de un determinado sujeto a responder de cierta manera. Un conjunto de rasgos de personalidad constituyen un “tipo” humano (es decir, una clase de individuos caracterizados por rasgos comunes). Son modelos de comportamiento, con los que los individuos concretos coinciden más o menos.

G. Allport distingue en su teoría de los rasgos entre: rasgos comunes (compartidos por mucha gente), rasgos individuales (propios de una sola persona), rasgos cardinales (determinan toda la conducta de una persona), rasgos centrales (aquellos que bastan para definir a una persona), rasgos secundarios (aparecen esporádicamente, e incluso pueden discrepar de los rasgos generales).

Los médicos de la Antigüedad elaboraron una teoría de los tipos humanos muy famosa. Galeno (s. II d.C) distinguía cuatro temperamentos, es decir, cuatro tipos humanos, dependiendo del humor (o fluido) que predominase en el sujeto: sanguíneo (predomina la sangre), flemático (predomina la flema o linfa), colérico (predomina la bilis amarilla) y melancólico (predomina la bilis negra).

Partiendo de esta clasificación, H. J. Eysenck ha establecido una tipología de la personalidad basada en la estabilidad-inestablidad // extroversión-introversión: estables extrovertidos, estables introvertidos, inestables extrovertidos e inestables introvertidos.

W. Sheldon y E. Kretschmer elaboraron la llamada teoría de los biotipos: según ellos, la personalidad tiene un fuerte componente genético y fisiológico, de manera que la estructura del cuerpo determina directamente la personalidad básica del sujeto

Sheldon distingue tres biotipos: endomorfo (grueso), Mesomorfo (constitución fuerte) y ectomorfo (delgado), mientras que Kretschmer distingue tres biotipos, que son equivalentes a los anteriores: pícnico (ciclotímico), atlético (explosivo) y leptosomático (estable e introvertido).

c)    Teorías conductista de la personalidad:

Los psicólogos conductistas, como J. Dollard  y N. Miller, reducen los ragos de la personalidad a hábitos de conducta, que se aprenden ante ciertos estímulos, y que, si enraízan en el sujeto, terminan matizando toda su personalidad.

Estos rasgos de comportamiento se convierten en hábitos, dependiendo de los refuerzos o castigos que recibimos de los demás en el entorno social. Por tanto, para los conductistas, la personalidad se puede cambiar, dependiendo del aprendizaje al que se someta al individuo.

 

 

 

d)    Teorías cognitivas de la personalidad:

Es la teoría elaborada por G. A. Kelly. Según Kelly, el ser humano estructura el mundo y anticipa los sucesos que van a acontecer en él; estas estructuraciones son los programas que utiliza el individuo para actuar y constituyen su personalidad. Cada sujeto posee una estructura personal diferente, porque estructura el mundo de manera diferente a los demás, pareciéndose la personalidad de aquellos sujetos que estructuran el mundo de forma parecida (por ejemplo: “optimistas” y “pesimistas”).

e)    Teorías humanísticas de la personalidad:

Son las teorías de Allport, Maslow, y sobre todo Carl R. Rogers. Sostienen que el y del sujeto, su auténtica personalidad debe autodesarrollarse, pero los eberes sociales someten alyo, y le impiden desarrollarse plenamente.

Rogers utilizo la técnica psicológica del “counseling” (asesoramiento), en la que invitaba al paciente a verbalizar lbremente sus sentimientos, hasta que termina por aceptarse a sí mismo y cmienza a desarrollar su propia personalidad (es decir, deja de ocultarse tras una máscara, deja de someterse a las exigencias que le imponen los demás, deja de esforzarse por agradarles, empieza  abrise a nuevas experiencias y terminan por confiar en sí mismos):

Así, los psicólogos humanistas pretenden recuperar el yo original del sujeto, que debe ser conducido a su plena autorrealización.


 

Tema 3.- La condición humana desde la filosofía

 

   Aunque la psicología se ocupa actualmente de estudiar la personalidad humana, los filósofos se han ocupado a lo largo de siglos de estudiar al ser humano.

1) La reflexión sobre el ser humano en el origen de la Filosofía: la teoría del alma en Platón y en Aristóteles.

a) La teoría del alma en Platón:

Para Platón, existen dos mundos: el mundo sensible, formado por las cosas materiales, y el mundo de las ideas, que  son seres eternos y perfectos, inmutables, correspondientes a los conceptos universales de la matemática y a los valores éticos y estéticos. Los objetos del mundo sensible son imitaciones imperfectas de las ideas eternas.

Igual que existen dos realidades o mundos distintos: el sensible y el inteligible, también el ser humano se divide en dos partes: cuerpo y alma. El cuerpo es parecido al mundo sensible, porque es visible y cambiante, como él; en cambio, el alma es afín al mundo de las ideas, al que sólo puede acceder la razón o la inteligencia. Y del mismo modo que el mundo ideal es inmortal, perfecto y superior al mundo sensible, también el alma es inmortal y más perfecta que el cuerpo.

En el diálogo Fedón, en el que Platón narra los últimos momentos de Sócrates antes de morir, demuestra que el alma es inmortal, utilizando dos argumentos:

1) El argumento de los contrarios: Todas las cosas se originan a partir de su contrario (lo mayor de lo menor, lo débil de lo fuerte, etc.); en consecuencia, también la vida ha de surgir de la muerte, de manera que el alma, por su naturaleza simple, no puede morir, sino que ha de ser inmortal.

2) El segundo argumento corresponde a la famosa teoría platónica del conocimiento como reminiscencia o recuerdo de las ideas (“anámnesis”): Debe existir en nosotros un conocimiento previo de las ideas, como “igualdad”, “bien”, “justicia”, belleza”…, porque, si no fuese así, no podríamos reconocer que unos objetos son más o menos iguales, bellos, justos o buenos que otros; únicamente podemos juzgarlos si tales ideas están ya de algún modo previamente en nuestra mente.

Según Platón, el alma, antes de nacer, pertenecía al mundo inteligible, y habitaba en él; allí contemplaba, junto con los dioses, todas las ideas; pero al encarnarse y caer prisionera en la “cárcel” del cuerpo, “olvidó” dicho conocimiento, por lo que debe tratar de recuperarlo.

 Mediante el contacto con los objetos del mundo sensible, especialmente los objetos bellos, se suscita en el alma el amor al conocimiento, y empieza a recordar las ideas, haciéndose de nuevo consciente de ellas. A ese proceso de paulatino recuerdo de las ideas es a lo que habitualmente denominamos aprendizaje. Por consiguiente, concluye Platón, aprender no es otra cosa que recordar ideas que el alma ya sabía, pero olvidó al ingresar en el cuerpo, cuando nació el individuo.

      Para aclarar de un modo intuitivo el proceso del conocimiento como paulatina recuperación de las ideas olvidadas por parte del alma, Platón utiliza en el Libro VII de La República una narración simbólica ya famosa: el “mito de la caverna”.

En este mito, Platón expone la diferencia existente entre las tinieblas en las que se halla el ser humano en su estado de ignorancia de las Ideas, y la “iluminación espiritual” que experimenta al alcanzar un conocimiento de las mismas, tras atravesar los distintos grados del conocimiento.

Platón asemeja el estado habitual de los seres humanos (es decir, el estado de ignorancia de las Ideas) con el de unos prisioneros que se hallan encadenados desde su nacimiento en el fondo de una oscura caverna, de cara a la pared. Entre los prisioneros y la parte de atrás de la caverna, se sitúa una pared, y más allá de dicha pared, una hoguera; entre la pared y la hoguera, circulan otros hombres llevando objetos, cuyas sombras se reflejan en el fondo de la caverna, siendo contempladas por los prisioneros, que las toman por la auténtica realidad.

Sin embargo, uno de los prisioneros es liberado de sus cadenas y, tras un penoso de ascenso, sale al mundo exterior, donde queda deslumbrado por luz del día, a la que se acostumbra poco a poco, contemplando primero el cielo estrellado, y, más tarde, la luz del Sol. Deseoso de comunicar su conocimiento a sus compañeros de prisión, retorna a la caverna, para liberarles; sin embargo, fracasa en su propósito, ya que, acostumbrados a las tinieblas, ninguno de sus compañeros cree en sus palabras, de manera que le ridiculizan y, cansados de su insistencia, amenazan con matarle, reduciéndole al silencio.


 

Platón distingue en el ser humano tres tipos de almas: el alma racional, capaz de conocer el mundo de las ideas; el alma irascible, correspondiente al ánimo o voluntad, y el alma apetitiva o concupiscible, que corresponde a los apetitos y pasiones inferiores del cuerpo.

El alma racional, habiendo adquirido el conocimiento de las ideas, ha de controlar a las otras dos almas, es decir, la razón ha de controlar la voluntad y las pasiones inferiores. Así, el alma alcanza el equilibrio, pues cada una de sus partes desempeña la función que le corresponde: el alma racional posee entonces la virtud de la prudencia; el alma irascible, la virtud de la valentía y el alma apetitiva la virtud de la templanza o moderación.

Cuando ese equilibro se consigue, el alma alcanza la virtud de la justicia, que implica la armonía entre todas las partes del alma, y es la virtud más noble y elevada.

En el diálogo Fedón, para explicar el destino del alma tras la muerte, Platón expone la teoría de la metempsicosis o reencarnación, que adopta de la religión órfica y del pitagorismo: Señala que, al morir el hombre, el alma racional se separa del cuerpo, yéndose al mundo de las ideas, donde convive con lo divino e inmortal; pero esto sólo lo logran aquellas almas que se han dedicado a la filosofía, preparando su mente para la muerte y la posterior separación entre cuerpo y alma, alcanzando el conocimiento de las ideas y purificándose de las pasiones del cuerpo; en cambio, aquellas otras almas que se han dejado arrastrar por los placeres sensibles, o por la injusticia, sin recuperar el conocimiento de las ideas, vagarán durante un tiempo como almas atormentadas, hasta reencarnarse en nuevos seres humanos, o en seres inferiores, como animales.

                        

b) La teoría del alma en Aristóteles:

Aristóteles sostiene, igual que Platón, que el hombre  se compone de forma (alma) y materia (cuerpo), pero su concepto de ambos principios constitutivos del hombre es muy diferente al de su maestro. El alma el principio vital que organiza y anima al cuerpo. Aunque el alma es única, puede estar dotada de distintas funciones, que dan lugar a tres tipos de almas: el alma vegetativa, propia de los animales, dotada de funciones nutritivas; el alma sensitiva, propia de los animales, dotada de funciones nutricionales y sensitivas, y el alma racional, naturaleza específica del ser humano, dotada de funciones intelectivas, o pensamiento.

   Como forma y materia van siempre unidas, alma y cuerpo son inseparables: por eso, Aristóteles sostiene que el alma humana es mortal, aunque en su tratado Sobre el alma afirma que existe una parte del alma racional: el intelecto agente, que conoce las formas abstractas, y por eso parece ser eterno, inmortal y separado del cuerpo.

   El alma humana conoce la realidad mediante un proceso de abstracción, que consta de tres fases:

1ª) La sensación: es el nivel más bajo del conocimiento, en el que se captan las formas del objeto singular conocido, pero sin su materia.

2ª) La imaginación supone un grado superior de abstracción, intermedio entre la simple sensación y el pensamiento puro, pues hace referencia a las imágenes de los objetos que extrae el alma por inducción, a partir de una acumulación de experiencias concretas. Dichas imágenes, que se almacenan en la memoria, no son ya objetos particulares, pero tampoco corresponden a las formas puras universales.

3ª) El pensamiento abstracto, en el que se conocen las formas universales, consideradas en sí mismas, y separadas por completo de su base material.

 

 

 

 

 

 

2) La importancia de la introspección para el autoconocimiento. Agustín de Hipona.


San Agustín, como filósofo cristiano, llevó a cabo una síntesis entre la teoría del alma de Platón y el cristianismo. Para San Agustín, el ser humano anhela alcanzar la felicidad y el goce del bien supremo, que este filósofo identifica con Dios. Ahora bien, el disfrute de la felicidad requiere, ante todo, conocer la verdad, porque una vida falsa no puede ser buena, ni feliz. Y la verdad, que es única, puede conocerse por dos caminos: por la razón (filosofía) y por la fe (religión). El primero, es el camino de la razón; el segundo, el del sentimiento (corazón).

Igual que para Platón, para San Agustín el conocimiento de la verdad implica una ardua búsqueda, en la que colaboran el amor y la razón, porque para San Agustín el conocimiento es un proceso a la vez afectivo e intelectual.

   Nuestra búsqueda de la verdad se encuentra impulsada por el amor, pero no por el amor egoísta, fruto del deseo desordenado (delectatio, o placer corporal), que se pierde en las vanidades del mundo, sino por el amor espiritual u ordenado, que se manifiesta como amor al conocimiento, o como amor al prójimo (caridad): ambos buscan elevarse hasta la verdad única inmutable y eterna.

   El proceso del conocimiento, orientado por el amor, consta de dos fases:

1ª) Del mundo exterior al interior del alma: Nuestro conocimiento parte del conocimiento sensible, que por su variabilidad es falso, y no garantiza ninguna certeza, desembocando en el escepticismo, a no ser que se logre encontrar alguna verdad indubitable. Anticipándose a Descartes, San Agustín considera que esa verdad radica en la certeza interior, que proporciona el autoconocimiento: si el sujeto se  engaña al razonar, es evidente que piensa; y si piensa, sin duda existe (si enimfallor, sum). Por consiguiente, es en el interior del hombre donde habita la verdad (in interiore homine habitat veritas).

2ª) Seguidamente, una vez situado en el interior del alma, el hombre ha de emprender un camino de ascensión espiritual, que recorre dos grados del conocimiento: el conocimiento discursivo o ciencia (la razón inferior), y el conocimiento intuitivo de las verdades eternas (ideas platónicas), o razón superior, que el hombre no puede alcanzar por sí solo, sin apoyarse en una acción ejercida directamente por Dios (la razón eterna) sobre su mente: la iluminación intelectual. Igual que el ojo necesita de la luz para ver, la mente humana requiere de la luz divina para conocer la verdad. Mediante dicha iluminación, la razón infinita de Dios potencia y dirige la razón finita del hombre, para que conozca las verdades eternas, situándose así en el umbral del conocimiento de la divinidad, sin permitirle, no obstante, penetrar por completo en el misterio divino.

3) La importancia del yo. René Descartes.


El problema más importante que se planteó el filósofo francés René Descartes en su obra Discurso del método (1637) fue el siguiente: ¿es posible llegar a conocer algo absolutamente verdadero, que no pueda ser puesto jamás en duda?

Descartes cree que, si se quiere encontrar alguna verdad completamente segura e indudable, hay que aplicar un método riguroso, que consta de cuatro reglas, inspiradas en el método que utilizan las matemáticas

1ª) Regla de la evidencia, que exige rechazar cualquier idea que no sea clara (es decir, indudable) y distinta (imposible de confundir con ninguna otra

2ª) Regla del análisis, que consiste en reducir lo complejo a sus componentes más simples.

3ª) Regla de la síntesis, por la cual, partiendo de los elementos simples, se construyen argumentos o deducciones más complejas.

4ª) Regla de las enumeraciones sucesivas: se revisan todos los pasos dados, para comprobar que no se han cometido errores en el razonamiento.

Seguidamente, para averiguar si existe una primera verdad absolutamente cierta, sobre la que elevar el edificio del conocimiento, Descartes aplica lo que él llama la duda metódica, que consiste en cuestionar todos nuestros conocimientos, a fin de hallar alguno que sea seguro e indubitable. La duda metódica tiene cuatro niveles:

1)    Primer nivel de la duda: Desconfianza del conocimiento aportado por los sentidos: Como estos nos engañan muchas veces, suscitando ideas oscuras y confusas, podrían quizás engañarnos siempre (ejemplos del tamaño del Sol, o del palo aparentemente quebrado en el agua).

2)    Segundo nivel de la duda: Confusión entre el sueño y la vigilia: Los sueños no se distinguen a veces de la realidad, de manera que toda la realidad muy bien pudiera ser ilusoria (La existencia del mundo exterior es, por consiguiente, dudosa, y hay que demostrarla).

3)    Tercer nivel de la duda: Hipótesis del “Dios engañador”: Los razonamientos matemáticos siguen teniendo validez, incluso en sueños, pero quizás Dios nos ha creado de tal manera que nos engañemos siempre, incluso en los razonamientos más evidentes.

4)    Cuarto nivel de la duda: Hipótesis del “genio maligno”: Aun suponiendo que Dios no puede engañarnos, porque es bondadoso, podría existir un espíritu malvado que se divirtiese haciéndonos errar cada vez que razonamos.

 

Sin embargo, aunque la duda parece haber eliminado todos nuestros conocimientos, incluidos los matemáticos, en el acto mismo de dudar aparece algo que resiste cualquier duda: si el sujeto duda, es que piensa, y si piensa, es que existe. “Pienso, luego existo” (“Cogito, ergo sum”) es la primera verdad absolutamente indubitable, que podemos conocer con absoluta claridad y distinción, cumpliendo así las reglas fundamentales del método.

            Descartes examina el yo, y lo define como una sustancia pensante (res cogitans). Esto hace que la idea de yo pensante (el alma) se diferencie completamente de la idea que tenemos del cuerpo. Por eso, la antropología que propone Descartes es dualista, ya que distingue en el hombre entre el alma (inmortal, porque siendo pensante es simple, indivisible, y no puede cambiar, ni perecer) y el cuerpo (una máquina compleja, construida por Dios, que se caracteriza por su extensión). Ambas partes del hombre son independientes, y no necesitan la una de la otra para existir.

            La separación que establece Descartes entre estos dos aspectos del ser humano plantea el problema de la comunicación entre las sustancias: el alma y el cuerpo, la mente y la materia, que este filósofo resuelve a través de la glándula pineal, situada a la base del cerebro, la cual pone en contacto ambas sustancias a través de los denominados “espíritus animales” (unos corpúsculos materiales ínfimos que, circulando por el interior de los nervios y el cerebro, comunican éste con los músculos).

 

4) La interpretación materialista y mecanicista del ser humano desde el s. XVIII.

 

   En la época moderna, el filósofo J. O. de La Mettrie (1709-1751), en su famoso libro El hombre máquina (1748), negó la separación que Descartes había establecido entre alma y cuerpo y redujo el pensamiento a un producto del cerebro. La Mettrie negó, pues, la existencia del alma, y redujo el cuerpo a una simple máquina muy compleja, capaz de pensar.

                                 

5) La voluntad como rasgo específico del ser humano: Immanuel Kant y la voluntad racional.

En su libro Crítica de la razón práctica (1788), el filósofo alemán Immanuel Kant se opuso al materialismo mecanicista de La Mettrie, y sostuvo que la voluntad raciona es un rasgo específicamente humano, que no se puede reducir al funcionamiento del cerebro, porque la libertad no es un principio material.

            Kant inicia su reflexión sobre la libertad humana desde la ética: constata que el patrón de medida para la valoración de una acción es únicamente la buena voluntad: nada puede considerarse bueno sin restricciones, a no ser una buena voluntad, pues el valor de una acción no se mide por el logro de la finalidad perseguida, ya que las acciones están sometidas a contingencias empíricas.

   Una buena voluntad es aquella que actúa por deber, y no sólo conforme al deber. Kant denomina legalidad a ese mero actuar "conforme al deber", que conduce a una acción carente de valor moral; la moralidad, por el contrario, presupone actuar "por" deber, ya que el deber constriñe los deseos e intereses del ser humano, obligándole a respetar las leyes morales que surgen de la razón.

   Ahora bien, ¿cuáles son las condiciones que hacen posible el deber? Según Kant, nuestra idea del deber se inspira en una ley moral que, por proceder de la razón, es a priori y posee validez absoluta. Esa ley es el denominado imperativo categórico, que se formula así:

   "Obra sólo según una máxima de conducta tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne ley universal.”

   El imperativo categórico posee una validez incondicionada, ya que no procede de la experiencia, sino de la razón del sujeto, y le indica qué debe hacer, con total independencia de cuáles puedan ser las circunstancias empíricas en las que se encuentre, o cuáles sean sus sentimientos e intereses personales. Por eso, la idea del deber y el imperativo categórico de la razón prueban la autonomía y la libertad del hombre: Si el hombre, mediante su razón, se da una ley de comportamiento, esto significa que el sujeto es libre y que no depende sólo del cuerpo. Dicho de otra manera, la existencia de la ley moral postula o exige la libertad del sujeto.

 

5)    José Ortega y Gasset y el hombre como proyecto.

 

El filósofo español José Ortega y Gasset sostiene que el hombre no es sólo alma, ni cuerpo, ni una unión de ambas cosas, sino que la realidad radical –es decir, la realidad que se encuentra la raíz de todas las demás- es la vida humana, la vida concreta de cada hombre particular, que siempre se desenvuelve en una circunstancia concreta, con la que el sujeto ha de enfrentarse.

La vida humana, además siempre se da como perspectiva". La perspectiva de cada individuo es siempre única e intransferible (es "mi" perspectiva), y por eso no puede nunca considerarse absoluta, ya que no representa sino un punto de vista más, entre otros muchos posibles.

Como la realidad se descompone en infinidad de facetas diferentes, conocer la verdad requiere reunir el mayor número de perspectivas sobre la realidad, completándolas mutuamente. El conocimiento “más verdadero”, según Ortega, será aquel que logre aunar el mayor y mejor número de perspectivas sobre la realidad que nos rodea. Esto implica que nunca podemos dar por concluido, ni considerar irrevocable, un conocimiento, pues siempre quedarán nuevas perspectivas y nuevos puntos de vista que sumar a los disponibles.

            En ¿Qué es filosofia? (curso impartido entre 1928-29), Ortega utiliza una serie de conceptos nuevos: las "categorías de la vida", para describir con mayor precisión la vida humana en su exclusiva peculiaridad:

            1) Vivir es, ante todo, encontrarse en el mundo, viviendo sin justificación previa. El hombre aparece de repente situado ante la vida, y se ve obligado a enfrentase a ella. Es lo que describe Ortega diciendo que la vida es “naufragio”.

            2) Pero nos encontramos en el mundo no de una forma vaga, sino concreta, pues siempre estamos ocupados en algo, "Yo consisto en ocuparme con lo que hay en el mundo, y el mundo consiste en todo aquello de que me ocupo y en nada más." Vivir es convivir con una circunstancia y afanarse en ella. La vida es, por tanto, quehacer, una tarea que se nos impone.

            3) La vida, en tanto quehacer, nunca está prefijada, sino que es imprevista. Es, por tanto, posibilidad y problema. Y por ello, también, la vida es dramática, algo que el hombre ha de resolver a cada momento, quiéralo o no.

            4) La vida es, asimismo, anticipación y proyecto: el hombre ha de proyectar en su imaginación qué va a hacer con su vida y cómo va a vivirla; porque la vida no es algo que le venga dado, sino algo que él ha de definir, eligiendo cómo actuar en cada momento, a fin de otorgarse un ser determinado.

             5) La vida supone, por tanto, libertad de elegir, dentro de la circunstancia que nos ha sido dada. Así, lo que el hombre vaya siendo depende, en primer lugar sólo de él. No puede permitir que nadie elija o escoja por él: tiene que empeñarse personalmente en la construcción de sí mismo, sin poder encomendarle a nadie que le substituya. Es lo que Ortega llama vocación, que como tal es intransferible.

            6) La última categoría vital es su temporalidad: La vida y la perspectiva que la caracterizan no son estáticas, sino que se despliegan en el tiempo, de manera que toda vida tiene un carácter histórico, es historia. “El hombre –dice Ortega- no tiene naturaleza, sino que tiene historia”. Dentro de la historia, van cambiando tanto el yo como la circunstancia que le rodea, así como las perspectivas que el yo va adoptando frente a ella.

 

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BLOQUE 3.- SOCIALIZACIÓN

 

Tema 1.- Cultura y civilización

 

1) El hombre, "animal cultural".

 

2) Cultura y civilización.

 

3) Teorías antropológicas sobre la diversidad cultural.

 

4) El multiculturalismo.

 

5) Actitudes ante la diversidad cultural.

 

Tema 2.- La dimensión social del ser humano

 

1) Relaciones sociales y relaciones interpersonales. El sistema social.

 

2) Individuo y sociedad. Rol y status

 

3) El proceso de socialización.

 

4) Orden y cambio social.

 

5) Agentes del cambio social.

 

6) Principales teorías sobre el origen de la sociedad y del Estado.

 

a) Teoría del pacto social de Hobbes.

 

b) Teoría del pacto social de Locke.

 

c) Teoría del pacto social de Rousseau.

 

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TEMA 1.- Cultura y civilización

 

 

1.-       El hombre, "animal cultural"

 

Aunque en el hombre se dan comportamientos instintivos (por ejemplo, el comportamiento parental, o sexual), éstos carecen de la rigidez animal, al estar muy moldeados por la cultura y el aprendizaje. El comportamiento humano es corregible, mejorable y puede ser reorientado hacia finalidades no biológicas, sino culturales o sociales. “Comer” es un instinto; pero “comer un alimento preparado de cierta manera” es un acto cultural o social. La cultura, más que la naturaleza, es, por tanto, lo que constituye primariamente al hombre, al que puede definirse como el “animal cultural” por excelencia.

 

2.-       Cultura y civilización

 

 

La definición tradicional de "cultura" la dio el antropólogo británico Edward B. Tylor (1832-1917) en su libro La cultura primitiva (1871): "Cultura es el complejo de conocimientos, creencias, arte, moral, derecho, costumbres y cualesquiera otras aptitudes y hábitos que el hombre adquiere como miembro de un grupo humano."

La antropología cultural es la ciencia cuyo objeto de estudio es la cultura. Los antropólogos distinguen entre la cultura material, que está constituida por productos materiales y artefactos creados por un grupo humano, y la cultura mental, de la que forman parte las creencias sociales, valores y normas que rigen la vida de dicho grupo

La cultura es un modo supraorgánico de adaptación, pues le permite al ser humano adaptarse de forma más versátil y eficaz al medio que la mera adaptación biológica, al tiempo que satisface sus necesidades, tanto psicológicas como materiales. En este sentido, la cultura moldea a los seres humanos, siendo el principal factor de “humanización”.

Hay que diferenciar entre “cultura” y “civilización”. Se entiende por "civilización" un conjunto de rasgos generales, que caracterizan a un conjunto de culturas que guardan una relación entre sí. ”Cultura” tiene un sentido más parcial y civilización más global. Una civilización es la agrupación cultural más abarcadora, el nivel de identidad cultural más amplio que puede distinguir a un ser humano de otro (por ejemplo: la civilización occidental, la civilización islámica…).

 

 

3.-       Teorías antropológicas sobre la diversidad cultural

 

La antropología cultural estudia las diferencias entre las culturas, procurando no hacer valoraciones, porque su objetivo es describir fielmente los diversos modos de vida. Entre las teorías antropológicas que pretenden explicar la diversidad cultural destacan las dos siguientes:

 a) El funcionalismo.Sus representante más destacado es B. Malinowski (1884-1942), con su obra Una teoría científica de la cultura (póstuma, 1944). Cada cultura supone un “círculo de funciones”. Los objetos de dicha cultura tienen significado para el grupo, por cumplir funciones diferentes, de manera que, para comprender una cultura, hay que conocer la función que desempeñan los objetos que ha creado dentro de ella. Para esta corriente, la cultura se construye en función de las necesidades biológicas y psicológicas de un grupo humano; por ello, explica la diversidad cultural como diferentes formas de respuesta a dichas necesidades.

b) El materialismo cultural. Defendido con fuerza por Marvin Harris (Vacas, cerdos, guerras y brujas, 1974; Caníbales y reyes, 1977; El materialismo cultural, 1979), considera que los factores demográficos, tecnológicos, económicos y ambientales explican la diversidad cultural. La evolución de cada cultura está totalmente determinada por esos elementos materiales.

           

4.-       El multiculturalismo

 

            Se denomina multiculturalismo al hecho de que en un determinado espacio social hayan de convivir personas identificadas con diversas culturas. Este es el ejemplo claro de ciudades como Nueva York, Londres, París o Hong Kong, pero también de países enteros como EE.UU o Alemania.

            El multiculturalismo es un fenómeno antiguo. Se dio en el Helenismo (Alejandría) o en Roma. También en España durante la Edad Media convivieron en ciudades como Toledo las culturas cristiana judía y árabe. En el siglo XVI, con el descubrimiento de América y los choques culturales que ocasionó, algunos intelectuales españoles, como Fray Bartolomé de las Casas (1474-1566), trataron de valorar y comprender las culturas indígenas.

 


            Hay dos modelos de multiculturalismo, según el filósofo Will Kymlicka: el multinacionalismo: modelo propio de estados en los que conviven distintas nacionalidades, como, p. ej. la antigua Yugoslavia (las minoritarias puede exigir bien que les reconozcan derechos de autonomía, o bien constituirse en un Estado distinto); y la polietnicidad: estados que son resultado de la inmigración, lo que da lugar a la formación de distintos grupos étnicos (p. ej. EE.UU). Aquí se exigen leyes que integren a los grupos y respeten las diferencias culturales.

 

5.-       Actitudes ante la diversidad cultural.

 

            Ante culturas distintas de la propia cabe adoptar diferentes actitudes: el etnocentrismo, el relativismo cultural y el interculturalismo.

1) El etnocentrismo analiza otras culturas desde la propia, convirtiéndola en la medida para valorar y jerarquizar las restantes. Del etnocentrismo se siguen dos consecuencias: en primer lugar la falta de comprensión hacia otras culturas; en segundo lugar la radicalización del sentimiento de cohesión con el propio grupo, que hace a sus miembros sentirse superiores a los demás, con lo cual adoptan con respecto a ellos o bien una actitud paternalista o bien una actitud impositiva.

            El etnocentrista puede adoptar distintas actitudes cuando trata de preservar intactos los rasgos de su cultura: la xenofobia u odio hacia los extranjeros; el racismo, que consiste en el rechazo violento de ciertos grupos étnicos; o el chauvinismo (del fr. chauvin patriotero), o patriotismo fanático.

2) El relativismo cultural propone analizar las diferentes culturas desde sus propios valores y no desde los de una cultura ajena, y recomienda mostrarse tolerante con las diferentes expresiones culturales.

            Esta actitud, que tiene una dimensión positiva, cuenta con grandes limitaciones: no promociona el diálogo entre las culturas, sino que aboga por que cada una quede encerrada en sus valores; fomenta además, el racismo, porque aunque propone respetar todas las culturas, algunos opinan que la mejor manera de preservarlas es no mezclarlas, es decir, que cada cual se quede en su país y viva según su cultura. Aboga por la separación entre culturas, que se toleran, pero no tienen interés en establecer contactos. Por último cae en la parálisis cultural, provocada por la defensa de una visión estática de las culturas.

3) El interculturalismo parte del respeto a otras culturas, pero supera las carencias del relativismo cultural, al propugnar el encuentro y el diálogo entre las diferentes culturas en pie de igualdad. Propone aprender a convivir en un mundo pluralista y defender a la humanidad en su conjunto.

 

 

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TEMA 2.- La dimensión social del ser humano

 

 

1.-       Relaciones sociales y relaciones interpersonales: El sistema social

 

Pasaremos ahora a estudiar la acción social del ser humano. Este concepto fue introducido por el sociólogo alemán Max Weber (1864-1920). Según Max Weber, la acción social es aquella acción humana que realizamos en común con otros seres humanos. En realidad, no existe nunca una acción social aislada, sino que nuestro mundo cotidiano está constituido por una red de acciones sociales. Esa red o sistema de de acciones sociales es lo que denominamos “sociedad”. Sin ella, resulta imposible entender al ser humano, pues, como señala K. Marx (1818-1883), la esencia humana no es sino el conjunto de relaciones sociales que el ser humano mantiene con los restantes seres humanos a lo largo de la historia.

 

La sociedad es, pues, un sistema de relaciones. Ahora bien, ¿qué tipo de sistema?

A) En el siglo XVII, al dominar el mecanicismo en Física, el filósofo británico Thomas Hobbes (1588-1679), en su libro Leviatán (1651), mantuvo el mecanicismo social, es decir, concibió la sociedad como una máquina, cuyas piezas serían los individuos particulares que la componen. Es lo que se denomina desde entonces la “máquina del Estado”.

B) Más tarde, Auguste Comte (1798-1857) -fundador de la Sociología como ciencia- y Herbert Spencer (1820-1903) mantuvieron el organicismo social, es decir, interpretaron la sociedad como si fuese un organismo vivo, cuyas partes (individuos, instituciones, etc.) cooperan para el equilibrio y mantenimiento del todo.

Spencer era evolucionista, y consideraba que, al igual que los organismos evolucionan desde los más simples a los más complejos, también las sociedades evolucionan desde las más simples a las más complejas. Sus teorías dieron lugar al denominado darwinismo social (W. G. Summer, + 1910; L. F. Ward, + 1913), quienes consideraron que la evolución de las sociedades se produce por medio de la lucha por la vida entre los individuos y las sociedades, lucha que determina la supervivencia de los más aptos.

C) Hoy en día, ambos modelos, el mecanicista y el orgánico, no se aceptan como válidos, porque reducen al individuo a ser una parte del todo social que lo anula, y se adopta para interpretar la estructura de la sociedad otro modelo: el modelo cibernético, ofrecido por la Teoría General de Sistemas. Este modelo fue formulado por Norbert Wiener en Cibernética y sociedad (1954) y W. Buckley en La sociología y la teoría moderna de sistemas (1967). Según esta teoría, la sociedad es un sistema abierto, complejo, alterable, en el que las interrelaciones entre los miembros individuales del sistema son, sobre todo, de transmisión fluida y libre de energía e información. La sociedad es un sistema autorregulado e interactivo, es decir, un sistema que posee retroalimentación (feed-back), puesto que es capaz de recibir información del medio entorno y responder adaptativamente al mismo.

 

2.-       Individuo y sociedad: rol y status

 

            El elemento fundamental de la sociedad es, evidentemente el individuo concreto. En Sociología se le denomina "Homo sociologicus", porque se considera que el individuo humano se define, no tanto por su aspecto físico o psicológico, como por su aspecto sociológico. Para la Sociología, cada individuo es un actor social, y la posición que ocupa cada actor social en el “espacio social” viene determinada por dos parámetros: su rol, es decir, por el papel (o papeles) que desempeña en la sociedad; y por su status (es decir, por la categoría social que corresponde al/los papel/es que desempeña). Así, todos podemos ser definidos por nuestro rol y status sociales, que indican qué posición social tenemos dentro del complejo entramado de la sociedad.

Unas posiciones sociales son simplemente adscritas, es decir, adjudicadas o asumidas sin esfuerzo alguno (por ejemplo: hombre o mujer; niño, joven...); otras son adquiridas por medio de elección, esfuerzo y, en ocasiones, competencia con otros (por ejemplo: un puesto de funcionario, adquirido por oposición).

Los roles sociales están, normalmente, institucionalizados: los papeles están fijados y estereotipados, y tenemos que interpretar bien el/los papel/es que nos corresponde ejecutar. Si alguien no cumple su rol, se verá marginado o sancionado por la sociedad. A veces surgen, también conflictos interrólicos, cuando un sujeto se ve obligado a realizar roles sociales incompatibles entre sí.

Los roles no nos determinan por completo; podemos distanciarnos del rol, pues éste nos deja siempre cierto margen de elección, y cada cual puede imprimirle su propio estilo personal. En cualquier caso, la institucionalización de los roles tiene sus ventajas porque no necesitamos inventar a cada paso nuestra conducta, sino que nos permiten saber a qué atenernos respecto a nosotros mismos y respecto a los demás, de manera que las responsabilidades sociales están suficientemente definidas. En efecto, cuando entramos en una tienda, visitamos al médico, asistimos a clase, sabemos con bastante exactitud cómo se van a comportar los demás y cómo debemos actuar nosotros mismos. Esto nos da seguridad y tranquilidad, pero también nos da derecho a reclamar cuando los otros no se comportan de acuerdo con el rol que están encargados de interpretar.

 

3.-       El proceso de socialización

 

Se denomina "socialización" al proceso por el que los individuos aprenden e interiorizan los roles, valores y normas de la sociedad en que viven.

Mediante la socialización se produce la adaptación del individuo a la sociedad. Esta adaptación afecta incluso al nivel biológico y psicomotor del sujeto: las necesidades fisiológicas, los gustos, los gestos, las actitudes corporales… están socializadas.

En realidad, la socialización es un proceso que dura toda la vida. Sin embargo, la socialización fundamental se realiza durante la niñez (socialización primaria); el resto de las etapas de la socialización se denominan socialización secundaria. Los “agentes de socialización” activos durante la socialización primaria son la familia, los grupos de amigos, mediante el juego, y la escuela. La socialización secundaria dura el resto de la vida, incluyendo todo tipo de aprendizajes (Instituto, Universidad, grupos de amigos, sindicatos...), siendo en ella muy importante actualmente los medios de comunicación de masas.

Gracias al proceso de socialización, se produce lo que P. Berger y Th. Luckmann denominaron en 1967 la construcción social de la realidad: La sociedad es un producto, una creación del hombre; pero, al mismo tiempo, todo el mundo social es "internalizado" por cada ser humano a través de la socialización, por lo que la sociedad "hace" al ser humano; el yo de cada sujeto es, en definitiva, un "producto social".

 

4.-       Orden y cambio social

 

La sociedad es un sistema; ahora bien, para que funcione, un sistema necesita cierto orden interno. ¿Cómo se mantiene el orden dentro del sistema social? El sociólogo Talcott Parsons (+1979) ha tratado de responder a esta pregunta con su teoría del funcionalismo estructural. Según Parsons, el orden social se mantiene porque la sociedad es un sistema en equilibrio estable. La estabilidad de la sociedad se debe al carácter funcional de las estructuras sociales: A cada necesidad de la sociedad le corresponde una estructura que la satisface, y estas estructuras bastan para producir el orden.



Parsons distingue, básicamente, cuatro estructuras en el sistema social: la estructura económica, que tiene la función de satisfacer las necesidades de los individuos; la estructura política, que tiene la función de fijar los objetivos comunitarios; la estructura jurídica, que cumple la función de fijar las normas de comportamiento social; y, finalmente, las estructuras educativas, que cumplen la función de transmitir a las nuevas generaciones los valores de la sociedad.

El funcionalismo estructural de Parsons ha sido muy criticado, porque es incapaz de analizar los procesos de cambio social, o los conflictos sociales. Ofrece una visión demasiado estática de la sociedad; sin embargo, parece claro que el sistema social es un sistema dinámico, un sistema que cambia constantemente.

¿Cómo cambia el sistema social? Una de las teorías más difundidas del cambio social es la formulada por K. Marx (1818-1883) y F. Engels (1820-1895). Señalan que la sociedad es un sistema dialéctico, es decir, un sistema en el que las transformaciones se producen a través de conflictos.



La sociología marxista acentúa la importancia de la base económica del sistema social. Ello es debido a que Marx no separa la sociedad de la naturaleza: el trabajo por transformar y humanizar la naturaleza es la dimensión social fundamental. Asimismo, la sociología marxista es una sociología del conflicto, puesto que, como hemos dicho, en ella el conflicto es el aspecto esencial de la sociedad y lo que explica el cambio social.

El sistema social se compone de dos subsistemas que Marx llama "infraestructura" (o "base" económica) y "superestructura" ("ideología"). Entre ambas existe una relación dialéctica, es decir, una relación de mutua influencia, o de determinación recíproca en la que, no obstante, el factor económico es, en última instancia, el más importante.

La infraestructura básica de la sociedad es económica, y está constituida por: 1) Las fuerzas productivas (medios de producción y fuerza de trabajo), y 2) las relaciones de producción, determinadas por la posesión de las fuerzas productivas (por ejemplo, bajo el capitalismo, la relación burguesía-proletariado depende de que aquélla posee los medios de producción y éste únicamente la fuerza productiva). La infraestructura económica implica la división de la sociedad en diferentes clases sociales, unas dominantes y otras dominadas

La superestructura está integrada por las "formas de conciencia", o ideología, vigente en una sociedad, es decir, el conjunto de imágenes, ideas, símbolos, valores, etc., mediante el cual la sociedad toma conciencia y legitima la realidad social. Marx y Engels sostienen que la ideología predominante en cada momento corresponde a la ideología de la clase que domina económica y socialmente a las otras.

El cambio social se explica por el desarrollo de las "fuerzas productivas" (desarrollo de la maquinaria, cambios en los procesos de trabajo, nuevas fuentes de energía, formación profesional, etc.). Este desarrollo determina la necesidad de un cambio en las relaciones de producción, el cual suele desembocar en conflictos sociales que, si se acentúan, pueden conducir a una revolución. Ésta determina un cambio en las clases dominantes en la sociedad, y, por consiguiente, un cambio en la ideología social.

Otras teorías del cambio social son las siguientes:

a) La teoría geográfica, formulada por el geógrafo alemán F. Ratzel (1844-1904), según la cual los cambios sociales vienen determinados por los cambios en las condiciones naturales del hábitat de esa sociedad;

b) La teoría belicista, formulada por el historiador y político alemán H. Delbrück (1848-1929), según la cual son las acciones bélicas las que constituyen el motor de los cambios sociales; y, finalmente,

c) La teoría tecnológica, formulada por el sociólogo americano W. F. Ogburn (1886-1959), que mantiene que las innovaciones tecnológicas constituyen el factor principal de los cambios sociales.

 


5.-       Agentes del cambio social

 

Por último, ¿cuáles son los principales agentes del cambio social?; dicho de otro modo ¿quiénes son los responsables de que la sociedad cambie? Para los sociólogos marxistas, los cambios sociales se deben a las masas, que, según ellos, son las “protagonistas de la historia”; otros sociólogos consideran que en el cambio social son decisivos también otros agentes, como:

1. Las elites, es decir, aquellas personas de mayor prestigio que dirigen los asuntos sociales, políticos, económicos, culturales, etc. Habría elites tradicionales (monarquías, aristocracias...); elites tecnocráticas (ejecutivos, alta dirección de empresas), elites políticas (líderes de los grandes partidos), elites sindicales, deportivas, artísticas, religiosas, científicas, etc.

2. Los grupos de presión, cuyo objetivo es influir sobre las personas y los órganos directivos de la sociedad en un sentido favorable a sus intereses, sin pretender conquistar directamente el poder; habría, así, grupos destinados a defender intereses materiales de diversos sectores: lobbies, sindicatos, grupos periodísticos, grupos de intereses espirituales o morales (organizaciones religiosas, iglesias…); organizaciones con intereses políticos y financieros (organizaciones pacifistas, el Club Biderberg…)

3. Finalmente, hay que citar a los partidos políticos, que son organizaciones establecidas con miras a conquistar y controlar el poder del Estado, con el objetivo de llevar a cabo un determinado programa organizativo de la sociedad, elaborando propuestas económicas, políticas y sociales.

 

6.- Las principales teorías sobre el origen de la sociedad y el Estado (Hobbes, Locke y Rousseau)

 

En la Edad Moderna, junto con el tema de la racionalidad -de Descartes a Hegel- se plantearon también las cuestiones de la legitimidad política y del origen del Estado. Estas cuestiones dieron lugar al surgimiento de las teorías filosóficas del pacto social y a una reflexión en torno a las relaciones entre libertad y autoridad.

            Las principales teorías del origen del Estado mediante un contrato social formuladas durante la Edad Moderna son las de Hobbes, Locke y Rousseau.

 

a) La teoría del pacto social en Thomas Hobbes (1588-1679).

 

 

El filósofo británico Th. Hobbes, mantuvo contactos con Descartes y Galileo, exponiendo su teoría del pacto social en su obra más conocida: Leviátan (1651); en ella se aborda seriamente por vez primera el tema de la sociedad y del origen del Estado. Llevado por el paradigma mecanicista propio del siglo XVII, Hobbes considera que el Estado es algo artificial, una gran máquina social construida por el hombre. Y, como toda máquina, en el Estado hay que considerar diversas partes: la materia de la que está hecho: los seres humanos; la forma: el pacto social; y, finalmente el resorte que pone en movimiento el Estado: el poder.

            Hobbes considera que, antes de la constitución del Estado, los hombres viven en un hipotético "estado de naturaleza". Hobbes rechaza la idea tradicional de que el hombre sea por naturaleza un ser sociable; más bien, en el estado de naturaleza los hombres son iguales y muestran una clara insociabilidad; al gozar del mismo derecho natural, es decir, de la libertad de usar su propio poder como quieran para preservar la propia naturaleza, sin limitación alguna, cada uno actúa de manera egoísta, buscando tenerlo todo y persiguiendo su propio provecho en perjuicio del otro. Así, movidos por el afán de competición y la gloria, en el estado de naturaleza el hombre es un lobo para el hombre (homo homini lupus) y se vive en permanente situación de guerra de todos contra todos (bellumomnium contra omnes). En consecuencia, no hay ni seguridad, ni industria, ni justicia, ya que no hay ley.

            Esta guerra podría durar eternamente. En ella la vida es solitaria, miserable y corta, porque nadie puede esperar mantenerse vivo durante mucho tiempo. Por eso el ser humano, conducido por su razón, comprende que debe salir de dicha situación y seguir la ley de la naturaleza que le inducen a buscar la paz, si quiere sobrevivir. Pero Hobbes señala que esa ley de la naturaleza no basta para garantizar la paz, por lo que los hombres deciden renunciar a sus derechos particulares y conferir todo el poder y la fuerza a un hombre o a una asamblea de hombres que pueda reducir todas las voluntades a una sola voluntad. Se establece así el contrato social que da origen al Estado; éste, a partir de su surgimiento, monopoliza el derecho a la violencia. El titular del mismo puede ser una persona (monarca) o una asamblea, pero, en cualquier caso, Hobbes considera que su poder es ilimitado, inalienable e indivisible. Hobbes compara el Estado con el monstruo “Leviatán” de la Biblia, en tanto que simboliza un gran e insuperable poder, al que deben los hombres la paz y la protección.

            Con esta teoría, Hobbes substituye la doctrina medieval del origen divino del poder por una fundamentación racional; pero la teoría de Hobbes constituye una justificación de la política absolutista, propia de las monarquías del siglo XVII: niega la división de los poderes (legislativo, ejecutivo y judicial, que deben reunirse bajo una misma persona), y, además, la cesión de derechos por parte del pueblo en el soberano es irrevocable. Por ello, en ningún caso se le podrá retirar el poder que se le ha conferido, si no se quiere caer de nuevo en el caos del estado de naturaleza.

 

b) La teoría del pacto social en John Locke (1632-1704)

 

 

            John Locke formuló su teoría política en los dos tratados titulados Sobre el gobierno civil, publicados en 1690. Si Hobbes fue el gran teórico del absolutismo monárquico, Locke será el gran teórico del liberalismo político.

            En el primer tratado se ocupa de refutar la obra De Patriarca de Robert Filmer (1604-1647), en la que éste defendía la idea de que la libertad es ilimitada. Frente a Filmer, Locke defiende que la libertad tiene límites prescritos por la razón humana: la libertad de la naturaleza debe estar limitada por la ley natural, si no se quiere caer en el libertinaje. Asimismo, el derecho del ser humano está limitado a su persona: implica el derecho a la vida, a la integridad corporal, a la libertad y a la propiedad de las cosas que produzca con su trabajo.

            Para contestar a la cuestión del origen del Estado, Locke utiliza, igual que Hobbes, la suposición de un estado de naturaleza y la realización de un contrato social. Según Locke, el estado de naturaleza no se caracteriza por la violencia, ni por la "guerra de todos contra todos". Es cierto que existe libertad e igualdad de todos los seres humanos y que cada individuo tiene un poder ilimitado para disponer sobre sí mismo y su propiedad; pero también es cierto que los seres humanos, gracias a la razón, están sometidos a la ley natural, cuya norma suprema es la conservación de la naturaleza y el respeto al derecho natural de los otros hombres. El derecho natural prohíbe dañar o aniquilar la vida, la libertad y las posesiones de los otros. Por tanto, el estado de naturaleza es, por lo general, un estado pacífico.

            Sin embargo, siempre hay individuos que ignoran la ley natural. Dado que en el estado de naturaleza existe igualdad entre todos, cada uno tiene el derecho de ser juez y de juzgar y castigar por sí mismo a quien ha roto el estado de paz. Pero como cada uno sería juez de sus propios asuntos, esto conduciría a un estado de guerra perpetuo, si no hubiera una instancia superior en cuyas manos se pusiera na administración de justicia. Así pues, los hombres se agrupan formando una comunidad, en base a un contrato social, con el fin de obtener la paz y la autoconservación. Mediante dicho contrato, los miembros de la sociedad entregan el poder legislativo, el poder judicial y el poder ejecutivo a una instancia superior. Así surge el Estado, cuya misión es defender el bien común, establecer y hacer guardar las leyes y garantizar la libertad y los derechos naturales de los individuos. Su surgimiento se debe a que, como hemos visto, los hombres aislados no podrían defender la ley natural y por ello delegan ese poder en el Estado, que está encargado de preservarla.

            El poder del Estado, con todo, no es absoluto, ni arbitrario, ni ilimitado sino que debe estar sujeto a la ley natural, según la cual hay que respetar los derechos del individuo: su vida, su libertad y su propiedad, procurando el bien de todos. Por ello, Locke propone la división de poderes dentro del Estado, es decir, el poder legislativo debe ser independiente del ejecutivo y del judicial: sólo así se podrá evitar el peligro de un poder absoluto, al sancionar la dualidad monarca-Paramento, con la que se limita el poder del monarca y se protegen los derechos y libertades de los individuos. Además, Locke señala que si el gobernante viola las leyes, el pueblo tiene derecho a deponerlo por la fuerza mediante una revolución.

            Locke, por otra parte, defiende un Estado laico, no confesional, manteniendo una estricta separación de la religión y del Estado. El Estado deberá garantizar a los ciudadanos el ejercicio de su derecho a la libre organización del culto religioso, pero deberá cuidar de que ninguna religión se transforme en poder, capaz de suscitar discordias civiles por disputas sectarias de carácter religioso. De ahí el ideal de tolerancia religiosa que Locke formuló en su Carta sobre la tolerancia (1689), de la cual sólo se excluye a los intolerantes mismos, es decir, a quienes no reconozcan la libertad religiosa a los demás; en particular a católicos y musulmanes, que al someterse a un poder ajeno al Estado, constituyen una amenaza para éste. También excluye a los ateos, de quienes piensa que, al negar a Dios, disuelven los principios que subyacen a la sociedad civil.

 

c) La teoría del pacto social en J. J. Rousseau (1712-1778)

 

            Aunque colaboró en la Enciclopedia, Rousseau fue el gran disidente de la Ilustración. Nacido en Ginebra, hizo amistad, al llegar en 1741 a París, con Diderot y los ilustrados, pero sus ideas chocaron pronto con las de estos: Rousseau en su Discurso sobre las ciencias y las artes (1750), consideraba que las ciencias y las artes, es decir, la cultura, la razón y la sociedad, lejos de hacer progresar al ser humano, como creían los ilustrados, corrompen su estado natural y sus sentimientos.

            A partir de aquí, el pensamiento social de Rousseau se construye sobre un esquema lineal: del estado de naturaleza (simplicidad y felicidad) el ser humano pasa al estado de sociedad (corrupción e injusticias), por lo que se plantea el proyecto utópico de regresar al primero sin abandonar el segundo (cosa ya imposible).

            En el estado de naturaleza, el hombre primitivo vivía en aislamiento; no poseía ni sociabilidad natural ni, como creía Hobbes, vivía en guerra contra los otros. Es lo que  Rousseau denomina "el buen salvaje", individuo en estado de inocencia natural, ausencia de moral, bondad innata, igualdad, etc. Al pasar al estado de sociedad, el hombre alcanza un estado menos feliz, libre y bueno. Las primeras sociedades son más felices, por su sencillez y simplicidad, que las sociedades desarrolladas. En estas se pierde la libertad y surgen las desigualdades en el momento en que se establece el derecho de propiedad y la autoridad para salvaguardarlo. La sociedad es un engaño: en ella, los débiles son sometidos a los intereses de los más ricos, surgiendo las diferencias entre ricos y pobres, poderosos y débiles, amos y esclavos.

            Para Rousseau, es necesario regresar a una sociedad que responda a la naturaleza perdida. El primer paso es la transformación del individuo mediante una educación natural y no represiva, como propone en su novela Emilio  (1762); el segundo paso es la transformación de la sociedad mediante la idea de un pacto social, que restaure la igualdad perdida. Esta idea la expone Rousseau en El contrato social (1762), donde mantiene que es necesario organizar la sociedad de manera que cada individuo, al asociarse con los demás, se una a todos, pero no obedezca más que a sí mismo, quedando tan libre como antes. Para lograr este objetivo, Rousseau propone una nueva forma de contrato social, que no es ni un contrato entre individuos (Hobbes), ni de los individuos con un gobernante (Locke), sino que es un pacto de la comunidad con el individuo, y a la inversa, del individuo con la comunidad. Así cada asociado se une a todos y no se une a nadie en particular.

            Mediante el contrato social se crea lo que Rousseau denomina la "voluntad general", voluntad que es colectiva, soberana e inalienable. El gobierno no es sino un ejecutor de la ley que emana de la voluntad general y puede ser siempre substituido. De este modo, Rousseau establece la soberanía popular y la libertad individual, ya que, al hacer el contrato con la comunidad, cada individuo, por así decirlo, contrata consigo mismo, y al obedecer a las leyes que emanan de la voluntad general, no obedece más que a sí mismo.

            El contrato social inspirará a los revolucionarios franceses de 1789, y a los comunistas del siglo XIX; también inspiró a Thomas Jefferson (+1826), autor de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América.

BLOQUE 4.- PENSAMIENTO

 

Tema 1.- La Razón y la racionalidad

 

1) Diferencia entre opinión y saber.

2) Razón y sentidos.

3) Razón teórica y razón práctica.

4) La capacidad de abstracción y la formación de conceptos.

5) Deducción e inducción.

6) Posibilidades y límites del conocimiento:

a) Empirismo.

b) Racionalismo.

c) Idealismo crítico kantiano.

 

Tema 2.- La Inteligencia

 

1)    Teorías clásicas sobre la inteligencia.

 

2)    Teorías actuales sobre la inteligencia:

 

a)    Teoría del procesamiento de la información.

 

b)   Teoría de la inteligencia emocional.

 

c)    Teoría de las inteligencias múltiples.

 

Tema 3.- Teorías de la verdad

 

1) La verdad como correspondencia.

2) El punto de vista pragmático.

3) La verdad como perspectiva.

4) La verdad como consenso.

* * *

 

Tema 1.- La Razón y la racionalidad

 

1)    Diferencia entre opinión y saber

 

            La filosofía no acepta ninguna explicación de la realidad que no esté bien fundamentada y demostrada lógicamente. En este sentido, los primeros filósofos griegos distinguieron claramente entre la “simple opinión” (“dóxa”), basada en falsas apariencias, y el “saber” (“epistéme”), que es aquel conocimiento que no se queda en la simple superficie de los fenómenos, sino que trata de más allá de las simples “apariencias”, para investigar sus leyes y causas.

 

2)    Razón y sentidos

 

            Tenemos “saber” cuando conocemos el “verdadero ser”, es decir, la “verdadera realidad” de las cosas. Sin embargo, el proceso del conocimiento es complejo, porque los seres humanos conocemos el mundo a través de dos instrumentos: los sentidos y la razón. Sin embargo, cada uno de ellos nos habla de la realidad de manera diferente: 1) Los sentidos nos hablan de individualidades, de cosas concretas, con cualidades distintas que cambian continuamente; 2) la razón, por el contrario, abstrae, prescinde del cambio y conoce conceptos generales abstractos. Pues bien, tanto los sentidos como la razón plantean diversos problemas, que la filosofía se esfuerza por resolver.

 

3) Razón teórica y razón práctica

 

            El primer problema es el de cuántos tipos de razón hay. Actualmente se acepta la distinción planteada por el filósofo alemán I. Kant (1724-1804) entre el uso teórico y el uso práctico de la razón humana. La razón teórica tiene que ver con el conocimiento científico de la realidad, mientras que la razón práctica es la que tiene que ver con la acción del hombre, es decir, con la sociedad, la ética y la política.

 

3)    Capacidad de abstracción y formación de conceptos

 

            El segundo problema es el de cómo forma la razón los conceptos abstractos. La teoría de la abstracción intelectual fueformulada por Aristóteles (384-322 a.C.) y Tomás de Aquino (1225-1274). Según esta teoría, nuestra mente construye los conceptos abstrayéndolos de la experiencia, es decir, a partir de la percepción sensible de varios objetos concretos, la mente conoce el concepto abstracto, prescindiendo de lo que les diferencia, y extrayendo sus rasgos comunes (por ejemplo: observando varias figuras geométricas parecidas, abstraemos el concepto "triángulo"; y al comparar triángulos, círculos, etc. abstraemos el concepto "figura").

5) Deducción e inducción

El tercer problema que se plantea es de qué tipos de razonamientos existen. Básicamente son dos: la deducción y la inducción.

A) La deducción fue investigada por Aristóteles, quien también la denominó inferencia, argumento deductivo o silogismo. La deducción es un razonamiento que, partiendo de unos enunciados, o proposiciones que expresan datos conocidos, llamados premisas, deriva de ellos una conclusión, es decir, un enunciado o proposición final, que expresa la nueva información obtenida a partir de las premisas. La deducción es un razonamiento que procede siempre de algo general a algo menos general, o particular. Si la deducción es correcta, la conclusión se sigue necesariamente de las premisas; de manera que es imposible que siendo las premisas verdaderas la conclusión sea falsa.

Razonamiento deductivo:

1) Proposición o enunciado A


2) Proposición o enunciado B…                     Premisas

3) Proposición o enunciado N


// Proposición o enunciado X              Conclusión

Ejemplos:

            “Todos los seres vivos evolucionan de especies anteriores.” 2) “Los hombres son seres vivos.” // “Por tanto los hombres han evolucionado de especies anteriores.”

            “En todo triángulo, la suma de sus tres ángulos es siempre 180º” (π radianes).” 2) “La figura ABC es un triángulo.” // “Por tanto, la suma de sus ángulos será 180º (π radianes).”

            

B) La inducción la empleó por vez primera Sócrates (+ 399 a.C.), y luego fue ampliada por Aristóteles. Ha sido muy valorado por los filósofos anglosajones, como Francis Bacon (1561-1626), en su libro NovumOrganum [Nueva lógica] (1612) y John Stuart Mill (1806-1873) en su libro A systemofLogic(1843): ambos lo consideraron el método lógico fundamental, y el método por excelencia de las ciencias naturales. En general, responde a lo que se suele creer que hacen los científicos: observar hechos, y a partir de ellos “extraer” leyes universalmente válidas. La inducción es un método opuesto a la deducción: procede de los casos particulares a lo universal y de lo conocido a lo desconocido, y consiste básicamente en una generalización a partir de la experiencia. Tiene las siguientes etapas:

            1ª) Observamos una serie de hechos, o fenómenos particulares, y experimentamos que todos ellos tienen una determinada propiedad:

1) “El objeto o individuo A pertenece a la clase X y tiene la propiedad p.”

2) “El objeto o individuo B pertenece a la clase X y tiene la propiedad p.”

3) “El objeto o individuo C pertenece a la clase X y tiene la propiedad p.”

4) “Los objetos o individuos n…, n+1, etc. pertenecen a la clase X y tienen la propiedad p…”

2ª) A partir de los casos observados, llevamos a cabo la inducción o generalización inductiva, y concluimos “Posiblemente, todos los individuos que pertenecen a la clase X tienen la propiedad p.”

            En la inducción se considera que un hecho constantemente observado, no se puede explicar por la casualidad, sino por la naturaleza de la cosa observada, o por una ley física; de manera que se considera que ese fenómeno se repetirá en todos los seres que posean dicha naturaleza, o en todos los seres en los que actúa dicha ley física.

6) Posibilidades y límites del conocimiento

En relación con las posibilidades y límites de nuestro conocimiento, se han formulado las siguientes teorías:

a) El empirismo fue propuesto por una serie de filósofos británicos, activos entre los siglos XVII y XVIII, y entre los que destacan F. Bacon (1561-1626), J. Locke (1632-1704) y D. Hume (1711-1776). Para los empiristas británicos, la mente humana es una especie de “papel en blanco” (whitepaper), en la que no hay nada escrito. Así pues, el origen de todo conocimiento y de nuestros conceptos es la experiencia sensible. Para ellos, además, la experiencia es también el límite de todo conocimiento. Es decir, estrictamente sólo podemos conocer aquello que podemos experimentar. Realidades no empíricas -como el yo o el alma- nos son absolutamente desconocidas. En definitiva, para el empirismo todo nuestro conocimiento se reduce a conocimiento empírico: procede de la experiencia y no puede ir más allá de ella.

 

 

c)    El racionalismo es la filosofía representada por R. Descartes (1596-1650), B. Spinoza (1632-1677) y G. W. Leibniz (1646-1716).

d)     Los racionalistas mantienen una teoría totalmente opuesta a la de los empiristas: Aceptan que la experiencia es una fuente de conocimiento muy útil para la vida práctica, pero desconfían del valor "científico" de dicho conocimiento, pues lo sentidos nos engañan con demasiada frecuencia para que nos fiemos de ellos. Por eso, el origen del verdadero conocimiento sólo puede ser la razón, no la experiencia, estando la razón dotada de conceptos a priori (es decir, no procedentes de la experiencia), a los que denominan ideas innatas (por ejemplo, las ideas matemáticas, la idea del “Yo”, o la idea del “infinito”). Además, para los filósofos racionalistas el conocimiento de la razón puede ir mucho más allá de la experiencia, siempre que se la guíe adecuadamente, con un método riguroso.

c) El idealismo crítico es la teoría propuesta por Kant (1724-1804) en su famoso libro Crítica de la razón pura (1781). Su postura trata de conciliar empirismo y racionalismo: Según Kant, todo nuestro conocimiento comienza con la experiencia, que aporta la "materia" del conocimiento: las impresiones sensoriales. Hasta aquí, total acuerdo con el empirismo. Pero la mente aporta, según Kant, la "forma" del conocimiento, a través de una serie de conceptos abstractos, las categorías del entendimiento. De modo que Kant concibe el conocimiento como la unión de una materia, dada por la experiencia, y una forma conceptual, puesta por la mente. En términos kantianos: la materia del conocimiento es a posteriori y la forma del conocimiento es a priori.

 



El apriorismo kantiano significa, pues, que en nuestro conocimiento del mundo hay algo que no procede de la experiencia, sino que es "puesto" a priori por nuestra mente: las estructuras espacio-temporales y ciertos conceptos como "causa", "efecto", "posibilidad", "realidad", etc.

Para entender la teoría del conocimiento kantiana, puede valer la metáfora del ordenador. Para un empirista, en la pantalla sólo podrían aparecer los "datos" que se introducen mediante el teclado (el ordenador carecería de programas internos de procesamiento). Para los racionalistas, todo sería una elaboración de los programas a partir de ciertas informaciones que el mismo ordenador sería capaz de producir. Para Kant, los datos mecanografiados son absolutamente necesarios: son ellos los que aparecerán en la pantalla; pero los programas también son necesarios para procesar la información. Lo que aparecerá en pantalla será el resultado del procesamiento de esos datos por los programas.

Por otra parte, según Kant, el conocimiento humano jamás puede ir más allá de la experiencia, pues sólo conocemos lo que podemos experimentar. Los conceptos de la mente son formas vacías, cuya única función es estructurar la experiencia. Por supuesto, podemos pensar en las grandes cuestiones metafísicas: Dios, el alma, el mundo,...; pero nada podemos conocer acerca de ellas. Lo más que cabe aquí es la creencia, no el conocimiento, que sólo se refiere a los fenómenos de la naturaleza.

* * *


 

Tema 2.- La Inteligencia

1)    Teorías clásicas sobre la inteligencia.

 

2)    Teorías actuales sobre la inteligencia:

 

a)    Teoría del procesamiento de la información.

 

b)   Teoría de la inteligencia emocional.

 

c)    Teoría de las inteligencias múltiples.

 

 

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Tema 2.- LA INTELIGENCIA

 

1)    Teorías clásicas sobre la inteligencia

 

a)    Se entiende por “inteligencia” la capacidad para resolver problemas.

b)    En Grecia, los filósofos Parménides de Elea y Heráclito de Éfeso distinguían ya entre dos tipos de inteligencia: Nous y Mêtis. El Nous era el intelecto o mente, la inteligencia abstracta y lógica, mientras que mêtis hacía referencia a la inteligencia interpersonal, basada en las relaciones con otras personas.

c)    El problema de la inteligencia fue retomado a finales del sigo XIX por los psicólogos. F. Galton (1822-1911) consideraba que la inteligencia es heredada y que las diferencias de inteligencia no se deben a diferencias ambientales que pueden actuar sobre el sujeto

d)    Posteriormente, hubo un debate entre Ch. Spearman (1863-1941) y L. Thurstone (1887-1955). Para Spearman, existen dos factores de inteligencia: un factor general g, o inteligencia general, que implica capacidad de relación entre contenidos abstractos)  luego una serie de factores S, es decir, capacidades intelectuales específicas, aplicadas a diferentes tareas. En cambio, Thurstone consideraba que la inteligencia no es algo único, sino que hay siete habilidades intelectuales fundamentales: 1. Comprensión verbal, 2. Habilidad numérica, 3.Fluidez verbal, 4. Memoria, 5. Rapidez perceptiva, 6. Visualización espacial, 7. Razonamiento inductivo.

e)    La teoría de la inteligencia de J. P. Guilford (1958) es más compleja, pues en ella distingue 120 factores diferentes de inteligencia, que se clasifican en función de tres parámetros diferentes: operaciones, contenidos y productos. Guilford también distinguió entre el pensamiento convergente, que obedece a la combinación de los conceptos mediante leyes establecidas (talento) y el pensamiento divergente, que es capaz de dar nuevas respuestas o plantear nuevas soluciones e ideas (genio).

 

2)    Teorías actuales sobre la inteligencia

 

A)   Teoría del procesamiento de la información de R. Sternberg (1949):

1)    Según Sternberg, la inteligencia no solo sirve para conocer el mundo, sino también para orientarnos en nuestra vida, decidiendo qué comportamiento es el más adecuado, en función de lo que sabemos del entorno.

2)    Sternberg distingue tres tipos de inteligencia, interconectados entre sí:

a)    La inteligencia analítica (componencial), que analiza la información de la que disponemos y nos permite saber a que atenernos para tomar decisiones.

b)    La inteligencia creativa (experiencial), que es la capacidad para afrontar tareas nuevas, formular ideas nuevas y combinar experiencias.

c)    La inteligencia práctica (contextual), que implica la capacidad del sujeto para adaptarse al ambiente que e rodea, en función de las dos inteligencias anteriores.

 

B)   Teoría de la inteligencia emocional:

 

Ha sido desarrollada por Daniel Goleman en su libro Inteligencia emocional (1995). Según Goleman, en el cerebro humano hay dos partes: una, el neocórtex, que es la sede de la inteligencia abstracta, y el sistema límbico, que rige las emociones. Ambas funciones son complementarias y forman parte de la inteligencia del individuo. Los sentimientos y emociones, así como nuestra capacidad para controlarlos, son también parte de la inteligencia.

La inteligencia emocional está formada por cinco factores: 1) conciencia de uno mismo (conocerse a uno mismo); 2) Autocontrol emocional (control del estrés y la ansiedad); 3) Automotivación (saber controlar los impulsos y demorar la gratificación (superar la ansiedad provocada por las dificultades vitales); 4) Reconocimiento de las emociones ajenas (empatía); 5) Control de las relaciones  (saber relacionarlas con habilidades sociales en nuestro trato con los demás).

 

C)   Teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner:

 

Según Gardner, en su libro Frames of Mind (1983), en toda persona existen ocho inteligencias diferentes, pero están más o menos potenciadas, o se han desarrollado más o menos en una persona, dependiendo de su dotación biológica, su interacción con el entorno y qué cultura domina en período histórico. Cada inteligencia puede desarrollarse y fomentarse, o quedarse estacada, si no se cultiva: Son las siguientes: 1) Inteligencia lingüística; 2) Inteligencia lógico-matemática; 3) Inteligencia espacial; 4) Inteligencia musical; 5) Inteligencia kinestésica; 6) Inteligencia intrapersonal; 7) Inteligencia interpersonal; 8) Inteligencia naturalista.

El CI de una persona puede mediar una gran capacidad intelectual en algunas inteligencias, pero no en otras. Y no puede decirse que una persona, por no tener desarrollado un tipo de inteligencia “no es inteligente”.

Tema 3.- Teorías de la verdad

 

            Lo fundamental del conocimiento que deseamos adquirir es que sea verdadero. Pero, ¿qué es la verdad? Sobre este problema existen en filosofía las siguientes teorías:

 

1) Teoría de la verdad de la verdad como correspondencia o adecuación

 

Es, por así decirlo, la teoría clásica sobre la verdad, que estuvo vigente en la Antigüedad y la Edad Media. La mantuvieron Aristóteles (384-322 a. C.) y Tomás de Aquino (1225-1274). Según esta teoría, hay verdad cuando existe concordancia entre lo que se dice de algo y lo que ese algo es. La relación entre los elementos que permiten el acceso a la verdad se interpreta como correspondencia o adecuación entre lo conocido por el sujeto y el objeto. Pero esa correspondencia no puede ser material, porque los objetos no entran en nosotros cuando son conocidos, sino que ha de tratarse de una correspondencia formal entre la representación o concepto que tenemos del objeto y el objeto mismo.

 

Durante varios siglos esta teoría estuvo un tanto postergada, hasta que la recuperó, a comienzos del siglo XX, el filósofo austriaco L. Wittgenstein (1889-1951), exponiéndola en su libro Tractatuslogico-philosohicus(1918). Para Wittgenstein, la realidad no está formada por objetos, sino por “hechos”, es decir, una serie de objetos relacionados lógicamente entre sí. Esta concepción de la realidad se conecta con lo que Wittgenstein llama la “teoría pictórica del significado”, según la cual las proposiciones o enunciados lingüísticos tienen sentido, o significado, porque llevan a cabo una pintura o imagen (“Bild”) de la realidad a la que se refieren. Nuestro lenguaje puede describir la realidad porque pensamiento, lenguaje y realidad comparten, según Wittgenstein, la misma forma lógica.

Así, una proposición será verdadera si las palabras que la componen se corresponden con los objetos reales a los que se refieren, compartiendo la misma forma lógica, mientras que una proposición será falsa, si los objetos a los que se refieren no existen en la realidad, o dicha proposición carece de una estructura lógica coherente (como dice Wittgenstein: “Nosotros nos hacemos figuras de los hechos a través del lenguaje. La proposición lingüística es una figura de la realidad. Para conocer si la figura es verdadera o falsa, debemos compararla con la realidad.”)



Esto quiere decir que una proposición científica puede ser verdadera o falsa, porque, además de tener sentido lógico, alude a un hecho de la realidad con el que se corresponde.

 

2) El punto de vista pragmático

 

El pragmatismo introduce en su teoría de la verdad la dimensión práctica, al considerar la utilidad de los enunciados para resolver los problemas vitales. Su representante más destacado es el filósofo norteamericano William James (1842-1910), con su libro Pragmatismo (1907). Según James, un enunciado es verdadero, si funciona como un instrumento útil y eficaz para resolver problemas y satisfacer necesidades. Una idea se “verifica”, esto es, se hace verdadera, si la acción va mostrando su utilidad o eficacia. Así, afirma James: “Se puede decir de ella que es útil porque es verdadera, o que es verdadera porque es útil. Ambas frases significan exactamente lo mismo”.

 


3)    La verdad como perspectiva

 

Esta teoría de la verdad fue propuesta por G. W. Leibniz (1646-1716), quien mantenía que cada ser conoce la realidad siempre desde un determinado punto de vista particular, es decir, desde una determinada perspectiva. Existen, por tanto, infinidad de perspectivas, o puntos de vista distintos, sobre la realidad. Ahora bien, Leibniz sostenía que Dios, como ser infinito, conoce la verdad completa o integral, es decir, conoce la realidad desde todas las perspectivas posibles.

Para explicar su teoría de la verdad, Leibniz utiliza varios ejemplos: Así, compara la relación entre el conocimiento de la verdad que tienen Dios y las criaturas con la de un sujeto que conoce una ciudad -conocida por sus habitantes desde la calle donde viven- a través de un plano que le ofrece una visión de conjunto sobre ella; o la que tiene un compositor, o director de orquesta, de la totalidad de la pieza musical que ha compuesto o dirige, mientras que cada músico la conoce solo parcialmente, a través de su “particella”.

En el siglo XIX, la teoría perspectivista de la verdad fue recuperada por F. Nietzsche (1844-1900), aunque en el marco del ateísmo. Nietzsche mantiene una filosofía vitalista, unida a una concepción “extra-moral” de la verdad. Según Nietzsche, Dios no existe y la única realidad es la vida, con su multiplicidad de formas. En consecuencia, no hay ninguna verdad absoluta, ni tampoco existe ninguna perspectiva privilegiada sobre la realidad, sino que la vida se le ofrece al hombre a través de una infinidad de perspectivas, o puntos de vista subjetivos, sin que ninguno sea, en principio, mejor que los demás. ¿Cómo distinguir, entonces, las perspectivas verdaderas de las que no lo son? Como Dios no existe, y el criterio de valor fundamental es la vida, deberán considerarse “verdaderas” aquellas perspectivas que contribuyan a elevar o potenciar la vida, y “falsas” aquellas otras que rebajen, depriman o disminuyan el poder de la vida. Así, una obra de arte, o literaria, aunque aparentemente sea “falsa” “errónea” o “ilusoria”, puede ser más “verdadera” que una teoría científica, si aquélla contribuye a elevar el poder de la vida y ésta a disminuirlo. En este sentido, para Nietzsche el error, la ilusión y la mentira son necesarias para la vida, mientras que la verdad puede ir en detrimento suyo.


Finalmente, la teoría perspectivista de la verdad ha sido sostenida José Ortega y Gasset (1883-1955). Su versión del perspectivismo intenta mediar entre Leibniz y Nietzsche. Para Ortega, la verdad se le ofrece al hombre desde multitud de perspectivas distintas: científicas, artísticas, literarias, religiosas…, correspondientes cada una de ellas al punto de vista objetivo desde el cual cada persona conoce la realidad, de manera que, si se quiere “recomponer el torrente de lo real”, es necesario sumar y tener en cuenta todas esas perspectivas. Ahora bien, dado que no existe una perspectiva divina superior, que las integre a todas, el número de perspectivas en las que se nos ofrece la realidad es infinito, porque la realidad es inagotable. Por eso, para Ortega, la verdad tiene siempre una dimensión temporal o histórica, porque cada generación va descubriendo, a lo largo de la historia, nuevos enfoques, literarios, científicos, artísticos, religiosos… sobre el mundo.

 

4)    Teoría de la verdad como consenso

 

Esta teoría, defendida en Alemania por Jürgen Habermas en su libro Teoría de la acción comunicativa (1981), y en España por Adela Cortina (1947), en su Ética mínima (1986), destaca la necesidad del diálogo como marco para ir descubriendo cooperativamente la verdad de las proposiciones. En el diálogo, cada sujeto expone las razones por las que cree que su postura es la verdadera, hasta llegar a un consenso en torno a lo que todos acuerdan aceptar por verdadero. De hecho, así funcionan las comunidades científicas cuando buscan conjuntamente la verdad. Y como el consenso no es un criterio de verdad, porque los interlocutores pueden equivocarse o carecer de información relevante, las verdades no son nunca absolutas, sino siempre revisables.

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BLOQUE 5.- Realidad y metafísica

 

 

Tema 1.- La Metafísica

 

1)    Definición de metafísica.

 

2)    La pregunta metafísica por el origen y la finalidad del universo.

 

Tema 2.- Teorías filosóficas sobre la vida

 

1)    Teoría vitalista de Dilthey.

 

2)    Teoría vitalista de Bergson

 

3)    Teoría vitalista de Nietzsche

 

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Tema 1.- La Metafísica

 

 

1)    Definición de metafísica.

 

2)    La pregunta metafísica por el origen y la finalidad del universo

 

 

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1) Definición de metafísica

 

La filosofía se propone ir a la raíz de las cosas, y descubrir el principio de la realidad. Por este motivo, los filósofos griegos distinguieron entre las “ciencias” (matemáticas, física, química…), que investigan diferentes sectores del universo, tratando de encontrar las causas inmediatas que producen los fenómenos propios de cada campo investigado, y, por otra parte, un saber más profundo y difícil, al que Aristóteles (384-322 a. C.) llamó “metafísica”, cuyo objetivo no es investigar partes aisladas del universo, sino la Realidad, el Ser mismo que se encuentra a su base (“el Ser en cuanto a Ser”, dice Aristóteles). El objetivo de la metafísica es, por tanto, conocer la esencia de las cosas, la estructura profunda de la realidad, natural y humana.

 

2) La pregunta metafísica por el origen y finalidad del universo

 

            La pregunta metafísica más importante es la de cuál es el origen y la finalidad del universo. ¿Tuvo el universo un inicio? ¿Hubo algo antes de ese inicio? ¿De dónde viene el universo? ¿Cómo y por qué empezó? ¿Cómo será su final? ¿Qué estalló en el Big Bang? ¿Por qué se produjo? A estas preguntas metafísicas caben tres respuestas: el MATERIALISMO ATEO, el TEÍSMO O DEÍSMO y el PANTEÍSMO.

 

1)           El MATERIALISMO ATEO sostiene que el universo es exclusivamente material, y ha surgido por el choque y asociación casual de las partículas materiales atómicas. Niega la existencia de Dios y de cualquier principio sobrenatural: no hay nada más allá de la materia, coyas combinaciones bastan para explicar todos los seres que existen. En suma, sostiene que el origen y fin de todos los seres es la materia. Por lo que respecta al origen del universo, sostiene que el universo no tiene origen, sino que es eterno, porque la materia es increada.

En la Antigüedad, los materialistas más importantes fueron los filósofos atomistas, como Demócrito de Abdera (460-370 a.C.), quien afirmaba que todos los seres de componen de átomos y vacío. En la época contemporánea, los filósofos materialistas más destacados han sido K. Marx (1818-1883), Friedrich Engels (1820-1895) y V. I. Lenin (1870-1924).

2)           El TEÍSMO y el DEÍSMO sostienen que el mundo no es eterno, sino que tiene un comienzo, y ha sido creado por un ser inteligente, Dios, quien ha creado la materia y, sobre todo, las leyes matemáticas que la rigen, el orden racional que muestran los seres de la naturaleza. La diferencia estriba en que el TEÍSMO afirma la existencia de un Dios personal, sobrenatural y trascendente, que además de haber creado el mundo lo gobierna mediante su Providencia, pudiendo intervenir, además, en el orden de la naturaleza, alterándolo si lo considera necesario (“milagros”), mientras que el DEÍSMO sostiene la existencia de un Dios como principio y causa del universo, pero niega que la razón humana pueda ir más allá de esta noción general. No se trata de un dios personal, sino más bien de un principio metafísico (el Gran Arquitecto del Universo), que se limita a crear la materia y a ordenarla mediante leyes matemáticas racionales, sin intervenir ya más en la naturaleza (el deísmo niega los milagros y la Providencia divina).

El teísmo es la posición representada por los filósofos medievales (San Agustín, 354-430 y Santo Tomás de Aquino, 1225-1274), mientras que el teísmo fue una postura mantenida por la mayoría de los filósofos del siglo XVIII, como Voltaire (1694-1778), muchos de ellos vinculados a la Orden de la Masonería.

 

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3) Finalmente, el PANTEÍSMO identifica a Dios con la naturaleza. El mundo es Dios o, por lo menos, divino y eterno. No hay distinción entre el mundo (la naturaleza) y Dios porque son lo mismo. Consecuentemente, niega el carácter trascendente de Dios. Los panteístas más famosos fueron los filósofos B. Spinoza (1632-1677) y F. W. J: Schelling (1755-1854) y el científico A. Einstein (1879-1955).

 

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2.-Teorías filosóficas sobre la vida

 

 

 

                       

                     

 

1) Teoría vitalista de Dilthey

 

            El filósofo alemán W. Dilthey (1833-1911), en su libro Introducción a las ciencias del espíritu (1883), distinguió entre las “ciencias de la naturaleza” y las “ciencias del espíritu”. Las primeras, como hemos visto, tiene como misión explicar los fenómenos de la naturaleza a partir de leyes universales; las segundas tratan de comprender la vida humana, con sus acciones y creaciones (literarias, artísticas, etc.), tanto en el plano individual (psicología) como general (historia).

            La teoría de Dilthey es un vitalismo historicista: la vida humana no puede explicarse partiendo de leyes abstractas, porque es única e irrepetible, es “biografía”; sólo puede “comprenderse”; y para comprenderla, es necesario penetrar en ellos mismos, captarlos en su singularidad, y descubrir el sentido que tuvieron dentro del contexto histórico en el que se desarrolló dicha vida humana.

            Las ciencias humanas, por consiguiente, no ofrecen “verdades” o “falsedades”, ni su conocimiento es estrictamente “objetivo”, sino que trata de comprender el valor que tuvieron esos actos, obras, etc. en el contexto histórico en el que surgieron.

 

2) Teoría vitalista de H. Bergson

 

            El filósofo francés Henri Bergson (1859-1941) expuso su teoría de la evolución en el libro La evolución creadora (1902). En él, Bergson sostenía que existe una corriente o “impulso vital”, que recorre toda la materia, creando en ella formas diversas. Para captar el impulso de la vida desde su interior, es necesario emplear la intuición, que nos sumerge en la corriente del tiempo, en el cual fluye la vida.

            Esta corriente ha seguido dos caminos en la naturaleza: el camino del animal y el camino de la planta; dentro del primero, a su vez, se ha bifurcado en instinto (cuyo máximo exponente es el mundo de los insectos), y el camino de la inteligencia (cuyo máximo exponente es el ser humano). Dentro de este último, la creatividad de formas ha alcanzado sus cotas más altas en el ámbito de la creación científica y artística. Para Bergson, por tanto, la vida no se desarrolla de un modo mecánico, ni puramente adaptativo, como sostenía Ch. Darwin, sino de manera creadora, actuando la naturaleza a través suyo, como si fuese un inmenso “artista”.

 

3) Teoría vitalista de F. Nietzsche

 

            La filosofía de Nietzsche es un vitalismo, es decir, hace la vida la fuerza primigenia o energía fundamental, que se encuentra en constante devenir y transformación; es algo cruel y destructor, pero también un potente impulso creador. No se asimila a la vida entendida como simple mecanismo biológico, sino que incluye todas las manifestaciones de la realidad: arte, Estado, religión…

            La vida, es asimismo, el criterio de valor supremo, por lo que Nietzsche distingue entre “vida ascendente” –potente y elevada- y “vida decadente”, caracterizada por la reactividad, la pérdida de fuerza y de vigor

            Para Nietzsche, no hay ninguna verdad absoluta ni definitiva: la única teoría de la verdad posible es un perspectivismo. Existen multitud de perspectivas o interpretaciones de la vida, y han de considerarse “verdaderas” aquellas perspectivas o interpretaciones de la realidad que permiten potenciar o aumentar el valor de la vida, y falsas las que restan poder a la vida. Por tanto, la no-verdad, el error y la ilusión son indispensables para la vida, mientras que la ilusión, la apariencia, no son “erróneas”, si favorecen, intensifican y estimulan la vida.

     Nietzsche considera que con el avance de la ciencia moderna se ha producido un acontecimiento decisivo: la "muerte de Dios", que implica la pérdida del fundamento religioso sobre el que se sustentaba el sistema de valores de nuestra cultura. Con ello, aparece el nihilismo (del latín nihil: nada): fenómeno por el cual, al desaparecer Dios, todos los valores que se sustentaban en Él pierden su validez; el hombre deja de creer en ellos y su existencia se hunde en el vacío. Por eso nuestra época es un tiempo de “máxima oscuridad”, en el que la vida parece haber perdido su sentido, y los hombres caen en la debilidad, el pesimismo, la desesperación y el hastío.

            Pero la “muerte de Dios” también tiene un aspecto positivo: cuando nadie cree en Dios, cuando nadie cree en nada, es necesario creer en la vida. En su libro Así habló Zaratustra (1883-1885), Nietzsche afirma expone el pensamiento del “eterno retorno”: la vida se repite infinitas veces, por tanto, cada instante de la vida debe ser vivido al máximo, porque posee un valor eterno, infinito. Es necesario decir "sí" a la vida en todas sus formas, llevando a cabo lo que Nietzsche llama la transvaloración de todos los valores vigentes, sustituyéndolos por otros capaces de potenciar la vida, viviéndola con la máxima intensidad posible.

 

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BLOQUE 6.- TRANSFORMACIÓN

 

Tema 1.- Libertad y determinismo

 

1) Definición de "libertad" y de "determinismo".

 

2) Tipos de determinismo: físico, metafísico, genético y sociológico.

 

3) Críticas al determinismo y defensa de la libertad humana:

 

a) Kant, Popper, Camus y Ortega.

 

b) El existencialismo

 

Tema 2.- La Estética y el estudio de la belleza

 

1) La experiencia estética.

 

2) La imaginación, funciones y características.

 

3) La creatividad como capacidad del ser humano: estrategias de solución de problemas y el pensamiento lateral

 

4) Fases del proceso creativo (Poincaré y Wallas).

 

5) Psicología de la persona creativa.

 

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TEMA 1.- Libertad y determinismo

 

 

1) Definición de "libertad" y de "determinismo"

 

La característica fundamental del ser humano, que hace posible su acción moral es la libertad, que, como dice H. Bergson, es un dato inmediato de nuestra conciencia, algo de lo que tenemos experiencia inmediata.

Se distinguen dos sentidos del término "libertad": la libertad externa y libertad interior. La primera es la libertad de acción, es decir, la ausencia de constricciones exteriores para realizar nuestros actos; se traduce, sobre todo, en la libertad política. La segunda es la libertad de la voluntad, es decir, nuestra capacidad para querer o no querer hacer algo; también se la llama "libre albedrío" o "libre arbitrio".

A pesar de que no parece lógico negar que somos libres, muchos científicos y filósofos han sostenido el determinismo, es decir, la idea de que el ser humano no es libre, sino que sus actos están absolutamente determinados por causas exteriores.

 

2) Tipos de determinismo: físico, metafísico, genético y sociológico

 

Se distinguen los siguientes tipos de determinismos:

 

a) El determinismo físico:

  

 

El determinismo se basa en la validez general del principio de causalidad. Ciencia y Filosofía han estado en general de acuerdo en considerar la Naturaleza como un encadenamiento necesario de causas y efectos. Todo acontecimiento es un efecto necesario de una causa; por consiguiente, todo cuanto sucede está ya predeterminado y es previsible. La formulación más fuerte de esta consecuencia se debe al matemático y astrónomo francés Pierre-Simon de Laplace (1749-1827). Así pues, si todo en la Naturaleza -y el ser humano forma también parte de ella- sucede necesariamente (según causas que actúen conforme a leyes), ¿dónde está la libertad del ser humano?

 

 

 

b) El determinismo metafísico:

 

El filósofo holandés B. Spinoza (1632-1677) sostuvo que la libertad es una mera ilusión: nos creemos libres porque muchas veces ignoramos las causas que nos llevan a actuar: "No hay en el alma ninguna voluntad absoluta o libre, sino que el alma es determinada a querer esto o aquello por una causa, que también es determinada por otra, y ésta a su vez por otra, y así hasta el infinito."

 

c) El determinismo genético:

 

Desde una posición extrema, algunos etólogos, como el discípulo de K. Lorenz, Richard Dawkins -en su libro El gen egoísta (1976)- han tratado de explicar toda la conducta humana exclusivamente en términos de biología (reduccionismo biológico).

Según este biólogo, el código genético, presente en los cromosomas del ADN celular, determina todo nuestro comportamiento, por lo que no cabe pensar en la posibilidad de acción alguna que escape a las pautas fijas de carácter instintivo prefijadas en dicho código. La consecuencia extrema sería que los seres humanos actuarían siempre y necesariamente con arreglo a las instrucciones inscritas en sus genes. Con esto se eliminaría la libertad humana, pues, si el hombre está completamente pre-programado, no sería otra cosa que un autómata biológico (determinismo genético). Pero no es así. La gran paradoja es que el ser humano también está programado para aprender nuevas conductas, incluso para aprender a autocontrolar sus propias programaciones. De manera que, mientras el aprendizaje animal es un “aprendizaje cerrado”, el aprendizaje humano es “abierto”, ya que está determinado, sobre todo, por factores culturales.

 

d) El determinismo sociológico:

 

Según este tipo de determinismo, la sociedad es considerada como una conciencia colectiva que cada individuo interioriza de un modo particular, por lo que las reglas de conducta social ejercen una presión irresistible sobre los individuos. En otras palabras el ambiente social que nos rodea nos fuerza a obrar de determinada forma. Esta tesis estuvo representada especialmente por la " Escuela Sociológica Francesa" cuyos integrantes fueron E. Durkheim (1858-1917) y Levy-Bruhl (1857-1939).

 

3) Críticas al determinismo y defensa de la libertad humana

 

a)    Kant, Popper, Camus y Ortega

 

 

El determinismo ha sido combatido por pensadores que afirman que la existencia de la libertad humana es indudable. K. Popper (nac. 1902), por ejemplo, ha señalado que nuestro universo es en parte causal, en parte probabilista, por lo que está abierto a nuevas posibilidades: los actos humanos abrirían nuevos caminos, imprevistos en el universo. Kant (1724-1804), por su parte, afirma que la libertad consiste en la capacidad del ser humano para autodeterminarse a sí mismo, es decir, para ser él mismo causa de sus propios actos. Por último, el filósofo francés Albert Camus (1913-1960), en su libro El hombre rebelde, ha señalado que existe un fenómeno que prueba de modo absoluto la libertad humana: la capacidad para decir no, la capacidad de rebelión ante una situación injusta, lo que implica que el hombre sabe que otras situaciones más justas son posibles y deseables.

Quizá la posición más coherente sea la de J. Ortega y Gasset (1883-1955) y J. P. Sartre (1905-1980): la libertad del individuo está siempre "condicionada", es decir, determinada por la circunstancia que le rodea. Es una libertad que depende de una situación dada, y está sometida a unas condiciones que la hacen posible y la limitan. La situación ofrece al sujeto una serie limitada de posibilidades entre las que debe elegir a la hora de actuar.

 

 


b) El existencialismo

 

La filosofía existencialista, representada por el francés Jean-Paul Sartre (1905-1980), con su novela La náusea (1938) y el ensayo El existencialismo es un humanismo (1945), afirma que la característica central del hombre es su libertad. El ser humano (ser-para-sí) se diferencia de los objetos (seres-en-sí) porque está “condenado a ser libre”, es decir, no posee un ser definitivamente constituido, y tiene que otorgárselo a sí mismo a lo largo de su existencia, actuando libremente.

El existencialismo es ateo: mantiene que Dios no existe, y por tanto no puede ayudar al hombre a la hora de decidir qué hacer con su existencia: La existencia del hombre se reduce a la nada y al absurdo: el hombre, sin Dios, está solo, sin excusas, y únicamente él ha de responder de sus acciones, dando sentido a una existencia que por sí misma carece de él. En suma: cada uno es responsable de sí mismo y de sus acciones; pensar lo contrario es actuar, como dice Sartre, de “mala fe”.

Albert Camus (1913-1960), en sus libros El mito de Sísifo (1942) y El hombre rebelde (1951) define al hombre también como un ser absurdo: la existencia humana carece de sentido y de finalidad, y, por consiguiente, es el hombre mismo quien debe dar sentido a su vida a través de su libertad y su capacidad de rebelión ante cualquier intento de suprimir o coartar ese atributo, que le distingue de cualquier otro ser del universo.

 

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TEMA 2.- La Estética y el estudio de la belleza

 

 

1.- La experiencia estética

 

La experiencia estética es aquella por la cual el ser humano es capaz de sentir la belleza de los objetos de la Naturaleza y del arte, así como el sentimiento de placer y displacer que produce su contemplación.

Dentro de la experiencia estética es fundamental la imaginación.

2.- La imaginación, funciones y características

Es el proceso mental que consiste en reproducir mentalmente un acontecimiento, o un objeto que antes se ha percibido; o crear nuevas imágenes y circunstancias.

La imaginación (del latín imaginatio, -onis) es el ejercicio de abstracción de la realidad actual, supuesto en el cual se da solución a necesidades, deseos o preferencias. Las soluciones pueden ser más o menos realistas, en función de lo razonable que sea lo imaginado.

a)    Funciones de la imaginación

La imaginación cumple principalmente el papel de representación de experiencias. En la imaginación es donde se representan, visual, auditiva, y en ocasiones, táctil y olfativamente, los hechos vividos, los hechos que se están viviendo y, con un grandísimo potencial, los posibles hechos futuros que sucederán. Allí aparecen representados escenarios, personajes, objetos, e incluso emociones.

b)   Tipos de imaginación

La imaginación trabaja con dos tipos de imágenes: reproductoras y creadas:

  • 1. Imaginación reproductora

Se refieren a objetos sensibles anteriormente percibidos. Se la vive en estrecha relación con la memoria. Son tipos de la memoria reproductora:

  • a) Visual: imagina mejor lo que ve.
  • b) Auditivo: imagina más fácilmente lo que oye.
  • c) Motora: reproduce mejor lo que ha hecho o practicado.
  • 2. Imaginación creadora

Son objetos sensibles no percibidos, que pueden existir o no, ser reales o ficticios, posibles o imposibles. La Imaginación creadora es la que elabora en la conciencia productos nuevos y originales (Ej: me imagino un paseo por los campos Elíseos).

Tipos de la imaginación creadora

  • Según las imágenes empleadas:
  • Imaginación plástica: Es la crea imágenes precisas, netas, claras, que tienden a la extensión y a la corporeidad. Esta imaginación es propia de los arquitectos, pintores, escultores, técnicos, y científicos.
  • Imaginación difluente: Es aquella que emplea imágenes vagas, imprecisas, tendentes al tiempo y a la subjetividad. Se expresa en la música y en la poesía lírica.
  • Por la dirección del trabajo creador:
  • Imaginación artística: dirigida a la realización de la belleza. Es la más libre y en ella tienen gran importancia los sentimientos y la inspiración.
  • Imaginación científica: se halla al servicio de la utilidad para cuyo logro concibe los medios más rápidos y adecuados. Es la que impulsa a los inventores, hombres de negocios, militares, etc.

c)    Factores de la imaginación

La imaginación, como cualquier otra actividad humana depende de distintos factores que influyen en ella:

  • 1. FACTORES DE TIPO INTERNO

Son las tendencias individuales, el tipo de asociación, el estado de humor, las experiencias anteriores, etc.; por ejemplo, las distintas formas de la sensibilidad dan como resultado los distintos tipos de fantasía: fantasía visual, como la del pintor; auditiva, como la del músico; cinestésica, como la de los acróbatas.

  • 2. FACTORES DE TIPO EXTERNO

Entre estos hay que enumerar los estímulos, situaciones, elementos, y circunstancias exteriores que potencian, provocan y afectan de alguna manera a la fantasía. Tomemos como ejemplo el arte. La imaginación artística se ve influida por la civilización y la cultura de la época.

  • 3. IMAGINACIÓN SUBJETIVA Y OBJETIVA

Son aquellas formas de actividad imaginativa en las que predomina, o bien lo subjetivo cuando el artista expresa lo que siente en su intimidad, o bien lo objetivo, cuando el artista expresa lo que todos ven, porque se da en la realidad exterior, y a él le impresiona de una manera más profunda.

 

 

d)   Clases de imágenes

Las imágenes pueden clasificarse en relación con nuestro sentido, y existen por tanto imágenes visuales, auditivas, gustativas, olfativas táctiles, etc. También se clasifican las imágenes en:

  • 1. ICÓNICAS: o imágenes normales.
  • 2. EIDÉTICAS: son imágenes que persisten inmediatamente después de una percepción. Por ejemplo, cuando miramos un coche, al desaparecer éste detrás de un obstáculo, durante unos breves segundos permanece en nosotros la imagen del coche.
  • 3. HIPNAGÓGICAS: son las imágenes que surgen antes de dormirnos profundamente.
  • 4. ONÍRICAS: son las imágenes elaboradas durante el sueño.
  • 5. ALUCINATORIAS: son las que provienen de las alucinaciones.

Otra posible clasificación tiene su origen en la relación asociativa de las imágenes y así podemos considerar que existe una imagen inductora, y junto a ella un grupo de imágenes inducidas. Por ejemplo, la imagen de un estadio de futbol lleva asociada las imágenes de los jugadores, espectadores, árbitro, pelota, entrenador, etc.

e)    Modalidades de la actividad imaginativa

Entre las modalidades de la actividad imaginativa encontramos:

  • 1. FANTASÍA DIURNA

Viene a ser el “soñar despierto”. Son formas de actividades en las que el sujeto crea un propio mundo distinto de los demás, para refugiarse en él y dar imaginación a sus frustraciones. En ella suele sublimar la propia vía de los deseos íntimos. Suele anticipar el futuro o suele buscar refugio huyendo de las incomprensiones del mundo real y objetivo. El protagonista es siempre el propio sujeto. En esta fantasía diurna se distinguen dos aspectos principales:

  • a.  Fantasía desiderativa: Mediante ella satisfacemos de manera recompensada nuestros propios deseos. Se percibe claramente que lo deseado es diferente del mundo exterior; es un refugio frente a la realidad.
  • b.  Fantasía del temor: cuando el mundo real nos mete miedo, o tenemos miedo de enfrentarnos a él, surge la fantasía del temor. El miedo puede ser muy variado: miedo al fracaso, al destino, a la derrota, a la lucha por la vida, al ridículo, etc.
  • 3. FANTASÍA LÚDICA

Los juegos son formas de manifestar de un modo activo y exteriorizado los impulsos de la fantasía. La actividad lúdica y la actividad imaginativa van muy ligadas. El juego es un fenómeno de la naturaleza psicológica lúdica de múltiples aspectos y que ha constituido siempre uno de los ejes de la vida de las comunidades humanas ¿por qué se juega? Sabemos que existe una gran diferencia entre los juegos de los niños y el de los mayores. El niño se identifica con sus propios juegos creando los objetos y los personajes. El juego de los mayores es más competitivo e interesante. El juego es un núcleo fundamental en el transcurso de la vida y en la evolución psicológica de la persona, una forma de salvar la distancia y el abismo que existe entre el aislamiento personal y la necesidad de relacionarse.

  • 4. ACTIVIDAD ONÍRICA

El problema del sueño y del soñar es un problema no resuelto todavía ¿Por qué soñamos mientras dormimos? Freud es uno de los autores que más ha estudiado los sueños y que más importancia le ha dado. Intenta mediante la interpretación de los sueños explicar la constitución íntima de la personalidad inconsciente, que se manifestaría según él a través de los sueños. Para Freud los sueños son siempre la satisfacción de los deseos reprimidos. Los impulsos alojados en el inconsciente surgen mientras dormimos, porque la censura no ejerce su estricta vigilancia sobre el mismo.

  • 5. LA FANTASÍA CREADORA

Llamamos fantasía creadora a aquella capacidad de poder crear en forma de representaciones un tipo de realidad que no ha sido percibida sensorialmente con antelación. Tiene un carácter cognoscitivo del mundo que no es posible sin la experiencia pero que trasciende la experiencia. Es una manera de transformar la realidad. ¿Cómo es posible¿ Aunque haya intentos de hacerlos es muy difícil dar una explicación de la fantasía creadora sin admitir una capacidad trascendente en el ser humano, que necesariamente ha de ir más allá de la mera inmediatez de sus datos reales de la experiencia.

f)     Evolución de la actividad imaginante

  • a) Infancia: La imaginación es desbordante en la infancia, por eso el niño se apasiona por los juegos y los relatos fantásticos.
  • b) Niñez: (7 a 12 años) la actividad imaginante resulta progresivamente controlada por la actividad pensante
  • c) Adolescencia: Vuelve a cobrar inmenso vigor la actividad imaginante, adaptando la forma de fantasearla referida al mundo del yo.
  • d) Juventud: El pensamiento abstracto ha controlado apreciablemente los excesos de la imaginación.

 

4.- La creatividad como capacidad del ser humano: estrategias de solución de problemas y el pensamiento lateral

 

   Se denominada creatividad a la capacidad que tiene el ser humano para contemplar las cosas o situaciones desde una perspectiva nueva, ver nuevos problemas y dar con soluciones inéditas a ellos.

   La creatividad se da, más o menos, en todo ser humano, pero puede  verse obstaculizada por todo tipo de inhibiciones, individuales, grupales o culturales, que dan lugar a obstáculos que debilitan o paralizan la imaginación y la creatividad  de las persona.

   La persona creativa tiene las siguientes características psicológicas:

o    Capacidad y sensibilidad para detectar problemas y enfrentase a nuevas situaciones.

o    Actitud vierta y fluidez de ideas.

o    Independencia de juicio y de no dejarse llevar por los prejuicios ni por opiniones preestablecidas.

o    Capacidad de análisis y síntesis, es decir, para reconocer los elementos de una situación y luego recuperarla a partir de ellos.

o    Redefinición: capacidad para reorganizar los materiales analizados de un modo inédito, para descubrir nuevas soluciones.

 

5.- Fases del proceso creativo (Poincaré y Wallas).

 

   El proceso creativo atraviesa diferentes etapas, que han sido analizadas por el científico y matemático Henri Poincaré (1854-1912) y el sociólogo Graham Wallas (1858-1932).

   Según Poincaré, las ideas originales se producen tras un período de incubación, en el pensamiento inconsciente, pues la conciencia solamente combina un número limitado de datos a la hora de resolver los problemas. El inconsciente, en cambio, combina multitud de datos que no aparecen inmediatamente a la luz de la conciencia.

   Lo importante, según Poincaré, es que la solución que termina creando a mente del sujeto a partir de esta combinación de factores conscientes e inconscientes, es la más bella, aquella que nos aparece estéticamente más elegante, desde el punto de vista estético.

   G. Wallas, en su libro El arte del pensamiento (1926), analiza un modelo del proceso creativo que tiene lugar en la mente humana, y que consta de cinco etapas:

   1ª) Preparación:  La mente recopila información, mediante observaciones, lecturas, viajes, experimentos y se prepara el estudio del problema.

   2ª) Incubación: que tiene lugar en el plano inconsciente, y en ella se analizan y maduran las ideas recopiladas en el momento anterior.

   3ª) Iluminación o insight: La idea descubierta o solución del problema pasa bruscamente al plano consciente. Lo hace en forma de inspiraión o intuición súbita e intuitiva. Aquí es donde se encuentra el acto creativo propiamente dicho.

   4ª) Verificación: La idea o solución encontrada se comprobar si funciona; se la verifica y aplica, para probar su acierto o desacierto. Se trata de demostrar la validez de la idea hallada.

   Para Wallas, la creatividad humana es el resultado de la evolución. El ser humano desarrollo una alta capacidad creativa al verse obligado a adaptarse a entorno ambientales hostiles y que cambiaban rápidamente, en los que hallar nuevas soluciones a problemas nuevos e inéditos era fundamenta para alcanzar la supervivencia de nuestra especie.

 

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