miércoles, 22 de diciembre de 2010

1º de Bachillerato: El cine y Julián Marías: Perspectivismo y verdad

Julián Marías amplió la teoría perspectivista de la verdad al ámbito del lenguaje cinematográfico. En su Discurso pronunciado con motivo de su nombramiento como miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, analiza la relación entre filosofía, cine y vida, mostrando cómo el cine es el arte que mejor se adecúa al conocimiento de la realidad radical: la vida del hombre.


Julián Marías - Discurso del Académico electo D. Julián Marías. (Leído en el acto de su recepción pública el día 16 de diciembre de 1990 en la  Real Academia de Bellas Artes de San Fernando

Señores Académicos:

La elección de la Real Academia de Bellas Artes, al decidir llamarme para ser uno de sus miembros, provocó en mí, antes que gratitud, sorpresa.  Nunca había pensado que podría formar parte de esta corporación de tan antigua historia, de tantos méritos, pero lejana de mis limitadas competencias.  Las artes han tenido un puesto importante en mi vida; pero no las he cultivado, ni siquiera he hablado mucho de ellas, por parecerme que con ello invadiría campos en los que me faltaba saber y capacidad de rigor, y he procurado escribir solamente de aquellos asuntos acerca de los cuales tenía un mínimo de seguridad.  De las bellas artes he sido siempre gozador, tengo sensibilidad para ellas, especialmente para algunas, pero eso no basta para llegar a ser uno de los vuestros.  De ahí mi sorpresa, mezclada, debo decirlo, con una impresión de desacierto por parte de la Academia al fijar su atención en persona tan poco adecuada.
 
Tras esta primera extrañeza sentí gratitud.  Pensé que la estimación, la amistad, el afecto que algunos Académicos me han mostrado desde antiguo habían hecho que ampliaran y exageraran los mínimos motivos, casi pretextos, que había dado para ser elegido, los habían llevado a darme un trato injustificadamente favorable.  Y como en ello no había perjuicio de tercero, no tuve inconveniente en aceptar agradecido.
No dejaba de inquietarme, sin embargo, que la Academia hubiese cometido, por lo menos, una arbitrariedad.  Hasta que caí en la cuenta de que, aunque en mi caso particular lo fuese, venía a alojarse dentro de un importante acierto: la Academia de Bellas Artes ha decidido recientemente contar entre ellas el cine.  Y esto es una prueba de sensibilidad, no sólo artística, sino histórica.  Porque el cine es, ni más ni menos, el arte del siglo XX.  No solo en el sentido de haber nacido y crecido con él, de ser el arte propio de nuestro siglo, desconocido de todos los anteriores, sino porque probablemente es el más fecundo de este tiempo, el que ha engendrado mayor número de obras maestras.  Mi interés por el cine es lo que ha hecho que la Academia se acuerde de mi nombre, y me felicito de que el cine reciba esa consagración por vuestra parte.

A lo largo de la historia han variado mucho las estimaciones sociales de las artes, y de los géneros dentro de cada una de ellas; lo mismo ha ocurrido con los géneros literarios.  Ha tardado mucho en ser reconocida y aceptada la novela, que quedaba detrás de la poesía o el drama, aunque le estaba reservado ser el más importante y prestigioso de los géneros literarios; y dentro de ella variedades que hoy nos parecen admirables han quedado relegadas a las zonas marginales y casi desdeñadas.  El cine, por supuesto, ha tardado decenios en ser tomado en serio, sobre todo desde el punto de vista artístico, y ello se justifica, porque representa una dilatación del concepto de arte; lo es en un sentido nuevo, que ha costado mucho esfuerzo comprender y asimilar.  Por eso, la Academia ha dado una prueba de flexibilidad al introducir el cine entre los asuntos que desde ahora le pertenecen como propios.

Me he parado a buscar los motivos que la Academia ha podido tener para llamarme.  No he asistido al nacimiento del cine, pero sí casi a su niñez, desde la mía de espectador.  He conocido casi todo su desarrollo, he seguido paso a paso sus descubrimientos, sus vacilaciones, sus crisis.  Mis primeras películas eran mudas, con carteles explicativos intercalados entre las imágenes, con una pequeña orquesta o un piano que les daban un fondo musical.  En su inmensa mayoría eran ingenuas; algunas, gesticulantes y retóricas, llenas también de ingenuidad, pero presuntuosas.  Me parecían deliciosas, y resulta que cuando ahora podemos verlas encontramos que efectivamente lo eran.
Hubo un momento decisivo en que el cine incorporó el sonido: los ruidos, la música, sobre todo la palabra.  Fue una revolución, por supuesto en la industria, en la personalidad y la función de los actores, sobre todo en el espectáculo.  Los puristas se entristecieron, pero la verdad es que el cine se enriqueció enormemente cuando pudo asimilar desde sí mismo la gran innovación.  Claro que los problemas fueron enormes: la introducción de la palabra nos dio la voz de los actores, pero impuso la limitación de la lengua.  El cine perdió algo de su universalidad, y tuvo que aceptar el doblaje, la traducción, siempre peligrosa, tantas veces lamentable; el desajuste entre los sonidos y el movimiento de los labios, y sobre todo la pérdida de la voz de los actores.  Frente a esta situación se ha defendido siempre por algunos el mantenimiento de la versión original, con la ayuda de subtítulos que nos retrotraen a los primeros tiempos de¡ cine mudo, que si se leen distraen de la contemplación de las imágenes, pero que al fin y al cabo son la mejor solución, la preferida cada vez más por innumerables espectadores, la que domina en muchos países.

La incorporación del color planteó menos dificultades.  La retina agradecía la vivacidad y riqueza de la pantalla brillante de colores.  Una vez más, los puristas sintieron la nostalgia del cine en blanco y negro, que puede ser maravilloso, al que no se debe renunciar; pero el color fue adquiriendo perfección, delicadeza, y al cabo de unos años quedó como un recurso esencial del cine.  Lo que pasa es que los recursos tienen que estar siempre subordinados a los proyectos, y una de las más graves tentaciones del cine es confiar demasiado en ellos, sin advertir que deben estar al servicio de la imaginación, de lo que en cada caso la película pretende ser.  La falta de esa imaginación, de mesura, de talento, en suma, ha hecho que muchos recursos técnicos del cine hayan sido mal empleados, a veces abandonados.
He sido durante más de sesenta años un espectador fiel.  En el cine, como en el amor, la fidelidad es muy importante.  El espectador ocasional o infrecuente no se entera bien, porque pierde el dominio de lo que podemos llamar el lenguaje cinematográfico, el sistema de alusiones, conexiones, supuestos, lo que equivale al subsuelo del cine; en cada película están presentes de extraña manera las demás.  Pero sucede algo todavía más grave: el no frecuentar el cine lleva a que se pierda la afición.  Las personas que van muy poco a ver películas, al cabo de algún tiempo no sienten su necesidad, y cuando por azar ven alguna se les escapa su sentido y sienten un placer muy limitado.  No es este mi caso; he visto millares de películas desde que era niño, y sobre todo desde mi primera juventud, coincidente con el cine sonoro.
A ese interés de espectador siempre ingenuo - sin ingenuidad es muy difícil entender ni gozar nada - se agregó pronto un interés teórico.  Hace cuarenta y cinco años empecé a escribir un libro rigurosamente filosófico, Introducción a la Filosofía.  Tenía un largo capítulo inicial, titulado «Esquema de nuestra situación», del cual salía el libro entero, porque entendía que la introducción a la filosofía era una empresa del hombre, en este caso del hombre occidental de mediados del siglo XX.  Allí apareció el cine al intentar descubrir esa situación y el puesto que el cine tenía en ella.

Unos años después, en 1956, escribí un breve libro, La imagen de la vida humana; en  él había nada menos que tres capítulos dedicados al cine: «La pantalla», «El mundo cinematográfico», «El cine como posibilidad». Veía en él un modo original, de capital importancia, de representación de la vida humana; y de paso un prodigioso instrumento de conocimiento de la realidad, que había de tener para mí importancia teórica decisiva.

Pero me faltaba lo más importante: la familiaridad intelectual con el cine concreto, con las películas mismas, los géneros, los actores y actrices, los directores, los diversos estilos nacionales.  Durante veinte años, desde 1962 hasta 1982, he escrito un artículo semanal en la revista Gaceta ilustrada.  Esto quiere decir unos mil artículos (lo que a veces me asombra no es haberlos escrito, sino haber encontrado mil títulos).  Una parte relativamente pequeña se publicó en dos volúmenes, con el título Visto y no visto (1967).  Y la cosa no terminó del todo con la revista: a principios de 1988, cuando se reanudó la publicación de Blanco y Negro como compañero de ABC, su director me propuso volver a escribir artículos semanales sobre cine; no pude resistir la tentación, y a los antiguos se ha añadido más de un centenar.  Lo cual me ha obligado a mantener la más escrupulosa fidelidad al espectáculo.

El cine no es solo arte; es ante todo diversión; es también industria y negocio.  Está necesariamente apoyado en la sociedad, no en mecenas, ni siquiera en minorías.  De estos caracteres se deriva no poco de su fuerza, de su realidad.  Hasta hace no mucho tiempo, los críticos y las organizaciones (festivales, premios, etc.) tenían un papel muy reducido.  El cine se fundaba en la actitud de los espectadores, y esta era de sinceridad e «inocencia»: se iba al cine porque gustaba, y la preferencia iba a lo que producía mayor placer y tenía más potencia diversiva.  Esto ha dado extraordinaria vitalidad y fecundidad al cine, capaz de aliviar la pesadumbre de la vida real, liberar al hombre hacia espacios imaginarios, permitirle volverse a situaciones irreales a la vez que le presenta realidades inaccesibles.  No olvidemos que las verdaderas raíces del cine se encuentran en su fabulosa capacidad de representación y recreación de la vida humana.
Estos rasgos han hecho que el cine, entre todas las artes, se haya librado del mayor peligro que ha acechado a las demás, y precisamente desde poco antes de la época de su invención y nacimiento: la voluntad de originalidad, que ha sido tan devastadora.  Durante casi toda su historia, los creadores - en el arte, la literatura, el pensamiento - lo han hecho dentro de estilos vigentes y con el propósito primario de conseguir una obra bella o verdadera.  Cuando el creador era fiel a su punto de vista propio, a su perspectiva auténtica, como esta es siempre única e intransferible, era original sin proponérselo, diríamos que forzosamente.  Pero hacia 1860 ó 1870, según los géneros y los países, se despierta una voluntad de originalidad: lo que se persigue es hacer algo «nuevo», «distinto», en suma, «original».  Se hace la otra intentando evitar todo lo demás, bizqueando hacia lo existente, para hacer «otra cosa».  No creo que haya habido nada más destructor que este impulso, que sigue dominando, potenciado ahora por todo género de organizaciones que ahogan eficazmente la espontaneidad, el espíritu creador y, como inevitable consecuencia, la originalidad.

El cine no tenía tradición, por ser recién nacido.  Por su misma índole, tenía que apartarse de la literatura o el teatro; sobre todo, como no se proponía complacer a críticos o «expertos», sino a los espectadores, como apenas era estimado como arte, y esta condición le era muchas veces negada, estaba exento de esa servidumbre a que las artes decidieron someterse hace algo más de un siglo.
Se dirá con razón que esta situación inicial ha cambiado, que el cine ha aumentado su prestigio, su consideración intelectual, que la ingenuidad ha disminuido mucho, que se hacen películas pensando en los críticos, los festivales, los concursos y premios; creo que este es uno de los motivos más fuertes de que el cine padezca una dosis de crisis interna, de esterilidad, y que los espectadores sientan nostalgia de tiempos en que tenía menos pretensiones y alcanzaba una calidad que hoy es infrecuente.
Otro motivo es la preponderancia de la televisión; y no, primariamente, por la baratura, la comodidad, la disponibilidad de esta técnica, que permite ver películas sin salir de casa, sin ejecutar esa operación que se llama «ir al cine», sino porque la visión de las películas en la pequeña pantalla del televisor las altera sustancialmente, introduce condiciones que no son propias del cine y disminuye considerablemente su valor y su capacidad de producir placer o emoción.  Creo que no se ha reparado lo bastante en el hecho de que películas de ritmo perfecto parecen «lentas» y algo premiosas en televisión, mientras que resultan más adecuadas las que se hacen directa y expresamente para este destino, con la estructura que le es propia.  Conviene que examinemos un momento lo que es el cine en sus condiciones óptimas, en las que podemos llamar «normales» y que durante mucho tiempo han sido las únicas.

Cuando se entra en el cine, se ocupa una butaca y se apagan las luces.  Esto es esencial, y no solo por la manera de ver el espectáculo, sino porque en la oscuridad el espectador se queda solo.  El teatro o la corrida de toros o el juego deportivo en el estadio son «conspectáculos»; el cine no.  Creo que esta es la razón principal de que en el cine no se aplauda sino excepcionalmente, y no a la película, sino a los que la han hecho, si asisten a la proyección.  No es porque los actores no estén presentes, sino porque los espectadores están solos, y el aplauso nunca es una reacción individual.  Ya sé que ahora está perdiendo su sentido, como tantas cosas, y se aplaude hasta a los muertos, y en especial si han sido asesinados; pero esto no deja de ser una corrupción de un uso que se deteriora y pierde su sentido.
El espectador de cine está, pues, solo con la pantalla.  Y esta, a diferencia del escenario teatral (y de la televisión), no tiene marco; su límite es la oscuridad que la rodea.  La ausencia de marco tiene una consecuencia inmediata: no se subraya la irrealidad de la escena, y el que la contempla entra en la pantalla, transmigra a ella, se traslada a ese mundo virtual creado por la proyección.  En eso consiste la tremenda succión o absorción del cine, y por eso este oscila entre dos polos: el arte y el estupefaciente.  Lo cual no es desdeñable, porque lo convierte en una droga, pero que, a diferencia de las otras, no es tóxica ni envilecedora.  Para millones de personas, la vida resulta llevadera, soportable, porque de vez en cuando dejan sus problemas, sus tristezas, su pesadumbre, a la puerta de un cine y durante un par de horas se van a vivir a otro mundo irreal, por lo general atractivo, que les ofrece lo que no tienen y les permite vivir, vicariamente, por supuesto, vidas con más tensión, con atractivo, con pasión, con gracia, con amor, que acaso les dan una vislumbre de la felicidad que no van a encontrar a la salida.

Pero conviene precisar la peculiaridad de esa representación de la vida en el cine, a diferencia de lo que realizan el teatro o la narración.  En el teatro, la butaca fija la perspectiva única del espectador, que contempla el escenario desde un punto de vista y a una distancia permanentes.  En la novela, por el contrario, hay una pluralidad de perspectivas, que se mueven y cambian con gran libertad.  En el cine hay también una butaca, como en el teatro, pero en su caso esto no supone inmovilidad ni unicidad, porque el movimiento está ya encapsulado en la cinta que se proyecta: la cámara se movió antes, cambió incontables veces de perspectiva, gozó de una libertad ilimitada.  En este sentido, el cine se aproxima a la novela más que al teatro; pero hay una importante diferencia: la novela es un arte de imaginación; el cine, de presencias, porque todo lo que se ve ha tenido que ser «real», por lo menos visible, fotografiable; en el cine sonoro, también audible.

Sin embargo, conviene no exagerar la «realidad» del mundo cinematográfico.  Ante todo, porque lo que nos da son imágenes fotográficas que aparecen y desaparecen, que se esfuman: visto y no visto, esta es la fórmula del cine; en otras palabras, fantasmagoría.  En segundo lugar, lo que al cine interesa, mucho más que las realidades que muestra un documental, es un drama humano, algo que le pasa a alguien, con argumento; ficción con los caracteres que tiene forzosamente la vida humana.  Y la operación que el cine realiza es lo que hace muchos años llamé un dedo que señala, que va mostrando las cosas, una tras otra, señalándolas a nuestra atención, dándoles desigual importancia, interpretándolas.  Por esto es siempre una operación silenciosa, es «mudo», aunque la realidad mostrada y señalada sea sonora.
La potencia del cine va todavía más allá.  Lo que verdaderamente nos presenta es un mundo, ese mundo espectral, fantasmagórico, imaginativo, al cual podemos irnos a vivir durante un par de horas, en la oscura soledad de la sala.  Y esta es la razón fundamental de que el cine no sea primariamente «documental» sino «drama»: necesita la vida humana, porque sin ella no hay mundo; el mundo es esencialmente «mi» mundo, mundo de alguien.  Pues bien, el cine establece conexiones vitales, es decir, mundanas, que no coinciden con las espaciales o físicas.  Compárese la escena con lo que se ve en una película.  En el teatro, las cosas y las personas están «juntas» en el escenario, contiguas, yuxtapuestas; en el cine, no; la proximidad no es espacial sino vital; cosas y personas están juntas en una vida. Cuando cambia el plano, podemos trasladarnos a cualquier situación, remota en el espacio o en el tiempo, juntas en la vida del personaje, en el recuerdo o la anticipación.  La admirable novela de Azorín, Doña Inés, es puro cine; se podría hacer una película tomándola como guión, siguiendo paso a paso sus conexiones vitales.  En un viejo artículo lo mostré en detalle, y sigo preguntándome a qué esperan los directores para hacer una espléndida película que Azorín imaginó hasta en sus últimos detalles.  Y, curiosamente, en 1925, antes de que descubriera juntamente el cine en color, el sonoro y, como dijo, «los labios gordezuelos de Ingrid Bergman», antes de que se despertara su tardía pasión por la pantalla. 

Quiero decir que Azorín vio cinematográficamente su novela por motivos literarios, seguramente sin pensar para nada en el cine, descubriendo lo que él y la novela tiene de común cuando se depuran e intensifican, cuando se desprenden de todas las gangas y adherencias extrañas y se reducen a la representación inteligible de la vida humana.

La creación de un «mundo», la novela lo consigue cuando llega a la genialidad; el cine lo logra simplemente con ser verdadero cine; cuando presenta las relaciones que integran de verdad una vida - por lo general, varias vidas -: relaciones reales o virtuales, posos o sedimentos que quedan de una acción vital anterior, expectativas, anticipaciones, tensiones, esas flechas que simbolizan la vida humana.  En mi pensamiento filosófico utilizo ciertos conceptos y categorías que permiten comprenderla, porque los referentes a las cosas son inservibles; sobre todo, instalación  y vector, o juntamente instalación vectorial.  En eso consiste, si se mira bien, el cine; por eso es un «mundo» en el cual se proyectan y viven algunas personas, y al cual se traslada provisionalmente el espectador y lo hace suyo.

Por eso el cine puede introducir el movimiento, y con él el dramatismo, en una realidad inmóvil, conclusa hace siglos, como un cuadro, que parece animarse aunque su pintura esté seca desde el Renacimiento.

Frente a la novela, el cine significa una liberación respecto a la palabra; en ella, todo tiene que ser «dicho»; en el cine, tiene que ser «visto», fotografiado.  Pero en un grado menor, la palabra también le pertenece, y de una manera distinta a la vez de la propia del teatro y de la que requiere la novela.  En esta no ocurre como en la escena, en que el tiempo es real, y el diálogo es como el de la vida efectiva; en la novela, un diálogo «real» resulta falso, y de ello se resienten muchas de nuestro tiempo; es un diálogo selectivo, condensado, «representativo» de ciertos momentos que equivalen a la totalidad.

En el cine se introduce un elemento sutil: la distancia.  Los planos - lejanos, medios o muy próximos - imponen una cualificación de la palabra, en el doble sentido de lo que se dice y cómo se dice.  Un cowboy en medio de la pradera no puede decir las palabras ni usar la voz del que habla en la intimidad de una habitación, tal vez al oído.  El primer plano ha sido una de las grandes innovaciones estéticas y humanas del cine; porque en la vida real es infrecuente privilegiado, y el cine lo ha hecho habitual y comunicable, ha descubierto posibilidades que antes quedaban limitadas a la reducida experiencia personal.  No se puede decir lo mismo a cualquier distancia, ni de la misma manera, y esto nos lo ha dado a conocer el cine, que al mismo tiempo nos ha enseñado a hacerlo.

El cine, en efecto, ha sido en muchos sentidos maestro de la vida.  Ha anticipado la dislocación de las estructuras tradicionales del mundo, que la técnica ha producido en nuestro siglo.  La permanencia en el mismo lugar era la condición de la inmensa mayoría de las personas, que solo excepcionalmente se desplazaban a otros lugares.  Se estaba en un punto del mundo, en cada momento, y sólo en él.  Ahora, por el contrario, son legión los que viajan, y muchos los que lo hacen constantemente.  Cuando hablamos por teléfono, ¿dónde estamos? ¿Solos en nuestra casa, o en otra ciudad, y en compañía de la persona con quien hablamos?  La televisión nos presenta lo distante como si estuviera presente, y no se limita a un solo lugar, sino que nos lleva de uno en otro, a través de grandes porciones del mundo.  Asistimos, casi simultáneamente, a acontecimientos enteramente distintos y que nada tienen que ver entre si.  Y como, por otra parte, la televisión da películas, el carácter de «ficción» destiñe sobre todo lo que aparece en su pantalla, hasta el punto de que no acabamos de tomarlo en serio.
Podríamos decir que el mundo, el mundo real, se ha ido acercando a lo que antes había sido el mundo cinematográfico, de manera que vivimos la realidad con ojos que han sido adiestrados para ello por el cine.  El mundo real termina en la pantalla, y en ella empiezan mundos imaginarios; pero podemos considerarla también como una ventana por la cual podemos ver posibilidades de nuestra propia vida y una manera nueva de estar en el mundo.

El arte es siempre interpretación, transfiguración de la realidad, duplicación de esta con una quasi-creación de objetos ficticios, que se añaden al mundo y lo completan.  Por eso el autor es auctor, el que aumenta la realidad.  En el caso del cine, esa «creación» acontece rigurosamente cum fundamento ín re, mediante la fotografía, ya que todo ha tenido que ser registrado por ella.  Esto significa un extremo «realismo», que se combina con el extremo «irrealismo» de las imágenes fugaces, con la fantasmagoría.

Ahora bien, el cine, más que cualquier otra forma de arte, hace una utilización amplísima de lo que es real, incluida la realidad material: el paisaje, las ciudades, las casas por dentro y por fuera, con una percepción nunca alcanzada antes, las formas, los colores, los sonidos, y entre ellos la voz y la palabra.  Y todavía algo más importante: las personas.

Los actores son, en efecto, algo absolutamente esencial en el cine; y esto quiere decir la corporeidad humana viviendo.  La percepción del cuerpo humano, gracias a la multiplicidad de perspectivas, ha alcanzado en el cine una plenitud que apenas puede dar, y esto en circunstancias excepcionales, la vida real.  Pero, naturalmente, no muestra «cuerpos», sino personas corpóreas, accesibles en su personalidad a través de la corporeidad íntegra, que por supuesto incluye la expresión y la palabra.

Esto tiene una consecuencia que me parece escalofriante: la supervivencia de los actores muertos.  En las películas se conservan, con una plenitud nunca antes alcanzada, hombres y mujeres que ya no viven.  A pesar de ello, los vemos vivir, moverse, ejecutar las acciones de la vida, manifestar su intimidad, mirarse o mirarnos.  Normalmente, esto produce la ilusión de su presencia, acompañada de la creencia en su efectiva realidad, y por tanto en la posibilidad de conocerlos en persona, de tener con ellos un trato directo; pero en algunos casos sabemos que han muerto, que eso sería imposible; y «conviven» en la pantalla con los que siguen viviendo, en una alucinante combinación de dos mundos.

Permítaseme recordar unos párrafos de una reflexión sobre el cine que escribí hace muchos años.  Hablaba de la fabulosa dilatación que ha introducido en nuestras mentes, que nos ha permitido contemplar cosas lejanas, acaso soñadas pero nunca vistas; gracias a él innumerables personas han tenido acceso a las porciones más remotas del mundo, en un prodigioso enriquecimiento reservado a nuestro siglo, desconocido de todos los anteriores.  Pero más aún que esto me interesaba otro aspecto de las posibilidades del cine.

«El cine nos descubre también los rincones del mundo.  Gracias a él nos fijamos en los detalles: cómo la lluvia resbala por el cristal de una ventana; cómo un viejo limpia los cristales de sus gafas; cómo una pared blanca reverbero casi musicalmente; cómo es, de noche, el peldaño de una escalera; el cine nos enseña de verdad qué es un automóvil, cómo se mueve desde dentro y desde fuera, cómo resbala en lo húmedo, cómo choca y se derrumba; lo que es la espera, lo que es la amenaza, lo que es la ilusión; las mil maneras como puede abrirse una puerta,. las incontables significaciones de una silla, lo que pueden decir los faroles; lo que es una roca, la nieve, un hilo de agua, una mata, una vela en el mar; de cuántas maneras se puede encender un cigarrillo, o beber una copa, o sacar el dinero del bolsillo: un fajo de billetes o la última moneda.

«Sobre todo, el cine hace salir de la abstracción en que el hombre culto había solido vivir.  Presenta los escorzos concretos de la realidad humana.  El amor deja de ser una palabra y se hace visible en ojos, gestos, voces, besos.  El cansancio es la figura precisa del chiquillo que duerme en un quicio, la figura tendida en la cama, la manera real como se dejan caer los brazos cuando los vence la fatiga o el desaliento.  Hemos aprendido a ver a los hombres y a las mujeres en sus posturas reales, en sus gestos, vivos, no posando para un cuadro de historia o un retrato.  Sabemos qué cosas tan distintas es comer, y sentarse, dar una bofetada, y clavar un puñal, y abrazar, y salir después de que le han dicho a uno que no.  Conocemos todas las horas del día y de la noche.  Hemos visto el cuerpo humano en el esplendor de su belleza y en su decrepitud, lo hemos seguido en todas sus posibilidades: escondiéndose de un perseguidor o de las balas, hincándose en la tierra o pegado a una pared; dilatándose de poder o de orgullo; dentro de un coche; bajo el agua; o en una mina; fundido con un caballo al galope, o paralizado en un sillón de ruedas; haciendo esquí acuático, con la melena al viento, o con unos ojos ciegos y una mano tendida, a la puerta de una iglesia.  Cuando hablamos de la pena de muerte no queremos decir un artículo de un código, cuatro líneas de prosa administrativa, sino la espalda de un hombre contra un paredón, unos electrodos que buscan la piel desnuda, una cuerda que ciñe el cuello que otras veces se irguió o fue acariciado o llevó perlas.  La guerra no es ya retórica o noticia: es fango, insomnio, risa, alegría de una carta, euforia del rancho, una mano que nunca volverá, la explosión que se anuncia como la evidencia de lo irremediable.».
Todo eso, y mucho más, es el cine, un arte joven que, frente a la milenaria historia de las otras artes, de aquellas a las cuales está dedicada esta Academia, aún no ha cumplido un siglo.  Esto quiere decir que apenas ha hecho más que empezar, que es ante todo posibilidad, que pertenece sobre todo al futuro.  Es la mejor ocasión para pensar sobre él, para anticipar lo que puede ser su realidad futura, para prever y acaso evitar sus riesgos, para contribuir a su maduración y crecimiento, enriquecerlo con lo que puede recibir de las otras artes, más viejas y sabias, cultivadas por la humanidad durante siglos o milenios.
Cuando escribí un libro titulado Antropología metafísica, el más personal de mis libros estrictamente filosóficos, me di cuenta de lo que le debía al cine.  Muchas ideas que en él alcanzaron formulación rigurosamente teórica se me habían ocurrido contemplando películas o reflexionando sobre ellas.  Había tenido que elaborarlas, hacer que fuesen filosóficas, pero formaban parte de esa «prefilosofía» de que la filosofía tiene siempre que partir para volver sobre ella y elevarla al nivel de la teoría, de la verdad justificada o, como prefiero decir, de la visión responsable.

Y entonces descubrí algo inesperado y acaso aún más interesante: que puede haber una «antropología cinematográfica», porque el cine es, con métodos propios, con recursos de los que hasta ahora no se había dispuesto, un análisis del hombre, una indagación de la vida humana. El cine merece que vuestra Academia, que desde hoy puedo llamar nuestra, le dedique su atención y sus luces.  Por eso, no ciertamente por haberme elegido, os felicito; y por permitirme asociarme a esa tarea os doy nuevamente las gracias.

1º de Bachillerato: Teorías de la verdad. Textos

1º DE BACHILLERATO: TEORÍAS DE LA VERDAD

a) Verdad como correspondencia

   "La verdad en nuestro intelecto proviene de su adecuación con la cosa conocida." (TOMÁS DE AQUINO, Suma contra gentiles, I, cap. LXII, 3)
    "La verdad en general, como observa sabiamente Santo Tomás, consiste en una adecuación entre el entendimiento y la cosa ("Per conformitatem intellectus et rei veritas definitur" [Summ. Theolog. I, q 16, art. 2) . En esta adecuación o el entendimiento es el que se adecua a la cosa, o la cosa al entendimiento. En el primer caso tenemos la verdad lógica, en el segundo la real. Por consiguiente, podemos definir la verdad lógica diciendo que es la conformidad del entendimiento con la cosa; y la verdad real, la conformidad de la cosa con el entendimiento." (MENDIVE, J. Elementos de lógica, Cuesta e Hijos, Valladolid, 1887, p. 151)


b) Verdad como coherencia

  "La verdadera figura en que existe la verdad no puede ser sino el sistema científica de ella. (...) Lo verdadero es el todo. Pero el todo es solamente la esencia que se completa mediante su desarrollo. De lo absoluto hay que decir que es esencialmente resultado, que sólo al final es lo que es en verdad, y en ello precisamente estriba su naturaleza, que es la de ser real, sujeto o devenir de sí mismo." (HEGEL, G. W. F., Fenomenología del Espíritu, FCE, México, 1982, pp. 9-16)





c) Verdad como perspectiva

   "Toda sustancia es como un mundo completo y como un espejo de Dios; o bien, de todo el universo que cada una de ellas expresa a su manera, algo así como una misma ciudad es vista de diferentes maneras según las diversas situaciones del que la contempla. Así, el universo está multiplicado, en cierto modo, tantas veces como sustancias hay, y la gloria de Dios está redoblada por otras tantas representaciones diferentes de su obra. Puede decirse, incluso, que toda sustancia lleva en cierta manera el carácter de la sabiduría infinita y la omnipotencia de Dios y lo imita en cuanto es capaz. Pues expresa, aunque confusamente, todo lo que sucede en el universo, pasado, presente o futuro, lo cual guarda cierta semejanza con una percepción o conocimiento infinito; y como todas las demás sustancias expresan esto a su vez y se acomodan a ello, puede decirse que ella extiende su poder sobre todas las demás a imitación de la omnipotencia del creador." (LEIBNIZ, Discurso de Metafísica)

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   "La verdad, lo real, el universo, la vida, como queráis llamarlo, se quiebra en facetas innumerables, en vertientes sin cuento, cada una de las cuales da hacia un individuo. Si éste ha sabido ser fiel a su punto de vista, si ha resistido a la eterna seducción de cambiar su retina por otra imaginaria, lo que ve será un aspecto real del mundo.
   Y viceversa: cada hombre tiene una misión de verdad. Donde está mi pupila no está otra: lo que de la realidad ve mi pupila no la ve otra. somos insustituibles, somos necesarios. "Sólo entre todos los hombres llega a ser vivido lo humano" -dice Goethe-. Dentro de la humanidad, cada raza, dentro de cada raza, cada individuo, es un órgano de percepción distinto de todos los demás y como un tentáculo que llega a trozos de universo para los otros inasequibles.
   La realidad, pues, se ofrece en perspectivas individuales. Lo que para uno está en último plano, se halla para otro en primer término. El paisaje ordena sus tamaños y distancias de acuerdo con nuestra retina y nuestro corazón reparte los acentos. La perspectiva visual y la intelectual se complican con la perspectiva de la valoración. En vez de disputar, integremos nuestras visiones en generosa colaboración espiritual y como las riberas independientes se aúnan en la gruesa vena del río, compongamos el torrente de lo real." (ORTEGA Y GASSET, J., Verdad y perspectiva)

d) Verdad como praxis (práctica)

   "II El problema de si al pensamiento humano se le puede atribuir una verdad objetiva, no es un problema teórico, sino un problema práctico. Es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poderío, la terrenalidad de su pensamiento. El litigio sobre la realidad o irrealidad de un pensamiento aislado de la práctica, es un problema puramente escolástico. (...)
   XI. Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo." (MARX, F., Tesis sobre Feuerbach)

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   "El punto de vista de la vida, de la práctica, debe ser el punto de vista primero y fundamental de la teoría del conocimiento. Y conduce infaliblemente al materialismo, apartando desde el comienzo mismo las lucubraciones interminables de la escolástica profesoral. Naturalmente, no hay que olvidar aquí que el criterio de la práctica no puede nunca, en el fondo, confirmar o refutar completamente una representación humana, cualquiera que sea. Este criterio también es lo bastante "impreciso" para no permitir a los conocimientos del hombre convertirse en algo "absoluto"; pero, al mismo tiempo, es lo bastante preciso para sostener una lucha implacable contra todas las variedades del idealismo. (...) Si lo que confirma nuestra práctica es la verdad única, última, objetiva, de ello se desprende el reconocimiento del camino de la ciencia, que se mantiene en el punto de vista materialista, como el único camino conducente a esta verdad." (LENIN, V. I., Materialismo y empiriocriticismo)

e) Pragmatismo

   "Hace algunos años, hallándome de excursión por las montañas, al volver de un paseo solitario, presencié una feroz disputa metafísica. El corpus de la disputa era una ardilla, una ardilla viva, que se imponía agarrada a un lado de un tronco de un árbol, mientras al pie del árbol, y al lado opuesto, se imaginaba que se encontraba un ser humano. Este testigo trata de ver la ardilla moviéndose rápidamente alrededor del árbol; pero, por muy rápidamente que lo haga, la ardilla se mueve más rápida en dirección opuesta, y siempre conserva el árbol entre ella y el hombre, de manera que éste no logra verda. El problema metafísico es éste: ¿da vueltas el hombre alrededor de la ardilla o no? Indudablemente, da vueltas alrededor del árbol y la ardilla está en el árbol; pero ¿se mueve alrededor de la ardilla? Y como andaba sobrado de tiempo se figuró una gran discusión. Cada uno había adoptado una posición y la defendería obstinadamente, siendo igual el número de adversarios. Cada bando trataba de convenderme, cuando aparecí, para obtener mayoría. Recordando el dagio escolástico de que cuando se encuentre una contradicción debe hacerse una distinción, inmediatemente busqué y hallé una que es la siguiente. Dije:
   - Señalar qué bando tiene razón depende de lo que ustedes entiendan prácticamente por dar vueltas alrededor de la ardilla. Si quieren decir pasar de Norte, donde se encuentra, al Este, luego al Sur, después al Oeste y luego otra vez al Norte, es indudable que da vueltas, pues ocupa posiciones sucesivas. Pero, si por el contrario, ustedes entienden que consiste en colocarse primero frente a ella, después a su derecha, luego detrás, después a la izquierda y, finalmente, enfrente, entonces está del todo claro que el hombre falla en su intento de dar vueltas alrededor de ella, pues a causa de los movimientos compensadores que verifica la adrilla conserva ésta siempre su vientre vuelto hacia y el hombre y su espalda hacia afuera; hecha esta disinción, no existe ocasión para seguir disputando. Así, ustedes están en lo cierto y se equivocan según conciban el verdo dar vueltas en un sentido o en otro.
   Aunque uno o dos de los excitados discutidores consideró mi opinión como una artificiosa evasiva, diciendo que no deseaban un juego de palabras, ni excesivas sutilezas escolásticas, sino la definición estricta de lo que se entiende por dar vueltas, la mayoría pareció pensar que la distinción había decidido la disputa.
   Cuento esta trivial anécdota porque es un ejemplo peculiar de lo que deseo decir ahora del método pragmático. En primer lugar, es un método pra apaciguar las disputas metafísicas, que de otro modo serían interminables. (...)
   El método pragmático en tales casos trata de interpretar cada noción trazando sus respectivas consecuencias prácticas. ¿Qué diferencia de orden práctico supondría para cualquiera que no fuera cierta tal noción en vez de su contraria? Si no puede trazarse cualquier diferencia práctica, entonces las alternativas significan prácticamente la misma cosa y toda disputa es vana. Cuando la discusión sea seria, debemos ser capaces de mostrar la diferencia práctica que implica el qu tenga razaón una u otra parte. (JAMES, W. Pragmatismo)

f) La verdad como consenso

   "La convicciones compartidas intersubjetivamente vinculan a los participantes en la interacción en términos de reciprocidad; el potencial de razones asociado a las convicciones constituye entonces una base aceptada, en la que uno puede estribar para apelar al buen sentido del otro. Este efecto de vínculo no puede tenerlo una convicción que uno se limita a inducir en el otro (por medio de una mentira, por ejemplo). Las convicciones monológicas, es decir, aquello que en su foro interno cada uno tiene por verdadero o correcto, sólo puede afectar a las actitudes propias de uno. (...) En este modelo las buenas razones no ocupan ninguna posición privilegiada. No cuenta el tipo de medios, sino el éxito de la influencia sobre las decisiones de un oponente, ya se deba tal éxito al dinero, a la violencia, o a las palabras. Acuerdo e influencia son mecanismos de coordinación de la acción que se excluyen uno a otro, a lo menos desde la perspectiva de los participantes. Los procesos de entendimiento no pueden emprenderse simultáneamente con la intención de llegar a un acuerdo con un participante en la interacción y de ejercer influencia sobre él, es decir, de obrar causalmente algo en él desde la perspectiva del participante, un acuerdo no puede forzarse, no puede venir impuesto por una parte o la otra -sea instrumentalmente, por intervenciones directas en la situación de acción del otro, sea estratégicamente, por medio de una calculada influencia sobre las actitudes del prójimo. Bien es verdad que, objetivamente, un acuerdo puede venir forzado o inducido; pero lo que a ojos vistas se produce por influencia externa, mediante gratificaciones, amenazas, sugestió o engaño, no puede contar sujetivamente como acuerdo. Pierde la eficacia a la que debe su capacidad de coordinar la acción. Un acuerdo pierde el carácter de convicciones comunes en cuanto el afectado se da cuenta de qu es resultado de la influencia externa que otro ha ejercido sobre él." (HABERMAS, J. Observaciones sobre el concepto de acción comunicativa)

martes, 21 de diciembre de 2010

1º y 2º de Bachillerato: Ortega y Gasset en "La aventura del pensamiento"


   

   Este video de la serie La aventura del pensamiento, dirigida por Fernando Savater, resume las principales aportaciones al pensamiento del siglo XX del filósofo madrileño José Ortega y Gasset. ¡Quién pudiera volver a aquel Madrid "ateniense", con Zubiri, Morente, Zambrano, Marías! Somos ya pocos los que pudimos terminar nuestra carrera recibiendo clases en el aula en la que el maestro Ortega impartía sus lecciones de quinto curso. Pero no hay que desesperar: la filosofía  siempre lo tuvo difícil, y sin embargo ha resistido impasiblemente la marea de los siglos: muchos de mis jóvenes alumnos prometen, y seguro que lo mismo sucede en multitud de centros educativos. Además, ya se sabe: el interés por las cuestiones filosóficas ha sido siempre cosa de "cuatro gatos"; pongamos toda nuestro empeño en que sean cinco, seis..., muchos más los "gatos", y si son madrileños, mejor que mejor. ¿Quién  sabe si los "gatos" de hoy serán los "leones del futuro"?

1º y 2º de Bachillerato: Wittgenstein en "La aventura del pensamiento"



Para completar la teoría de la verdad como correspondencia, puede verse este video de la serie "La aventura del pensamiento", en el que se expone la filosofía del "Primer" (Tractatus) y el "Segundo" Wittgenstein (Investigaciones lógicas).

En el siguiente enlace, encontraréis una edición bilingüe del Tractatus: http://www.librosgratisweb.com/html/wittgenstein-ludwig/tractatus-logico-philosophicus-bilingue/index.htm

1º y 2º de Bachillerato: Nietzsche en "La aventura del pensamiento"




Fernando Savater nos presenta la filosofía de uno de sus pensadores favoritos: Friedrich Nietzsche. Teniendo en cuenta que fue uno de los primeros en introducir la filosofía de este autor alemán en España, parece que no puede haber nadie más indicado para aclararnos su pensamiento. Recomendable, sobre todo, para 2º de Bachillerato

2º de Bachillerato: Santo Tomas de Aquino y las pruebas de la existencia de DIos parte 3/3

2º de Bachillerato: Santo Tomas de Aquino y las pruebas de la existencia de Dios parte 2/3

2º de Bachillerato: Santo Tomas de Aquino y las pruebas de la existencia de DIos parte 1/3



Exposición resumida de las cinco vías tomistas, dirigidas a demostrar la existencia de Dios: vía del movimiento, vía de la causalidad eficiente, vía de la contingencia, vía de los grados de perfección y vía del orden cósmico (teleología).

2º de Bachillerato: Tomás de Aquino en "La aventura del pensamiento"



Episodio de la serie "La aventura del pensamiento", en los que Fernando Savater expone el pensamiento de Tomás de Aquino, el "Doctor Angélico". Buen complemento para las clases dedicadas a la filosofía medieval.



Como lo es, por cierto, este texto de José Bergamín:

José Bergamín
   "Santo Tomás, en la cúspide piramidal de los siglos medios, construye su máscara transparente, cristalina, como una catedral, con todo el material que le aportaron, mezcla de oro y escoria, los restos mortales de las Cruzadas; acumulando sobre el aristotelismo arábigo y judío todo el peso de una racionalidad que disfraza palabreramente, de este modo, su empeño de dejar de serlo. (...) El pensamiento de Santo Tomás se nos ofrece de este modo teológico - por consiguiente, contradictorio-, más que como una fortaleza irracional de lo divino o para lo divino, como una fortaleza racional contra lo divino. Del mismo modo que las construcciones arquitectónicas de los templos góticos se alzan, en cierto modo, más que como templos de Dios, templos muertos, como fortalezas humanas para defendernos de Dios; como reductos casi adánicos y ultraparadisíacos en que el hombre quiere esconderse de Dios, huyendo de la persecución de la voz divina. Que nunca sabemos en el interior de esas maravillosas jaulas de la locura humana, que son las catedrales góticas, en dónde empieza el temor de Dios y en dónde termina el terror pánico.
   De estos tres pensadores del cristianismo, San Pablo, San Agustín, Santo Tomás, pudo decirse con justeza que expresaron su pensamiento en un lenguaje de razón, tan contrario a ella, tan ajeno al de su locura, que la misma máscara o disfraz que por tal lenguaje contradictorio los expresa, los desenmascara, vistiéndolos de transparencia."

1º de Bachillerato: Gottfried Leibniz en "La aventura del pensamiento"






   Episodios de la serie "La aventura del pensamiento" dirigida por Fernando Savater, y del CanalculturaA, dedicados a exponer el pensamiento del gran filósofo y matemático alemán Leibniz. Esenciales para entender su teoría perspectivista de la verdad.

lunes, 20 de diciembre de 2010

1º de Bachillerato: Conocimiento e interés en Jürgen Habermas

(Jürgen Habermas, 1929- )

1º DE BACHILLERATO: CONOCIMIENTO E INTERÉS EN JÜRGEN HABERMAS



   En relación con la vida y la obra de Jürgen Habermas, puede consultarse el siguiente enlace:

http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Especial:Libro&bookcmd=download&collection_id=98a7256bba23e354&writer=rl&return_to=J%C3%BCrgen+Habermas

En este otro enlace tenéis un artículo bastante interesante y completo sobre los diferentes intereses que Habermas vincula al conocimiento:

http://serbal.pntic.mec.es/~cmunoz11/ochoa55.pdf

jueves, 16 de diciembre de 2010

2º de Bachillerato: Exámenes de Evau: Agustín de Hipona


 

San Agustín (354-430)


MODELOS DE EXAMEN DE EVAU: AGUSTÍN DE HIPONA


MODELO 1:
   "Así, pues, cuando Dios castiga al pecador, ¿qué te parece que le dice, sino estas palabras: te castigo porque no has usado de tu libre voluntad para aquello para lo cual te la di, esto es, para obrar según razón? Por otra parte, si el hombre careciese del libre albedrío de la voluntad, ¿cómo podría darse aquel bien que sublima a la misma justicia, y que consiste en condenar los pecados y en premiar las buenas acciones? Porque no sería ni pecado ni obra buena lo que se hiciera sin voluntad libre. Y, por lo mismo, si el hombre no estuviera dotado de voluntad libre, sería injusto el castigo e injusto sería también el premio. Mas por necesidad ha debido haber justicia, así en castigar como en premiar, porque éste es uno de los bienes que proceden de Dios. Necesariamente debió, pues, dotar Dios al hombre de libre albedrío." (AGUSTÍN DE HIPONA, Del libre albedrío)

   En este texto, su autor reflexiona sobre el problema de la libertad  en el marco de la moral.

Cuestiones:

1. Exponer las ideas fundamentales del texto propuesto y la relación que existe entre ellas.

2. Explicar el problema de la sociedad en un autor o corriente filosófica de la época antigua.

3. Explicar el problema del conocimiento en un autor o corriente filosófica de la época moderna.

4. Explicar el tratamiento del problema de Dios en un autor o corriente filosófica de la época contemporánea.


MODELO 2:

   "(...) Si el creer no fuese cosa distinta del entender, y no hubiéramos de creer antes las grandes y divinas verdades que deseamos entender, sin razón habría dicho el profeta: "Si no creyereis, no entenderéis". El mismo Señor exhortó también a creer primeramente en sus dichos y en sus hechos a aquellos a quienes llamó a la salvación. Mas después, al hablar del don que había de dar a los creyentes, no dijo: Esta es la vida eterna, que crean en mí; sino que dijo: Esta la vida eterna, que te conozcan a ti, sólo Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien enviaste. Después, a los que ya creían, les dice: "Buscad y hallaréis"; porque no se puede decir que se ha hallado lo que se cree sin entenderlo, y nadie se capacita para hallar a Dios si antes no creyere lo que ha de conocer después. Por lo cual, obedientes a los preceptos de Dios, seamos constantes en la investigación, pues iluminados con su luz, encontraremos lo que por su consejo buscamos, en la medida que estas cosas pueden ser halladas en esta vida por hombres como nosotros (...)"
(AGUSTÍN DE HIPONA, Del libre albedrío)

   En este texto, su autor reflexiona sobre el problema del conocimiento.

Cuestiones:

1. Exponer las ideas fundamentales del texto propuesto y la relación que existe entre ellas.

2. Explicar el problema de la moral en un autor o corriente filosófica de la época antigua.

3. Explicar el problema del conocimiento en un autor o corriente filosófica de la época moderna.

4. Explicar el tratamiento del problema de la sociedad en un autor o corriente filosófica de la época contemporánea.

* * *

jueves, 2 de diciembre de 2010

1º de Bachillerato: Idealismo y Matrix

La filosofía idealista no es cosa del pasado: ha vuelto a ponerse de moda recientemente, actualizándose, en relación con el problema de la realidad virtual. ¿Qué probabilidad hay de que nosotros mismos estemos viviendo en un mundo "ideal" -en terminología moderna "virtual"- construido por una civilización tecnológicamente avanzada? Parece que muy pocas; pero el profesor Nick Bostrom, de la Academia Británica de Filosofía (Universidad de Oxford) no piensa lo mismo. Su famoso "argumento de la simulación", según el cual existe una alta probabilidad de que esta hipótesis sea cierta, resulta, cuando menos, sugerente. A continuación os presento su interesante artículo, en el que explica su tesis, y que seguramente habría hecho las delicias de un Berkeley o de un Malebranche, si hubieran vivido en nuestro tiempo:

 

El argumento de la simulación: por qué la probabilidad de que usted viva en una Matrix es bastante alta

Nick Bostrom
Times Higher Education Supplement, mayo 16, 2003

Matrix hizo que muchas mentes no tan filosóficas rumiaran acerca de la naturaleza de la realidad. Pero el escenario representado en la película es ridículo: cerebros humanos mantenidos en tanques por máquinas inteligentes sólo para producir energía.
Hay, sin embargo, un escenario relacionado que es más plausible y una línea seria de razonamiento que nos lleva desde la posibilidad de este escenario a una conclusión sorprendente acerca del mundo en el que vivimos. Yo lo llamo el argumento de la simulación. Quizá su más asombrosa lección es que hay una probabilidad significativa de que usted viva en un simulación de computadora. Literalmente hablando: si la hipótesis de la simulación es verdadera, usted existe en una realidad virtual simulada en una computadora construida por alguna civilización avanzada. Su cerebro, también, es simplemente una parte de esa simulación. ¿Qué argumentos podríamos tener para tomar en serio esta hipótesis? Antes de llegar a la esencia del argumento de la simulación, consideremos algunos de sus preliminares. Uno de éstos es la asunción de “independencia del substrato”. Ésta es la idea de que las mentes conscientes podrían en principio ser implementadas no sólo en neuronas biológicas basadas en carbono (como las que están en su cabeza) sino también en otro substrato computacional como los procesadores basados en silicón.
Por supuesto, las computadoras que tenemos hoy en día no son lo suficientemente poderosas para ejecutar los procesos computacionales que ocurren en su cerebro. Y aun si lo fueran, no sabríamos cómo programarlas para que lo hicieran. Pero, a fin de cuentas, lo que le permite tener experiencias conscientes no es el hecho de que su cerebro esté hecho de materia blanda, biológica, sino que implementa un cierta arquitectura computacional. Esta asunción es bastante aceptada ampliamente (aunque no universalmente) entre los científicos cognitivos y filósofos de la mente. Para los fines de este artículo, lo daremos por hecho.
Dada la independiencia de substrato, es posible en principio implementar una mente humana en una computadora lo suficientemente rápida. Esto requeriría de hardware muy poderoso con el que no contamos aún. Requeriría también de habilidades avanzadas de programación, o maneras sofisticadas de hacer una exploración detallada de un cerebro humano que pueda ser cargada en una computadora. Aunque nosotros no podamos hacer esto en el futuro cercano, la dificultad parece ser simplemente técnica. No hay ley física conocida o restricción material que impida a una civilización lo suficientemente avanzada tecnológicamente implementar mentes humanas en computadoras.
Nuestro segundo preliminar es que podemos estimar, más o menos, cuánto poder de cómputo tomaría implementar una mente humana junto con una realidad virtual que para esta mente se vería completamente realista, con la cual interactuar. Además, podemos establecer límites inferiores acerca de cuan poderosas podrían ser las computadoras de una civilización avanzada. Futuristas tecnológicos han producido ya diseños de computadoras físicamente posibles que podrían ser construidas usando tecnología de fabricación molecular avanzada. El resultado de tal análisis es que una civilización tecnológicamente madura que ha desarrollado al menos aquellas tecnologías que nosotros ya conocemos como físicamente posibles, podría ser capaz de construir computadoras lo suficientemente poderosas para ejecutar un número astronómico de mentes similares a las humanas, aun si sólo una pequeña fracción de sus recursos fuera utilizada para tal propósito.
Si usted es una de esas mentes simuladas, podría no haber manera de observación directa de saberlo; la realidad virtual en la que estaría viviendo se vería y sentiría perfectamente real. Pero todo lo que esto demuestra, hasta ahora, es que usted nunca podría estar completamente seguro de que no está viviendo en una simulación. Este resultado es sólo moderadamente interesante. Usted podría aún considerar la hipótesis de la simulación como demasiada improbable para ser tomada seriamente.
Ahora vamos al centro del argumento de la simulación. Esto no pretende demostrar que usted está en una simulación. En cambio, muestra que deberíamos aceptar como verdadera al menos una de las siguientes tres proposiciones:
(1) La probabilidad de que una especie con nuestro nivel actual de desarrollo pueda evitar extinguirse antes de convertirse en tecnológicamente madura es insignificatemente pequeña.
(2) Casi ninguna civilización tecnológicamente madura está interesada en correr simulaciones de computadora de mentes como las nuestras
(3) Usted está casi con seguridad en una simulación.
Cada una de estas tres proposiciones podrían ser prima facie inverosímiles; y aún así, si el argumento de la simulación es correcto, por lo menos una es verdadera (mas no nos dice cuál).
Mientras el argumento completo de la simulación emplea algo de teoría de la probabilidad y formalismos, su esencia puede ser entendida en términos intuitivos. Suponga que la proposición (1) es falsa. Entonces una fracción significativa de todas las especies con nuestro nivel de desarrollo eventualmente se volverán tecnológicamente maduras. Suponga, además, que (2) es falsa también. Entonces una fracción significativa de estas especies que se han vuelto tecnológicamente maduras usarán una porción de sus recursos computacionales para correr simulaciones de computadora de mentes como las nuestras. Pero, como vimos anteriormente, el número de mentes simuladas que cualquiera de tales civilizaciones tecnológicamente maduras podría correr es astronómicamente enorme.
Por lo tanto, si tanto (1) como (2) son falsas, habrá un número astronómicamente enorme de mentes simuladas como las nuestras. Si hacemos cuentas, encontramos que habrían muchísimas más mentes simuladas que mentes no simuladas corriendo en cerebros orgánicos. En otras palabras, casi todas las mentes como las suyas, teniendo los tipos de experiencias que usted tiene, serían simuladas en vez de biológicas. Por lo tanto, por un principio muy débil de indiferencia, tendría que pensar que usted es probablemente una de esas mentes simuladas en vez de una de las excepcionales que están corriendo en neuronas biológicas.
Así pues, si piensa que tanto (1) como (2) son falsas, debería aceptar (3). No es coherente rechazar las tres proposiciones. En realidad, no contamos con mucha información específica que nos diga cuál de las tres proposiciones podría ser verdad. En estas circunstancias, podría ser razonable distribuir nuestro crédito más o menos uniformemente entre las tres proposiciones, dando a cada una de ellas una probabilidad substancial.
Consideremos las opciones con un poco más de detalle. La posibilidad (1) es relativamente sencilla. Por ejemplo, quizá hay alguna tecnología altamente peligrosa que cada civilización lo suficientemente avanzada desarrolle, y que luego les destruya. Esperemos que éste no sea el caso.
La posibilidad (2) requiere que haya una fuerte convergencia entre todas las civilizaciones suficientemente avanzadas: casi ninguna de ellas está interesada en correr simulaciones de computadora de mentes como las nuestras, y casi ninguna de ella contiene individuos relativamente ricos que estén interesados en hacerlo y sean libres de actuar como deseen. Uno puede imaginar varias razones que puedan conducir a algunas civilizaciones a renunciar a correr simulaciones, pero para conseguir (2), virtualmente todas las civilizaciones tendrían que hacerlo. Si esto fuera verdad, constituiría una restricción interesante en la evolución futura de vida inteligente avanzada.
La tercera posibilidad es la más intrigante filosóficamente. si (3) es correcta, usted está casi con seguridad viviendo ahora en una simulación de computadora que fue creada por alguna civilización avanzada. ¿Qué tipo de implicaciones empíricas tendría esto? ¿Cómo cambiaría esto la manera en que vive su vida?
A primera vista podría pensar que si (3) es verdadera, entonces no hay más apuestas, y que uno estaría loco si pensara seriamente que está viviendo en una simulación.
Razonar así sería un error. Aun si estuviéramos en una simulación, la mejor manera de predecir qué pasaría después en nuestra simulación es todavía a través de métodos ordinarios – extrapolación de tendencias pasadas, modelación científica, sentido común, etc. Si usted creyó estar en una simulación, debería continuar con su vida de la misma manera que si estuviera convencido que está viviendo en una vida no simulada en el nivel inferior de la realidad.
La hipótesis de la simulación, sin embargo, puede tener algunos efectos sutiles en el comportamiento racional cotidiano. Hasta el punto de que usted piense que entiende los motivos de los simuladores, puede usar este entendimiento para predecir lo que sucederá en el mundo simulado que ellos han creado. Si piensa que hay una oportunidad de que el simulador de este mundo fuera, digamos, un descendiente devoto de algún fundamentalista cristiano contemporáneo, podría conjeturar que ha configurado la simulación de tal manera que los seres simulados serán recompensados o castigados de acuerdo a un criterio moral cristiano. El más allá, por supuesto, una posibilidad real para una criatura simulada (que podría ser continuada en una simulación diferente después de su muerte o “cargada” en el universo del simulador y quizá ser proveída allá con una cuerpo artificial. Su destino en ese más allá podría estar adecuado para depender de la manera en que se comportó en su encarnación simulada presente. Otras razones posibles para correr simulaciones incluyen las razones artísticas, científicas o recreacionales. Ante la ausencia de bases para un tipo de simulación por sobre la otra, sin embargo, tenemos que regresar a los métodos empíricos ordinarios para conducirse en el mundo.
Si estamos en una simulación, ¿es posible saberlo con certeza? Si los simuladores no quieren que lo descubramos, probablemente jamás lo haremos. Pero si escogen mostrarse a sí mismos, podrían hacerlo ciertamente. Quizá una ventana informándole del hecho aparecería enfrente de usted, o quizá le “cargarían” en su mundo. Otro acontecimiento que nos permitiría concluir con un alto grado de confianza que estamos en una simulación es si llegamos algún día al punto de encender nuestras propias simulaciones. Si comenzamos a correr simulaciones, sería una evidencia fuerte en contra de (1) y (2). Lo que nos dejaría a (3) solamente.
[The essay was translated by Gerardo Santana Gómez Garrido. - Many thanks, Gerardo! N.B.]
Nick Bostrom es un miembro postdoctoral de la Academia Británica en la facultad de filosofía en la Universidad de Oxford. Su argumento de la simulación es publicado en The Philosophical Quarterly. Un borrador del escrito original está disponible en http://www.simulation-argument.com/.

martes, 30 de noviembre de 2010

2º de Bachillerato: Agustín de Hipona 5

2º de Bachillerato: Agustín de Hipona 4

2º de Bachillerato: Agustín de Hipona 3

2º de Bachillerato: Agustín de Hipona 2

2º de Bachillerato: Agustín de Hipona 1



Para completar el contenido del tema dedicado al pensamiento de Agustín de Hipona, puede verse este video dedicado a relatar la vida del santo. La factura es pobre visualmente, y se nota demasiado el patrocinio eclesiástico del documental; pero, en conjunto, resume bien los principales puntos de la filosofía de este autor. Siendo el único material del que puede disponerse en Internet -que yo sepa-, no conviene perdérselo.

jueves, 25 de noviembre de 2010

1º y 2º de Bachillerato: Kant por Pío Baroja (El árbol de la ciencia)


Escultura de Pío Baroja en el Retiro de Madrid

Pío Baroja ofrece en el capítulo "Inquisiciones" de su novela El árbol de la ciencia una exposición sucinta, pero exacta, del pensamiento de Kant y Schopenhauer, contraponiéndolo al empirismo británico. Sin duda, es mejor que muchos de los manuales de filosofía de Bachillerato publicados en nuestros días, y además es literatura, y de la mejor. Si uno quiere introducirse en la obra de estos dos filósofos alemanes, puede comenzar por Baroja.
En este enlace: http://www.berriotxoa.com/images/library/File/baroja_1.pdf
tenéis la novela completa. Hace años su lectura era obligatoria en Bachillerato; ahora no sé si sigue en los programas, pero, en cualquier caso, conviene leerla, sobre todo cuando uno es joven. Que la disfrutéis.

1º de Bachillerato: Falacia ad populum ("Julio César" de Shakespeare) II

1º de Bachillerato: Falacia ad populum ("Julio César" de Shakespeare) I



El genio de William Shakespeare se une al de Joseph L. Mankiewicz en esta versión cinematográfica de la tragedia Julio César, que cuenta con las antológicas interpretaciones de James Mason (en el papel de Bruto, asesino de César) y Marlon Brando (en el papel de Marco Antonio).
Constituye el mejor ejemplo que conozco de la Falacia ad populum, estudiada en clase: En esta famosa escena, las emociones y la opinión de las masas son manipuladas por ambos oradores, que interpretan el asesinato de César de dos maneras totalmente contrapuestas, en función de sus intereses personales. Prueba que las emociones, y no la lógica, son lo que más cuenta en política, y que el mundo y los hombres, con el paso de los siglos, apenas cambian.

martes, 23 de noviembre de 2010

2º de Bachillerato: El maniqueísmo y San Agustín



Este breve documental resume de manera clara y concisa las principales tesis del maniqueísmo, religión dualista hoy prácticamente olvidada y desacreditada, pero que algunos consideramos pertinente recordar y reivindicar. En cualquier caso, resulta un buen complemento para comprender los principales puntos del credo maniqueo y entender el pensamiento de Agustín de Hipona, que durante muchos años buscó respuesta a sus dudas existenciales en la fe de Mani.
Por cierto, recientemente se han publicado en la editorial Trotta los principales escritos maniqueos, así como un magnífico estudio sobre esta religión, ambos muy, muy recomendables. Su lectura resulta enormemente esclarecedora e inolvidable. He aquí las referencias:
* Fernando Bermejo Rubio, El maniqueísmo. Estudio introductorio, Trotta, Madrid, 2008.
* El maniqueísmo. Textos y fuentes, Trotta, Madrid, 2008.
También puede leerse la novela, escrita por Amin Maalouf Los jardines de luz (Alianza), en la que se describe la vida y la obra de Mani: a mi juicio, es magnífica, y en su género, única. Leyéndola nos percatamos de que el cristianismo fue, en sus orígenes, algo mucho más complejo de lo que pensamos: había múltiples opciones posibles, aunque sólo una terminó imponiéndose, de forma dogmática.

2º de Bachillerato: La Fe Catolica Ortodoxa vs Las Herejias - Parte III

2º de Bachillerato: La Fe Catolica Ortodoxa vs Las Herejias - Parte II

2º de Bachillerato: La Fe Catolica Ortodoxa vs Las Herejias - Parte I



En relación con las diversas herejías parecidas en los inicios del cristianismo, resulta útil el contenido de estos tres videos dedicados a exponer el agitado ambiente religioso que rodeó la producción de Agustín de Hipona.
Aunque el documental se centra demasiado en la polémica contra el arrianismo y el nestorianismo, permite hacerse una idea bastante aproximada de los conflictos que condujeron a la victoria de la versión oficial del cristianismo vigente actualmente: la católica.

lunes, 22 de noviembre de 2010

2º de Bachillerato: Exposición sobre Alejandro Magno en Madrid

A partir de 3 de diciembre, podrá contemplarse en la Fundación Canal una magnífica exposición sobre Alejandro Magno, que reunirá piezas de los mejores museos del mundo, muchas de ellas jamás vistas en Madrid. En este enlace tenéis más información sobre ella:
http://www.elpais.com/articulo/madrid/memoria/Alejandro/Magno/aguas/Madrid/elpepuespmad/20101121elpmad_7/Tes

Parece una excelente ocasión para completar los conocimientos que hemos adquirido a lo largo de estos meses sobre Aristóteles y su contexto histórico-social y cultural, en el que, indudablemente, Alejandro jugó un papel decisivo. Conviene, no obstante, sacar la entrada por anticipado, para evitar las colas que seguramente se formarán, dado el interés del evento. Yo, desde luego, trataré de no perdérmela, y os animo a acudir.

jueves, 18 de noviembre de 2010

1º de Bachillerato: Lógica informal - Falacias

En relación con la lógica informal, a continuación os presento una explicación más detallada de las principales falacias que pueden cometerse en la argumentación, tal como aparece en el enlace "Wikillerato":

Las Falacias

Introducción

No deja de ser sorprendente que, a pesar de la lógica, seguimos equivocándonos o construyendo mal nuestros razonamientos. A este fenómeno nos referimos cuando hablamos de falacias. Platón solía decir que “los razonamientos, como los hombres, a menudo son hipócritas”. Las falacias son los razonamientos, que aún siendo incorrectos, son psicológicamente persuasivos. Son formas de razonamiento que parecen correctas, pero cuando se las analiza cuidadosamente resultan no serlo. La comprensión de estas falacias, nos ayudará a conocerlas y a no ser engañados por ellas. El estudio de las falacias se remonta a la Antigüedad, a la Retórica de Aristóteles, y a la Oratoria de los romanos. En la actualidad ha adquirido un gran interés, incluyéndose bajo el epígrafe de Lógica informal o Pensamiento crítico. El primer lógico en usar esta expresión fue Max Black, quien en su libro Modelos y metáforas y en otros escritos da una gran importancia a las falacias dentro del discurso argumentativo. En 1970 el libro del profesor australiano Charles Hamblin Falacias, marcó un hito en el estudio de las mismas. Otro importante estudio se encuentra en la Introducción a la lógica del profesor Irving M. Copi. A partir de los años ochenta y en nuestros días, proliferan las publicaciones dedicadas totalmente a las falacias y su detección en la vida cotidiana. Douglas Walton es uno de los autores más representativos. Los estudiosos de estos temas han constituido una asociación para el estudio de la Lógica informal y el Pensamiento crítico (Association for informal Logica and Critical Thinking), en la Universidad canadiense de Windsor.

 

Clasificación

Se clasifican en dos grupos: falacias de atinencia y falacias de ambigüedad.

Falacias de atinencia

En estos razonamientos, las conclusiones no tienen relación de dependencia o necesidad con sus premisas (atinencia) y, por tanto, no pueden establecer su verdad; nos engañan sin embargo porque el lenguaje se usa tanto expresiva como informativamente para estimular emociones como temor, hostilidad, piedad, entusiasmo o terror. Las más conocidas son:
  1. Argumento “ad baculum”, que significa apelación a la fuerza. Se recurre a esta falacia cuando fracasan los argumentos racionales. Se resume en el dicho: “La fuerza hace el derecho”. A escala internacional este argumento significa la guerra o la amenaza de guerra. Los nazis acostumbraban a enviar la siguiente noticia a los lectores alemanes que interrumpían su inscripción: “Nuestro periódico merece el apoyo de todo alemán. Seguiremos enviando ejemplares de él, y esperamos que Ud. no se exponga a infortunadas consecuencias en caso de cancelación”.
  2. Argumento “ad hominen”, significa argumento contra el hombre. En lugar de refutar la verdad, es decir demostrar la falsedad de un razonamiento, se ataca a la persona que la dice, por ejemplo cuando se afirma que un discurso es falso porque lo sostiene gente indeseable, extremista, drogadicta, etc.
    Este razonamiento falaz, convence a través del proceso psicológico de la transferencia, al provocar una desaprobación de la persona y convertirla en desacuerdo con lo que esa persona dice. La conexión es psicológica y no lógica, pues hasta el más perverso de los hombres puede razonar correctamente o decir la verdad.
    Otra variedad de este argumento corresponde a las creencias de una persona y las circunstancias que la rodean. Por ejemplo cuando se critica al cazador que sacrifica a los animales para su diversión, y él responde: “¿Por qué se alimenta Ud. con carne de ganado inocente?” La falacia está en que el cazador no intenta demostrar si es correcto o no el sacrificio de los animales para el placer de los humanos, sino simplemente que su oponente no le puede criticar debido a las circunstancias especiales, en este caso el hecho de no ser vegetariano. O bien en la siguiente afirmación: “¿Cómo puedes decirme que debo hacer más ejercicio, si te pasas todo el día sentado en tu oficina?”.
    Los argumentos de esta clase no ofrecen pruebas satisfactorias de la verdad de sus conclusiones, sólo están dirigidos a provocar el asentimiento del oponente, a causa de las circunstancias especiales en que éste se encuentra. Estos argumentos, suelen ser muy persuasivos.
  3. Argumento “ad ignorantiam”. Se argumenta la verdad de un razonamiento porque nadie ha demostrado su falsedad; o bien se admite la falsedad de un razonamiento, porque nadie ha demostrado su verdad. Por ejemplo,”debe haber fantasmas porque no se ha podido demostrar que no los hay”. Este razonamiento sólo es aceptable en el campo de la justicia, cuando se supone la inocencia de la persona: “Todo el mundo es inocente mientras no se demuestre lo contrario”. Es la presunción de inocencia.
  4. Argumento “ad misericordiam”. Se comete esta falacia, cuando se apela a la piedad para conseguir que se acepte una determinada conclusión. Un ejemplo sutil se encuentra en la Apología de Sócrates de Platón, que relata la defensa de sí mismo que hizo Sócrates:

    “Quizá haya alguno entre vosotros que pueda sentir resentimiento hacia mí, al recordar que él mismo en una ocasión similar y hasta quizá menos grave, rogó y suplicó a los jueces con muchas lágrimas y llevó ante el tribunal a sus hijos para mover a compasión, junto con toda una hueste de parientes y amigos. Yo en cambio, aunque corra peligro no haré nada de esto. El contraste puede aparecer en su mente, predisponerlo en contra de mí e instarlo a depositar su voto con ira, debido a su disgusto conmigo por esta causa. Si hay alguna persona así entre vosotros –observad que no digo que la haya- podría responderle razonablemente de esta manera:
    “Claro amigo, yo soy hombre, y como los otros hombres, una criatura de carne y sangre, y no de madera o piedra como dice Homero, y tengo también familia, sí, y tres hijos, ¡Oh atenienses!, tres en número, uno casi un hombre y dos aún pequeños; sin embargo, no traeré a ninguno de ellos ante vosotros para que os pida mi absolución”.
    Este argumento se usa a veces de manera incluso ridícula, como el caso de un joven juzgado por matar a sus padres; puesto ante las pruebas que lo acusaban, solicitó piedad en base a que era huérfano.
  5. Argumento “ad populum”. Se comete al dirigir un mensaje emocionado al pueblo, con el fin de ganar su asentimiento para una conclusión que no se basa en pruebas, despertando las pasiones y el entusiasmo de la multitud. Es un recurso favorito de la propaganda, los vendedores ambulantes, los políticos, etc. Por ejemplo, se nos dice que tal o cual marca es buena porque la compra mucha gente. Además de la “apelación al esnobismo”, se hace una “apelación a la multitud”. Es muy frecuente en los medios de comunicación decir que tal marca de alimentos o de automóviles es la “mejor” porque es la que más se vende en nuestro país o en los Estados Unidos.
    El político que hace su campaña electoral “argumenta” que debe recibir nuestros votos porque todo el mundo vota por él. Pero la aceptación popular de una actitud o de un producto no demuestra que sea bueno o verdadero; el asentimiento general a una opinión no demuestra su verdad.
    Esta falacia se encuentra bellamente ilustrada en la versión de Shakespeare de la oración fúnebre de Marco Antonio sobre el cuerpo sin vida de Julio César:

    ANTONIO.- ¡Amigos romanos, compatriotas, prestadme atención! ¡Vengo a inhumar a César, no a ensalzarle! ¡El mal que hacen los hombres perdura sobre su memoria! ¡Frecuentemente el bien queda sepultado con sus huesos! ¡Sea así con César! El noble Bruto os ha dicho que César era ambicioso. Si lo fue, era la suya una falta grave, y gravemente la ha pagado. Con la venia de Bruto y los demás, pues Bruto es un hombre honrado, como son todos ellos, hombres todos honrados, vengo a hablar en el funeral de César. Era mi amigo, para mí leal y sincero; pero Bruto dice que era ambicioso. Y Bruto es un hombre honrado. Infinitos cautivos trajo a Roma, cuyos rescates llenaron el tesoro público. ¿Parecía esto ambición en César? Siempre que los pobres dejaban oir su voz lastimera, César lloraba. ¡La ambición debería ser de una sustancia más dura! No obstante, Bruto dice que era ambicioso, y Bruto es un hombre honrado. Todos visteis que en las Lupercales le presenté tres veces una corona real, y la rechazó tres veces. ¿Era esto ambición? No obstante, Bruto dice que era ambicioso, y, ciertamente, es un hombre honrado. ¡No hablo para desaprobar lo que Bruto habló! ¡Pero estoy aquí para decir lo que sé! Todos le amasteis alguna vez, y no sin causa. ¿Qué razón, entonces, os detiene ahora para no llevarle luto? ¡Oh raciocinio! ¿Has ido a buscar asilo en los irracionales, pues los hombres han perdido la razón…!Perdonadme un momento! ¡Mi corazón está ahí en ese féretro, con César, y he de detenerme hasta que torne a mí!
    Ciudadano 1º.- Pienso que tiene mucha razón en lo que dice.
    Ciudadano 2º.- ¡En Roma no existe un hombre más noble que Antonio!
    ANTONIO.- ..!Porque Bruto, como sabéis, era el ángel de César! ¡Juzgad, oh dioses, con qué ternura le amaba César! ¡Ése fue el golpe más cruel de todos, pues cuando el noble César vio que él también le hería, la ingratitud, más potente que los brazos de los traidores, le anonadó completamente! ¡Entonces estalló su poderoso corazón, y, cubriéndose el rostro con el manto, el gran César cayó a los pies de la estatua de Pompeyo que se inundó chorreando sangre!...!En aquel momento, yo y vosotros, y todos, caímos, y la traición sangrienta triunfó sobre nosotros…!Mirad aquí! ¡Aquí está el mismo, desfigurado, como veis por los traidores!
    Ciudadano 1º.- ¡Oh lamentable espectáculo!
    Ciudadano2º.- ¡Oh noble César!
    Ciudadano 3º.-¡Oh lamentable día!
    Ciudadano 4º.- ¡Oh traidores, villanos!
    ANTONIO.- ¡Bueno amigos, apreciables amigos, no os excite yo con esa repentina explosión de tumulto. Los que han consumado esta acción son hombres dignos. ¿Qué secretos agravios tenían para hacerlo? ¡Ay! Lo ignoro. Ellos son sensatos y honorables y no dudo que os darán razones. ¡Yo no vengo, amigos, a excitar vuestras pasiones! Yo no soy orador como Bruto, sino, como todos sabéis, un hombre franco y sencillo que amaba a su amigo, y esto lo saben bien los que públicamente me dieron licencia para hablar de él. ¡Porque no tengo ni talento ni elocuencia, ni mérito, ni estilo, ni ademanes, ni el poder de la oratoria, que enardece la sangre de los hombres! Hablo llanamente y no os digo sino lo que todos conocéis. ¡Os muestro las heridas del bondadoso César, pobres, pobres bocas mudas, y les pido que ellas hablen por mí! ¡Pues si yo fuera Bruto, y Bruto Antonio, ese Antonio exasperaría vuestras almas y pondría una lengua en cada herida de César capaz de conmover y levantar en motín las piedras de Roma!
    Todos.- Nos amotinaremos.
    Ciudadano 1º.- Prendamos fuego a la casa de Bruto.
    Ciudadano 3º.- ¡En marcha, pues!... ¡Venid! ¡Busquemos a los conspiradores!
  6. Argumento “ad verecundiam”. Es una apelación a la autoridad, al sentimiento de respeto por las personas famosas.
    Este argumento no siempre es falaz, por ejemplo cuando se utiliza para reforzar una teoría científica apelando a la autoridad del científico, a Newton, a Einstein etc.; pero cuando se apela a una autoridad en cuestiones fuera de su campo, se comete esta falacia.
    Si en una discusión sobre religión, uno de los que discuten apela a la autoridad de Darwin (autoridad en Biología), esa apelación es falaz. Si se nos dice que consumamos éste u otro producto porque un famoso actor o actriz de cine lo consume, esa apelación es igualmente falaz.
  7. Argumento de la “causa falsa”, “non causa pro causa” y “post hoc ergo propter hoc”. El primer nombre latino, indica el error de tomar como causa de un efecto, algo que no lo es. El segundo, designa la deducción de que un acontecimiento es causa de otro porque es anterior. Podemos creer que el hecho de haber tomado una bebida caliente nos ha quitado nuestra enfermedad, cuando puede no haber sido esa la causa etc. “Desde que se inició el nuevo Carnet de Conducir por puntos, los accidentes han descendido. Esto quiere decir que ha sido un éxito”. (Este ejemplo debería analizar también otros factores que hayan influido en el descenso de los accidentes).
  8. Petición de principio, petitio principii. Se comete este error cuando al tratar de establecer una verdad buscamos premisas aceptables, y tomamos como premisa la misma conclusión que pretendíamos probar. La proposición que se quiere establecer está formulada como premisa y conclusión. Por ejemplo, si decimos que el público que tiene buen gusto prefiere a Calderón de la Barca, en lugar de a Lope de Vega, y luego preguntamos quién tiene buen gusto y contestamos que los que prefieren a Calderón, caemos en petición de principio.
  9. Argumento de la “pregunta compleja”. Se comete cuando por ejemplo preguntamos: ”¿Ha dejado Ud. sus malos hábitos?,¿ha dejado de pegar a su mujer?”. Estas preguntas no pueden contestarse con un sí o un no, sino que suponen ya una respuesta definida a una pregunta anterior que ni siquiera se había hecho. La primera supone que se ha respondido sí a la pregunta no formulada: ¿Tenía Ud. anteriormente malos hábitos?; y la segunda supone una respuesta afirmativa a la pregunta: ¿Ha pegado Ud. alguna vez a su mujer?.
Se trata pues de una pregunta compleja en la que hay varias preguntas enlazadas. En el campo de la justicia, se encuentran varios ejemplos cuando un abogado pregunta a un testigo para confundirlo o culparlo: “¿Dónde escondió el dinero que robó?” Una madre pregunta a su hijo: “¿Quieres portarte bien e irte a la cama?” En el fondo se trata de dos preguntas y una de ellas presupone una particular respuesta a la otra.

 

Falacias de ambigüedad

Aparecen en razonamientos cuya formulación contiene palabras o frases ambiguas, cuyos significados cambian de manera más o menos sutil en el curso del razonamiento haciéndolo falaz.

  1. El equívoco: La mayoría de las palabras tienen más de un sentido literal, si confundimos los diferentes significados usándolos dentro del mismo contexto con distintos sentidos, la usamos de forma equívoca, según el siguiente ejemplo: “El fin de una cosa es su perfección; la muerte es el fin de la vida, luego la muerte es la perfección de la vida”.
    Los términos relativos tienden a usarse equívocamente, por ejemplo “bueno”, cuando se dice que “Tal persona es un buen director porque es un buen matemático; o es una buena persona porque es un buen investigador”.
  2. La anfibología: Aparece en razonamientos a partir de premisas cuya formulación es ambigua debido a su estructura gramatical. Un razonamiento es anfibológico cuando su significado es confuso debido a la manera descuidada o torpe en que sus palabras están combinadas. Por ejemplo:
    “Los sucesos improbables ocurren casi todos los días, pero lo que sucede casi todos los días es un suceso muy probable. Por tanto, los sucesos improbables son muy probables”.
    “El matrimonio del Sr. X y de la Sra. Z, que fue anunciado en el periódico de la semana anterior, fue un error que deseamos corregir”. (No se sabe si el error está en el anuncio o en el matrimonio en si mismo).
  3. El énfasis: Se comete en un razonamiento cuya naturaleza engañosa depende de un cambio o alteración en el significado. En esta falacia el cambio de significado se produce según se recalque o destaque una parte u otra. Algunos enunciados adquieren significados completamente diferentes si se subrayan algunas de sus palabras. En una publicación se lee lo siguiente:
    “UNA BOMBA ESTALLA EN ESPAÑA" y luego, abajo, en una letra menor y menos prominente se continúa, "... con los ataques verbales del líder de la oposición”. La frase completa: “Una bomba estalla en España con los ataques verbales del líder de la oposición”, puede ser completamente verdadera al comprenderse a la perfección que la palabra “bomba” está usada metafóricamente, pero la forma en que se destaca una parte de ella conduce al error.
    En muchos anuncios propagandísticos se encuentra el mismo énfasis engañoso, o bien en los locales comerciales cuando se destaca el precio de un artículo en números grandes y en cifras pequeñas el porcentaje de céntimos, o se advierte que no está incluido el impuesto (i.v.a.), etc. Hasta la verdad literal puede ser un vehículo para la falsedad cuando se la coloca en un contexto engañoso. Por ejemplo si se afirma: “El vuelo llegó puntualmente”, puede expresarse la sorpresa porque nunca llega puntualmente, o bien simplemente un comentario sin doble significado, el contexto es el que marca la diferencia.
  4. La composición: Se aplica a dos tipos de razonamientos inválidos relacionados entre sí. El primero nos lleva de las propiedades de las partes de un todo, a las propiedades del todo mismo. Por ejemplo si todas las partes de una máquina son ligeras, la máquina también debe serlo, cosa que no siempre sucede. O bien generalizar las cualidades de los individuos, miembros de un conjunto o colectividad, a las propiedades poseídas por la colectividad o totalidad de los elementos que componen ese conjunto. Por ejemplo: “Un autobús gasta más gasolina que un automóvil, luego todos los autobuses gastan más gasolina que todos los automóviles”. La falacia se encuentra en que distributivamente los autobuses gastan más gasolina, pero colectivamente los automóviles gastan más gasolina porque hay más automóviles que autobuses.
  5. La división: Es la falacia inversa de la anterior. Se presenta la misma confusión en dirección opuesta, afirmando que lo que es cierto de un todo, lo es de cada una de sus partes. Así por ejemplo si una empresa es muy importante, se afirma que un empleado cualquiera de la misma también lo es. En el ejemplo anterior de la máquina, afirmar que si la máquina es pesada o costosa, se concluye que cualquier parte de la misma debe ser asimismo pesada o costosa. O bien deducir de las propiedades de una colección de elementos, las propiedades de los elementos mismos. Un buen ejemplo sería el siguiente: “los linces ibéricos están desapareciendo, este ejemplar es un lince ibérico, luego este ejemplar está desapareciendo”. O bien, “Si todos los hombres son mortales, llegará un día en que no quede ningún hombre sobre la tierra”.

Ejercicios para identificar distintos tipos de falacias

  1. “Este nuevo estudiante dice que soy su profesora favorita y debe ser verdad porque ningún estudiante le mentiría a su profesor favorito”.
  2. “¿Por qué Cervantes escribió novelas? Porque era escritor.
  3. “Los Reyes Magos, te traerán regalos, sólo si crees en ellos”.
  4. “Hoy me tocan a mí los tiros porque la pelota es mía”.
  5. “Pero, ¿puede dudar Ud. de que el aire tenga peso, cuando tienen el claro testimonio de Aristóteles quien afirma que todos los elementos tienen peso, incluido el aire y con la única excepción del fuego? (Galileo Galilei, Diálogos concernientes a las dos nuevas ciencias).
  6. “Si tengo que pagar mis impuestos, no podré operar a mi hijo, está enfermo desde hace mucho tiempo y necesita desesperadamente esa operación”.
  7. “Ánito: -“Sócrates, creo que tú estás demasiado dispuesto a hablar mal de los hombres; y si quieres seguir mi consejo, te recomendaría que tuvieses cuidado. Tal vez no haya ninguna ciudad en la cual no sea más fácil perjudicar a los hombres que beneficiarlos; y éste es ciertamente el caso de Atenas, como creo que tú sabes”. (Platón, Menón).
  8. “Nuestro equipo es el mejor de la liga, porque tiene los mejores jugadores y el mejor entrenador. Sabemos que tienen los mejores jugadores y el mejor entrenador, porque ganará la liga. Por supuesto, merece ganarla, porque es el mejor equipo”.
  9. – “¿A quién pasaste en el camino? – continuó el Rey, extendiendo su mano hacia el mensajero para que le diera un poco de heno.

    - A nadie, – dijo el mensajero -.

    - Correcto, - dijo el Rey -, esa joven dama también lo vio. De modo que Nadie camina más despacio que tú”. (Lewis Carrol Alicia a través del espejo).
  10. “Es verdad que los estudiantes que sacan un diez, estudian mucho. De modo que si Ud. quiere que yo estudie mucho, profesora, póngame un diez en todas las asignaturas”.
  11. “Quien más olvida, es más ignorante. Quien sabe más, olvida más. Por tanto, quien más sabe, es más ignorante”.
  12. “Al ver que el ojo, la mano, el pie y cada uno de nuestros miembros tiene una función obvia, ¿no debemos creer, de igual modo, que un ser humano tiene una función por encima y más allá de esas funciones particulares? (Aristóteles Ética a Nicómaco).
  13. “Pablo es un pobre hombre y pierde siempre que juega a las cartas. Por lo tanto, es un pobre perdedor”.
  14. “Pero el espacio no es más que una relación. En efecto, todo espacio debe consistir de partes; y si las partes no son espacios, la totalidad no es espacio”.
En síntesis, las falacias son trampas en las que cualquiera puede caer; familiarizarse con estos errores, puede ayudarnos a no caer en ellos. Para alcanzar este fin, es útil conocer los distintos usos del lenguaje, así como las leyes de la lógica científica o epistemología, especialmente las de la definición.